lunes, 31 de octubre de 2011

Los retos de América latina ante el crecimiento demográfico

La temática forma parte de un debate previsto para esta semana en la sede de la ONU luego de que se confirmara el nacimiento del habitante número 7000 millones


Por Alejandra Martins
BBC Mundo
La población del planeta alcanzó oficialmente los siete mil millones hoy con el nacimiento de Danica, una beba filipina, y el crecimiento demográfico será debatido pasado mañana en la sede de Naciones Unidas, en Nueva York. Estiman que la cifra llegará a 9000 millones en el año 2043.
De acuerdo a la ONU, la producción de alimentos deberá aumentar para 2050 en un 70% y uno de los grandes interrogantes es cómo será posible alimentar a la población mundial intentando al mismo tiempo mantener el equilibrio del planeta.
El cambio climático podría afectar además el rendimiento agrícola y tener un impacto negativo en la producción de alimentos.
La ONU publicará a fines de octubre su nuevo Estado de la Población Mundial, pero BBC Mundo habló con José Miguel Guzmán, jefe de población y desarrollo del Fondo de Población Mundial de la ONU, sobré algunas de las cifras más llamativas que ya se conocen y su significado.
Vea cuáles serán algunos de los grandes desafíos a nivel mundial y en especial para América Latina.

Producción de alimentos

"El aumento del 70% en la producción de alimentos para 2011 tiene que ver con un componente de población, pero el mayor componente tiene que ver con el cambio en los patrones de consumo", dijo Guzmán a BBC Mundo.
Es razonable esperar que el crecimiento económico en Asia e incluso en América Latina va a significar un aumento en el nivel de vida y por tanto en el consumo, dijo el experto de la ONU.
"Uno de los desafíos es que podemos apoyar a las más de 200 millones de mujeres en el mundo que tienen necesidades insatisfechas en materia de planificación familiar".
"Obviamente los países menos desarrollados tienen derecho a tener un nivel de desarrollo y que sus poblaciones no estén en un nivel de pobreza y eso va a significar mayor consumo, pero esto es distinto al consumo que genera mayores gases de invernadero".
La ONU en el contexto de la conferencia de Río + 20, en 2012, está promoviendo el concepto de la economía verde, como una forma en que los países se comprometan a reducir la pobreza en el mundo, pero al mismo tiempo sin que esto genere un aumento similar en las emisiones de CO2.

Emisones de CO2

Según algunas estimaciones, las emisiones de una persona en EE.UU. hoy equivalen a las de cuatro chinos y 250 etíopes.
Pero la importancia de este dato varía cuando se piensa a largo plazo, señaló Guzmán.
"Me gustaría pensar que los etíopes no van a tener en 30 años el mismo patrón de consumo, porque sería suponer que vivirán en extrema pobreza".
Si cada persona tiene derecho a un nivel de vida y por tanto a una cuota de emisiones, el peso en las emisiones de CO2 de países con altas tasas de fecundidad será mucho mayor a largo plazo.
No tomar esto en cuenta "puede llevarnos a subestimar el efecto que el crecimiento de la población puede tener en las emisiones en el futuro".

Urbanización

Para 2045 más de dos de cada tres personas en el mundo vivirán en sitios urbanos o periurbanoos.
América Latina tiene dos grandes megalópolis con cerca de 20 millones, Sao Paulo y Ciudad de México.
"Pero veamos por ejemplo que pasará en América Central, donde entre el 2010 y 2035, en los proximos 25 años, la población urbana se va a incrementar en 40 millones de personas y va a pasar de 110 a 150 millones. Lo importante es ver cómo estamos planificando para este crecimiento poblacional".
Casi todo el crecimiento en los próximos 40 años a nivel mundial será en ciudades, pero la urbanización no es necesariamente un factor negativo para el medio ambiente, según Guzmán.
"Al concentrar la población genera economías de escala. Si se piensa en un modelo más concentrado que la ciudad completamente abierta, eso puede significar también que los servicios pueden llevarse con un menor costo".

Envejecimiento

Los desafíos que enfrenta el mundo son muy distintos. Países como Corea del Sur están preocupados para que la fecundidad quede al menos a nivel de dos hijos, pero en África hay países con fecundidad muy elevada.
"La población de A. Latina mayor de 60 años se duplicará entre 2010 y 2030 (sólo 20 años), pasando de 59 a 118 millones", dijo Guzmán a BBC Mundo.
"En la actualidad la proporción de personas de 60 y más es de 10%, pero se incrementara a 25%; es decir, una de cada cuatro personas en A. Latina en el 2050 será una persona mayor de 60 años".

