COLUMNISTAS
28.07.2013 |
Por Alejandro Pereyra
¿Cómo estamos en materia de servicios de telecomunicaciones y radiodifusión?
En materia de telecomunicaciones y radiodifusión, Argentina viene en franco retroceso en cuanto a los marcos regulatorios. El problema es el empeño de nuestra dirigencia, en desconocer la convergencia tecnológica en la materia, y con ello el pilar básico para comenzar a tener una política que fomente la actividad y mejore la vida de los usuarios y consumidores.
Nuestro país viene en franco retroceso en cuanto a los marcos regulatorios que colaboren y dejen un mejor fluir de las posibilidades de avances en los servicios que recibe nuestra población, en el vertiginoso avance tecnológico en materia de telecomunicaciones y radiodifusión.
Y esto no es solo por lo obsoleto del marco general de telecomunicaciones o lo aparentemente nuevo y realmente antigua de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, sino también por estar empeñada nuestra dirigencia, en desconocer la convergencia tecnológica en la materia, y con ello el pilar básico para comenzar a tener una política que fomente la actividad y mejore la vida de los usuarios y consumidores.
A lo dicho, se le agrega - y no se nos debería escapar -, la impúdica persecución que realizan las autoridades públicas, sobre empresas y particulares, para ocultar su propia incapacidad, por la voracidad de sus apetencias personales, o por la demostración cabal de su mezquindad y favoritismo para sus amigos circunstanciales.
En cada acto que lleva las características antes detalladas, se lo hace en nombre del “bien de la Patria y del Pueblo”, pero ocultan la desviación del ejercicio regular de sus misiones, lo que seguramente será materia de análisis periodístico en el presente, pero judicial en el futuro, como lo vemos con otros funcionarios de otras Administraciones caídas en el darwinismo propio de la vida pública.
Pero sin olvidar lo dicho, es oportuno recorrer la vida cotidiana para poder observar en los casos concretos que demuestran día tras día, la caída en la subdesarrollo tecnológico en el que nos vemos sumergidos, por dichos marcos normativos, sumado a la ignorancia y soberbia de los que los aplican.
Si nos detenemos a observar en la vida diaria, veremos que los ejemplos se multiplican.
Así podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que la tecnología camina por un andarivel, los servicios se brindan cada vez peor, las autoridades públicas con cada modificación normativa se auto inculpan por su propia incompetencia y su ineficiencia e ineficacia, y lo que es peor, como nos va pasando en la vida cotidiana, nuestra posibilidades de tener mejores servicios, a menores costos en lugar de más caros y en peores condiciones.
Este coctel explosivo, puede referenciarse con la presente secuencia.
En la mañana temprano, en el despertar hogareño, resulta común que muchas familias inicien la actividad diaria, con la sonido de la radio, que podrá ser cualesquiera de las que obran en el dial, sea en amplitud modulada o en frecuencia modulada.
Si tal vez uno se fija correctamente en el dial, la posibilidad de recepcionar correctamente la señal de la estación elegida, resulta casi imposible según el lugar de la casa o departamento donde se ubique el receptor, sin contar que en el caso que sea una estación de radiodifusión por amplitud modulada, la situación se complicará si se pretenden seguir escuchándola en el camino de la casa al trabajo durante el viaje en el vehículo particular o con el receptor a cuesta conectado a través de un moderno audífono.
En efecto, en el camino a la actividad diaria, resulte imposible escucharla en condiciones normales – salvo en las boca calles, o alrededor de las plazas o de los espacios abiertos -, en el resto del trayecto solo se escuchan crujidos e interferencia o en el peor de los casos superposición con otras frecuencias.
Esto se debe, no a la altura media de antena, o la potencia efectiva irradiada, o a las situaciones de interferencias intencionales de terroristas anti gubernamentales o pro corporativos, sino antes bien, a la imposibilidad del ordenamiento del espectro radioeléctrico, más allá de la ley de medios – vamos treinta de Democracia y casi cuatro con la ley de medios que derogó la ley de radiodifusión de la dictadura -.
Lo que es más loco aún, que tanto la negación de la tecnología y la actitud de quienes ejercen la autoridad pública en la materia, tienen la capacidad de conjugar la ignorancia y la soberbia, para agudizar dicha situaciones. La excusa, para ello es la falaz situación de incomunicación actual en dicho rubro, por el impedimento de la aplicación de la Ley de Medios del fallo de la Corte en el caso del Grupo Clarín.
