MEDIOS Y COMUNICACION
¡Abre la muralla!
Sandra Massoni afirma que desde la
comunicación estratégica los comunicadores están llamados a derribar los muros
impuestos por otras disciplinas y a desplegar a la comunicación
Desde Rosario
Escuché este diálogo
en el bar de la facultad y pensé que muchas veces, como comunicadora, lo vivo:
–Dijo que la
comunicación es un enclave.
–¿Un qué?
–Un enclave... Igual
que el barrio chino en Los Angeles o como era –hasta 1989– Berlín Occidental en
Alemania del Este.
–¿O sea?
–O sea un territorio
con unas normas rodeado de otro territorio que se rige con otras normas.
Googleé la frase. La
nota transcribía esas palabras de Jesús Martín Barbero en el marco del acto en
el que la Universidad de Guadalajara lo destacara con el título de Doctor
Honoris Causa: “La comunicación es un enclave del pensamiento estratégico
contemporáneo”. El maestro encontró otra manera genial de hacernos ver la
situación actual de los estudios comunicacionales: estamos sitiados, viviendo
aquí mismo, pero rodeados de otras normas. La figura me resultó interesante
porque, como investigadora, veo que los comunicadores vivimos con nuestras
propias reglas territoriales pero rodeados de otras jurisdicciones
disciplinares. En la Maestría que dirijo en la Universidad Nacional de Rosario
trabajamos en explorar cómo el campo comunicacional requiere competencias
diferentes de las de otras ciencias sociales. Pero sabemos que, hoy por hoy,
aún somos enclaves y que para seguir creciendo nos queda por delante más de un
muro por voltear. La que nos rodea, sin embargo, es una muralla de la cual ya
hemos retirado algunas piedras. Por ejemplo, en los últimos años hemos visto
cómo la complejidad de lo comunicacional se ha hecho evidente en ámbitos académicos
y también en debates públicos sostenidos en varios países de América latina; un
movimiento que en Argentina tuvo a la ley de medios como epicentro y que se ha
descripto en numerosos espacios.
Más allá de otras
derivaciones, el debate ha evidenciado que las categorías con las que se
trabaja la cuestión comunicacional en las políticas públicas resultan al menos
obsoletas. La dinámica de consideración tradicional del aporte de la
comunicación se ha focalizado en la creación de leyes habilitadoras del derecho
a la comunicación y en la sustentación del acceso a la emisión a partir de la
ampliación de la propiedad de los medios masivos. Ambos ejes piensan a la
comunicación en términos de eficacia. Una fórmula especial que asegure unos
procesos ya conocidos –los que ciertamente generan perversos y peligrosos
reduccionismos que es necesario atender–, pero que no alcanza cuando se asume
que la comunicación es un fenómeno complejo y fluido, no una receta. La
comunicación desde los nuevos paradigmas es estratégica justamente por cambiar
el estatuto de lo comunicacional desde el lugar de las transformaciones. La
exploración se dirige entonces hacia un nuevo orden del aporte de la
comunicación a las políticas públicas en el que se habilitan varios
desplazamientos interesantes porque ubican en el núcleo del debate a esta
complejidad de lo comunicacional que ya nadie discute.
La comunicación
estratégica resulta aquí una vertiente diferente de la cuestión tal como se la
planteaba en el siglo pasado. Se convierte en un parteaguas que diferencia a
los comunicadores actuales de otros cientistas sociales y de otros
profesionales pues su clave de lectura ya no hace foco en la eficacia del
discurso, sino en los sentidos enactuados. En cómo propiciar a la comunicación
como encuentro sociocultural a partir de reconocer otra piedra que comienza a
moverse en el debate actual: su multidimensionalidad. Habitar ese espacio hoy
implica asumir que nunca en la comunicación será posible distinguir
completamente ilusión de realidad. Por eso mismo, los comunicadores somos
profesionales y científicos ya sin pretensiones de objetividad, compenetrados
con que viviremos siempre con la ilusión a cuestas. Sabemos que nuestra tarea
es diseñar estrategias comunicacionales como dispositivos del encuentro que nos
permitan ponernos de acuerdo acerca de aquello que designaremos colectivamente
como lo real. La potencia de las estrategias comunicacionales radica justamente
en la posibilidad de tomar decisiones respecto de cómo aportamos
específicamente como comunicadores a propiciar ese cambio social
conversacional. Necesitamos nuevas metáforas que nos ayuden a visualizar
primero y a habitar después esta otra comunicación de comienzos de siglo.
Martín Barbero nos acerca una entrada posible: los comunicadores tenemos que
salirnos del enclave. Derribar los muros impuestos por otras disciplinas y
desplegar a la comunicación en su mutidimensionalidad. ¡Abre la muralla!
