OPINION
Elisabeth, siempre viva
Por Osvaldo Bayer
El 24 de junio, Página/12 publicó una carta de Sergio Bufano titulada: “Käsemann, pacifista o revolucionaria”, donde me desmiente que la joven alemana Elisabeth Käsemann, asesinada por la dictadura militar de Videla, se dedicara en vida a estudiar el caso de nuestras villas miseria y a ayudar a sus habitantes –como sostuve en la contratapa “Elisabeth” en este diario del 1º de junio de este año–, sino que había pertenecido a la organización guerrillera del PRT-ERP.
El caso de Elisabeth lo conozco a fondo porque lo traté durante mi exilio en Alemania y denuncié su asesinato a las organizaciones de derechos humanos de ese país. Además escribí el libro cinematográfico que dirigió Frieder Wagner y contó con la colaboración de Elvira Ochoa para el film Elisabeth, sobre la tragedia de la joven alemana en la Argentina. En el film aparecen los testimonios de sus amigos, de sus compañeras de prisión sobrevivientes y de sus familiares. Y, principalmente, de Diana Austin, con la cual compartió Elisabeth su vivienda mientras vivió en Buenos Aires. En esa oportunidad fueron los funcionarios del gobierno alemán y sus diplomáticos los que se abrieron de toda investigación y de la protección que merecía ella como ciudadana alemana. Hubo diplomáticos que la acusaron de terrorista. El PRT-ERP era calificado como organización terrorista por el gobierno alemán. Pues bien, haya sido o no ella miembro del PRT, el gobierno alemán tendría que haber defendido a su ciudadana para que si hubiera cometido un “delito” se demostrara ello ante una verdadera Justicia y no se la asesinara por la espalda como hicieron los secuaces de Videla. Pero, finalmente, la figura de Elisabeth ha triunfado en Alemania. Una calle de su ciudad natal, Tübingen, lleva su nombre y varios hogares de ancianos y de niños sin padres llevan hoy el nombre de Elisabeth Käsemann. Y los funcionarios alemanes que en aquel tiempo no la defendieron acaban de hacer una autocrítica ante el periodismo. Como decimos siempre, la verdad tarda en llegar, pero finalmente la ética triunfa.
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