La excusa irresponsable, de endilgarle la culpa a un fallo de la “Corpo”, no los exime de la caótica situación general existente.
Porque no prueban con intentar factores de ordenamiento focalizado en las áreas de mayor concentración poblacional, y con ello disminuir el ruido radioeléctrico, y de paso ver si pueden hacer realidad el 33 por ciento de los que no tienen fines de lucro, ya que todos las reuniones de Directorio del AFSCA, se cansan de sacar autorizaciones del 33 por ciento estatal, pero ni una palabra sobre el resto.
No sería correcto que se asuma, que existen más de seiscientas estaciones de amplitud modulada –solo en área metropolitana AMBA- sin posibilidad de definición de su situación de regularidad, conviviendo con estaciones de radiodifusión autorizadas, con licenciatarias, con permisos precarios provisorios – que tienen más de dos décadas de precariedad y provisoriedad -¿?.
Esto lo soluciona la Ley de Medios de Comunicación y sus Reglamentos, NO, esto lo debería solucionar la Autoridad de Aplicación de la Ley de Medios de Comunicación, SI.
Para ello, necesita la resolución de los artículos 41, 45, 48, 161 y c.c. cuestionados en la Corte Suprema de Justicia de la Nación por la Causa del Grupo Clarín, NO.
La voluntad de las Autoridades Públicas de modificar y dar respuesta al caos que hay en el espectro radioeléctrico, no depende del fallo que el gobierno espera como Penélope en el banco del andén, al decir de Joan Manuel Serrat.
Como se podría empezar a ordenarlo para que se escuchen la mayor cantidad de voces, en términos de la Ley de Medios y sus principios¿?.
Por lo pronto, no generando más confusión de la que ya existe, asumiendo un proceso de norma técnica de servicios que reconozca la tecnología de antenas direccionales, de potencia efectiva irradiada, de localizaciones y apantallamiento de frecuencias, pero sobre todo las cosas, con los libros de geografía modernos, que les permitan separa a los señores en Buenos Aires, que la localización entre Córdoba y el Valle, está dividido por una frontera de montaña que sirve como limitante natural para la mayor cantidad de frecuencias, que la llanura pampeana.
Lo demás conocimientos ya son lujos a esta altura!
Esto no resulta diferente en cuanto a la radiodifusión sonora por modulación de frecuencia – intente, sintonizar una frecuencia en su auto y muévase de norte a sur o de oeste a este, sin que se pierda la señal o que se interfiera fuera del radio central de localización de la estación -, y ni que hablar si se le ocurre desconectar la interface de su televisor al servicio de cable, satélite o de digitalización estatal, solo verá rayas grises que le bailarán al ritmo de la perdida de toda paciencia humana razonable.
Ahora bien, si volvemos a interconectar el televisor a la interface del cable, satélite o digitalización estatal que di como ejemplo en el párrafo anterior, podrá observar el consumidor, que nuevamente se recibirán las imagines de la televisión abierta, con más las señales que su operador le brinda.
Esto que hoy está llegando a los mismos niveles de retraso tecnológico que el “Plan Megatel” de fines de la década de los 80, no es más ni menos, que la consecuencia directa e inmediata, de desconocer que tecnología, economía de mercado y marcos regulatorios, tienen incidencia unos con otros, y que ellos llevan a resultados concretos que inciden en la vida de los usuarios/consumidores.
Los servicios hoy convergentes de imágenes, sonido, o ambos, que en la prehistoria de la tecnología estaban separados entre teléfonos y televisión, hoy resultan ser uno solo, y las normas en clave vieja o nuevas, lo prevén y lo hacen mejor o peor, pero el actuar de los administradores gubernamentales solo se empeñan de hacerlo en clave vieja y peor.
Hoy nuestros jóvenes y niños nacen, crecen y se desarrollan, con la tecnología a su alcance, viven en la era de los celulares, no conviven más con el tocadiscos Winco, ni con el casette y otros productos de la paleontología tecnológica, se manejan con teléfonos inteligentes que bajan imágenes y sonidos, con Tablet, notebook, televisores que aceptan interfaces de internet, con computadores de escritorios que permiten hacer todo lo que antes se necesitaban varios aparatos a la vez.
La información en servicios convergentes se obtiene en minutos, las distancias se acortan, las videoconferencias no solo deberían ser presidenciales en escenarios prefabricados como saga de estreno de la Metro y el león rugiendo.
Ni que hablar de los avances en medicina, seguridad, etc. que se puede lograr con políticas serias que definan la infraestructura pública y privada para lograr el mejor servicio de la convergencia tecnológica.