* Directora de la
Maestría en Comunicación Estratégica/Especialización en Comunicación Ambiental
UNR.
MEDIOS Y COMUNICACION
Ni adultos en chiquito ni DD.HH.
reducidos
Judith Gerbaldo reseña los resultados
de la convocatoria sobre derechos de niños, niñas y adolescentes sobre libertad
de expresión organizada por Naciones Unidas.
Por Judith Gerbaldo *
Desde México
A veinticuatro años
de la Convención sobre los Derechos del Niño, que establece los derechos de
comunicación de la infancia, pocos países han generado las condiciones para su
cumplimiento. Regular los medios de comunicación, a partir de los derechos
humanos y la comunicación de la infancia y la adolescencia es una pieza
fundamental para la construcción de ciudadanía, por lo tanto necesaria para la
consolidación de un Estado democrático.
“Derechos de niños,
niñas y adolescentes, libertad de expresión, medios de comunicación e Internet
en América latina” es el título de la convocatoria realizada por Frank LaRue,
relator especial de Naciones Unidas sobre Libertad de Opinión y Expresión, en
el Distrito Federal de México, el pasado 2 de julio. Consulta en la que
expertos, académicos, referentes de niñez y medios de comunicación se
desafiaron a pensar el ejercicio de los derechos de niñas, niños y adolescentes
a la libertad de expresión, la instalación de agenda y políticas públicas para
el sector.
Sobre expresión y
derecho a la participación, Ricardo Gómez Agnoli presentó la experiencia
guatemalteca Cocoditos y el Consejo Municipal de Niñez y Adolescencia. En
relación con los medios e Internet como mecanismo de socialización y su
legislación, Irma Avila Pietrasanta compartió la experiencia mexicana en el
contexto de debate en el Senado de la Nación de la Ley de Telecomunicaciones,
que, entre otras restricciones, echa por tierra los derechos a la comunicación
de la infancia y la adolescencia del país. En tanto, Rebeca Cueva expuso sobre
la Agencia de Comunicación de Niñas, Niños y Adolescentes (Acnna) de Ecuador.
En ese marco, se
destacó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual argentina, concebida
desde los derechos ciudadanos, que entre otros institutos creó el Consejo
Asesor de la Comunicación y la Infancia. Marcelo Lirio presentó la experiencia
de Pakapaka, Susana Velleggia los aportes del Conacai, yo me referí al proceso
de movilización ciudadana que arribó en una política pública inclusiva y
garante de los derechos de la niñez y la adolescencia**, el nuevo escenario de
la ley SCA y los desafíos pendientes.
LaRue creó un tipo de
relatoría sin precedentes, con informes producto de consultas regionales a
referentes de la sociedad civil. “Esta consulta ha sido de las más ricas en las
que he participado, porque las organizaciones de niñez tienden a ser muy
profesionales y especializadas”, sostuvo y mencionó que el tema de libertad de
expresión y niñez está entrando en una fase muy álgida. “En la actualidad están
en juego dos cosas. Una, entender que la libertad de expresión, en términos
generales, es un marco legal establecido en los artículos 19 y 20 del Pacto de
Derechos Civiles y Políticos, pero también es un derecho que se ejercita en la
práctica, y esto tiene que ver con nuestra niñez, porque todos aprendemos a
preguntar, analizar y cuestionar en la infancia”, indicó. El relator cerrará su
gestión en la Organización de Naciones Unidas con un informe específico sobre
libertad de expresión e infancia.
El ejercicio
ciudadano ya no se remite sólo a disponer de derechos políticos, civiles y
sociales, sino a participar en condiciones de mayor igualdad en el intercambio
comunicativo, en el consumo cultural, en el manejo de la información, en el
respeto a la diversidad y las identidades regionales y en el acceso al espacio
público.
Para LaRue, “el
Estado tiene la obligación de proteger el derecho y garantizar su ejercicio.
Los niños no son adultos en chiquito ejerciendo derechos humanos reducidos.
Niñas, niños y adolescentes tienen la misma libertad de expresión que los
adultos. La idea es que como política de Estado los medios posean programas
dirigidos a la niñez con contenidos educativos, recreativos, específicos para
ellos, pero también pueda haber franjas de programación realizadas por la
niñez, hechos por ellos como un mensaje de comunicación y de aprendizaje.
Además, porque las grandes concentraciones de medios y los grandes monopolios
son un atentado a esa libertad de acceso a la información y a la libertad de
información. Estas son las políticas de Estado que nos están desafiando en
estos momentos”.
* Periodista y
docente investigadora de ECI-Univ. N. de Córdoba.
** La ley SCA
contempla la Convención sobre Derechos de Niños e incluye derechos a la
comunicación de la infancia en su articulado (ver: arts. 68, 70, 71, 81, 121,
149 y 153 inciso g).
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