viernes, 30 de septiembre de 2011

Material sobre el caso candela para informarse y discutir

OPINION
Cuando se enciende la luz roja
Distintas responsabilidades frente a un crimen atroz. Espacios resignados por las autoridades policiales, ocupados por los medios. La intervención en los hechos, las responsabilidades de quien comunica. Los derechos de los menores, el modo en que se los trata. Un Chiche en cuestión. Propuestas módicas.
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Por Mario Wainfeld

La espiralización del suceso impone una aclaración básica, que sería redundante en un contexto menos excitado y brutal. Los exclusivos culpables del homicidio calificado de la menor Candela Rodríguez son los criminales que la secuestraron y mataron. Un asesinato atroz, que alude a los niveles más bajos de la naturaleza humana.
Otra, muy otra, es la responsabilidad de quienes investigaron mal el caso. Otra, una tercera, la de aquellos que entorpecieron la pesquisa con intromisiones indebidas, los que comunicaron sin recato ni apego a mínimas reglas del arte, con sensacionalismo procaz y (aun) violando normas y reglas.
Debe distinguirse a los asesinos de aquellos cuya conducta podría (se subraya el condicional) haber ser sido detonante de la comisión de los crímenes, en la perversa mentalidad de sus autores. Nada excusa un asesinato, nada equipara a alguien que no formó parte del plan criminal con sus integrantes, nada iguala las responsabilidades sociales, mediáticas o estatales con las culpas penales. Dicho esto, vamos al núcleo de esta nota.
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Los familiares de las víctimas de un delito merecen variadas formas de amparo y tutela. Entre las más importantes: ser protegidos y contenidos por las autoridades policiales y políticas, tener acceso como emisores a los medios de difusión, ser arropados (por ponerlo de algún modo) por la sociedad civil.
Esa centralidad, que en nuestro país tiene antecedentes e historia encomiable, no debe transformar a tales víctimas (los amigos y familiares lo son) en sustitutos de las agencias o instituciones estatales. No les compete asumir labores propias de jueces, fiscales o policías. Excede sus competencias y capacidades organizar la pesquisa y la comunicación masiva, componente ineludible de la misma. Tampoco es adecuado tomarlos como referencia acerca de propuestas de reforma penal o judicial. Menos que menos, en medio de la conmoción emocional lógica en tales circunstancias. Ni es misión de periodistas, canales de tevé o radios, comunicadores o entidades privadas, por loables que fueran sus fines y trayectoria.
En el caso que nos ocupa, en un estadio ya reemplazado, la madre de Candela, los medios y alguna ONG desempeñaron ese rol. No es la primera vez ni es un fenómeno exclusivamente local. La mala praxis compartida no dispensa el error o las demasías.
Ya pasó con Juan Carlos Blumberg o con la infortunada madre que fabuló un asalto seguido de muerte en Saladillo. Durante días, un conjunto de improvisados –encabezado en esta tragedia por la mamá, Carola Labrador– condujo una tarea delicada, sin oficio ni saberes ni incumbencias.
Es abusivo reclamar autocontrol a las víctimas, acuciadas por el dolor, la angustia y la necesidad. A los que son profesionales, cobran por su desempeño y ejercen la constitucional y sagrada libertad de prensa, cabe exigirles mayor apego a la responsabilidad y, aún, a las leyes vigentes.
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Con una autoridad sustentada en su dilatada trayectoria, el ex juez federal y ex ministro de Seguridad León Carlos Arslanian desmenuzó la cantidad de reglas de oro de procedimiento que se omitieron en los días de la búsqueda. Los delincuentes miran y escuchan, es un hecho reconocido. El cronista recuerda una película en la que John Travolta, encarnando a un secuestrador torpe y de escaso caletre, se entretenía viéndose por televisión mientras convivía con sus rehenes.
Anunciar con antelación todas las acciones (bastante a menudo mandando fruta o carne podrida), transmitir los allanamientos mientras se realizaban, divulgar una llamada telefónica sujeta a estudio y averiguación son apenas los ejemplos más chocantes de una cadena de datos que se compartió desaprensivamente (en bandeja y en tiempo real) con los secuestradores. Hay momentos, conforme a los protocolos, en que deben enviárseles mensajes. Es de manual que debe estar a su cargo un profesional que maneje una estrategia y no un sinnúmero anárquico de periodistas, en procura de una primicia o una ventaja en el rating. Un colectivo improbable en el que la competencia interna azuza las peores tendencias.
Si en el fragor del minuto a minuto los medios audiovisuales usurpan espacios que no les conciernen, hay una falla primaria de las autoridades que resignaron ese espacio, total o parcialmente. Y que, verosímilmente, filtraron el todo o parte de la data que se divulgó. Pero el editor de un programa de tevé o de radio no es un ser inerte, un robot que encauza un flujo incontenible de información. Es un emisor responsable que tiene deberes éticos y sociales, con capacidad de discernir y resolver qué saca al aire y qué preserva.
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Más subleva que sorprende la ausencia de autocrítica o introspección de los medios intervinientes y sus comunicadores. La tele, en especial, no es dada a esos interrogantes. La incongruencia es chocante siempre, en algunos puntos frisa lo deslumbrante. Desde hace añares se critica la falta de cuidado policial con la escena del crimen, la mala preservación de las pruebas, la dificultad en conservar intactos lugares o elementos que deben ser objeto de pericias o análisis. El reproche es justificado, pero es forzoso hablar (hacerse cargo) de la concurrencia de conductas. Cuando las cámaras y los micrófonos profanan espacios que deben quedar intocados contribuyen al desquicio que, sin solución de continuidad, habrán de fustigar. Más aún, su intervención es determinante: sin bulimia informativa, el desquicio no se completaría.
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Todos los derechos amparados por la Constitución, hasta los más amplios, como la libertad de expresión, están sujetos a las leyes que reglamentan su ejercicio. En lo referente a menores hay reglas que limitan su exposición, el uso de imágenes, hasta la difusión de sus nombres. Un desempeño sensato y sistémico debería ir más allá de esas premisas básicas e inderogables: cuidar a los chicos, hacerse cargo de su intimidad, de su vulnerable sensibilidad, de sus temores. La conducta promedio corre en sentido contrario: se desacatan los imperativos legales (en este crimen, como en tantos otros), se bartolean teorías sobre su existencia, se sanatea con liviandad, como cuando se habla sobre rumores de la farándula.
El cronista vio bastante material televisivo, algo escuchó en la radio. En un sistema de medios tan diverso es imposible captar todo, la muestra que presenció sobra para comprobar falta de apego a la ley y de respeto a los derechos de los menores. Vayan dos ejemplos, el más tremendo merecerá el siguiente apartado.
Proliferaron reportajes a compañeras de colegio de Candela, preadolescentes pues. Se les inquirió acerca de la relación con su padre, que está preso. Su afecto, la intensidad del trato, si hablaba de él. Redunda explicar que las entrevistas buscaban puntos oscuros que las entrevistadas no capacitan para iluminar. Pero que sí entienden e internalizan, con la consiguiente conmoción. Esas notas son cuestionables, el cronista cree que algunas coquetearon con lo ilegal. Y, si se admiten conceptos que parecen no estar de moda ni en el centro de la polémica, fueron desconsideradas y agresivas.
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Este cronista es poco afecto a consignar nombres propios en cuestionamientos generales como éste, alusivos a patrones de conducta corporativos y profesionales, no a individualidades. No prescribe esa conducta para colegas, no cree que sea imperativa ni mucho menos. Se aviene a su forma de razonar y a prevenir que un análisis general desbarre hacia la personalización excesiva. Ese criterio debe ser dejado de lado para ciertos ejemplos límite, como fueron las palabras de Samuel Gelblung en su programa de Radio Mitre. Con su tono langa y confianzudo, Chiche Gelblung se internó en un territorio delicado, exótico a su idiosincrasia, y pronunció conceptos imperdonables. Basado en su pura intuición, anticipó (cuando Candela seguía viva) que, a su ver, “la levantaron” para violarla. La expresión culpabiliza de modo oblicuo y ruin a la víctima. Añadió detalles sórdidos acerca del momento en que pudo ocurrir el secuestro, “una tarde de feriado, con frío y sol”.
Hay límites que nadie debe transgredir, menos que nadie quien cobra por informar o comunicar. Un micrófono abierto al público no es una mesa de café ni un vestuario.
La mala fe prevaleciente cuando se polemiza hoy día fuerza a especificaciones obvias. La mención no reclama censura ni restricciones a la radio o al periodista. Ni sanciones, salvo las que pudieran peticionar ante los tribunales asesores de menores u organismos especializados en su defensa.
Se expresa, sí, el repudio. Y, con delicadeza, se convoca a que periodistas, dirigentes políticos de cualquier color, entidades gremiales de la comunicación, intelectuales y académicos levanten su voz por una vez, pidiendo que la barbarie se corte en algún punto.
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Una paradoja recurrente: los medios reclaman “justicia”, incitan a “la gente” a hacer lo propio. Al unísono, sustituyen la delicada labor de los Tribunales: imponen tiempos y criterios propios, condenan sin defensa y en tiempo record. En paralelo, no se someten a las regulaciones legales que les conciernen. Es un problema mundial, no una invención autóctona.
Un ejemplo canónico viene, tal vez, a cuento para demostrar la feroz autonomía de medios autoerigidos en representantes de “la gente”.
Fue el asesinato del chico inglés James Patrick Bulger, que fue secuestrado y asesinado por dos menores de diez años en 1993. El hecho conmocionó a la sociedad, se juzgó a los autores como si fueran adultos. Se los condenó a prisión hasta que llegaran a la mayoría de edad. Los severísimos jueces establecieron una salvaguarda: no dar a conocer sus nombres para posibilitarles buscar una nueva vida, tras purgar su pena. Algunos medios desacataron la orden, se invistieron en defensores del derecho de los ciudadanos a conocer los datos para estar prevenidos. Divulgaron nombres, apellidos, imágenes, trastrocando de modo irrevocable el camino de la readaptación.
Los medios imponen su propia ley, arrogándose una legitimidad superior. Hay un aire de familia con cuestiones domésticas que nos son más cercanas.
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Carola Labrador era una referente social, interpelada siempre por su nombre de pila, ensalzada, retratada todo el tiempo. En el fragor del minuto a minuto, la crónica derivó de la apología a algo cercano a la culpabilización. La madre de Candela hablaba de modo llamativo dirigiéndose a los secuestradores (lo que estuvo patente desde el vamos, pero se computó después de aparecer el cuerpo), estuvo en pareja y está casada con hombres encarcelados. Ahora el sentido común televisivo la pone bajo sospecha, acumula datos irrelevantes, recorre atajos. Apurarse a condenar, he ahí un mandato cuando se enciende la luz roja. El filicidio es un crimen tremebundo, una traición a los principios humanos más sagrados. El mundo está lleno de personas poco recomendables, antipáticas o de delincuentes que no caen tan bajo. A falta de condena penal, todos son inocentes.
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Suena casi imposible que se llegue a saber si el desenlace fue consecuencia total o parcial de la indebida interferencia de los medios, a los que se agregaron artistas reconocidos que actuaron movidos por las mejores intenciones. Hasta en el imaginario supuesto de confesión de un asesino en tal sentido lo suyo sería una versión. Pero es cabal que se obró sin tino ni responsabilidad. Se intervino en la investigación, se desempeñó un rol activo.
Cuando se discute el poder de las empresas mediáticas éstas escamotean su peso económico, su condición de gran jugador en ese terreno. Cuando se coloca bajo la lupa el desempeño de medios o periodistas, éstos se autorretratan como simples intermediarios que irrumpen, organizan, movilizan, inciden en el resultado. No hay tal, son coactores, lo que desnuda como falaz y maniquea la remanida metáfora del “mensajero” al que (hiperbólicamente) alguien quiere “matar”.
La lógica de las presencias reconocidas y de la agitación a los vecinos puede ser funcional para la búsqueda de paradero, no es para cualquier tipo de delito. Se repitieron fallas recurrentes, se impone la autocrítica. No hay reparación posible en el suceso actual, sí hay un futuro para manejarse mejor.
El cronista no tiene una solución a mano para los problemas que describió, a vuelo de pájaro. Apenas propone a los concernidos un poco de reflexión, acaso algunos ámbitos colegiados para discutir, acaso explorar la hipótesis de reglas muy primarias, consensuadas, humanistas. Parecería poco, en el contexto sería un avance inesperado.
PARA LEON ARSLANIAN, EN LOS CASOS DE SECUESTRO LAS CAMARAS SON UN RIESGO DE VIDA
“La presión mediática no suma, resta”
El penalista y ex ministro de Seguridad dice que el despliegue policial fue proporcionado a la gravedad del caso Candela, pero que se usó “un protocolo equivocado” y hubo filtraciones “que pudieron causar una tragedia”.
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El abogado penalista y ex ministro de Seguridad bonaerense León Arslanian esbozó algunas críticas a las interferencias mediáticas en el caso de Candela Sol Rodríguez y sus consecuencias para la investigación. Fue durante una entrevista en el programa Mónica y César, por Radio Del Plata, en la que señaló las diferencias operativas que implica actuar bajo la hipótesis de una niña extraviada, que se manejó los primeros días, y la de un secuestro extorsivo. También aseguró que las coberturas televisivas, en cadena, del allanamiento de una casa donde podría haber estado con vida Candela, cosa que no ocurrió, “pudieron haber precipitado una tragedia porque los delincuentes estaban mirando por televisión qué cosa estaban haciendo los policías públicamente”.
Según estimó el ex juez, hubo un gran esfuerzo de la policía y la gobernación bonaerense, “un gran despliegue de acuerdo con la gravedad del caso”, pero existió también una gran incongruencia entre “la caracterización que se hizo del hecho, como secuestro extorsivo, y la supuesta aplicación de los protocolos apropiados, con una intromisión mediática desde el primer momento que, creo, fue absolutamente desacertada, impropia y compleja, que complicó notablemente este caso”.
En este sentido, Arslanian dijo que si bien pudo pensarse al principio en un extravío o una travesura infantil, “a partir del momento que se dice esto tiene la característica de un secuestro extorsivo, el tema se terminó. Y no es como cuando se pierde un chico en la playa, la gente aplaude y van en una caravana detrás, ésta es la imagen que traduce el tratamiento mediático de la situación, que creo que perjudica”. El especialista aclaró que estos desaciertos, vinculados con la intromisión indebida de los medios, “no son responsabilidad siempre de los medios, sino también de quien deja que intervengan cuando no deben hacerlo”.
“Definitivamente hay una reflexión –continuó– para lo que fue la movida de los actores y actrices que se solidarizaron o de organizaciones, ya sea la de Juan Carr (de Red Solidaria) o Missing Children, que es noble y muy importante. A lo mejor lo que pudo haber ocurrido es una salida a destiempo y una falta de coordinación respecto del estado del tema. Desde el punto de vista procesal o penal, cuando yo tengo la presunción seria de que estamos antes un secuestro extorsivo, entonces, en ese caso, segundos afuera, callarse todo el mundo, y dejar trabajar y usar los protocolos.”
