lunes, 14 de julio de 2014

Creedence, decime qué se siente...

Creedence, decime qué se siente...

La historia del hit que hizo furor. La banda yanqui de los 70 y el Grupo de los 8 que reinventó la versión futbolera.

Creedence, decime qué se siente...
Número 649 de la revista Rolling Stone. El propio John Fogerty explica que la letra de esa tema fue inspirada por una película del género de terror  llamada The Devil and Daniel Webster, que fue conocida por los hispano parlantes como El hombre que vendió su alma. Es la trama de un huracán que arrasa con la mayoría de un pueblo. Fogerty escribió: “Siento soplar huracanes, espero que estés muy dispuesto a morir”. Dijo que la canción era acerca del “apocalipsis que se nos avecina”. No se refería ni a Mascherano ni a la final de la Copa del Mundio.
Fogerty y su hermano Tom, Stu Cook y Doug Clifford integraron una banda de breve vida pero de extraordinaria producción. Uno de los primeros a los que calificaron como del género Roots Rock, porque se nutrían tanto del rock and roll como del country del blues y el góspel. Durante el invierno estadounidense de 1969, los Fogerty, mientras perparaban temas para el tercer álbum, del grupo, Green River, que fue Disco de Oro, grabaron un single que en lado B tenía un exitazo, “Lodi”. Y en el lado A, “Bad Moon Rising” (Asoma una mala luna). Arrasó en las bateas de las disquerías. 
Una melodía pegadiza y la letra que dice: “Veo aparecer la luna mala/ Veo problemas en el camino./ Veo terremotos y relámpagos./ Veo tiempos malos hoy en día./ No salgas esta noche,/ Bueno, podría peligrar tu vida,/ hay una luna mala asomando./ Oigo huracanes resoplar./ Sé que el final está cerca./ Temo que los ríos se desborden./ Oigo voces de rabia y de ruina./ No salgas esta noche./ Bueno, podría peligrar tu vida, hay una luna mala asomando. ¡Muy bien! / Espero que juntes tus cosas. Espero que estén muy dispuestos a morir. Parece que estamos en malas condiciones meteorológicas./ Un ojo se da por un ojo. / No salgas esta noche, podría peligrar tu vida,/ hay una luna mala asomando.
Una letra negativa y dolorosa que convirtió en el tema de los manifestantes en ocasión de las marchas de universitarias en el People Park en Berkeley, California, en 1969, cuando los estudiantes impidieron que ese sitio se convirtiera en un estacionamiento, comercios y oficinas. El tema fue utilizado también en dos películas: Un hombre lobo americano en Londres (1981) y Twilight Zone: The Movie (1982), ambas de ciencia ficción. Cada tanto renueva su popularidad. Según figura en la web, la interpretaron Meteors, Bruce Springsteen, Nirvana, Bo Diddley, Type 0 Negative, 16 Horsepower, Reels, Spitballs, Blues Aeroplanes, Lagwagon,  Battlefield Band, The Ducky Boys, Acoustic Shack, Ventures, Lagwagon y Rasputina.
Lo que no figuraba hasta hace unos días es que también la interpretaron millones de argentinos. La inigualable inventiva de la hinchada de San Lorenzo le dio un tinte futbolero: “Vengo del barrio de Boedo, barrio de murga y carnaval, te juro que en los malos momentos, siempre te voy a acompañar… Dale, dale matador…” A los de Boca les sirvió para mofarse de los de River: “...haber jugado el Nacional...”
Los pibes de La Cámpora la transformaron en una bandera política: “Vengo bancando este proyecto, proyecto nacional y  popular, te juro que en los malos momentos, los pibes siempre vamos a estar… Porque Néstor no se fue, lo llevo en el corazón. Con la Jefa, los soldados de Perón”.
Pero llegó el mundial y ocho amigos se juntaron y reinventaron el tema. Ignacio Harraca hiozo la letra. Diego Scordo la patentó. Los demás, Patricio Scordo, Francisco Fiari, Martín Dolcemelo, Juan Signoni, Francisco Rostello y Martín Almodóvar (tres de Boca, tres de River, uno de Platense y uno de Banfield), admiten: “Nuestra idea no era hacer plata. Sólo queríamos que en Brasil todos cantaran la canción. Y lo logramos. Nunca pensamos que iba a prender tanto”. No importará la exageración. Tampoco que se haya repreoducido en muchisimas versiones. La cuestión es que la enorme mayoría de los argentinos, durante estos días, la entonó una o mil veces...

EL cantito

“Brasil, decime qué se siente / tener en casa a tu papá / Te juro, que aunque pasen los años / nunca nos vamos a olvidar / Que el Diego te gambeteó / que Cani te vacunó / que estás llorando desde Italia hasta hoy / A Messi lo vas a ver / la Copa nos va a traer / Maradona es más grande que Pelé.”

una historia que va más allá de la derrota

No fue el final feliz que todos deseaban. Hubo un cierre que cambió la historia. Igualmente fue una experiencia única la que vivieron en Brasil, en un Mundial muy especial. Es la historia de Ignacio, un “empleado de comercio común y corriente” –como él mismo se define–. Llegó a Brasil el 10 de junio pero todo empezó a planearse mucho antes. “Ni bien quedamos afuera en Sudáfrica empezamos a organizar el viaje. El pasaje aéreo lo sacamos el mismo día que se abrió la fecha de retorno que queríamos, o sea, el 14 de julio.”
Una aventura difícil de llevar a cabo. “No me fue fácil. Hace más de un año y medio que no tengo vacaciones y sólo un franco por semana para poder juntar días. Tengo que agradecerle a mis jefes, compañeros, familia y amigos que me ayudaron a vivir esto, sin ellos hubiera sido imposible”, admite Ignacio quien, junto con sus amigos hizo base en Belo Horizonte, pero que pasó viajando muchos días en micro para ver a Messi y compañía, y aprovechando para dormir en los viajes. Hubo situaciones complicadas “porque el clima estuvo denso con los brasileros”. Pero hubo un momento, dentro de toda esta historia que lo marcó para siempre: la llegada a Brasil de Facundo –su hijo de 15 años que lo acompaña a la cancha casi desde su primer año de vida–. “Fue un momento único. Yo le dejé firmada la autorización y todo organizado para que pudiera viajar tranquilo. Y gracias a la ayuda de Matías y Ailen (sus hermanos) pudimos sorprenderlo y darle la noticia del viaje a través de Facebook con un video. No puedo describir lo que fue compartir esto con mi hijo. Lástima el final, nos cambió todo”, admite. “La verdad, fue increíble poder ir, estar con mi viejo viendo un Mundial, viendo a Messi. Cantar el himno con todos fue emocionante, se me puso la piel de gallina”, admite Facu. Fue un viaje único, una experiencia rica e inigualable con un final agridulce que no empañará el momento vivido por un padre y un hijo que compartieron una aventura única.

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