Adolescentes y educación

A nivel mundial, se estima que el número de jóvenes entre 10 y 19 años es de 1.200 millones.
"América Latina tiene en estos momentos 110 millones de adolescentes entre 10 y 19 años. Pero el número irá disminuyendo fruto de la baja de la fecundidad".
El desafío, que ya se plantearon los tigres asiáticos, es invertir en capital humano para que esa población se inserte productivamente y los países puedan crecer en competitividad.

Estudiantes

De acuerdo a Guzmán, A. Latina tiene un escenario muy positivo para aumentar su inversión en capital humano, a diferencia de África, donde la población de adolescentes está en pleno crecimiento hasta el 2050 o más.
"A. Latina está viviendo un periodo de bono demográfico, tiene una población joven que no está creciendo fuertemente, una población de personas mayores que todavía no es tan grande y una poblacion de la fuerza de trabajo que es muy numerosa".
"Pero esto no dura por siempre". Lo que hicieron los tigres asiáticos fue aprovechar ese bono en su momento e invertir en capital humano, es decir, educación y salud.
De acuerdo al experto, A. Latina está en una posición más ventajosa que, por ejemplo África, donde el gran aumento de la población adolescente requiere atención a problemas básicos de provisión de educación y salud.
A. Latina podría hacer algo similar a lo que hizo por ejemplo Corea del Sur, donde la inversión en educación estuvo cercana al proceso productivo. Se invirtió, por ejemplo, en carreras de ingeniería relacionadas con la producción de electrodomésticos, un sector exportador clave para el país.
"Gracias a eso se calcula que un 30% del crecimiento del PIB se generó gracias a la inversión de capital humano como consecuencia de este bono demografico", señaló Guzmán..
EL SOCIOLOGO DENIS MERKLEN REFLEXIONA SOBRE EL NUEVO ENTRAMADO SOCIAL

“La AUH cambia la relación de las clases populares con el Estado”

Denis Merklen analiza las diferencias entre las clases populares de los ’70 y las actuales, su cambiante presencia política a lo largo de las últimas décadas y sus relaciones con el Estado. Pone en duda el mito del clientelismo y explica por qué la Asignación Universal refuerza la idea de ciudadanía en estos sectores.
 