Arslanian puso como ejemplo de los riesgos de la intromisión mediática el allanamiento casa por casa en la villa La Esperanza, partido de San Martín, ocurrido la noche del martes pasado, un día antes de que apareciera el cuerpo. “Se hizo con todos los canales de televisión transmitiendo en cadena, de modo que si la niña hubiera estado ahí con sus captores en alguna de esas casas, algo que uno no puede saber, esto pudo haber precipitado una tragedia porque los delincuentes estaban mirando por televisión qué cosa estaban haciendo los policías públicamente.”
Si hay un delito que debe ser investigado con los mayores recaudos de secreto, de reserva y de prudencia, es el de secuestro extorsivo, planteó este especialista. Y argumentó luego: “Esto es así porque lo que pone en juego uno es la víctima, más allá de aumentarles el precio a los captores, por todo lo que conocemos sobre el impacto que tiene en el delincuente la difusión masiva de su caso. Esta es la primera regla de oro”. Para Arslanian resulta “escandaloso” que se haya filtrado en la prensa la conversación entre uno de los supuestos captores y la tía de Candela.
“Esa grabación es un elemento de prueba, que tiene que estar en el expediente bajo reserva. ¿Usted le va dar un handicap? ¿Una ventaja a los delincuentes para que sepan qué cosas maneja la policía, qué conversaciones grabó? Eso es una cosa que no está bien: nunca debió haber trascendido en los medios y la escuché hasta el cansancio”, comentó el abogado. Cuando le señalaron que esa grabación habría sido filtrada por alguien de la Policía Bonaerense, Arslanian agregó que eso puso en riesgo a toda la investigación.
Por otra parte, Arslanian destacó, basándose en los trascendidos de fuentes policiales, que este caso “no se trata de un hecho prevenible. ¿Qué quiere decir esto? Que hay en el ámbito de confianza, de relación, etcétera, algún tipo de situación que ha llevado a esto”. Además, dijo confiar y conocer a buena parte de los investigadores y destacó su capacidad laboral para resolver el caso, más allá de que existen “responsabilidades policiales” en el filtrado de información que no debía filtrarse.
“Sería mejor todo si se bajara la presión mediática que hay alrededor del caso porque eso en vez de sumar, resta –concluyó–. Sé que hay buena voluntad de todo el mundo en que aparezcan presos los autores de este crimen horrible, por eso convoco al sentido de responsabilidad para este fin.”
ENTREVISTA CON CRISTINA FERNANDEZ, DEL MINISTERIO DE JUSTICIA
“La difusión no hace que encontremos a los chicos”
La directora del Registro Nacional de Personas Menores Extraviadas critica el exceso de publicidad en el caso de Candela y cuestiona el rótulo inicial vinculado con la trata y la difusión de su foto.
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Por Martín Granovsky
Mientras avanzan otros debates que sólo se saldarán cuando se resuelva el caso (uno sobre la eficacia de la seguridad bonaerense y sus protocolos, otro sobre qué puede y qué debe hacer el gobierno nacional para no encontrarse con un hecho consumado, como sucedió en Formosa y Jujuy), el asesinato de Candela no deja dudas en materia de difusión. “Es irresponsable rotular de entrada un caso cuando no se sabe por qué ocurrió, como hicieron algunos medios hablando de trata, y es mala la difusión masiva porque conspira contra la eficacia”, dijo a Página/12 Cristina Silvia Fernández, quien está a cargo del Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas que funciona dentro de la Secretaría de Derechos Humanos, en el Ministerio de Justicia de la Nación.
–¿Usted vio a la familia de Candela?
–Sí, junto con mi equipo. Cuando llegamos a Hurlingham nos impresionamos. Teníamos orden de la Presidencia de acercarnos a la familia de Candela y hablar con su madre. Pero era imposible entrar a la casa por el cerco periodístico. Por un lado había móviles buscando a cada familiar. Por otro lado, no habían sido apartados para permitir un trabajo más organizado y distante. Hasta nos costó entrar. Después pudimos hablar con cuatro tías y dos abuelas. La mamá de Candela estaba junto con la policía en un allanamiento. Como hacemos siempre, indagamos sobre el vínculo familiar, cosa que por supuesto no revelaré en esta entrevista. También como siempre, evitamos dar consejos sobre cómo hay que ser con los hijos. Sugerimos conductas prácticas. Disculpas, pero tampoco puedo entrar en detalles.
–Los medios difundieron la foto de Candela. ¿Lo sugirieron ustedes?
–Al contrario. La difusión de fotos debe ser muy cuidadosa y reservada a las vías eficaces. Los casos casi nunca se esclarecen por la difusión de una imagen. La inmensa mayoría se resuelve utilizando los canales institucionales correspondientes. La foto y la difusión del caso pueden ser útiles para instalar una problemática, pero no para resolver el extravío concreto. Y además no se instala una problemática sanamente cuando se vulneran los derechos de los chicos y cuando no se tiene en cuenta que, si por suerte los encontramos, quedarán marcados públicamente para toda su vida. Está claro que en el caso de Candela la difusión de la foto no iba a lograr que nadie la encontrara. En cambio –y esto lo digo hipotéticamente porque los investigadores deberán establecerlo–, podía contribuir a su muerte si no se trataba de una nena que se fue de su casa. Es mejor trabajar seriamente.
–¿Qué es trabajar seriamente?
–Las fuerzas de seguridad rastrillan junto con los familiares. Los fiscales instruyen la causa e investigan sin filtrar a los medios. Los organismos de protección no cuentan nada. Los registros cruzan datos. Cada uno hace lo que tiene que hacer. El gesto de Ricardo Darín es para agradecer, pero yo no sé nada de actuación y él debe saber poco de cómo encontrar chicos. Y sería bueno que todos los medios fuesen responsables si de verdad quieren ayudar.
–¿Qué diferencia hay entre estos casos y los de trata?
–Los de trata los derivamos. No corresponden a nuestro Registro. Son distintos. En general no hay por robo sino engaño. En el nordeste del país, por engaño para trata con fines de prostitución. En el noroeste, por engaño para trata con fines de explotación laboral. Y con chicos y chicas más grandes que Candela.
–¿Cómo es el universo de casos que ustedes manejan?
–Entre el 75 y el 80 por ciento de los extraviados son adolescentes de entre 13 y 17 años. Por eso en nuestro trabajo más que una mirada psicoanalítica que sería útil para un enfoque individual preferimos basarnos en la psicología adolescente.
–¿Cuál es la característica social de los extraviados?
–Clarísima: el 80 por ciento pertenece a los sectores populares. La proporción de chicos y chicas de clase media es mucho más baja, no porque no tengan sus conflictos, sino porque se canalizan de otra manera.
–¿Y desde el punto de vista del sexo?
–También hay una proporción clara. El 71 por ciento está constituido por mujeres. Lo cual se debe sin duda a las condiciones de patriarcado de nuestra sociedad.
–¿Cuál es la relación entre patriarcado y chicas que se van de su casa?
–El abuso de la autoridad paterna o el maltrato, más frecuente con las hijas mujeres que con los hijos varones. Y esto no es una impresión, sino una constatación de las estadísticas y los casos concretos del Registro. La arbitrariedad patriarcal es mucho mayor sobre las mujeres. Entonces, cuando pueden se van. Cuando hablo de arbitrariedad hablo también de los peores extremos, como pegar o golpear. Cuando hay golpes, las víctimas son más las hijas que los hijos.
–¿Y por qué un adolescente dejaría una casa, más allá de estos casos extremos?
–Por motivos muy diversos. Incluso por la falta de límites. Los adolescentes necesitan límites incluso para transgredirlos. Pero los límites siempre son necesarios. También tienen derecho a ser escuchados. Tienen derecho a emitir su opinión. Son derechos consagrados por las convenciones internacionales.
–¿Cuántas denuncias recibieron en el Registro?
–Desde 2003, 17.924 denuncias sin repetición de conductas, es decir que ése es el número de personas registradas. Si es con repetición, la cifra llega a 19.000. Los mil casos incluyen chicos o chicas que llegaron por ejemplo a nueve idas de su casa.
–¿Cuántos casos resolvieron?
–El Registro resolvió 16.076 de los 17.924. Y dolorosamente debo decir que hubo 11 muertes. Eran 10 hasta ahora. La número 11 fue Candela.
–¿Cuáles son los casos de no adolescentes?
–En general los más chicos.
–¿Cómo son esos casos?
–No hay un solo patrón para clasificarlos, pero muchas veces se trata de un secuestro parental. Frente al conflicto de la tenencia, muchas veces de hecho, o ante la imposibilidad de seguir en contacto con el hijo o con la hija, uno de los padres se lo lleva o se la lleva. Esto es importante recalcarlo, porque estos días escuché mucho el tema del rapto. No, no estamos en estos casos ante el eventual delito de rapto, sino ante un impedimento de contacto. Son cosas diferentes. Como son diferentes las mujeres que se van con los chicos para evitar la violencia doméstica. Y son diferentes los padres. Las entrevistas cara a cara sirven para ver si se trata de un psicópata o de un golpeador. Esos casos los derivamos al área Víctimas contra las Violencias, que dirige la doctora Eva Giberti.
ESCENARIO
Cumbre de Guayaquil
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Por Santiago O’Donnell
Desde Guayaquil
Guayaquil. Cumbre de periodistas en Ecuador organizada por la Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación. Varios de los mejores de la región están acá presentando trabajos, amén del número dos de Wikileaks, Kristinn Hranfsson (foto), que vino de Islandia para hablar de la filtración infiltrada. Aprovecho para preguntarle al destacado periodista peruano Ricardo Uceda, presidente del Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS), sobre las últimas tendencias. A diferencia de otras entidades periodísticas regionales y nacionales, que hacen foco exclusivamente en la defensa de la libertad de expresión, el IPYS pone el acento en el efecto de la concentración de medios en la pluralidad informativa. IPYS, con sede en Perú, financió un importante trabajo sobre concentración de medios en la región dirigido por los catedráticos de la UBA Guillermo Mastrini y Martín Becerra, que se plasmó en el libro Periodistas y Magnates (2006). Uceda preside desde hace nueve años un jurado que elige las mejores investigaciones periodísticas de Latinoamérica. ¿Qué hay de nuevo, Ricardo?
“Este año hay tantos trabajos de calidad brasileños que por primera vez armamos un panel sólo dedicado a ese país. Hay dos investigaciones de Folha de S. Paulo que les costaron el puesto a dos ministros poderosos: Erenice Castro y Antonio Palloci. Luego un trabajo de O Estado de S. Paulo sobre las guerras ocultas en Brasil, que es una investigación histórica, muy diferente a lo que habitualmente se ve en el periodismo. También un diario no tan conocido, Gaceta do Povo, de Minas Gerais, presentó un trabajo de gran artesanía investigativa sobre gastos ilícitos en ese estado.” Uceda me guiña un ojo, no lo puede decir, pero seguramente hoy Gaceta do Povo se llevará el premio mayor. “También hay una excelente investigación de la televisión brasileña sobre pedofilia en la Iglesia Católica”, redondea.
Le pregunto por qué, a su juicio, los medios brasileños sacan tanta diferencia sobre el resto en materia de periodismo de investigación. “Hay mucha diferencia en la industria”, contesta. “La industria brasileña, al estar tan fuerte, hace que el periodismo brasileño tenga una fuerza y una decisión para investigar que otros países no pueden igualar. Hay investigaciones en Brasil que duran meses, equipos de varias personas. La dimensión del mercado permite gastar mucho más que en otros países y la brecha se ha ido agrandando. Por ejemplo México, otro país con medios muy importantes, no produce investigaciones fuertes. Y esto no es sólo por el narcotráfico, hay muchas otras áreas atractivas para ser investigadas. Me parece que es un tema cultural, que no existe tradición de periodismo investigativo en México. En cambio, en Colombia, otro país atravesado por el narcotráfico, está la revista Semana, que ya hemos premiado un par de veces, y que muestra un liderazgo investigativo que ha sabido sostener a lo largo del tiempo en dos temas importantes, el proceso paramilitar y el caso de las escuchas ilegales del gobierno de Uribe.”
¿Y por casa cómo andamos? “Siempre hay trabajos interesantes de Argentina. Pero lo que veo es que el periodismo de investigación en la Argentina se ha ‘kirchnerizado’, o sea, sólo se investiga la cosa K, funcionarios importantes de su gobierno. No veo otra cosa en este momento.”
Ahí vamos. Quiero saber por qué investigamos al Estado y no a las empresas privadas, qué efecto tiene el hecho de que los conglomerados mediáticos se han convertido en las principales fuerzas opositoras de gobiernos populares en la región.
Antes, Uceda marca otra tendencia. “Cada vez hay más grupos cívicos de periodismo electrónico (Internet) presentando trabajos destacados, como Verdad Abierta en Colombia, IDL en Perú y Cipper en Chile o El Faro en El Salvador, que de alguna manera siguen el modelo de (la ONG estadounidense) Pro Pública.”
Ahora sí: “Hay poca investigación sobre empresas en general. Es una debilidad del periodismo latinoamericano. Esto puede ser un sesgo de la línea editorial, para no chocar con fuentes que forman parte del establishment económico. Hay que ver cada caso, pero me parece que falta capacitación. Es más fácil investigar a un ladrón que roba en un ministerio que a una empresa. Uno de los problemas es que hay mucha corrupción legal, muchos conflictos de interés y actitudes censurables de los empresarios que no constituyen delitos porque no hay fondos públicos involucrados. Por ejemplo, el lobby obsceno que hacen algunos empresarios para conseguir contratos con el Estado a precios ridículos. Si el contrato es legal, cumple con los requisitos, es difícil escribir sobre ese empresario.”
No se trata solamente de un problema de capacitación, Ricardo, me permito decirle. Los grandes medios se llevan bien con las grandes empresas y no tanto con los gobiernos que tocan intereses corporativos, ¿no?
“La polarización afecta mucho la calidad del periodismo. Hay gobiernos que no son del gusto de los grupos que poseen medios. En algunos países donde los partidos políticos no son oposición, los gobiernos ven a los medios como sus enemigos, muchas veces con razón, porque los medios asumen el rol de actores políticos. El ejemplo más claro es Venezuela, donde los grandes medios propiciaron un golpe de Estado en contra de Chávez. Por otro lado, cuando un gobierno no tiene oposición política, el único que lo puede molestar es un medio de comunicación, entonces se convierte en enemigo. Creo que es el caso aquí en Ecuador. En cambio en Perú, el grupo (del diario) El Comercio se puso en actor político y nosotros desde el IPYS lo condenamos en un comunicado. Para impedir la elección de Humala, el diario dejó de cumplir la función de dar elementos informativos para que la gente decida, para ponerse al frente de una campaña para derrotar a Humala como sea. Quisieron hacer lo mismo en un canal de televisión que pertenecía en parte a El Comercio, pero no pudieron porque los periodistas se negaron. El Comercio pensó que era un actor político decisivo pero se equivocó, porque Humala ganó. Sin embargo, en vez de vengarse, Humala ha dicho que va a respetar la libertad de expresión y yo le creo. De hecho, los medios que trataron de hundirlo ahora han aflojado un poco las críticas a Humala, que está muy fuerte con un índice de aprobación del 70 por ciento.”
Ante este panorama, imagino que la calidad del periodismo investigativo que se practica en la región está en declive. Uceda opina que no. “Es difícil marcar una tendencia. Es cierto que en general hay mucho ruido y poca investigación, y la Internet tiene mucho que ver con eso. Pero a la vez yo veo que el que investiga una vez investiga dos veces y lo hace cada vez mejor. Es un grupo pequeño de periodistas que se repite, siempre son los mismos los que presentan los mejores trabajos. Son ellos, más que sus medios, los que mantienen la tradición viva. Es cierto que los periodistas necesitan de una empresa periodística que sostenga la práctica, pero yo creo que la práctica va a subsistir porque el periodismo sigue siendo el escrutinio más rápido y eficaz de la cosa pública.”