Con ello se evitaría estar hoy discutiendo seriamente si la seguridad distrital, en lugar de poner cámaras solo estatales – que casualmente en algunos Municipios parecen que son tomadas como la inauguración de la Torre Eiffel, demostrando el atraso de nuestra dirigencia -, hoy posibilitaría el cuidado de hijos a distancia, la comunicación permanente con solo abrir una pantalla o prender un celular.
Sin embargo, hoy tenemos que las comunicaciones móviles deben ser hechas más de una vez para lograr que nos conectemos con el usuario destinatario de nuestro llamado.
Nuestras autoridades se empeñan – y hasta aquí con éxito – en que volvamos a discar en lugar de marcar, pero ello se debe no lo solo a la ineficiente prestación del servicio, con un parque de antenas que se someten a la extorsión de marcos regulatorios de municipios o de reclamos muy poco ecologistas, que dependen más de la cercanía o lejanía del Poder Administrador, Local, Provincial o Nacional, que de la seriedad, sino también a la tozudez y miopía de nuestra dirigencia en general, con honrosas excepciones.
La Telefonía móvil, funciona con aparatos receptores – que gracias a la tecnología no son los zapatos del Agente 86, sino Smartphone, que brindan más prestaciones que los viejos teléfonos del inicio de Movicom -, para ello necesitan más ancho de banda, la que lleva años sin ser ocupadas por las propia miseria de las autoridades nacionales en materia de obras y servicios públicos en especial en telecomunicaciones.
Una Telefonía fija en franca retirada en gran parte del mundo, pero con la particularidad en nuestro país, que sus precios nacionales e internacionales no reflejan los avances de tráfico, y con ello, sigue sin existir la tarifa plana, más allá de la categorización de servicio público.
La utilización mágica de la categorización de la definición de “servicio público” como forma infalible de la soluciones de todos los problemas en los servicios de telefonía móvil y de internet de baja intensidad.
Con una prestación del servicio de valor agregado de telecomunicaciones – alias “Internet” -, donde las prestadores incumbentes de telefonía – es un poco mucho decir prestadoras incumbentes, ya que Telecom y Telefónica se refunden en esta última empresa solamente en nuestro país -, se niegan a la inversión en la última milla porque le impiden hacer radiodifusión, debaten sobre contenidos y tráfico vs. ancho de banda e infraestructura, echándole la culpa al muchacho que desde Corea impuso la música y un paso de baile en YouTube, que les cogestiona su autopista informatica.
A esta altura, vale una apostilla sobre el párrafo anterior “de paso”, sería bueno que el AFSCA asuma su rol policiaco que le encanta hacer con varios grupos de medios, pero esta vez que lo haga con la empresa española y de servicio público que resulta ser titular en los términos de los artículos 26, 27 y c.c de la Ley de Medidos en el caso de la cadena Telefe, o que defina si la televisión IP no le corresponde licencia de servicio de comunicación audiovisual por carecer de marco regulatorio en la Ley de Medios.
O si prefiere el rol de vigilante, que lo haga con las prestadores del servicio con ventajas exclusivas sobre el triple servicio como Telecentro, que si bien tienen el modelo de negocios exacto de la ley de medidos, es solo para ella, e igual no genera la inversión para un salto cualitativo y cuantitativo.
Digo ello, ya que el rol de atento y vigilante lo viene haciendo bastante mal en cuanto a la luz de los resultados “7 D” y demás procesos de adecuación a gusto de cercanías y lejanías del poder K.
Con la acción de los artículos 41, 45, 48, 161 y demás pendiente de una decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que disparate es mantener en estado vegetativo, el troncal de fibra que intercomunica un anillo de 8000 Km, y esto solo a la espera del capricho de funcionarios que solo comenten mala praxis, o lo que es peor, como se mantiene el enigma de los servicios convergentes en materia de telecomunicaciones y radiodifusión.
Esas energías mal gastas, nos impiden tener desde hace años, tarifas planas en telefonía básica, móvil y en valor agregado, y ni que hablar con ello poder ejercer los marcos necesarios para libre competencia entre las plataformas de troncales de radiodifusión y de telecomunicaciones con sistemas convergentes entre ambos.
Cuando más antiguo es – como lo hacen en los proyectos de los entes reguladores de radiodifusión – seguir insistiendo sobre si en la grilla se ponen primero los canales locales y de los amigos, y luego el resto, en lugar de discutir los anchos de banda para la inclusión de la mayor cantidad de servicios y señales.