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Por Natalia Aruguete y Bárbara Schijman
–¿Qué diferencias existen entre las clases populares de los ’70 y las de hoy?
–Hay una gran diferencia. Habría que hacer una separación entre los principios de los años ’70 y el final del gobierno de De la Rúa. Durante ese período ocurrieron cosas que les dieron otra fisonomía a las clases populares. En primer lugar, se empobrecieron considerablemente y se volvieron más vulnerables. Sus vidas cotidianas se volvieron más inestables porque las protecciones sociales se debilitaron, la pobreza aumentó y la relación con el trabajo fue mucho más precaria. En segundo lugar, como respuesta a esa precarización, se dio una inscripción territorial que les permitió replegarse a nivel del barrio. De ese modo, la dimensión barrial adquirió más importancia. Esto puede verse a partir de la importancia que fue cobrando en el espacio público la palabra “conurbano” o “barrio”, para designar a un sector de las clases populares.
–¿Qué otros aspectos las distinguen?
–La ciudadanía se afirma a partir del ’83 con una dimensión fundamental de la identidad popular. Uno puede decir que, hasta los años ’70, las clases populares estuvieron mucho más cerca de la figura del trabajador, no sólo como sujeto social sino también desde el punto de vista político; la presencia política de las clases populares en la sociedad argentina pasa mucho por el trabajo. Por eso, en ese momento, el sindicalismo tuvo un gran peso y el espacio ocupado por el peronismo estuvo muy cercano a la identidad del trabajo. El trabajador peronista representa la figura que uno imagina para pensar los años ’70. En los años ’80 y ’90, la situación cambió; no se puede pensar ya a las clases populares –o a una fracción importante, al menos– como trabajadores peronistas. Son ciudadanos, habitantes de los barrios, gente que ocupa tierras, piqueteros. Mucho de los que hacen, a través de organizaciones, lo pueden hacer porque se piensan a sí mismos como ciudadanos y porque han construido importantes redes de solidaridad, puntos de apoyo para la protesta y la movilización.
–¿Qué rasgos le imprimen los aspectos que usted menciona a la presencia política de las clases populares?
–En términos de relación con el espacio político, son derechos dados por su inscripción política más que por su inscripción social. El trabajador lucha por sus derechos, en tanto trabajador. Eso tiene una gran importancia porque contribuye al bien común con su trabajo y exige, a cambio, ciertos derechos sociales, como el derecho a la vivienda. En cambio, el ciudadano sólo “puede” apoyarse en su reclamo en tanto miembro de la Nación: “Soy un ciudadano y tengo derecho al techo”. Pero su presencia en la sociedad se debilita mucho porque no puede demostrar que contribuye al bien común. Cada vez que pide algo, pesa sobre él la sospecha de que pide asistencia. Este problema se ve hoy incluso cuando se escuchan frases como “planes Descansar” para referirse a planes Trabajar.
–¿Por qué cree que existe esa sospecha?
–El aumento del desempleo acrecienta la sospecha, sobre todo de las pequeñas clases medias y de sectores de las clases populares con trabajo, de que aquellos que piden cosas lo hacen porque son “vagos”. Políticamente cambia el modo en que el Estado se relaciona con las clases populares. El hecho de que el Estado lleve adelante políticas sociales focalizadas alrededor de proyectos hace que las clases populares deban movilizarse permanentemente para poder obtener esos recursos puntuales, que tienen una duración limitada en el tiempo y un alcance, respecto al mundo potencial, que es vencido. Hay una gran competencia dentro de las clases populares. La presencia institucional del Estado bajo una forma muy desorganizada provoca una movilización continua de las clases populares.
–¿Cree que las clases populares han internalizado esta relación con un Estado que responde a sus demandas con políticas puntuales?
–No. No diría que internalizan nada. Saben, son conscientes y no dejan de reclamar cosas. Mucho de lo que las clases populares hacen –y de lo que les hemos visto hacer en los años ’80, ’90 y 2000– tiene que ver con tratar de estabilizar su situación, conseguir puntos de apoyo, bases sólidas sobre las que pararse para poder seguir avanzando. Pero son perfectamente conscientes de que esas bases sólidas son muy difíciles de alcanzar. Un ejemplo de ello son los piqueteros, que decían: “Nosotros queremos trabajar”. Les daban planes Trabajar y se contentaban con eso, porque es lo que estaba al alcance de su capacidad de movilización y la respuesta que el Estado podía dar a semejante crisis. Entonces no es que internalizaron una nueva cultura política sino que aprendieron y conocen las coyunturas en las que se mueven. Ellos dicen: “Nosotros queremos trabajo, queremos empleo, pero, bueno, si me dan chapas para las casas del barrio, mejor pájaro en mano que cien volando”. Esto comienza a tener una inflexión en el año 2003. Las cosas no están igual que en los ’90 o que a principios de los años 2000.