exclusivo: estudio exhaustivo de la transmision "en cadena"

Claves de una cobertura televisiva casi sin antecedentes para un hecho policial

Casi desde un comienzo, pero más desde que la presidenta Cristina Kirchner recibió a la madre, el caso Candela se adueñó de la televisión. La primera denuncia la recibió Crónica TV. El Trece y TN trataron el tema en noticieros. América levantó su programación y abordó el tema hasta en los programas de chimentos. Las razones por las que este caso, y no otros, fueron una historia irresistible para la tevé. Qué dejan las palabras más usadas por los periodistas.
Por Mónica Beltrán
04/09/11 - 07:48
Pantallas. Las frases, casi idénticas, en todas las señales de noticias y en los canales de aire: "El peor final", "El último adiós". Fueron tres días y medio de transmisión casi en cadena de las emisoras de TV.
Una niña casi adolescente sonríe desde las pantallas. Está desaparecida hace días, denuncia con desesperación su madre ante cuanto micrófono se le pone adelante. Una audiencia con la Presidenta que llega inesperadamente. Y una cuota de intriga sobre los motivos del secuestro. Los famosos que corren a solidarizarse ante el pedido de la Red Solidaria. Estos son algunos de los ingredientes más atractivos que reunió el denominado caso Candela y que llevaron a la televisión argentina a tomar el tema y reproducirlo sin cansancio. Y hasta, en algunos canales, a levantar la programación por 48 horas y transmitir desde los móviles, en vivo, con tema único.
Hay más de doscientos niños desaparecidos en la Argentina. El dato es repetido hasta el cansancio por Juan Carr, de la Red Solidaria. Pero este caso, parece ser distinto. Esa carita de ojos vivaces pegó en la emotividad de todos y ganó la conversación en el taxi, la calle, en casa y en la escuela.
“Esta nena, que tuvo desde un comienzo nombre y apellido para todos, se convirtió en un emblema. Hubo otros chicos desaparecidos antes, pero tal vez por la acumulación, éste le pegó a todos. Acá, en el canal, el sonidista, los técnicos, la señora de limpieza nos mirábamos y decíamos: “Ay, pobre, esta nena, qué injusto”, dijo a PERFIL Lía Mormina, productora ejecutiva de Telenoche, que dedicó casi todo su espacio martes, miércoles y jueves al caso Candela.
El Trece no suspendió programación, usó sus noticieros y los flashes informativos para la cobertura. Similar política fue la de TN, aunque el programa del miércoles A dos voces abordó el tema. En el otro extremo, América 2, cuando se halló el cuerpo, levantó su programación y antes del desenlace había incluido el tema hasta en programas de chimentos como Intrusos. Desde el canal, aseguran que no fue una excepción, ya que fue igual cuando murió Néstor Kirchner o Facundo Cabral. “Fue una decisión artística que naturalmente se da en casos importantes de actualidad que conmocionan a la opinión pública”, dijo una fuente.
La conductora de Acceso directo (Canal 26), Karin Cohen, fue crítica sobre los medios. “Se traspasaron los límites. El límite es sí o sí el respeto a la persona. No se puede increpar a una madre que está enterrando a su hija por más que haya información contradictoria sobre lo que pasó”.
En Crónica TV destacan que fueron los primeros en dar el tema. “Nos eligió la mamá. Habló por teléfono con nuestro productor Fabián Olivera y ahí empezamos”, dijo Rubén Molina, jefe de noticias.
Al principio fue como cualquier otro tema. Todo cambió cuando la Presidenta recibió a la madre. “Ahí tomó estado público”, dijo Molina.
“En algunos medios aparece como un interrogante por qué la Presidenta recibió a la mamá. Sobre todo después de que se supo que el padre estaba preso”, analiza Fernando Fagioli, del Grupo Identidad, consultora que analiza datos relevados sobre los medios por Ejes de Comunicación.
Un punto interesante es que las imágenes más fuertes difundidas por los canales –el momento en que la mamá de Candela reconoció el cuerpo sin vida de su hija– no fueron tomadas por camarógrafos propios, sino enviadas por la Gobernación bonaerense menos de una hora después de haber sido tomadas, confiaron a PERFIL responsables de la puesta en el aire de dos señales de noticias.
En la infografía del Grupo Identidad exclusiva para PERFIL queda de manifiesto la extensión de la cobertura, aun antes de conocerse el trágico desenlace. “El caso tuvo dos condimentos que exceden la noticiabilidad: una madre desesperada y que haya ocurrido en el Conurbano, lugar por excelencia de los hechos policiales”, agregó Fagioli.
C5N fue el canal que más despliegue le dio. Se enteraron a las cuatro de la tarde del miércoles del asesinato de Candela. Pero recién lo informaron una hora y media después, en boca de un familiar. Y ahí arrancó la transmisión en vivo, decidida sobre la marcha por los productores. No usaron casi ningún recurso artístico, ni hubo separadores entre los programas. Los conductores, periodistas y movileros sin aparecer en pantalla. La transmisión en vivo desde los distintos móviles ubicados en lugares estratégicos, con música de fondo y el relato en off. Y la pantalla partida para mostrar la cara sonriente de Candela, que podría haber vivido anónimamente por el resto de su vida y encontró un escenario trágico sin buscarlo pero también sin poder negarse a escalarlo.
A propósito del caso Candela, Sarlo y Morales Solá

El “sensacionalismo político”

