miércoles, 17 de abril de 2013

medios


MEDIOS Y COMUNICACION

Medios públicos y procesos de cambio

Hugo Muleiro se involucra en el debate sobre los medios públicos, acerca de su función en la sociedad y en torno del papel que deben cumplir atendiendo también a las condiciones políticas de cada momento.

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http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Hugo Muleiro *

El debate sobre los medios de comunicación públicos rara vez recibe participaciones valiosas, sobre todo si vienen por el andarivel de la disputa política capturada por los medios privados hegemónicos. Lo más común es la cantinela según la cual “los pagamos todos”. A partir de esa muletilla emergen descalificaciones a los contenidos que aquellos medios emiten, en especial cuando intentan enfrentar los discursos predominantes en lo político, económico, social y cultural. Esta ecuación ignora con toda malicia la verdad enunciada por Alejandro Dolina, quien con claridad notable explicó cómo, en nuestra condición de consumidores –voluntarios o involuntarios– de productos y servicios, terminamos por financiar a cada uno de los medios y comunicadores, por muy indeseables que nos resulten.

Sin embargo, esto no niega la necesidad de un debate que será enriquecedor en tanto sus participantes no sean rehenes de la lógica de los propietarios de los medios privados. Riqueza como la que Emanuel Respighi aportó en Página/12 del 31-3-2013, cuando reunió ideas y opiniones de académicos e investigadores de Argentina, Chile, Colombia y España.

La radicación de la disputa por el poder político en la comunicación reclama enfoques renovados. La experiencia de los gobiernos latinoamericanos actuales muestra que hasta su supervivencia puede depender de cómo se administre la información y ya tenemos visto que, en una campaña electoral, consigue más consideración de los estrategas un buen desempeño en el set televisivo que el esfuerzo de una estructura partidaria para colmar plazas y calles con miles de personas.

Sin precalificar intenciones, se observa que los medios públicos de comunicación son objeto de estándares de exigencia incluidos en una matriz ideológica identificable, de la que emanan varios prejuicios: a) la palabra administrada y emitida por actores no estatales es menos partidaria; b) aun cuando todos los actores hagan un uso partidario, se discute más en el caso de los medios públicos; c) si se habla de responsabilidad social de los medios, primero están los públicos; c) los medios públicos deben ser educativos, formativos, pluralistas, multiculturales e incluir a las minorías, en tanto es simplemente común que los privados se rijan sólo por el objetivo de capturar las audiencias.

Si, como presumimos, buena parte del enfrentamiento entre dos o más proyectos para un país se tramita a través de la comunicación, es legítimo preguntarse por los derechos que deban tener en los medios públicos las mayorías que eligen a un gobierno, más tomando en cuenta que la oposición, prácticamente en todos sus matices, tiene en los medios privados hegemónicos una supremacía abrumadora, si no es directamente conducida por ellos. En esta línea, el análisis sobre la inclinación oficialista de espacios de los medios públicos merece un esfuerzo mayor que el reclamo tradicional sobre pluralismo.

Específicamente sobre radio y televisión, además de aquella verdad doliniana sobre cuál es el origen del financiamiento de los medios, sean privados o públicos, parece no estar siempre a la vista que los emisores no estatales también explotan una propiedad común, el espectro radioeléctrico, que es además un espacio finito y por ello debe ser administrado y regulado por los Estados, como lo establecen acuerdos internacionales y sostiene la Unesco.

En suma, la discusión sobre cómo deben ser los medios públicos no puede prescindir ni un ápice de la interacción (¿confrontación?) con los privados, ni olvidar por un segundo las circunstancias que surgen del contexto político general: cuando un gobierno –y la mayoría a la que expresa– tiene cerradas las vías de comunicación con la sociedad en gran parte de los medios privados que detentan, además, la posición dominante, ¿no debe y no tiene que recurrir a las otras vías disponibles, incluso para cumplir el mandato que recibió de la población? Es en este punto que se crea una tensión –que corresponde atender– con la exigencia de pluralismo, equidistancia y neutralidad planteada a los medios públicos.

Parece políticamente incorrecto aceptar que pueda haber razonabilidad en la inclinación oficialista de estos medios, cuando está desaconsejada por completo por la academia, los códigos de ética y manuales de estilo. Sin embargo, la ecuación se vuelve mucho más sinuosa cuando, en varios de nuestros países, el conjunto de los medios privados constituye la fuerza principal de bloqueo a los procesos de cambio avalados por sucesivas elecciones democráticas.