–¿Cuáles son las diferencias que nota hoy?
–Se me ocurren dos factores. Primero, la recuperación económica de la Argentina y del mercado interno. Uno tiene la sensación de que se recupera el trabajo –lo que no significa que haya más empleo–, lo que debilita una de las razones que llevaron al repliegue en los barrios. Por otro lado, el Estado, a principios de los años 2000, no cambió su relación con las clases populares. Sigue haciendo más, tal vez mejor, de lo mismo: políticas puntuales, más ayuda, pero sin cambiar el modo de relación. Más recientemente, algunas medidas –ciertamente limitadas– dan la señal de un cambio de orientación, como la Asignación Universal por Hijo o la reestatización de las jubilaciones.
–¿Cómo entran las cooperativas de trabajo en su análisis?
–Las cooperativas de trabajo son exactamente lo mismo que se hacía antes. Son cosas puntuales que necesitan una movilización permanente de parte de los beneficiarios y no tienen un alcance universal. No representan un cambio de orientación: tienen un impacto redistributivo, pero no cambia el tipo de relación que el Estado tiene con las clases populares. En cambio, la Asignación Universal por Hijo cambia las cosas. La persona no tiene que movilizarse para obtenerla, sabe que la tiene hoy, mañana y pasado. Constituye un punto de apoyo que le permite destinar esa energía a otra cosa; se ingresa en una estabilidad significativamente mayor que aquella que da un subsidio puntual.
–Y está en sintonía con la idea de ciudadano que usted mencionaba...
–Efectivamente, refuerza la imagen de la ciudadanía. Esto indica un cambio en la relación del Estado, pero no significa necesariamente una vuelta atrás, porque esos derechos –la Asignación Universal por Hijo sobre todo– no son derechos del trabajador sino derechos del ciudadano. No están asociados al trabajo; se les ofrece a aquellos que no tienen empleo.
–¿En qué se diferencia el trabajo del empleo?
–En la Argentina no hay un déficit mayor de trabajo. Los cartoneros trabajan, la gente que se moviliza en los barrios alrededor de la actividad política trabaja, son actividades que permiten ganarse la vida, pero ninguna de ellas constituye un empleo.
–En el tipo de relación entre el Estado y las clases populares que describe, ¿cómo define al clientelismo?
–No hay que dar por hecho el clientelismo. Este tipo de relación del Estado y las clases populares necesita de intermediarios en el sistema político, como organizaciones sociales, partidos políticos, punteros, ONG, gente que intercede entre la persona, el individuo, la familia y los recursos que son controlados por el Estado. En el sistema político argentino, particularmente, la función de esos intermediarios es, por un lado, identificar quiénes necesitan la ayuda con mayor o menor urgencia y decidir a quién se le da y a quién no. Es un problema estructural que forma parte de las instituciones del sistema político argentino. Son relaciones entre quienes necesitan de los recursos que controla el otro y entre quienes, al mismo tiempo, tienen para dar su acción política. Poseen un capital porque son ciudadanos. Esa decisión política nunca puede ser “comprada” definitivamente. Es un proceso continuo de negociación, conflicto, divisiones, que le da a la relación de las clases populares con la política, y a la relación del Estado con las clases populares, una forma muy distinta de aquella que da la idea de derecho social y de instituciones que no se sirven de mediadores sino que simplemente piensan al otro como un ciudadano y dicen: “Esta persona tiene derecho a esto y punto”. Y alcanza con que la mujer embarazada presente su test de embarazo para tener derecho a su licencia por maternidad.
–El uso que se da al término clientelismo suele derivar en una subestimación de las clases populares...
–Se subestima a las clases populares y se cree que quienes dominan están por fuera de las clases populares, cuando en realidad son otros miembros de los mismos barrios que ocupan una posición distinta porque tienen la posibilidad de decidir sobre esos recursos y hacen de la actividad política su medio de vida; pero no son los ricos que gobiernan a los pobres. Es un modo de relación con el Estado que implica una sumisión para el más débil y obliga a una negociación. El derecho social le permite liberarse de esa negociación permanente. Muchas veces lo libera de las mismas organizaciones sociales que él mismo crea para representarlo. Por ejemplo, la Asignación Universal por Hijo libera a la gente de los barrios de tener que estar negociando con las organizaciones piqueteras para que los incluyan en las listas para poder cobrar un subsidio. El Estado los libera de sus prójimos.