Publicado el 4 de Septiembre de 2011
Cynthia Ottaviano


Así como llegó a la televisión el infotainment, esa mezcla de información y entretenimiento, espectacularizando las noticias, en la gráfica ya estamos en condiciones de darle la bienvenida al ‘sensacionalismo político’ que persigue como objetivo construir hegemonía gobernando las emociones de la sociedad.
El viernes pasado sucedió algo curioso: el título principal de tapa de los diarios Tiempo Argentino y Clarín fue el mismo, casi calcado. “Caso Candela: investigan si fue una venganza narco”, eligió este diario, y “Crimen de Candela: investigan si fue una venganza narco”, fue el de Clarín. La sorpresa no fue por la coincidencia, sino porque el título de referencia es informativo y hace rato que Clarín dejó de informar.
De hecho, se convirtió en el mejor ejemplo para comprender el nuevo fenómeno gráfico que quedó en evidencia con la cobertura de la desaparición, primero, y asesinato después de Candela Rodríguez: los límites habituales que tenía la prensa amarilla en la Argentina empezaron a desdibujarse al punto de que el diario de mayor circulación del país apela a las emociones de manera sistemática, resignando información, no sólo en las notas policiales sino también en las políticas, y ese es el punto. Fue llamativo lo del viernes porque el día anterior Clarín había sido el diario que más adjetivos había usado en su tapa para calificar el crimen y no para informar sobre él. El enfoque estaba puesto en las sensaciones y no en los hechos. Y había sido el que con mayor énfasis había dejado al descubierto esta nueva categoría del periodismo gráfico que llamaré “sensacionalismo político”, es decir, aquel que tiñe de amarillo una cobertura política o a aquella noticia policial le asigna vínculos políticos, señalando supuestos usos de ese hecho por la dirigencia, permitiendo leer en segundas líneas que en realidad es el medio el que lo usa y en definitiva politiza el mensaje.
Así como llegó a la televisión el infotainment, esa mezcla de información y entretenimiento, espectacularizando las noticias, en la gráfica ya estamos en condiciones de darle la bienvenida a este “sensacionalismo político” que persigue como objetivo construir hegemonía gobernando las emociones de la sociedad, entendida como una gran audiencia. Apropiarse ya no sólo del “sentido común”, sino de las “sensaciones comunes” en torno de un hecho.
Muchos de los columnistas políticos de los diarios Clarín y La Nación no han logrado sustraerse a esta lógica. Aunque desde otro enfoque, que es aplicando sus propios sentimientos, sus propias sensaciones y proyectando sus propios deseos, perdieron el principio de realidad, ese que nos permite coincidir en que un perro no es una banana y que un auto no es una heladera, base de todo análisis sea político o no, dejando que las propias emociones tiñan sus lecturas y los lleven entonces a conclusiones erradas, pero previamente sostenidas como una verdad revelada durante un tiempo considerable, como para confundir a muchos. Nos cambian la realidad sin aviso. Nos gritan “el rey está vestido” sin mosquearse, aun cuando todos lo vemos desnudo. Sólo por citar el ejemplo más reciente, después de que desde el diario Clarín se montara durante 15 días (desde el jueves 18 de agosto en adelante) una campaña mediática para instalar que hubo “irregularidades graves” y hasta “fraude” en las PASO –hecho desmentido por el escrutinio final–, en la sección Del editor al lector, el jueves 1 de setiembre, Ricardo Roa, escribió “nadie habló de fraude”. Lo mismo había sostenido Beatriz Sarlo, el día anterior, desde Radio Mitre, es decir, negaban que se hubiera hablado de fraude desde los mismos medios de comunicación que denunciaron una y otra vez el inexistente “fraude”, con el objetivo de esmerilar el resultado y su proyección al 23 de octubre. Si no basta con repasar las notas publicadas en Clarín, “en Pergamino, el intendente radical habla de fraude” (19 de agosto), “Santiago: denuncian fraude” (20 de agosto), “Cristina quedó arriba del 50% y Alfonsín se mantuvo segundo” (31 de agosto), donde se resaltaba en negrita “algunos hablaron de irregularidades. Otros de fraude”, o la del propio Ricardo Kirschbaum, editor general del diario, quien escribió, el 28 de agosto: “los errores en el escrutinio los admitieron un juez electoral y otra jueza también electoral, la que condescendiente, las llamó “picardías”, como si hacer fraude (sobre todo en una urna) fuera algo jocoso”; y esta última frase que comienza con “como si hacer fraude” la resaltó también en negrita. Entonces, si hablaron de fraude y luego niegan que se haya hecho, es como si se nos dijera que el 14 de agosto va a llover, habrá tormenta, hay nubes, ya hay viento, y cuando llega el 14 de agosto, hay un día espléndido de sol radiante, pero algunos están con paraguas, y entonces nos reprendieran: “Por qué están con paraguas, si nadie habló de lluvia.”
Las personas que niegan la realidad o que toman hechos irreales, imaginarios, para augurar una realidad que nunca llega, y cuando ocurre, la niegan, demuestran un alto grado de psicopatía. Qué pasa entonces, cuando estas personas tienen una pluma en la mano y se convierten en desorientadores profesionales. Si el contrato social se rompe, el perjuicio es conocido por todos, pero si es el contrato mediático, el pacto con el lector, con la audiencia, el que se rompe o se corroe, ¿cuáles son las consecuencias? El propio Joaquín Morales Solá, el hombre con poder de censura durante la última dictadura en el diario Clarín, escribió en la tapa del diario La Nación, el miércoles pasado: “El problema de la oposición es que creyó en la teoría de que el kirchnerismo era un ciclo terminado”, sin reconocer que él mismo había sido autor de esa teoría y así lo había escrito el 28 de diciembre de 2008, también en La Nación, cito textual: “El kirchnerismo, como ciclo político histórico está terminado.” Claro, ante la evidencia del amplio apoyo de la mayoría a Cristina Fernández en las PASO, mejor dar marcha atrás, no importa si es llevándose puesta a la propia realidad. Lo que hizo Morales Solá fue algo así como decir “el problema no es mío por escribir análisis errados, el problema es de la oposición por creerme”. En un punto tiene razón, pero estimo que además de escribirle a la “oposición”, les escribe a sus lectores. O eso debiera. Y debiera por ende respetarlos, tal vez si se equivocó corregirlo o por lo menos hacerse cargo. Cuando señalé este alto grado de esquizofrenia, en el programa radial Tinta Roja, de Radio Nacional, diciendo que si tuviéramos un termómetro para medir los niveles de cinismo, contradicción e hipocresía de algunos de los columnistas políticos de La Nación y Clarín estallaría porque no los podría medir, Beatriz Sarlo se molestó. Tal vez porque ella misma ha errado otros análisis, como aquel en el que sostuvo que el Bicentenario pasaría “sin que nos demos cuenta”, y poco después millones de personas le dieron un baño de realidad único al inundar las calles para festejarlo durante varios días seguidos. Tal vez sea la hora de llamarse a una reflexión menos sesgada por los sentimientos, menos atravesada por el sensacionalismo político, reconociendo que han perdido el timing, que ya no saben cuál es la verdadera temperatura de ese corazón que late y no encuentran, que algunos llaman pueblo, más acorde a la realidad, a la búsqueda de verdad, aun cuando sea contraria a los intereses de las clases a las que creen pertenecer, los representa o simplemente los emplea. No es necesario tampoco enojarse, con hacerse cargo alcanza.<
Medios

Una ley en señal de ajuste

A dos años de su sanción y uno de su reglamentación parcial, la Ley de Medios,una de las principales batallas del kirchnerismo, aún no logró cumplir con los principales objetivos que la inspiraron ni con muchas de las expectativas de sus defensores más entusiastas. El mapa de medios casi no cambió, los nuevos canales surgieron como excepción a la norma, no por su aplicación, y el Gobierno podría recurrir a la normativa anterior para apurar el desguace tan buscado. Porqué algunos de sus impulsores ya sugieren que la ley debe ser reformada
Por José Crettaz | LA NACION

