No ceder el paso y llevar a los chicos adelante, claves del tránsito inseguro
Relevamiento de antropólogos de la UBA y el Conicet en 16 localidades bonaerensesTambién figuran la falta de uso de cinturón de seguridad, la ausencia del casco y el uso del celular al manejar.
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- Valeria Román
La antropología no necesita moverse a lugares remotos. Se puede desarrollar en calles y esquinas de las ciudades. Un equipo del Instituto de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de UBA y el Conicet describió las prácticas de los “nativos” que manejan vehículos o andan a pie en 16 localidades de la provincia de Buenos Aires, incluyendo La Plata, Mar del Plata, Junín, La Matanza, Luján, General Las Heras, Florentino Ameghino, General Guido, General Alvear, Villa Gesell, y Tres Arroyos. Detectaron que el 72% de los conductores no cede el paso cuando por ley el que va por la derecha tiene prioridad, en base a observaciones directas durante 30 minutos en esquinas.
El estudio, que fue realizado para la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, sirvió para explorar cuáles son los factores culturales de peatones y conductores. Entre las cinco faltas más frecuentes que comprobaron se encuentran la falta de uso del cinturón de seguridad en los adultos (49%), la falta de uso de casco (19,18%), llevar niños adelante sin cinturón (8,13%), llevar niños atrás sin cinturón (6,36%), y el uso del celular mientras conduce (6,13%). Durante el estudio, sólo se registraron faltas de tránsito que los investigadores pudieron relevar como resultado de la observación directa. Eso implicó que ciertas faltas, como el exceso de velocidad, no se computaron.
Entre las conclusiones del trabajo de campo que se hizo entre 2011 y 2012, se destacó que predomina una suposición de que el espacio vial es libre, que no está regulado. Entonces, cada uno cree que puede desplazarse por las calles libremente, siguiendo sus propios intereses y agenda. “Para ciclistas, motociclistas y, eventualmente, automovilistas, la mano única se puede transformar sin problemas en doble mano; y las veredas son lugar apto para transitar. Esta misma propiedad se observa en peatones que transforman calles en veredas y cualquier lugar es apto para un cruce”, escribió el grupo de investigadores, que estuvo formado por Pablo Wright, Alejandro Otamendi, Mariela Nieto, Laura Lobo y Gonzalo Iparraguirre.
El cinturón de seguridad en muchos casos es sentido como una imposición de las autoridades que afecta el derecho individual a la libertad de traslado. En otros casos, el cinturón sólo se usa si hay autoridades que lo controlan, o si se circula por una avenida o una ruta, como si rigiera una obligatoriedad selectiva.
Sin embargo, la evidencia científica –avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS)– indica que el uso de cinturón de seguridad en los ocupantes delanteros de los autos reduce entre 40% y 50% el riesgo de morir en una colisión en el tránsito. En los asientos traseros puede reducir la ocurrencia de muertes hasta en 75%.
Otra situación identificada por los antropólogos argentinos es que se piensa que los niños pueden viajar adelante en la falda de sus padres, “porque ellos los van a cuidar de cualquier peligro, abrazándolos con fuerza. Incluso, cada tanto, pueden andar en la falda del conductor como juego para que vayan aprendiendo lo que es conducir”.
Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud recomienda que los bebés y los niños menores de 6 años deben ir en sillas de seguridad y en la parte trasera. Frente a cualquier siniestro vial, la culpa se le adjudica a un otro genérico, como otra persona, el estado de la calle, o las condiciones climáticas, y normalmente no se autopercibe la responsabilidad propia. “Generalmente, se atribuye el problema de la falta de respeto a las normas de tránsito al “modo de ser” argentino. Como si estuviera en la esencia y fuera de la historia del país. O también se coloca al “otro” la responsabilidad por cualquier hecho trágico que ocurre en las calles. O se atribuye a la falta de control o a la falta de educación por parte del Estado”, comentó a Clarín el investigador, Pablo Wright.
El antropólogo mencionó como antecedente para tener en cuenta que hace 20 años la práctica de fumar tabaco en bares y restoranes estaba naturalizada. “Hubo normas que se sancionaron y hubo una aceptación social que hizo hoy está muy mal visto fumar dentro de espacios públicos y cerrados. Se pudo hacer un cambio en las pautas culturales”, señaló.
Tras la investigación, los antropólogos propusieron que se debería realizar una acción integral, que contemple tanto la educación vial de niños, jóvenes y adultos, así como la capacitación de docentes a través de talleres. También se deberían generar acciones de comunicación pública para que los símbolos del tránsito empiecen a ser tenidos en cuenta, y que se organice un observatorio cultural de seguridad vial, que investigue y recopile información sobre conductas viales como hechos sociales. Wright resaltó:“Las actuaciones que los peatones o los conductores llevan adelante en las calles son prácticas de conducción socialmente adquiridas y también pueden ser cambiadas”.
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