El espacio público más temido
Internet no es tema nuevo pero todavía se nos hace imposible hablar en términos claros acerca de cómo funciona y explicar finalmente qué es. Se nos sigue presentando como lo real que no alcanzamos a dominar, es decir insertar en nuestro mundo simbólico. Porque poder controlarlo es el fin de quienes intentan sin demasiado esfuerzo tratar de comprender de cómo funciona lo virtual.
Recordemos brevemente que lo virtual no es aquello opuesto a lo real, no es lo imaginario, aunque posee algo de ese funcionamiento espontáneo e incierto. Es precisamente ésto último lo que nos confunde.
Las personas en red, todas juntas, funcionan justamente de manera contraria a como lo hacen en aquél que denominan más real. En Internet todo está rendido al perfecto e insostenible azar. Dejando de lado el limitado acceso para los mismos sectores de siempre como los pobres o los ciudadanos de países donde la censura es una política pública, Internet se presenta como el verdadero ejercicio de la democracia. Sin mi anterior excusa, esta perspectiva pecaría de cínica.
En Internet no sólo se consume, como sucede en la mayoría de los medios vigentes, sino también se produce. La censura es más efectiva si es previa y en Internet no existe. A propósito, es imprescindible haber comprendido el funcionamiento de la hegemonía porque es así como básicamente funcionamos en red. Tranquilamente se podría censurar la red, pero nunca en la red porque no se sabe de dónde vienen los usuarios, todos somos los dueños de cada uno de los puntos donde emergemos, a diferencia de lo que ocurre con los medios de comunicación. Es necesario aclarar que la red no es un medio de comunicación, es una dimensión nueva y distinta de acceso a nuevos medios de comunicación, éstos si se pueden controlar y censurar.
Retomando la idea de entender a Internet cómo un posible uso real y más desarrollado de la democracia, es necesario tranquilizarnos un poco ya que caeríamos en una ingenuidad. La transformación del acceso nos garantiza la desaparición de la censura previa que es uno de los vicios más frecuentes de los dirigentes políticos y empresariales. La modificación del espacio y el tiempo son dos componentes que permiten la incomprensión que da como resultado la libre circulación de la información sin filtro. Como pensó Nietzsche, conocer para poder de dominar.
Las redes sociales, los blogs, los espacios privados y públicos de mensajerías son parte de un nuevo espacio público, muy bien vigilados en algunos casos. Nada muy diferente de lo ocurre con el espacio también real pero menos mediático y más personal. Hay una pequeña diferencia, no se puede controlar. Cualquier propuesta de regular el contenido, filtrar webs, desconexiones de la red, sería inmediatamente calificada de absurda y repudiada al instante con absolutas razones.
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