Foto: SILVINA NICASTRO
A casi dos años de su aprobación y uno desde que fue reglamentada, la ley de servicios de comunicación audiovisual todavía no produjo cambios significativos en la TV y la radio, más allá de algunos aspectos formales. Es más, a pesar del orgullo que el Gobierno siente por esta norma, la ley de medios no está totalmente reglamentada: de los 166 artículos que la componen, 81 siguen sin reglamentar, es decir, sin aplicación práctica. Y estos son datos objetivos, de los que disfruta el ministro de Interior, Florencio Randazzo, que esta semana acusó a los diarios LA NACION y Clarín de "mentir", "tergiversar" y tener "una actitud atentatoria contra la calidad institucional, que atenta contra la democracia".
La ley de medios abrió un fuerte debate en la sociedad sobre el papel de los medios de comunicación en la democracia y la intervención del Estado en su regulación. Para algunos, la norma es el mayor triunfo cultural del kirchnerismo que, según esa lógica, habría logrado lo que ningún otro gobierno pudo: doblegar a los medios hegemónicos, como los denomina el oficialismo. "La ley de medios permitió sincerar el país y establecer una discusión como la que nunca hubo cayéndose todas nuestras caretas, las de los periodistas y las de los políticos", editorializó el periodista Víctor Hugo Morales, en su programa Bajada de Línea . Para Morales, tal vez la figura pública que más apoyó la sanción de la norma, la ley fue además "absolutamente decisiva en el resultado" de las elecciones primarias de agosto pasado.
Es el mismo discurso del presidente de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), Gabriel Mariotto, para quien los medios "fueron los grandes derrotados". "Para que la sociedad democrática pueda extender sus libertades tiene que haber real pluralidad. No puede haber monopolios", afirmó Mariotto el 15 de agosto pasado y reclamó a la Justicia que se defina sobre los artículos de la norma que se mantienen suspendidos.
En paralelo a esta euforia, otros impulsores de la ley ya no ocultan su insatisfacción por los resultados concretos. En esa lista se incluyen las cooperativas, que esperaron infructuosamente sus licencias para dar TV paga e incluso amenazaron con una marcha en Santa Rosa, La Pampa; los cableoperadores pyme, que ahora enfrentan la competencia de aquellas cooperativas mientras los grandes operadores -entre ellos Cablevisión, del Grupo Clarín- siguen sin mayores rivales; y los canales de televisión comunitarios, que vieron esfumarse la posibilidad de acceder a licencias -e incluso un lugar en el aire- por el alto costo de los pliegos de los concursos lanzados por la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), por citar sólo algunos ejemplos.
El Gobierno sí avanzó en el reordenamiento de la grilla de la televisión paga -aunque Cablevisión mantiene vigente una medida cautelar que frena la aplicación en su caso, y otros sistemas argumentaron a Afsca que técnicamente no pueden hacerlo-, se agregó la hora y la temperatura en todas las pantallas de señales nacionales, y en todos los canales la identificación de espacio de publicidad, se fijaron porcentajes de contenidos infantiles -por eso volvieron viejos programas de Piñón Fijo, Panam y la serie que convirtió en productora a Cris Morena, Chiquititas-, y también se comenzaron a aplicar las restricciones a la retransmisión de contenidos. Esto último sacó del aire en el interior al programa deportivo Competencia, que conduce el propio Víctor Hugo Morales, por Radio Continental.
Por lejos, el mayor avance de este largo y enredado proceso fue el lanzamiento del concurso para la licitación de 220 nuevos canales de televisión (una mitad para empresas comerciales y la otra para organizaciones sin fines de lucro), cuya apertura Afsca postergó para noviembre próximo. Además, según las resoluciones del organismo, los nuevos canales deberán contratar exclusivamente el servicio de puesta en el aire de Arsat, la empresa estatal de telecomunicaciones.
En cambio, en distintas instancias la Justicia mantiene suspendido un puñado de artículos, entre ellos el que más interesa al Gobierno: el 161, que obliga a las empresas de medios a adecuarse a la norma en el término de un año desde su reglamentación. Ese plazo se cumplió el miércoles pasado para la mayoría de las empresas, con excepción de los grupos Clarín, Uno Medios y Cadena 3, que lograron cautelares judiciales. ¿Cuándo aplicará la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) ese artículo a las empresas que, por alguna razón, no recurrieron a la Justicia?
Por ejemplo, ¿tendrá Telecentro, empresa del ex diputado justicialista Alberto Pierri, que elegir entre seguir brindando el servicio de televisión por cable o mantener su señal de TV Canal 26, algo impedido por la nueva norma? El grupo Infobae, del empresario Daniel Hadad, ¿venderá alguna de sus cinco emisoras para quedarse con sólo una AM y dos FM por área geográfica? ¿Lo harán Pedro Raúl Moneta y Matías Garfunkel con las seis emisoras que tienen en la Capital Federal? ¿El grupo Telefe deberá vender algunos de sus canales de aire del interior para llegar sólo al máximo del 35% del mercado que prevé la legislación?
Luis Lazzaro, coordinador general de Afsca, sugirió hace algunos meses que hasta que el desguace no alcance al grupo Clarín, el Gobierno no avanzará sobre otros medios. Paradójicamente, la embestida contra Clarín podría llegar a partir de la aplicación del decreto-ley de radiodifusión de la dictadura, derogado por la ley de la democracia. Eso porque Afsca lleva adelante un proceso administrativo por el cual le exige a Cablevisión, corazón del negocio del grupo Clarín, la devolución de decenas de licencias en distintas localidades por considerar que viola el Art. 43 de la ley vieja, que impedía a un operador contar con más de una licencia en la misma localidad. La empresa asegura que ya las devolvió, pero el Gobierno no se conforma con un papel y quiere la infraestructura de red desplegada a nombre de ese permiso.
En la lista de espera
Mientras tanto, entre los artículos sin reglamentar hay capítulos enteros de reformas que lograron alto consenso social y parlamentario: el acceso de las universidades y los pueblos originarios a canales y radios no está reglamentado y no se sabe, entre otras cosas, con qué reglas funcionarán y cómo se van a financiar. Aunque la Bolsa de Valores, el Sindicato de Camioneros y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) mostraron interés en participar de la licitación en marcha, tampoco está reglamentado el inciso f del Art. 89, que reserva el 33% de las frecuencias para organizaciones sin fines de lucro. No hay novedades respecto de la función del Defensor del Público, una suerte de ombudsman que debe velar por el interés de la audiencia y cuya selección no tiene fecha.
Por otra parte, en los últimos meses, por el fuerte impulso que la administración Kirchner le dio al despliegue de la televisión digital terrestre -la evolución de la actual TV analógica- la audiencia asistió al lanzamiento de varios canales de aire, que sólo pueden ser vistos en televisores nuevos o mediante un decodificador. Esos nuevos medios no nacieron hijos de la nueva ley sino gracias a una excepción en la aplicación de la letra de la ley, con la promesa oficial de que, pasada la fase "experimental" de la tecnología, todos los que accedieron a frecuencias deberán concursarlas y correr el riesgo de perderlas.
En esa situación están al aire la señal de noticias CN23, de la sociedad entre los empresarios Matías Garfunkel y Sergio Spolzki; 360 TV, de Gerardo Ferreyra y Osvaldo Acosta, dueños de Electroingenía; GolTV, de los uruguayos Francisco Casal y Enzo Francescoli; Canal Suri, del mexicano Remigio Angel González González, también dueño de Canal 9. La ley señala que los ciudadanos extranjeros no pueden ser licenciatarios de radiodifusión. En Capital ya se puede ver por TV digital Construir TV, la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA), el primer canal sindical, que tampoco es producto de la ley sino de un amparo judicial previo.
"En Capital Federal hay que pagar 200.000 pesos el pliego para poder participar en el concurso y 24.000 pesos por mes para salir al aire con Arsat. Nosotros no estamos en condiciones de competir con los grandes canales que han aparecido, como 360TV, y que tienen fondos como para comprarse 200 canales como los nuestros", explicó Alberto Martínez, presidente de la Asociación Argentina de Teledifusoras Pyme y Comunitaria (Aateco), una entidad que apoyó la sanción de la ley. Martínez es, además, integrante del consejo asesor de la TV digital estatal.
Las elogiadas señales Paka Paka, del ministerio de Educación, o la esperada Tecnópolis TV, del ministerio Ciencia y Tecnología (que llegará en septiembre), surgen por la política de comunicación de la administración Kirchner pero tampoco se desprenden del texto de la ley de medios, como no lo hizo en su momento el reconocido canal Encuentro, que salió al aire el 5 de marzo de 2007 y fue rápidamente adoptado por todos los sistemas de cable del país.
Ninguna relación guardan con el nuevo marco jurídico varios concursos de producción de contenidos coordinados por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y financiados por el Ministerio de Planificación Federal, que va camino de convertirse en el principal productor de ficción y documentales del país. En cambio, productores independientes del interior se sorprendieron al tener que respetar topes a la cantidad de publicidad que emiten. "El día que se reglamentó la ley recibí una pésima noticia: nos fueron quitados 3 minutos de publicidad en nuestro programa", agregó Nahuel Abregú, dueño de una productora en Río Negro, cuyo principal activo es Mamitas de Hoy , un envío sobre crianza.
En este contexto, las fuerzas políticas que, durante el tratamiento de la ley, se opusieron tenazmente y aun después de su sanción recurrieron a la Justicia, prácticamente desaparecieron de la escena. Las sillas previstas en la legislación para las minorías parlamentarias siguen vacías y recién hace pocas semanas, la diputada radical Silvana Giudice reclamó que el oficialismo convoque a la comisión bicameral de seguimiento de la ley.
Esa ausencia tampoco ayuda a la transparencia de Afsca, que nunca difundió los resultados de su primera gran medida: el censo de servicios de comunicación audiovisual. Cuando se terminó ese censo, el presidente del organismo se limitó a decir que existen 15.000 medios audiovisuales en el país, pero sin dar mayores precisiones. Tampoco es clara la situación de Canal 9 -flojo de papeles, como reconoció el propio Mariotto hace unos meses-, con dueño extranjero, a contramano de lo que indica la ley.
Esta vez, en cambio, el presidente de Afsca prefirió no responder. Desde hace diez días, La Nacion llama día por medio a la secretaría privada del funcionario y candidato a vicegobernador bonaerense para pedirle una entrevista o al menos un simple comentario sobre el doble aniversario de la ley de medios, dos años de la sanción y uno de la reglamentación. Este diario también intentó dialogar con Damián Loretti, abogado especialista en derecho de la comunicación que es señalado como uno de los autores del texto original de la ley. También buscó la opinión de Víctor Hugo Morales. En todos los casos fue en vano.

promesas

"Más voces"
Más canales de televisión y la participación de nuevos actores en el reparto de las frecuencias.
Universidades
Las universidades nacionales accederán a frecuencias de radio y televisión.
Pueblos aborígenes
Los pueblos originarios accederán a frecuencias de radio.
Cooperativas
Las cooperativas de servicios públicos podrán dar TV por cable.
Desconcentración
El art. 161, que daba un plazo de un año para la adecuación a la norma, está suspendido para Clarín, Uno Medios y Cadena 3, entre otros grupos de medios.

REALIDADES

Nuevos canales oficiales
Hay nuevos canales de TV privados, pero se otorgaron por fuera de la ley y a empresarios cercanos al Gobierno.
Sin financiamiento
Las universidades ya tienen asignadas sus frecuencias pero carecen de presupuesto.
Sin reglamentar
Se desconoce el criterio que se adoptará para la distribución.
Sin licencias
Afsca no entregó ninguna licencia y la Justicia suspendió esa posibilidad.
Cablevisión, en la mira
El Gobierno avanza en un proceso administrativo iniciado en 2009 con la anterior ley de radiodifusión que podría desmembrar la red de TV por cable del Grupo Clarín..
Entrevista con Martín Becerra

"La aplicación de la ley tiene tres obstáculos: el gobierno, la oposición y los medios concentrados"

