lunes, 10 de junio de 2013

el periodismo del interior

escrito de San Rafael
Trabajó en la mayoría de los diarios locales y es un apasionado por las historias de personajes y eventos lugareños. Tras el Día del Periodista, un repaso por su trayectoria y su visión de la profesión
 

Ariel Jalley
jalley.ariel@diariouno.net.ar
Periodista se nace, y también se hace y se forma. Tal la trayectoria que carga en sus espaldas Osvaldo Barroso, referente del periodismo vernáculo, que se formó a lo largo de sus 45 años de carrera.
El Osvaldo, como lo conoce la gente, comenzó el 12 de junio en 1968 como el “che pibe” en el diario La Capital, donde era el encargado de llevar los originales de la redacción al taller de impresión, entre otros menesteres. Allí le fue tomando curiosidad a eso de ser periodista y don Mario Morales, dueño del diario, le acercó una vieja Remington “que había que golpearla fuerte para que escribiera”, evocó.
Pero al poco tiempo recibió el ofrecimiento de pasar al diario El Comercio para dedicarse a cubrir eventos deportivos, donde surgió la primera de las anécdotas que nutren tan dilatada trayectoria.
Le pidieron que reportara desde las canchas de fútbol y para ello debía dirigirse hasta un teléfono público para pasar un gol “y cuando volvía a la cancha capaz que había empate y tenía que volver al teléfono”, algo inimaginable en la actualidad.
Osvaldo es uno de los pocos periodistas que trabajaron en la mayoría de los diarios de San Rafael, entre ellos La Voz del Sur, que se fundó en 1973, donde compartió redacción con reconocidos colegas como Oscar Chito Guinzburg, Alfredo Nomi, Nelson Altamirano y Santiago Chiche Illa, el primer periodista desaparecido de San Rafael. “No era fácil hacer periodismo acá entre el '73 y el '76, donde el peronismo se disputaba en dos facciones”.
Recordó que en una oportunidad habían publicado una foto de uno de los bandos y recibieron la visita del otro grupo antagónico exigiendo casi como un apriete que les hicieran también una fotografía. Entonces Nelson Altamirano, director del diario, se encontró con el inconveniente de no contar con el fotógrafo en la redacción.
“Le dije que les tomara una foto él y salió con la cámara pero no tenía película. Los militantes se pusieron como locos y empezó a disparar el flash de la cámara. El tema era que al otro día la foto no salió, así que los tuvimos de nuevo en la redacción. Ahí sí les sacamos la foto a los quince que fueron y se apaciguaron los ánimos”. Este episodio tuvo final feliz, pero diferente fue el que culminó en la desaparición de Chiche Illa.
“Él hacía el suplemento cultural del diario y días antes de su aprehensión publicaron en página principal una nota con la foto del Che Guevara, y eso fue determinante a pesar de que todavía no se había producido el golpe de Estado. Recuerdo que salimos caminando del diario cerca de las 23, me dijo que había notado un auto que pasó en ese momento y lo había visto antes como siguiendo sus pasos. Nos despedimos en una esquina y al otro día a la mañana su madre fue a la redacción porque se lo habían llevado los militares y nunca más lo vimos”, recordó con dolor.
Luego tuvo su paso por El Atuel y El sureño, diario Mendoza, revistas varias, la radio LV4 y desde hace varios años trabaja en diario San Rafael. También muchos lo conocen por haber escrito Historias para contar, una serie de relatos sobre eventos, lugares y personajes locales.
Barroso define al periodismo como una profesión “hermosa; creo que todos los que la abrazamos es porque tenemos vocación. Es un trabajo como cualquier otro, pero es grato conocer, informarse, investigar. Aunque a veces puede ser ingrata cuando nos ha tocado sufrir algunos remezones y roces del trabajo, pero son más las satisfacciones que las ingratitudes”.
Y una de esas satisfacciones es que dos de sus cuatro hijos hayan seguido sus pasos. “Es muy gratificante para mí que ellos se hayan inclinado por el periodismo. En ellos veo, como en muchos de los periodistas de la nueva generación, la esencia del periodismo por saber e investigar”.Colega muy querido. “El Osvaldo”, como lo conoce la mayoría de la gente. 

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