viernes, 25 de julio de 2014

¿Qué tienen que ver los elefantes con la esclavitud infantil?

Niño con una red de pesca frente al mar
Los pescadores deben ir cada vez más lejos y en peores condiciones a buscar su sustento.
La desaparición de animales salvajes está relacionada con el aumento del tráfico de personas y de la esclavitud infantil, sugiere una nueva investigación.
Científicos ecologistas sugieren que la escasez de fauna silvestre supone que la población de muchos países necesiten más esfuerzos para encontrar alimento.
Y los niños son utilizados a menudo para satisfacer la avidez de mano de obra barata, especialmente en la industria pesquera.
El declive de especies también aporta lo suyo a "la proliferación del terrorismo y en la desestabilización de las regiones", dicen los expertos.
Elefantes
El tráfico ilegal de marfil está diezmando a los elefantes africanos.
De acuerdo con el trabajo publicado en la revista científicaScience, "la obtención de alimentos de animales silvestres de mar y tierra provee más de US$400.000 millones, es el sustento del 15% de la población global y es la fuente principal de proteína animal para más de mil millones de los habitantes más pobres del planeta".
Pero los autores dicen que la rápida disminución de especies ha aumentado la demanda de trabajo esclavo. El declive de los caladeros en todo el mundo hace que los barcos tengan que viajar más lejos y en condiciones más difíciles para encontrar peces.
En Asia hay cada vez más casos de personas de Birmania, Camboya y Tailandia que son vendidas a barcos pesqueros en los que permanecen varios años en el mar, sin paga y obligados a trabajar 18 o 20 horas al día.
"Hay un vínculo directo entre la escasez de vida silvestre, la demanda de mano de obra para la obtención de alimentos de origen animal y este drástico aumento de la esclavitud infantil", dijo Justin Brashares, de la Universidad de California, Berkeley, EE.UU., autor principal del estudio.
"Muchas comunidades que dependen de estos recursos de fauna silvestre no tienen la capacidad de contratar más trabajadores, así que en cambio buscan mano de obra barata, y en muchas áreas esto ha llevado abiertamente a la compra de niños como esclavos".
Esta explotación también ocurre en África, donde la gente que solía encontrar alimento en los bosques vecinos ahora debe viajar varios días para encontrar sus presas.

De la pesca a la piratería

Y si los animales desaparecen de bosques y océanos, quienes viven de ellos deben multiplicar sus esfuerzos de subsistencia y es cuando adultos y niños caen víctimas de la violencia o la trata, utilizados para abaratar la producción.
Y para mostrar cómo afecta esto a distintas poblaciones, los investigadores contrastaron el resultado del colapso de la pesca en la costa noreste de Estados Unidos y en las agua de Somalia.
Mientras que en EE.UU. el declive fue amortiguado por subsidios federales para volver a capacitar a los pescadores, en Somalia el aumento de la competencia por la pesca llevó al crecimiento de la piratería.
Niño descansando junto a un bote de pesca
El estudio relaciona el agotamiento de los caladeros con un aumento de la explotación infantil.
"Así es como comenzó todo el conflicto somalí", dijo Brashares.
"Los pescadores comenzaron a salir con armas, intentando multar a los barcos que estaban pescando de forma ilegal en sus aguas".
"Desafortunadamente, una parte de esa comunidad dijo 'podemos conseguir más dinero pidiendo rescates por esos barcos que pescando'".
Además, la presión que siguen haciendo los países de Occidente al agotar caladeros de África y otras partes del mundo sigue contribuyendo a este problema.

La crisis del marfil

El incremento del valor de objetos como partes de tigre y marfil de elefante han alimentado una explosión del tráfico de fauna salvaje, con grupos poderosos que lo utilizan para financiar sus objetivos.
Naciones Unidas estima que cada año se matan entre 20.000 y 25.000 elefantes en África, de una población de no más de 650.000.
Los autores señalan a varias milicias, como los Yanyauid en Sudán, el Ejército de la Resistencia del Señor en Uganda y Sudán del Sur, Al Shabab en Somalía y Boko Haram en Nigeria, que según ellos están involucradas en el tráfico ilegal de marfil y cuernos de rinoceronte para financiar sus actividades.
Pero aunque hay en marcha varias medidas como parte de una "guerra contra la caza furtiva", los autores creen que esto es sólo un parche que no tiene en cuenta el contexto más general.
Colmillos de marfil
El tráfico de marfil, dice el estudio, financia a grupos como Boko Haram.
"Podemos seguir tratando de taparlo con pequeñas acciones de imposición de la fuerza", dijo Brashares.
"Pero hasta que empecemos a ocuparnos el asunto más grande que es el mal gobierno y la libertad global para todos, no vamos a resolver la marea de conflictos".
El estudio resalta, sin embargo, algunas medidas que sí pueden funcionar. Cuando los gobiernos locales le dan a pescadores y cazadores el acceso exclusivo a ciertas áreas, dicen los investigadores, pueden reducirse las tensiones sociales.
En este sentido, destacan cómo está estructurada la pesca de la isla Fiji en torno a derechos territoriales y las políticas proactivas en Namibia que han ayudado a reducir la caza furtiva.
"La parte más importante de este artículo, creo, es que necesitamos comprender mejor los factores que subyacen bajo la merma de la pesca y la fauna silvestre desde una perspectiva local, y que los estudios interdisciplinarios son probablemente la mejor opción para facilitar esta comprensión", dijo por su parte Meredith Gore, investigadora de la Universidad Estatal de Michigan que no participó de este trabajo.

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