El académico, que impulsó el nuevo marco regulatorio y lo defiende, analiza el avance de la aplicación de la norma
Por José Crettaz | LA NACION
Martín Becerra es doctor en comunicación, investigador independiente del Conicet, profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Dedicó buena parte de su trayectoria académica al estudio de la concentración de medios, sobre lo que tiene varios libros publicados. Desde su cátedra fue un defensor de la ley de medios, a la que considera un gran avance respecto de la situación previa. Sin embargo, a diferencia de muchos de sus colegas, también es un crítico contundente de algunos aspectos de la norma y, principalmente, de cómo el Gobierno está llevando adelante su aplicación.
Para Becerra, la ley peca de "generalista" al darle el mismo tratamiento a situaciones totalmente distintas, "no es una norma preparada para la convergencia de medios" y carece de un capítulo que determine cómo se van a financiar los nuevos medios.
-¿Cómo se está aplicando la ley?
-La ley es compleja de poner en funcionamiento rápidamente. Por naturaleza, por su complejidad y por los temas que regula no existe esa posibilidad ni aún en un contexto más favorable que el actual. Actualmente tres obstáculos frenan la instrumentación de la norma: el propio Gobierno, la oposición y los grupos privados concentrados. El Gobierno porque está obsesionado con algunos artículos de la ley que están inspirados en la disputa con el grupo Clarín. Entonces enfoca la aplicación de la ley traccionando por el objetivo de atacar, disminuir o erosionar el poder que tiene el grupo. Los grupos privados evidentemente defienden sus intereses acostumbrados a muchas décadas de una regulación funcional con gobiernos dóciles, incluido el de Néstor Kirchner. Y, por último, la oposición política, que boicoteó la integración de los órganos republicanos de control, lo que le hace poco favor a su prédica republicana.
-¿Es una ley generalista?
-La ley peca de generalista, por ejemplo, porque no es lo mismo retransmitir 24 horas contenidos de un canal analógico de televisión de Capital Federal donde la oferta en cada localidad es limitada. En FM, el espectro analógico permite que haya cantidad de oferta, y recibe un tratamiento similar. En general, la ley está redactada tomando como referencia las grandes ciudades argentinas y no está redactada pensando en la mayor parte del territorio, donde no hay grandes ciudades.
-La Argentina decidió regular radiodifusión y telecomunicaciones por separado, ¿es eso correcto?
-Es un error. Hay que pensar en términos de leyes convergentes. No se puede tener un objeto de regulación convergente y leyes divergentes. Así, el Estado tiene una mirada esquizofrénica. Un fracaso de la oposición de centroizquierda es haber impedido que las telefónicas puedan dar TV por cable. Las telefónicas están y seguirán estando en el negocio de los medios, en lugar de prohibirlas el Estado debe exigirles contraprestaciones sociales.
Tenemos países que separan y otros que tienden con mucho esfuerzo a converger también en la regulación. El desafío es mayor pero podés lograr una mirada integrada. La sociedad no ve esto como algo dicotómico. La gente va a la cancha de fútbol con el celular y escucha el partido por el celular, y de ahí la famosa oposición de Victor Hugo Morales a Mariotto y al Comfer cuando en 2008 se impidió que Prisa transmitiera el mismo contenido en cadena Continental y en la FM 104.3. Víctor Hugo en ese momento tuvo una posición muy dura. El mismo discurso que tienen hoy los grandes medios.
-¿Qué te parece el caso del programa de Juan Pablo Varsky, por citar un ejemplo, que dejó de transmitirse en las repetidoras de Rock&Pop en el interior? Ante sus oyentes, Varsky -que apoyó la sanción de la ley- dijo que le parecía bien la medida porque eso generaba posibilidades de trabajo y contenidos locales. Pero en Córdoba, como en la mayoría de las ciudades del país no falta diversidad de contenidos, al contrario. Es probable que haya allí unas 50 FM y la salida de Varsky del aire no suma sino que resta diversidad. ¿No va la ley en este punto contra su propio espíritu?
-En primer lugar, la ley no dice que no pueda transmitirse a Varsky, dice que esa repetidora no puede retransmitir las 24 horas la programación de Buenos Aires y tiene que elegir en ese horario entre Varsky y Mario Pergolini. En segundo lugar, la gente que quiere escuchar a Varsky lo va a seguir escuchando por Internet. Afortunadamente estamos en un escenario tecnológico que lo permite. Los estudios que hay de consumo de medios de las nuevas generaciones dicen que el consumo audiovisual se hace en paralelo a Internet.
Hay un consumo de medios que desborda la posibilidad regulatoria de esta ley y posiblemente de cualquier otra. En ese sentido no me parece preocupante, si estuviésemos en 1989 me parecería más preocupante. Hoy hay métodos alternativos que son las nuevas tecnologías, sobre todo para los oyentes de Varsky que seguramente son duchos en el consumo de ese tipo de medios. Por otro lado, si hubiera un mercado tan consistente en córdoba para escuchar a Varsky seguramente habría algún empresario que iría con la propuesta a Rock&Pop.
-¿Será posible ordenar el espectro sin afectar el statu quo, es decir sin sacar emisoras del aire que aunque de manera ilegal hace años que transmiten?
-Es posible porque la ley cuenta con un hecho contemporáneo que es la digitalización del espectro. En ese punto hay una coincidencia entre la intención regulatoria y las condiciones tecnológicas que facilitan esa intención si se aprovecha bien. La multiplicación del aprovechamiento del espectro derivada de la digiltaizaicón facilitará la posibilidad de no ser arbitrarios con los operadores existentes pero al mismo tiempo dará la posibilidad técnica y política de habilitar nuevos actores. Otra cosa es el gran interrogante de tipo económico porque no se va a poder pagar con la torta publicitaria.
-Ni siquiera sumándole la pauta publicitaria oficial
-Ahí tengo una diferencia con algunos especialistas que reducen la cuestión de la economía a la torta publicitaria comercial más la pauta oficial, no es sólo eso.
-De hecho, hoy buena parte de la producción se sustenta con lo que se paga de abono al cable.
-Y también por el alquiler de espacios, entre otras cosas. Por ejemplo, ¿bajo qué condiciones se van a poder transferir, vender y comprar los nuevos medios? Supongamos que, como ocurrió en otros países, tengamos casos exitosos, pero en otros casos algunas señales o canales que el Gobierno licite no resulten comercialmente viables. ¿Se va a exigir como dice la ley que la licencia sea devuelta al Estado y este organice un nuevo concurso? ¿Se va a autorizar directamente como sucede con [Daniel] Hadad, [Raúl] Moneta, [Sergio] Szpolski y tanti altri? ¿Se va a permitir de facto que haya un mercado negro de compra y venta de licencias al que la mayoría de los argentinos no estamos invitados? ¿Cómo es el tema? Esto tiene que estar claro también. Lo que sería inconveniente es que se regule ex post, que es lo que sucede en la historia de la regulación de los medios en Argentina.
-DirecTV, que tiene una imposibilidad técnica para subir a su oferta todos los canales que le pide Afsca, le está proponiendo al Estado que sus decodificadores incluyan un sintonizador que pueda captar por aire los canales de la televisión digital terrestre. ¿Sirve hacer una televisión digital, abierta, terrestre y gratuita si la gente la va a ver por cable?
-O por Internet.
- Eso no sería tan grave. Acá hablamos de que la gente está abonada al cable o satélite y está pagando a un privado para ver la televisión abierta, que se supone que es gratuita. En la misma situación está el Fútbol para Todos.
- Lo que el Gobierno te contestaría es que se va a garantizar un acceso abierto, otra cosa es que esos servicios se incorporen en el menú. Sería como preguntarse si tiene sentido que Canal 7 esté en el menú de Cablevisión. Sí, tiene sentido
- En el caso del fútbol, cualquiera sabe que la mayor parte de la audiencia ve los partidos por cable por la alta penetración que tiene. Pero si había alguna duda, la despejó la última fecha del torneo anterior, cuando el Estado se quedó sin suficientes pantallas (por los múltiples partidos simultáneos) y Crónica y Canal 26 transmitieron partidos en exclusiva. Todavía peor es con el HD: sólo ven alta definición por aire y gratuitamente los pocos hogares que tengan televisor full HD entre los 600.000 que ya tienen el decodificador que reparte el Gobierno.
-No se cómo vas a resolver esto en la entrevista, pero lo que te voy a decir es lo siguiente. Yo creo que la sociedad paga el fútbol. Sea Clarín o sea el Gobierno con el programa Fútbol para Todos supuestamente en abierto: en ambos casos la factura la paga la sociedad, ya sea por la publicidad, es decir el incremento del costo de los productos que se anuncian publicitariamente
Ver fútbol exige que la sociedad pague, no es gratis ver fútbol. Luego, ¿prefiero que esa transmisión, dado que la paga la sociedad tenga derechos de televisación exclusivos y sólo lo puedan ver los que pagan o lo incluyo en un menú de TV abierta? Prefiero esta última perspectiva. Desde ya te adelanto que, desde luego, creo que las condiciones de transparencia de manejo de esos recursos deberían cambiar de manera copernicana.
En cuanto al ejemplo de la última fecha, mi lectura es que faltó planificación. No lo veo como una prueba de que el modelo falle, creo que es un error. Es un problema claro de planificación, de la improvisación con la que el gobierno maneja buena parte de los asuntos públicos. No lo veo adrede, si el gobierno hubiera sido capaz de preverlo seguramente no hubiera ocurrido. No cuestiona centralmente la idea de que el fútbol esté en abierto. Luego que efectivamente por las condiciones de funcionamiento del mercado de TV en Argentina sólo las grandes ciudades tengan canales de TV que puedan transmitir en abierto porque el resto del país tiene un menú de TV de pago, eso no cuestiona el Fútbol para Todos, en todo caso alentaría los esfuerzos para maximizar el acceso a través del programa de decodificadores. Además, me parece una buena medida haber empezado por los sectores más pobres, con mayores carencias de la sociedad con la implementación de esta tecnología.
-¿Es razonable que el Ministerio de Planificación sea uno de los principales productores de contenidos audiovisuales del país?
- Eh. No. No parece que esté entre sus funciones producir contenidos audiovisuales.
-Es un producto conjunto entre Planificación y el Incaa, pero fondos salen del ministerio que conduce Julio De Vido.
-Del elitismo que subyace a las gestiones del Incca. Esto no me va a ganar amigos entre los productos cinematográficos, pero la verdad es que tienen una mirada sobre la cultura masiva muy distinta de la de los productores televisivos. En definitiva, no parecen ser funciones de Planificación, sí del Incaa y también podría hacerlo la Secretaría de Cultura o Radio y Televisión Argentina SE (RTE) si funcionara como un ente efectivamente con cierta autonomía del Gobierno, que no es el caso y si la oposición se dignara a integrar el directorio. De todas formas, no es lo mismo criticar la esfera donde se está haciendo y la falta de transparencia con la que se hace que criticar que no se hace. Prefiero criticar las condiciones en las que se está haciendo.
- Alguna vez publicaste una columna sobre los encuentros entre Néstor Kirchner y Héctor Magnetto y venís estudiando procesos de concentración de medios y la formación de grandes grupos ¿Qué te imaginás que pasó entre Kirchner y Magnetto?
- Me imagino que hay un problema de negocios pero la explicación que le dio Kirchner en una entrevista a Horacio Vertbitsky en enero de 2010 en el sentido de que Clarín le pide participar de Telecom Argentina para mi no es una explicación satisfactoria.
- También hay una explicación de Magnetto recogida en el libro de Luis Majul, según la cual Kirchner le habría pedido apoyo al empresario durante el conflicto con el campo, y Magnetto le habría respondido que sus medios iban a ser objetivos.
-Para mi son visiones muy cándidas. Sobre todo si se tiene en cuenta a Magnetto como cabeza del grupo Clarín y a Kirchner como cabeza del estamento político gobernante de la Argentina. Para mi Kirchner no fue un loco, sino un político muy representativo del sentir de muchos otros políticos que no supieron, no quisieron o no se atrevieron a avanzar como él. Kirchner y Magnetto, en el período 2003-2007, hicieron enormes negocios beneficiosos para ambos en términos cortoplacistas con recursos públicos, de modo tal que esto que me piden Telecom y entonces le están tocando la ética. Si firmaste el decreto 527 en mayo 2005 [extensión de licencias de TV abierta], si autorizaste el último día de tu mandato la fusión Cablevisión-Multicanal y en diciembre de 2004 prorrogaste 10 años, a libro cerrado sin mirar si se habían cumplido las cláusulas de la licitación de 1989, no vengas a decir que te están tocando la ética y que vos no podés ceder y tal. Y por el lado de Magnetto, no vendamos objetividad periodística cuando Clarín durante el período 2003 hasta marzo de 2008, incluido, tuvo una línea editorial absolutamente oficialista.
No conozco verdaderamente los motivos pero sí se que las explicaciones no se condicen con la historia, y no estoy ni siquiera juzgándolos. Simplemente no se sabe. Es una incógnita importante que los investigadores tendremos que trabajar porque es uno de los factores que explican el momento político post 2008 en la Argentina.
-En un mundo globalizado en el que todos los países quieren tener su impronta internacional, transmitir su cultura, su identidad y demás, ¿los grupos económicos tienen un lugar para jugar? En otras palabras ¿Brasil vendería tantas telenovelas si no existiera Globo, o México si no existieran Televisa y TV Azteca?
- Sí, es verdad que son actividades que requieren de una escala económica que tiende a la concentración. Lo que hacen muchos países es regular hasta cuánto se permite esa concentración y es regular algo que a mi me parece central y que en la cultura política argentina no está presente (tampoco en la brasileña ni en la mexicana) que es definir cuáles son las contraprestaciones que se le exigen a los grupos entendiendo que esa concentración está sostenida sobre un privilegio que ese grupo puede detentar y los otros no. Yo diría, mire señor Telefónica, dado que la explotación del servicio telefónico tiende a la concertación yo le exijo tales contraprestaciones porque le tolero ser un operador predominante. Lo mismo para Clarín, Globo o Televisa. Hay algo que muchos otros colegas y yo trabajamos que es la noción del patrimonialismo, la apropiación de los recursos públicos por parte de un grupo estatal o privado.
Primero, son actividades la cinematográfica, la editorial, los medios audiovisuales vinculadas a la cultura y la identidad, sí lo son. Segundo, son actividades que requieren escala económica, sí la requieren. Tercero, grupos económicos que producen en el país pueden estimular que haya una representación de esa identidad y esa cultura, sí, también estoy de acuerdo. Con lo que no estoy de acuerdo es en el hecho de que porque se respondió que sí a estas condiciones es piedra libre y tierra arrasada para que los grupos por un lado y el estamento político por el otro negocien condiciones ocultas para el resto de la sociedad acerca de cómo esos grupos ostentan su posición dominante sin dar cuenta de la responsabilidad social que tienen y yo creo que lo que sucedió con los derechos de retransmisión del fútbol es una muestra de eso.
Si tiene una posición dominante, tiene que tener la sensibilidad o la conciencia cultural de que debe de alguna manera beneficiar a la sociedad que está sosteniendo esa posición dominante. Porque no se da porque sean genios, sino que eso se construye con medidas políticas y económicas. El grupo Godó en Cataluña es un grupo que consigue del estamento político favores y posiciones, por ejemplo en TV digital, que no todos los grupos consiguen y por supuesto si yo viviera en Cataluña criticaría esas condiciones, pero son distintas a las que se establecen entre estamentos políticos y grupos concentrados en nuestros países, totalmente patrimonialista, donde no se ve el rendimiento de rendición pública de cuentas y de dónde está el beneficio para la sociedad. Por ejemplo, si tiene una posición dominante en cinematrografía o en editorial, pues produzca en el interior del país. ¿Hace falta un enfrentamiento tan binario como el que estamos viviendo para ver que hace falta producir en el interior del país?
-¿Cómo resolvieron esto en otros países o bloques? Pienso en Bertelsmann en Europa, News Corp, Time Warner o Viacom, en Estados Unidos...
-Es una tensión muy difícil de resolver y sobre la que existen leyendas algunas dignas de crédito, por ejemplo el caso de Telmex y el PRI que no son precisamente ejemplos virtuosos. Ahora en Gran Bretaña esa tensión se resuelve a través de una fuerte inversión en actores públicos. La decisión de la BBC con la TV digital terrestre ha sido lanzar plataformas de libre acceso que compiten con Sky y donde le han comido gran parte del mercado de abonados. Claro, son actores públicos no gubernamentales. De paso te digo que me parece una aberración lo que se dice acerca de que nosotros no podemos tener una BBC porque no forma parte de nuestra idiosincrasia
-Bueno, sin ir más lejos, el propio Gabriel Mariotto ha dicho en 678 que el diseño de Radio y Televisión Argentina (RTA) es mejor que el de la BBC.
-Sí, también ha dicho que es de tilinguería. Yo les contesto que la esclavitud fue parte de nuestra idiosincrasia hasta 1813 y hubo una asamblea y dijo esto está mal. Que tengamos medios gubernamentales desde 1951 en televisión y desde el 1937 en radio en Argentina a mi no me sirve como consuelo, me sirve como una importante prueba de que eso no funcionó bien y de que hay que cambiarlo.
- ¿Qué opinás de la prohibición de las telefónicas de ingresar en el negocio audiovisual?
- Eso es un fracaso. Las telefónicas ya están en el negocio de los medios. Telefónica esta en el negocio de los medios mucho antes de la ley, en Telefe y en ocho canales más estuvo antes en Radio Continental. Estuvieron, están y estarán. Me parece que en lugar de prohibirlo, lo que es una crítica a la oposición de centroizquierda, que estaban convencidos de que el gobierno quería meter a las Telefónicas para hacer su propio negocio. Eso era posible, pero quitarlas del medio no fue la solución. Ahí se nuevo se trata de qué contraprestaciones se le exigen a las telefónicas, se le puede decir como ha hecho Gran Bretaña usted tiene que desagregar el bucle local. Puede ser la plataforma para dar triple play, desagregue la llegada a los hogares, estimulando la existencia de pymes, de cooperativas, de empresas de mediano tamaño para que agreguen valor en la última milla. Otra es que desinviertan en telefonía, o regulando las tarifas de telefonía móvil para revertir esta situación complicada que es que los pobres subsidian a los ricos a través de las tarifas desreguladas de la telefonía móvil y las reguladas de telefonía fija de los que tenemos domicilio. Reflotar parte del decreto 764 de Henoch Aguiar de 2000.
-¿Habría un beneficio real en términos de mayor competencia?
-Sí, con un regulador atento y activo y con una sociedad que tenga la atribución de auditoría del funcionamiento de ese mercado las mejoras serían sustanciales sobre todo para los sectores de menores recursos.
-¿Hay desconocimiento sobre la nueva realidad sociotecnológica? ¿Hay una mirada antigua de los dirigentes sobre la tecnología?
-Estoy de acuerdo con vos. Hay un poco de todo. Primero hay un desconocimiento que aunque dispusieras del MIT y demás igual habría desconocimiento. Hay una dinámica de evolución de la tecnología y de uso social de la tecnología que es difícil de prever de modo concluyente por lo tanto hay ignorancia de parte de todos. Por supuesto, hay una batalla política innegable que se asume así, con lo cual al enemigo. ni agua, y como se dice siempre la primera víctima de la guerra es la verdad. Hay un aprovechamiento simplista para cohesionar la propia tropa y debilitar el ánimo del oponente, enemigo o adversario. Me parece que en Argentina y muchos países de América latina no observamos con la debida atención el saldo que deja y que nos daría una ventaja comparativa importante la implementación de algunas tecnologías que han hecho la experiencia antes que nosotros. Si tuviéramos una mirada atenta sobre esos procesos posiblemente evitaríamos errores y aprovecharíamos sus méritos. A la dirigencia argentina la veo siempre muy atenta a lo inmediato, y eso en el corto plazo puede ser eficaz, da alguno que otro rédito, podés ganar una elección. Pero hay una falta de visión de medio y largo plazo.
-¿Cómo te imaginás el consumo de medios en los próximos años?
-La juventud está viviendo un proceso de migración hacia el consumo de medios en soportes digitales. La facturación publicitaria de los medios analógicos en Argentina obedece a una inercia porque las audiencias estás migrando. Sólo se explican porque los planificadores de medios son de mi edad o mayores. Cuando esos planificadores cambien, seguramente va a cambiar la inversión publicitaria como ya cambió de modo drástico en los países del Norte, donde la digitalización está más avanzada. Creo que la Argentina tiene una peculiaridad que es un interrogante que nadie conoce cómo se va a resolver, que es su altísimo consumo audiovisual por cable. A mi me parece que es difícil que eso cambie en el corto plazo, pero si a largo plazo. El consumo audiovisual se realiza cada vez de manera más masiva por medio de Internet y convengamos que acá tenemos Netflix criollos mejores aunque absolutamente truchos.
-Estamos pasando de lo analógico a lo digital, un mundo en el que empezamos a ver medios convergidos. Pero además, pareciera que vino otra ola que es la de medios híbridos, atravesados por las redes sociales..
-Las nuevas tecnologías discuten la lógica de flujo continuo pero la lógica de producción de flujo no se rompe. El consumo que hay sobre nuevas plataformas sigue siendo el consumo en el que uno, como usuario, busca descargar contenido que no produjo. En las redes sociales hay una gran masa que ve pero que no necesariamente crea y muy pocos que crean contenidos, y eso supone reciclar el viejo contenido. Creo que eso tiene que ver con la cultura y no con la tecnología. En ese sentido difiero con profesores o autores que son muy optimistas sobre la posibilidad de ruptura de las nuevas tecnologías, el problema no es tecnológico sino cultural. Nosotros somos usuarios intensivos de cultura audiovisual..
Opinión