El país ya perdió la condición de avanzada en la región en materia de servicios convergentes que supo tener años atrás, pero cerrar la brecha y mantener lo actual, solo perjudicará los servicios y lo que es peor, nos perjudica a todos y a todas, al decir de la locutora oficial en uso de la Cadena Oficial que es uno de los pocos artículos de la Ley de Medios, que le encanta cumplir y hacer cumplir.
Y esto no es solo por lo obsoleto del marco general de telecomunicaciones o lo aparentemente nuevo y realmente antigua de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, sino también por estar empeñada nuestra dirigencia, en desconocer la convergencia tecnológica en la materia, y con ello el pilar básico para comenzar a tener una política que fomente la actividad y mejore la vida de los usuarios y consumidores.
A lo dicho, se le agrega - y no se nos debería escapar -, la impúdica persecución que realizan las autoridades públicas, sobre empresas y particulares, para ocultar su propia incapacidad, por la voracidad de sus apetencias personales, o por la demostración cabal de su mezquindad y favoritismo para sus amigos circunstanciales.
En cada acto que lleva las características antes detalladas, se lo hace en nombre del “bien de la Patria y del Pueblo”, pero ocultan la desviación del ejercicio regular de sus misiones, lo que seguramente será materia de análisis periodístico en el presente, pero judicial en el futuro, como lo vemos con otros funcionarios de otras Administraciones caídas en el darwinismo propio de la vida pública.
Pero sin olvidar lo dicho, es oportuno recorrer la vida cotidiana para poder observar en los casos concretos que demuestran día tras día, la caída en la subdesarrollo tecnológico en el que nos vemos sumergidos, por dichos marcos normativos, sumado a la ignorancia y soberbia de los que los aplican.
Si nos detenemos a observar en la vida diaria, veremos que los ejemplos se multiplican.
Así podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que la tecnología camina por un andarivel, los servicios se brindan cada vez peor, las autoridades públicas con cada modificación normativa se auto inculpan por su propia incompetencia y su ineficiencia e ineficacia, y lo que es peor, como nos va pasando en la vida cotidiana, nuestra posibilidades de tener mejores servicios, a menores costos en lugar de más caros y en peores condiciones.
Este coctel explosivo, puede referenciarse con la presente secuencia.
En la mañana temprano, en el despertar hogareño, resulta común que muchas familias inicien la actividad diaria, con la sonido de la radio, que podrá ser cualesquiera de las que obran en el dial, sea en amplitud modulada o en frecuencia modulada.
Si tal vez uno se fija correctamente en el dial, la posibilidad de recepcionar correctamente la señal de la estación elegida, resulta casi imposible según el lugar de la casa o departamento donde se ubique el receptor, sin contar que en el caso que sea una estación de radiodifusión por amplitud modulada, la situación se complicará si se pretenden seguir escuchándola en el camino de la casa al trabajo durante el viaje en el vehículo particular o con el receptor a cuesta conectado a través de un moderno audífono.
En efecto, en el camino a la actividad diaria, resulte imposible escucharla en condiciones normales – salvo en las boca calles, o alrededor de las plazas o de los espacios abiertos -, en el resto del trayecto solo se escuchan crujidos e interferencia o en el peor de los casos superposición con otras frecuencias.
Esto se debe, no a la altura media de antena, o la potencia efectiva irradiada, o a las situaciones de interferencias intencionales de terroristas anti gubernamentales o pro corporativos, sino antes bien, a la imposibilidad del ordenamiento del espectro radioeléctrico, más allá de la ley de medios – vamos treinta de Democracia y casi cuatro con la ley de medios que derogó la ley de radiodifusión de la dictadura -.
Lo que es más loco aún, que tanto la negación de la tecnología y la actitud de quienes ejercen la autoridad pública en la materia, tienen la capacidad de conjugar la ignorancia y la soberbia, para agudizar dicha situaciones. La excusa, para ello es la falaz situación de incomunicación actual en dicho rubro, por el impedimento de la aplicación de la Ley de Medios del fallo de la Corte en el caso del Grupo Clarín.
La excusa irresponsable, de endilgarle la culpa a un fallo de la “Corpo”, no los exime de la caótica situación general existente.
Porque no prueban con intentar factores de ordenamiento focalizado en las áreas de mayor concentración poblacional, y con ello disminuir el ruido radioeléctrico, y de paso ver si pueden hacer realidad el 33 por ciento de los que no tienen fines de lucro, ya que todos las reuniones de Directorio del AFSCA, se cansan de sacar autorizaciones del 33 por ciento estatal, pero ni una palabra sobre el resto.