–¿Con qué consecuencias?
–Una mejora en la calidad política y en la calidad de vida.
–Por ser anterior al cambio que usted ubica en los años ’70, ¿le parece que esta intermediación es estructural?
–No, allí hay un error. Es cierto que en el país hay punteros –o una figura equivalente– desde finales del siglo XIX o principios del siglo XX, pero no siempre tuvieron la importancia de ahora. Los barrios y las villas siempre han tenido una importancia entre las clases populares de la Argentina, pero no era la misma en los ’60 que en los ’90. Estas variaciones de importancia y cantidad modifican también su peso. Esto es algo que está muy presente, no en la cúspide del Estado y la clase política sino abajo y a la izquierda, porque está muy fuertemente arraigada la idea de que las organizaciones populares deben administrar los recursos del pueblo. Los sindicatos y las organizaciones barriales y sociales son conscientes de que si el Estado institucionaliza un derecho y construye un vínculo directo con el individuo, la organización se debilita, pasa a su fin, no porque perdió el combate sino porque lo ganó. Pero es muy difícil para las organizaciones renunciar a ese derecho. Es muy distinto si la seguridad social la garantiza el Estado que si las obras sociales están bajo control de los sindicatos.
–En el caso puntual de la vivienda, ¿cómo evalúa la discusión entre quienes plantean que es el Estado el que debe proveerla y quienes sostienen que esos planes se pueden implementar a través las organizaciones sociales?
–No veo inconvenientes ni en una cosa ni en la otra. Con el problema de la vivienda en la Argentina no salimos de la situación en la que nos dejó la dictadura, porque las clases populares muy tempranamente construyen mecanismos de acceso a la vivienda. Alrededor de 1910 se institucionalizaron mecanismos de acceso a la vivienda: el loteo y la autoconstrucción fueron durante muchísimo tiempo el mecanismo privilegiado. El Estado nunca fue un gran constructor ni un gran proveedor de vivienda. El acceso a través del lote tuvo vaivenes y grandes evoluciones. En los años ’50, ’60 y ’70, las grandes inmobiliarias que compraban tierras al por mayor las fraccionaban y las vendían, y se constituyeron en un actor importante junto a otras instituciones, como el Banco Hipotecario, que financiaban la posibilidad de la autoconstrucción. La desestabilización del asalariado, que impide a la gente acceder a un financiamiento a largo plazo, la inflación –muy anterior al liberalismo– y el debilitamiento del Estado, liquidaron este mecanismo de acceso para amplios sectores de la población. Es ahí donde se multiplica la ocupación de tierras como estrategia habitacional. Lo que no tenemos ahora es la institucionalización de un mecanismo –ni privado, ni público, ni semipúblico, ni de ningún tipo– que les permita a distintos sectores sociales acceder a la vivienda. En Uruguay hay un formidable mecanismo de acceso a la vivienda que pasa por cooperativas, que tiene 40 o 50 años de existencia. Ha permitido a amplios sectores de las clases populares, no las franjas más pobres, pero sí las franjas de trabajadores integrados o pequeñas clases medias, acceder a la vivienda. Es un mecanismo con una organización que intercede entre el Estado y las personas.
–¿Cómo es, en cambio, la relación de las clases medias y altas con el Estado?
–Cuando uno habla en términos de clases populares, produce indudablemente un corte arbitrario; dónde empiezan las clases medias es un recorte bastante abstracto y de tipo cuasi caricatural que nos ayuda a pensar. Es indudable que muchas de estas cosas que mencioné atraviesan también a amplios sectores de las clases medias, sobre todo a las pequeñas clases medias. Una de las cuestiones que permite la gradación es ver cuántos son los que pueden vivir de su trabajo y satisfacer el horizonte de expectativas a través del trabajo, y en qué medida depende de la actividad política o del Estado para ello. Pero las clases medias en la Argentina sufren esta inestabilidad en la relación con el empleo, que no es un problema sólo de los más pobres sino también de los sectores medios. Lo que pasa es que la movilización que esto provoca en los sectores medios tal vez no tome el aspecto de una actividad netamente política, porque el Estado destina menos recursos de ese tipo a las clases medias que a las clases populares.
–En relación con la investigación que está desarrollando en Francia sobre la quema de bibliotecas populares que hubo en algunos barrios populares, ¿cómo analiza la inserción de una biblioteca popular en un territorio con esas características?