* Periodista y escritor, secretario de Comunicadores de la Argentina (Comuna).

MEDIOS Y COMUNICACION

Paulo Freire en tiempos de TIC

Mario Morant y Gerardo Alzamora reflexionan sobre la actualidad del pensamiento de Paulo Freire a propósito del Seminario Latinoamericano “Educación Popular e Integración Regional: Vigencia y Perspectiva del Pensamiento de Paulo Freire” que se llevará a cabo en Sadop el 24 y 25 de abril.

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http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Mario Morant * y Gerardo Alzamora **

La metodología de Paulo Freire resultó inédita: la enseñanza partía de la propia situación de marginalidad y opresión de los educandos, suponiendo –acertadamente– que si se tomaba conciencia de la situación de explotación que vivían, se alfabetizarían más rápidamente y, sobre todo, eso les ayudaría a enfrentar la opresión de manera más efectiva. Una metodología de enseñanza útil para la alfabetización, y una pedagogía que, como tal, comprendería también una filosofía sobre el ser humano y la sociedad.

Freire fue desarrollando la idea de que el oprimido debía dejar de serlo sin volverse opresor, aunque sí debía recuperar su palabra y dejar de lado la palabra ajena, a la que lo condenaba una enseñanza tradicional vertical de arriba hacia abajo, que suponía que el maestro era el único que sabía y su saber debía ser transmitido o trasplantado al alumno. Llamó a esa enseñanza tradicional “bancaria”, y generó la idea de una enseñanza horizontal, en la que maestro y alumno emprenden la búsqueda de los conocimientos desde los que ya poseen, en forma dialógica, es decir, a través de un diálogo donde se crucen las experiencias de vida de ambos.

En el inicio del siglo XXI no sólo nos encontramos con las dificultades que nos presenta la relación Educación y Comunicación y Escuela-Medios Masivos. También aparece una situación inédita en cuanto al caudal de información que alumnos y maestros conllevan, con la amenaza de una posible renovación de la verticalidad en el proceso de enseñanza, esta vez de abajo hacia arriba, donde las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) transgreden tanto lo metodológico como la “adquisición” de conocimientos.

Sin embargo, tenemos claro que ese torrente informativo carece de una brújula que apunte hacia el crecimiento sensorial-cognitivo de los chicos. Entonces, se vuelve fundamental comprender el espacio mediático y el manejo simbólico que implica, ya no como un obstáculo o antagonista en la labor educacional, sino para fomentar el espíritu crítico de los alumnos. Crítico en cuanto a los contenidos. Crítico en cuanto a las ideas y conocimientos. Crítico en cuanto a la masificación, el consumo y el mercado. Una renovación de la pedagogía de Freire, a la que se la definió como “crítica” porque establecía el hecho de no aceptar mansamente las enseñanzas supuestas, sino analizarlas y diseccionarlas hasta encontrar el verdadero sentido y el fin al que estaban destinadas. Para Freire era esencial al método, que la praxis acompañe a la reflexión. La una sin la otra hace que pierdan sentido las dos. Se trata de construir un mundo, no sólo de pensarlo o actuarlo con espontaneísmo y sin reflexión. En tiempos de hipertextos, Internet y redes sociales, las ideas de Freire continúan vigentes.

En ese sentido, desde el Conacai –Consejo del que Sadop participa como miembro– se establecieron los Criterios de Calidad para Servicios de Comunicación Audiovisual destinados a la Niñez y Adolescencia. Estos apuntan a conocer qué se entiende por “calidad audiovisual” y cuáles son aquellos derechos que deben ser respetados y potenciados por los medios para el desarrollo cultural de los más jóvenes. Con la escuela tratando de lidiar –en desigualdad de condiciones– con la televisión e Internet, entre otros dispositivos mediáticos, resulta vital hacernos cargo de sus influencias en el aprendizaje y en la sociedad. Tenemos que participar y confrontar con un modelo de dependencia cultural, e influir en nuestra sociedad y comunidad educativa, en dirección a construir espacios alternativos de comunicación, canales de distribución y mensajes que nos expresen con identidad propia, en una sociedad más justa. Así, la Pedagogía de la Esperanza de Freire es, más que en el sentido de la espera, en el sentido del Proyecto, y sirve para que los Pueblos Oprimidos generen críticamente una respuesta liberadora y constructora de otra sociedad sin opresores ni oprimidos.

* Secretario de Relaciones Internacionales de Sadop.

** Secretario de Comunicación y Prensa de Sadop.

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