No sería correcto que se asuma, que existen más de seiscientas estaciones de amplitud modulada –solo en área metropolitana AMBA- sin posibilidad de definición de su situación de regularidad, conviviendo con estaciones de radiodifusión autorizadas, con licenciatarias, con permisos precarios provisorios – que tienen más de dos décadas de precariedad y provisoriedad -¿?.
Esto lo soluciona la Ley de Medios de Comunicación y sus Reglamentos, NO, esto lo debería solucionar la Autoridad de Aplicación de la Ley de Medios de Comunicación, SI.
Para ello, necesita la resolución de los artículos 41, 45, 48, 161 y c.c. cuestionados en la Corte Suprema de Justicia de la Nación por la Causa del Grupo Clarín, NO.
La voluntad de las Autoridades Públicas de modificar y dar respuesta al caos que hay en el espectro radioeléctrico, no depende del fallo que el gobierno espera como Penélope en el banco del andén, al decir de Joan Manuel Serrat.
Como se podría empezar a ordenarlo para que se escuchen la mayor cantidad de voces, en términos de la Ley de Medios y sus principios¿?.
Por lo pronto, no generando más confusión de la que ya existe, asumiendo un proceso de norma técnica de servicios que reconozca la tecnología de antenas direccionales, de potencia efectiva irradiada, de localizaciones y apantallamiento de frecuencias, pero sobre todo las cosas, con los libros de geografía modernos, que les permitan separa a los señores en Buenos Aires, que la localización entre Córdoba y el Valle, está dividido por una frontera de montaña que sirve como limitante natural para la mayor cantidad de frecuencias, que la llanura pampeana.
Lo demás conocimientos ya son lujos a esta altura!
Esto no resulta diferente en cuanto a la radiodifusión sonora por modulación de frecuencia – intente, sintonizar una frecuencia en su auto y muévase de norte a sur o de oeste a este, sin que se pierda la señal o que se interfiera fuera del radio central de localización de la estación -, y ni que hablar si se le ocurre desconectar la interface de su televisor al servicio de cable, satélite o de digitalización estatal, solo verá rayas grises que le bailarán al ritmo de la perdida de toda paciencia humana razonable.
Ahora bien, si volvemos a interconectar el televisor a la interface del cable, satélite o digitalización estatal que di como ejemplo en el párrafo anterior, podrá observar el consumidor, que nuevamente se recibirán las imagines de la televisión abierta, con más las señales que su operador le brinda.
Esto que hoy está llegando a los mismos niveles de retraso tecnológico que el “Plan Megatel” de fines de la década de los 80, no es más ni menos, que la consecuencia directa e inmediata, de desconocer que tecnología, economía de mercado y marcos regulatorios, tienen incidencia unos con otros, y que ellos llevan a resultados concretos que inciden en la vida de los usuarios/consumidores.
Los servicios hoy convergentes de imágenes, sonido, o ambos, que en la prehistoria de la tecnología estaban separados entre teléfonos y televisión, hoy resultan ser uno solo, y las normas en clave vieja o nuevas, lo prevén y lo hacen mejor o peor, pero el actuar de los administradores gubernamentales solo se empeñan de hacerlo en clave vieja y peor.
Hoy nuestros jóvenes y niños nacen, crecen y se desarrollan, con la tecnología a su alcance, viven en la era de los celulares, no conviven más con el tocadiscos Winco, ni con el casette y otros productos de la paleontología tecnológica, se manejan con teléfonos inteligentes que bajan imágenes y sonidos, con Tablet, notebook, televisores que aceptan interfaces de internet, con computadores de escritorios que permiten hacer todo lo que antes se necesitaban varios aparatos a la vez.
La información en servicios convergentes se obtiene en minutos, las distancias se acortan, las videoconferencias no solo deberían ser presidenciales en escenarios prefabricados como saga de estreno de la Metro y el león rugiendo.
Ni que hablar de los avances en medicina, seguridad, etc. que se puede lograr con políticas serias que definan la infraestructura pública y privada para lograr el mejor servicio de la convergencia tecnológica.
Con ello se evitaría estar hoy discutiendo seriamente si la seguridad distrital, en lugar de poner cámaras solo estatales – que casualmente en algunos Municipios parecen que son tomadas como la inauguración de la Torre Eiffel, demostrando el atraso de nuestra dirigencia -, hoy posibilitaría el cuidado de hijos a distancia, la comunicación permanente con solo abrir una pantalla o prender un celular.