–Las bibliotecas barriales en Francia son muy importantes; hay una gran cantidad y disponen de muchos recursos. Son el producto de una larga tradición de bibliotecas populares. En su inmensa mayoría, estas bibliotecas se han municipalizado: donde antes había bibliotecas populares independientes, muchas veces promovidas por distintas formas del catolicismo, el Partido Comunista o el sindicalismo, progresivamente fueron municipalizadas en la primera mitad del siglo XX. Actualmente no son bibliotecas populares y nadie las piensa como tales, son bibliotecas municipales. Esa es una de las principales características. Hay problemas en la relación con lo popular: la biblioteca se convirtió en un servicio público.
–¿Qué las diferencia de las bibliotecas populares?
–La escuela y la biblioteca se perciben como instituciones del Estado, las nuevas generaciones no las ven como algo que “nosotros conquistamos y de lo que nos beneficiamos”. Entonces se vuelven un blanco posible de las protestas contra el Estado. Al pasar a la órbita del Estado, casi inevitablemente se produce una alienación política porque los vecinos de los barrios no están en condiciones de decidir prácticamente nada en relación con las bibliotecas. Esto se entiende muy bien si uno piensa en los bibliotecarios.
–¿Por qué?
–Los bibliotecarios de las bibliotecas populares son militantes de la lectura, militantes culturales y políticos. Los bibliotecarios de hoy son profesionales del libro que se formaron para poder tener su trabajo, pasaron un concurso, etcétera. Indudablemente tienen una relación con la biblioteca que pasa muchísimo por la tecnicidad de su trabajo, los criterios por los cuales se decide qué tipo de libros, medios, revistas y videos, o el acceso a Internet, deben estar en una biblioteca popular y cuáles no. Cuando es un partido político como el PC, la lógica que domina ese tipo de problemas, que son los problemas sustanciales de una biblioteca, tiene que ver con qué es lo que hay que darle a leer al pueblo para que tome conciencia de su poder de lucha contra el capitalismo, la burguesía o el Estado. Cuando son profesionales, los criterios de qué es lo que se le debe a dar al pueblo cambian, pero de ningún modo pueden ser políticos, en el sentido de partidarios, porque es un servicio público.
–¿Cómo perciben los miembros del barrio esa distancia que los separa de la erudición de los bibliotecarios, en relación con el acceso a los recursos de la biblioteca?
–Hay una dimensión suplementaria, que es la importancia de la escuela en la relación de las clases populares con el Estado en Francia. La escuela es una institución fundamental en el sentido de que en su interior se juega una buena parte del destino social de cada persona, mucho más que en la Argentina. Para franjas importantes de las clases populares, la escuela es la tabla de la salvación que va a permitir deslizarse hacia una mayor integración social y mejores posibilidades de futuro. Pero para otros sectores de esas mismas clases populares es la misma puerta que el Estado les cierra en las narices, obligándolos a estar en una situación de precariedad social permanente, con trabajos de mala calidad y poco acceso al empleo. Entonces, los maestros aparecen como aliados del Estado, agentes del Estado que sancionan y excluyen.
–¿Las bibliotecas quedan emparentadas a una escuela excluyente?
–Sí, entran en ese campo de percepción, forman parte de la cultura del otro, aquel universo controlado por el otro al cual yo no tengo acceso. La biblioteca es el eslabón más débil de esa fuerte cadena y por eso recibe muchos de los ataques. Al mismo tiempo, la biblioteca es también un espacio de oportunidades.
–¿Por ejemplo?
–Las adolescentes mujeres son grandes usuarias de las bibliotecas y esto tiene un valor enorme para ellas porque les permite escapar del machismo de sus familias, individualizarse, relacionarse consigo mismas, resolver problemas vinculados con la condición femenina o su condición social sin necesidad de tener que hablarlo en el medio familiar. Pero para muchos otros, la presencia de las bibliotecas es vista como la presencia de un cuerpo extraño en mi territorio: “Yo no soy de esta biblioteca, no hay nada ahí que me interese, y lo que me interesa no sé por qué lo deciden ellos y además, para hincharles las pelotas, se las voy a quemar. Es aquello de lo que ellos viven y es lo que ellos quieren que yo haga sin darme los medios para que lo haga, porque me va mal en la escuela”. Entonces, “entrar a la biblioteca es como entrar a jugar en el territorio del otro donde yo siempre salgo perdiendo, porque no sé leer, no conozco la oferta, me siento disminuido ocupando siempre una posición subalterna, los consumos culturales que se me proponen no son aquellos con los cuales me identifico”. Se trata de un problema social y político, de la relación del Estado con las clases populares