Caperucitas rojas en la realidad feroz

Por Fernanda Sandez | Para LA NACION

Decían ser cuentos "para niños" pero de aniñados tenían poco y nada. Tenían, sí, bosques siniestros, madrastras, brujas. Eran, con todo, historias tranquilizadoras: en los tiempos de Caperucita roja, lo terrorífico estaba lejos, maleza adentro. Ya no. Hoy lo siniestro está a la vuelta de la esquina, literalmente. No hace falta andar demasiado para que el mal irrumpa en forma de auto, vecino, tío o amigo en Facebook. De policía. La frontera de lo terrible se mudó al barrio. Cada tanto, una hendija se abre y se traga la Caperucita más cercana a su domicilio. Sofía, Marela, Candela, lo mismo da porque volverá a suceder dentro de algún tiempo, y ella se llamará distinto.
Habrá otro escenario, otros "móviles". Puede que no ya los "miles de efectivos" (¿para qué, si al cuerpito último lo encontró una señora?) ni un padre preso que venga a "justificar" lo inadmisible. El resto será calcado: una nena que fue "hasta acá nomás" y no llegó nunca, la familia, "la indignación", la marcha. Y la tele, claro. Movileros aclarando que era "abanderada y scout" -como si eso redujera sus posibilidades de ser víctima-, políticos jugando a interesarse, lo de siempre.
Es entonces cuando el cuento se vuelve feroz, siniestro en serio. Aparecen 16 perros rastreadores, cientos de "móviles", miles de efectivos, casi mil casas son requisadas. En un despliegue doloroso de ineficacia y complicidad, todo se mueve para que todo permanezca intacto. El Comando Periodismo Cadavérico, en tanto, decreta "abuela" de la víctima a la primera señora de edad que cruza por allí y graba sin sonrojarse primeros planos del reencuentro entre la madre y la niña rota. Surge un nuevo formato televisivo: el magazine necrofílico. Sabemos, de repente, todo: que murió asfixiada, que la uña pintada, que la manito, que las bolsas negras. Aunque lo más interesante es lo que se dice sin decir. El dibujo a contraluz. Por caso, que no hay movilización -ni popular, ni de famosos- ni ejército policial que valga contra la omertá como modo de vida. Que nada de todo ese bochinche bastó para lo principal: encontrarla rápido. Y viva. El terreno a revisar era minúsculo: menos de 50 manzanas. Imposible no concluir que alguien hizo su trabajo demasiado mal. Sospechosamente mal. Notable: hoy, ya con Candela en el camposanto, naufragamos en información inútil. Ahora los vecinos de la casa-presidio recuerdan haber visto "movimientos extraños", pero antes eligieron bajarse la capucha hasta los ojos, mientras un ejército azul miraba sin ver y los demás se ensordecían en vivo y en directo. De uno u otro modo, todos cometimos un acto de "caperucismo feroz" y en eso se jugó un destino, el de Candela Sol, que de luminoso sólo tuvo el nombre.
Ahora ya es tarde. Es la hora de las palabras huecas. Serán miles de tweets, decenas de miles de cibercondolencias, buenas intenciones, opinólogos opinando. Palabras. Lástima que ninguna -empezando por éstas- alcanzará para esconder lo obvio. Tampoco para ocultar la ausencia. Y menos aún para disimular eso en lo que, a fuerza de caperucismo , nos hemos convertido: una sociedad que devora a sus hijos. El país de los chicos-pancarta, ahí donde la única norma que rige es la ley de la ferocidad..
POR QUE TUVO TANTA REPERCUSION EL CASO; DEBATE SOBRE EL PAPEL DE LOS MEDIOS
Entre el crimen y el show mediático
La exposición mediática desmedida puede perjudicar y entorpecer la investigación, advierten especialistas. Y critican que se tome el hecho como un caso de inseguridad. El análisis de Eva Giberti, Nora Schulman y el fiscal Andrés Devoto.
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Por Mariana Carbajal

¿Cuál fue el papel de los medios en el caso Candela? ¿La alta exposición mediática favoreció la búsqueda de la niña o pudo haber entorpecido la investigación judicial? ¿Por qué concitó la atención de las cámaras y de un amplio sector de la población más que otros casos en los que familiares buscan chicas, chicos o adolescentes que han desaparecido de su hogar? La horrible muerte de Candela abrió una serie de interrogantes más allá de las dudas en torno de la autoría del crimen. Página/12 consultó a distintos especialistas, entre ellas a Eva Giberti, Nora Schulman y dos investigadores judiciales, que sumaron sus miradas al debate. En principio, Giberti y Schulman coincidieron en reclamar que no se confunda este dramático caso con un hecho de inseguridad y condenaron un aprovechamiento de sectores políticos de la tragedia. “No cualquier chica o chico puede ser Candela”, observó Giberti, al aludir a las particularidades de las circunstancias en las que habría sido secuestrada y que al parecer estarían relacionadas con un pase de factura a su familia. “Es un caso policial y nada más. No es un tema de seguridad”, enfatizó Schulman. Tanto Giberti como Schulman condenaron “el show mediático” montado en torno del caso.
Para Giberti, coordinadora del programa Las Víctimas contra las Violencias, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, se conjugaron dos situaciones que contribuyeron a que el caso tuviera tanta repercusión: “Es un momento político y social en el que todas las sensibilidades están muy expuestas y la figura de una niña, de 11 años, es la de la víctima propiciatoria, y que inmediatamente convoca la imagen de la trata, que es un tema que está en la superficie. Afortunadamente ya se instaló en el imaginario social la existencia de la trata de mujeres, pero en este caso la imaginación derrapó porque no se trataba de un secuestro de redes que explotan mujeres. Hay una sensibilización reactiva de la comunidad ante estímulos espantosos como éste. Como si Candela hubiera sintetizado las cosas horribles que pensamos que nos pasan, que en realidad no le pasan a todos”, observó Giberti.
“Hubo un circo mediático. Los chicos que se pierden o extravían no se encuentran por la fotito en diarios y la exposición en la televisión. La información en estos casos debe tomarse con prudencia”, opinó Nora Schulman, coordinadora del Comité de Seguimiento de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. En un sentido similar se pronunció la coordinadora del Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas, Cristina Fernández: “Hubo un papel vergonzoso de los medios. No se puede difundir una foto de los chicos porque hay derechos que deben ser cuidados”, explicó la titular del organismo que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.
¿Sirve difundir la foto de la niña, niño o adolescente que de- saparece de su hogar? Consultado por Página/12, el fiscal general adjunto de Avellaneda, Andrés Devoto, consideró que en un primer momento puede ayudar a encontrarla. Pero si a las 48 horas no apareció, la presión mediática puede entorpecer la investigación. Desde que se denunció la desaparición de Candela, las cámaras de televisión registraron casi cada paso que se daba en la búsqueda policial, al punto que un día la gente del barrio de Hurlin-gham sabía que iba a haber un rastrillaje en la zona y ponía a su disposición las casas para que los efectivos policiales ingresaran y la busquen allí. Las cámaras estuvieron presentes incluso en el momento en que la mamá de Candela, Carola Labrador, hizo el miércoles el reconocimiento del cuerpo de su hija, dentro de una bolsa de plástico negra. “No es bueno que quien secuestra sepa la actividad investigativa de la Justicia y la policía. Que la gente supiera cada movimiento fue un sinsentido. Si la idea era comunicar todo para darle transparencia a la investigación es un error. En ese momento lo primero, segundo y tercero es salvar la vida, no mostrar supuesta eficiencia y sobreactividad”, opinó otro investigador judicial con experiencia en casos de secuestro y trata. “En algunos casos de secuestros extorsivos largos y que el secuestrador dejó de comunicarse por una semana o más tiempo, algunos fiscales federales usaron los medios de comunicación para difundir alguna noticia falsa acerca de un pago de rescate, para motivar a los captores a que restablezcan el diálogo. Pero nunca las pistas del caso y la investigación se develan hacia afuera hasta que el caso se concluye”, resumió.