Sin embargo, hoy tenemos que las comunicaciones móviles deben ser hechas más de una vez para lograr que nos conectemos con el usuario destinatario de nuestro llamado.
Nuestras autoridades se empeñan – y hasta aquí con éxito – en que volvamos a discar en lugar de marcar, pero ello se debe no lo solo a la ineficiente prestación del servicio, con un parque de antenas que se someten a la extorsión de marcos regulatorios de municipios o de reclamos muy poco ecologistas, que dependen más de la cercanía o lejanía del Poder Administrador, Local, Provincial o Nacional, que de la seriedad, sino también a la tozudez y miopía de nuestra dirigencia en general, con honrosas excepciones.
La Telefonía móvil, funciona con aparatos receptores – que gracias a la tecnología no son los zapatos del Agente 86, sino Smartphone, que brindan más prestaciones que los viejos teléfonos del inicio de Movicom -, para ello necesitan más ancho de banda, la que lleva años sin ser ocupadas por las propia miseria de las autoridades nacionales en materia de obras y servicios públicos en especial en telecomunicaciones.
Una Telefonía fija en franca retirada en gran parte del mundo, pero con la particularidad en nuestro país, que sus precios nacionales e internacionales no reflejan los avances de tráfico, y con ello, sigue sin existir la tarifa plana, más allá de la categorización de servicio público.
La utilización mágica de la categorización de la definición de “servicio público” como forma infalible de la soluciones de todos los problemas en los servicios de telefonía móvil y de internet de baja intensidad.
Con una prestación del servicio de valor agregado de telecomunicaciones – alias “Internet” -, donde las prestadores incumbentes de telefonía – es un poco mucho decir prestadoras incumbentes, ya que Telecom y Telefónica se refunden en esta última empresa solamente en nuestro país -, se niegan a la inversión en la última milla porque le impiden hacer radiodifusión, debaten sobre contenidos y tráfico vs. ancho de banda e infraestructura, echándole la culpa al muchacho que desde Corea impuso la música y un paso de baile en YouTube, que les cogestiona su autopista informatica.
A esta altura, vale una apostilla sobre el párrafo anterior “de paso”, sería bueno que el AFSCA asuma su rol policiaco que le encanta hacer con varios grupos de medios, pero esta vez que lo haga con la empresa española y de servicio público que resulta ser titular en los términos de los artículos 26, 27 y c.c de la Ley de Medidos en el caso de la cadena Telefe, o que defina si la televisión IP no le corresponde licencia de servicio de comunicación audiovisual por carecer de marco regulatorio en la Ley de Medios.
O si prefiere el rol de vigilante, que lo haga con las prestadores del servicio con ventajas exclusivas sobre el triple servicio como Telecentro, que si bien tienen el modelo de negocios exacto de la ley de medidos, es solo para ella, e igual no genera la inversión para un salto cualitativo y cuantitativo.
Digo ello, ya que el rol de atento y vigilante lo viene haciendo bastante mal en cuanto a la luz de los resultados “7 D” y demás procesos de adecuación a gusto de cercanías y lejanías del poder K.
Con la acción de los artículos 41, 45, 48, 161 y demás pendiente de una decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que disparate es mantener en estado vegetativo, el troncal de fibra que intercomunica un anillo de 8000 Km, y esto solo a la espera del capricho de funcionarios que solo comenten mala praxis, o lo que es peor, como se mantiene el enigma de los servicios convergentes en materia de telecomunicaciones y radiodifusión.
Esas energías mal gastas, nos impiden tener desde hace años, tarifas planas en telefonía básica, móvil y en valor agregado, y ni que hablar con ello poder ejercer los marcos necesarios para libre competencia entre las plataformas de troncales de radiodifusión y de telecomunicaciones con sistemas convergentes entre ambos.
Cuando más antiguo es – como lo hacen en los proyectos de los entes reguladores de radiodifusión – seguir insistiendo sobre si en la grilla se ponen primero los canales locales y de los amigos, y luego el resto, en lugar de discutir los anchos de banda para la inclusión de la mayor cantidad de servicios y señales.
El país ya perdió la condición de avanzada en la región en materia de servicios convergentes que supo tener años atrás, pero cerrar la brecha y mantener lo actual, solo perjudicará los servicios y lo que es peor, nos perjudica a todos y a todas, al decir de la locutora oficial en uso de la Cadena Oficial que es uno de los pocos artículos de la Ley de Medios, que le encanta cumplir y hacer cumplir.
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