Santa Fe

Domingo, 30 de octubre de 2011

En la sede del Correo podrán gestionarse los codificadores de la TV Digital

Más de 60 mil ciudadanos del Gran Santa Fe podrán solicitar su formulario para iniciar el trámite en cualquiera de las oficinas postales desde este lunes. Para la entrega de los kits gratuitos se prevén demoras de 45 días.

Los equipos. Se entregan en caja cerrada, con las explicaciones. Los equipos. Se entregan en caja cerrada, con las explicaciones.

Hace tres semanas, el ministro de Planificación Federal de la Nación, Julio de Vido, inauguró vía teleconferencia la Estación Digital Terrestre (EDT) ubicada en el Batallón de Ingenieros Anfibios de la ciudad de Santo Tomé. La misma permite hoy que más de 537 mil ciudadanos de distintas localidades santafesinas, incluida la capital provincial, se vean favorecidos con el servicio gratuito de la TV Digital Abierta.
A partir de las 8 de este lunes, en todas las sucursales de Correo Argentino se podrán retirar los formularios para aquellos que se encuentren en condiciones de acceder a los codificadores de TDA en forma gratuita. Desde la organización del plan, aseguraron ayer a Diario UNO que la demora prevista para la entrega de los kits es de 45 días corridos.


Tendrán la posibilidad de acceder en forma gratuita a los sintonizadores, establecimientos estatales que tengan por finalidad y/o función el desarrollo de actividades sociales, culturales, educativas y/o de promoción de contenidos audiovisuales; y organizaciones sociales cuyo objeto sea el desarrollo de actividades sociales, culturales, educativas y/o de promoción de contenidos audiovisuales.


En cuanto a los hogares, se contemplará esta alternativa ante titulares de alguna de las siguientes condiciones: pensiones no contributivas, Asignación Universal por Hijo; jubilaciones y/o pensiones con haberes mínimos nacionales y/o provinciales; y otras asignaciones o planes sociales de algún tipo y se encuentre contemplado en alguno de los padrones de organismos gubernamentales.


Aquellos integrantes de hogares en situación de vulnerabilidad que no se encuentren contemplados en las categorías anteriores, podrán realizar una solicitud complementaria, acompañada con la documentación respaldatoria correspondiente en las oficinas del Correo Argentino más cercanas a su domicilio, siguiendo los mismos pasos de solicitud que el resto de los interesados.


El beneficio consiste en un paquete de equipamiento receptor de señal de TDT que será entregado en comodato sin costo alguno.


De ese modo, mediante los conversores externos se podrá captar, sin pagar operadoras de cable, a unos 22 canales, entre ellos el infantil Paka Paka, el regional Telesur, el educativo Encuentro, el deportivo Gol TV, o el de cine Incaa TV, con una calidad de sonido e imagen optimizada por la tecnología digital.


Es importante destacar que para recibir el servicio de televisión satelital cualquier ciudadano, desde cualquier lugar del país, requerirá: energía eléctrica, un aparato de televisión y un kit compuesto por antena y receptor satelital.


El acceso a la oferta de canales de tevé digital terrestre es gratuito. El único gasto que tendrá el usuario de esta tecnología corresponde a la adquisición de un decodificador que, para aquellos que deban pagarlo, tendrá un precio promedio de 169 pesos en las casas de electrodomésticos.
Mexicano víctima de una campaña sucia

“Iré a la Argentina a denunciar a Jaime Duran Barba”

Publicado el 31 de Octubre de 2011

Al candidato Miguel Ángel Yunes, los sondeos fraudulentos le costaron la elección de Veracruz.
Las campañas sucias no son patrimonio exclusivo de la Capital Federal. Incluso, pueden ser consideradas un bien de exportación. En las elecciones mexicanas de julio de 2010, el candidato a gobernador en el estado de Veracruz por el Partido Acción Nacional (PAN), Miguel Ángel Yunes Linares, resultó víctima de una encuesta telefónica fraudulenta que contribuyó a su derrota. Enterado a través de Tiempo Argentino de que documentos requisados lo mencionan, Yunes Linares relató a este diario cómo fue la campaña en su contra y anunció que vendrá a la Argentina para denunciar a Jaime Duran Barba.

–¿Qué significó para usted enterarse de que documentos de la campaña sucia de Veracruz figuran entre los que probarían la campaña contra Filmus?
–Confirmé lo que nosotros sabíamos y oportunamente denunciamos. Sabíamos que había una campaña y quién la coordinaba, Juan José Rendón, que seguramente tiene que ver con la persona que llevó a cabo la campaña en Argentina, porque realiza campañas en toda Latinoamérica y particularmente en Ecuador. Estoy seguro que tiene contacto con Duran Barba.
–¿Cómo fue la campaña contra usted?
–Tuvo varias vertientes. Una de ellas fueron las encuestas telefónicas inductivas con una serie de preguntas que implicaban una descalificación a mi persona. Esta campaña pretendía ser una encuesta en la cual preguntaban si estaban dispuestos a votar por mí, a pesar de que, decían, estaba acusado de violación de niños, de prostitución de niñas, o de vínculos con narcotraficantes. Contrastaban esta imagen negativa con la del candidato que querían promover, el del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
–¿Cómo reaccionó su partido?
–Nosotros acreditamos la campañaante la Justicia Electoral mediante grabaciones telefónicas y pensábamos que con ello iban a declarar inválidas las elecciones. Sin embargo, el tribunal consideró que las pruebas no eran lo suficientemente sólidas y que era muy difícil acreditar el efecto que estas llamadas produjeron sobre el electorado.
–¿Y usted cómo cree que afectó?
–No sé cuántos pudieron pensar que era verdad. Pero como el resultado de las elecciones dio una diferencia final de 60 mil votos, puede ser que haya sido por eso.
–En Miami, Rendón lo denunció a usted después de que lo acusara por la campaña sucia. ¿Qué pasó?
–Nada. Es una de las estrategias que tienen. Trabajan en la oscuridad. Cuando se menciona su nombre, amenazan con denuncias. Pero no es sólo quién lleva a cabo las campañas, sino quién las paga, porque son muy caras. Acá las pagó el gobierno del estado de Veracruz. Lo interesante sería que ustedes también investiguen quién las pagó allá.<