OPINION
Repensar el periodismo televisivo

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Por Emanuel Respighi
La desaparición y el posterior asesinato de Candela Rodríguez volvieron a poner en debate el rol de los medios de comunicación. Nuevamente, la televisión mostró su voracidad para correr más de la cuenta detrás de la noticia, que durante los últimos diez días ocupó buena parte de los noticieros y de las señales informativas. La “necesidad” de mantener el tema en pantalla a toda costa, aun cuando no había ningún tipo de información nueva que aportar, derivó en que en la última semana infinidad de versiones nunca confirmadas se lanzaran al ruedo mediático, con más liviandad que responsabilidad. El afán por la primicia, la búsqueda de audiencia, nunca son buenos consejeros para el periodismo televisivo, que ante cada caso policial de resonancia social suele resignar prudencia para ingresar en aguas peligrosas. La espectacularización televisiva, entonces, termina confundiendo el foco: la búsqueda de la verdad periodística es reemplazada por el menester comercial del rating.
Sin ponderar la real incidencia que las coberturas mediáticas pueden tener en la resolución de un caso policial de repercusión social, ya que se trata de una tarea imposible de cuantificar en términos objetivos, nadie puede soslayar el rol que la televisión tiene a la hora de difundir/ reflejar/construir (tache lo que no corresponda) la realidad. En ese contexto de mediatización audiovisual, una noticia amplificada en continuado bajo los parámetros del show televisivo condiciona la opinión pública. Y también funciona como una olla de presión, desvencijada, cuyo caldo formado de osadas opiniones vertidas e imágenes oportunas, no siempre colabora con la investigación policial y judicial. Incluso, en ocasiones, la puede interferir seriamente.
Más allá de las particularidades de cada caso, y de cada noticiero y canal, la mecánica televisiva se suele reeditar ante nuevos hechos policiales que toman estado público. Y el debate sobre el papel que jugaron (juegan) los medios apenas se esboza, tímida y periféricamente. No deja de sorprender que en tiempos en los que el periodismo político atraviesa una de sus crisis más importantes y reveladoras de su historia, el periodismo televisivo policial sigue indemne repitiendo viejos vicios. En la TV, parece, nadie se hace cargo de recoger el guante.
Esa falta de responsabilidad y premura profesional que, en general, se observa en la cobertura de casos como el de Candela, debería llamar a la reflexión de periodistas, gerentes de noticias y propietarios de medios. La reiteración de prácticas que afectan, o pueden hacerlo, el desarrollo de una investigación exige a esta altura la elaboración de un protocolo de acción que fije al periodismo televisivo ciertas pautas generales a la hora de cubrir un hecho no finalizado, que transcurre en el tiempo. Ese estatuto periodístico para casos excepcionales, como secuestros o desapariciones, debería para su cumplimiento ser redactado y consensuado entre todos los gerentes de noticias de cada canal de TV abierta y TV por cable. Un manual universal en el que se acuerde aquello sobre lo que se puede y lo que no se debe mostrar. Incluso, ese protocolo podía fijarse con el asesoramiento de las fuerzas de seguridad y/o de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca).
La elaboración de esa suerte de estatuto periodístico podría, en caso de concretarse, poner a los medios al servicio de la comunidad, bajo un paraguas de interés común y real por la rigurosidad periodística. Yendo un poco más lejos, e incluso como complemento de lo anterior, tal vez ha llegado el momento en que los noticieros y las señales informativas sean exceptuadas de las mediciones de audiencia. O, en todo caso, dado el interés comercial que los propietarios de los medios tienen, otra buena opción sería que se evalúe el rating de señales informativas y noticieros, pero que las cifras sean confidenciales. Es decir: que la Afsca o el organismo al que le corresponda legisle la prohibición de que el rating de los servicios informativos no se puedan difundir públicamente.
La puesta en marcha de un estatuto de acción consensuado por la industria televisiva ante casos que continúan con el correr de los días, sumada a la idea de que el rating deje de ser un (perverso) condicionante periodístico, ayudarían a que noticieros y cadenas de noticias quiten la competencia de foco, para centrarse únicamente en la búsqueda de la verdad y la rigurosidad informativa. Sólo así, en este estado de cosas, la información podrá volver a constituirse en un bien social al servicio de la comunidad
MEDIOS Y COMUNICACION
La televisión de todos
Eva Piwowarski analiza la televisión que se viene a partir de la puesta en marcha de la red de polos tecnológicos audiovisuales que buscan federalizar la producción de contenidos y pretenden configurar un nuevo modelo productivo, social y comunicacional.
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Por Eva Piwowarski *
La Argentina es el cuarto exportador de formatos de televisión del mundo. Sin embargo, como bien lo expresa el coordinador general del Consejo Asesor de TV Digital, Osvaldo Nemirovsci, sólo cuatro empresas productoras palermitanas dominantes en el mercado producen la mayoría de los contenidos. La distorsión no acaba con la “nacionalización” de la producción palermitana, sino que incluye la invisibilidad casi absoluta del resto del país en Buenos Aires. Sólo a veces, el interior aparece pero en forma de noticia catástrofe o violenta, paisaje turístico o exótico, para la observación extrañada del publico porteño. Detengámonos un momento a pensar en el verdadero drama cultural que significa para un país tan extenso y diverso como el nuestro que el relato dominante sea formulado por la forma de pensar, de actuar, de manifestarse de una ínfima elite radicada en el barrio de Palermo. ¿Es posible sostener sin rubores que desde allí sólo pueda definirse la Argentina? No parece ser sustentable en términos culturales ni económicos ni políticos.
Se hacen necesarias entonces políticas públicas federales que den lugar a las expresiones genuinas de todo el país y empoderen a la sociedad civil en la apropiación legítima de su propio relato; que promuevan capacidades locales, que impulsen el desarrollo de un nuevo mercado interno de la televisión para efectivamente desconcentrar el negocio, y con ello garantizar la formulación de un nuevo modelo comunicacional en la Argentina.
Allí se inscribe el programa de Polos Audiovisuales Tecnológicos, impulsado por el Consejo Asesor del Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre y puesto en marcha por el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios que preside el ministro Julio De Vido. Esta iniciativa cumple con la ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual en su artículo 53, el cual indica que el Ejecutivo nacional “deberá adoptar medidas destinadas a promover la conformación y desarrollo de conglomerados de producción de contenidos audiovisuales nacionales para todos los formatos y soportes, facilitando el diálogo, la cooperación y la organización empresarial entre los actores económicos y las instituciones públicas, privadas y académicas, en beneficio de la competitividad”.
Coordinados a través de las universidades nacionales nucleadas en el Consejo Universitario Nacional (CIN), son creados los siguientes nueve polos según proximidad geográfica, afinidades socioculturales y potencialidades productivas: Bonaerense (provincia de Buenos Aires); Centro (Córdoba, San Luis y La Pampa); Cuyo (San Juan, Mendoza y La Rioja); Litoral (Entre Ríos y Santa Fe); Metropolitano (CABA y conurbano); NEA (Misiones, Formosa, Chaco y Corrientes); NOA (Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca,); Patagonia Norte (Neuquén y Río Negro); y Patagonia Sur (Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego).
Los polos trabajan sobre cuatro ejes estratégicos: tecnología, investigación y desarrollo, capacitación y el plan piloto de producción de contenidos. El Ministerio de Planificación está realizando una fuerte inversión equipando con estudios de televisión en cada polo. Como no sólo basta con “fierros”, sino que es preciso contar con saberes y habilidades, el programa fomenta la capacitación y la actualización de perfiles técnicos y artísticos tanto como promueve la investigación y el desarrollo de nuevos formatos, públicos y mercados.
Con el fin de conocer las posibilidades de producción contenidas en cada región del país, se realizó un Plan Piloto de Testeo y Demostración de las Capacidades Instaladas, por el cual los nueve polos produjeron 90 horas en 31 ciclos periodísticos con impronta federal, diversidad temática y calidad.
Sin contenidos no hay televisión. Pero con los mismos contenidos de siempre, va a haber siempre la misma televisión. Sólo con la creación de un mapa auténticamente federal para la producción audiovisual que quiebre el centralismo capitalino y permita la generación de una red sin un centro o, mejor dicho, con muchos centros en igualdad de condiciones, va a haber contenidos distintos y una tele distinta. Y con ella la configuración de un nuevo paradigma de impacto territorial, económico, social y simbólico configurando un nuevo espejo donde mirarnos como sociedad y como Nación.
* Coordinadora del Programa Polos Audiovisuales Tecnológicos.
MEDIOS Y COMUNICACION
De la trama oculta de los medios
Carlos Valle trae el recuerdo de la película El ciudadano, de Orson Welles, para aplicar aquel ejemplo a la actual discusión sobre la propiedad de los medios.
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Por Carlos A. Valle *
La comunicación mediática sensacionalista tiene su historia, uno de cuyos capítulos lo provee uno de los mejores filmes de toda la historia, El ciudadano, de Orson Welles, que, con sus 70 años cumplidos, ofrece una incisiva mirada sobre la trama oculta de los medios.
La historia del magnate de la prensa escrita tenía en el film demasiadas aristas que lo vinculaban con el, en aquel entonces, potentado William Randolph Hearst, quien estaba en total desacuerdo con la idea de la película, y su mayor irritación lo provocaba la repetición en el film de la misteriosa palabra, “Rosebud”, porque se dice que Hearst la usaba para referirse a partes íntimas de su amante. Welles intentó desvincular su historia de la vida real según se tratara de elogiarse o de evadir la incriminación de los abogados de Hearst.
Hearst (1863-1951) inicia su camino en los medios, luego de sus frustrados estudios, dirigiendo en San Francisco un periódico que había adquirido su padre. La innovación que impuso en la publicación, como la fotografía y el gran titular, le dio un muy buen resultado. Además, añadió el ingrediente sensacionalista. La impronta que produjo en los diversos medios en los que incursionó marcó un tipo particular de comunicación masiva que fue adoptada en muchas partes del mundo. Pretendió ser elegido gobernador del estado de Nueva York y luego alcalde, pero fue en vano. No obstante, ostentaba ya un gran imperio que en su máximo esplendor, a mediados de los años treinta, contaba con 28 diarios y 18 revistas. Pero, la Gran Depresión –que evaporó enormes fortunas– y el rechazo a sus convicciones políticas le provocaron un fuerte aislamiento, que deterioró gravemente su dominio.
En el momento en que Welles produce su film, Hearst está experimentando su declinación, pero aún conserva una fuerte influencia en los medios. Después de una proyección antes de su estreno, una columnista de chimentos anuncia que el film “es un despiadado e irresponsable ataque a un gran hombre”. Los mecanismos para impedir su estreno se ponen en marcha. Se hacen llegar amenazas a varios de los magnates de la industria cinematográfica con el mensaje: “El Señor Hearst dice que si ustedes, muchachos, quieren vidas privadas, les dará vidas privadas”.
Juicios, declaraciones, desmentidas, miedos a represalias, crean una atmósfera que logra detener el estreno del film y se opta por presentarlo en áreas no tan afines a los tentáculos de Hearst. Una vez más, aquí los hechos alrededor del filme crean una atmósfera publicitaria muy atrayente para los medios, de la que el mismo Welles no era ajeno.
Con el tiempo, el film fue acumulando un creciente reconocimiento por su propio valor cinematográfico, más allá de los acontecimientos que lo acompañaron. Lo llamativo es que una propuesta, en buena medida independiente, produce un serio choque contra la estructura rígida de los medios. Es un medio enfrentado a otro medio y produciendo un estremecimiento en su misma estructura, como si una fisura en su sólido orden sacara a la luz las ocultas redes de la manipulación comunicativa.
El temor que busca desatar Hearst a los magnates de la industria cinematográfica desnuda la íntima relación entre quienes conducen los medios y la orientación de los mismos. La publicidad que Welles buscó con cierto descaro tuvo sus límites. Los mismos medios irían diluyendo con el tiempo el impacto del film, reduciendo lo sucedido a un episodio ocasional, pintoresco, sin mayor trascendencia. Se dirá: fue un film, un buen film, pero no ha afectado la estructura mediática, que se repuso pronto de este pequeño incidente. De todas maneras, tampoco puede obviarse el hecho de que El ciudadano también llegó a constituirse en un claro ejemplo de los vericuetos y debilidades de los mismos medios, aunque no siempre se intenta mirarlo desde esta perspectiva.
La descripción crítica de un magnate de los medios, cuya semejanza con el Hearst real era difícil de negar, abre la caja de Pandora de todo lo que se oculta de los medios mismos. La actual concentración mediática, de dimensiones globales en todas las áreas, ha desarrollado nuevas y más sofisticadas maneras de solidificar un imperio que ha aprendido a no caer en la debilidad de la crítica, que abre flancos en la ciudadela propia.
En la presente discusión sobre la propiedad de los medios de comunicación, de la búsqueda de una estructura de medios que permita dar voz a los acallados, limitar el poder de los dueños de multimedios, lo sucedido hace setenta años sigue proveyendo una importante mirada para comprender algunos de los desafíos presentes.
* Comunicador social. Ex presidente de la Asociación Mundial para las Comunicaciones Cristianas (WACC).