domingo, 30 de octubre de 2011

Santa Fe

Sábado, 29 de octubre de 2011

Causa Puerto: Una bisagra histórica para el periodismo de Santa Fe

Gustavo Víttori, dueño del vespertino denunció penalmente a Pilo Monzón, jefe de redacción del UNO Santa Fe. Para la Justicia se publicaron informes periodísticos sobre temas de interés público.

Diario UNO Santa Fe.Diario UNO Santa Fe.
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Fuente: Diario UNO Santa Fe.

“Autos y Vistos: Estos caratulados: “Víttori, Gustavo José c/ Monzón Juan Raúl Santos sobre Querella por injurias” (Expte. Nº 1136-Año 2008) tramitados por ante este Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Penal Correccional de la Tercera Nominación, y de los que
Resulta: Que la querella fue presentada por los Dres. Ignacio Orio, Gonzalo Orio y Roberto Büsser ante el Juzgado Correccional de la 2da. Nominación, el 21 de diciembre de 2007 atribuyéndose el delito de injurias, previsto en el art. 110 del Código al señor Juan Raúl Santos Monzón. (...) Se recibió declaración del querellado de acuerdo con el art. 521 (fs. 92/92vlto), se recepcionó la contestación de la querella (fs. 93/123) y se produjeron las pruebas ofrecidas por las partes”(...).


La mordaza judicial
Pasaron casi cuatro años de aquella calurosa mañana del 21 de diciembre de 2007 en la que Gustavo Víttori, dueño del diario El Litoral y por entonces, presidente de ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) presentó una denuncia penal contra el redactor jefe de este diario y por propiedad transitiva, contra Diario UNO de Santa Fe. Se trataba de 63 páginas a las que se adosaba una importante cantidad de material publicado en el diario de su propiedad, folletos varios y las páginas del matutino con la investigación sobre las dudosas maniobras realizadas en los terrenos donde se enclavará el nuevo puerto de Santa Fe que fueran publicadas en Diario UNO de Santa Fe en las ediciones del 8, 22, 24 y 29 de julio; 3,5 y 12 de agosto; y el 25 de septiembre de 2007.

En dichos artículos quedaba claramente expuesto el cono de sombras que envolvía la adquisición de terrenos próximos al lugar donde finalmente se erigirá la nueva estación fluvial realizada por uno de los integrantes del directorio de El Litoral, Nahuel Caputto, siendo su socio Gustavo Víttori un ferviente impulsor de su traslado a esa zona puntual.

“CONSIDERANDO: Se atribuyó a Juan Raúl Monzón haber injuriado a Gustavo José Víttori mediante notas periodísticas que involucraban a éste último con adquirentes de terrenos cercanos al lugar donde se ubicaría el puerto local. En este tema, evidentemente, se ha ventilado un tema de interés público relacionado con un supuesto tráfico de influencias en la relocalización del referido puerto”.

El acoso judicial como respuesta
En suscintas líneas, el planteo de base de aquellas notas era sencillo: ¿Alguien pudo saber con meses de anticipación al informe final de la consultora interviniente, cuál era el lugar exacto que aconsejaría para trasladar el puerto? ¿Porqué, tiempo después, se registraron dos decenas de operaciones de compraventa de terrenos en esa zona? ¿Fue casualidad que uno de los adquirientes de terrenos era, a su vez, integrante del directorio de diario El Litoral? ¿No resultaba al menos curioso que uno de los responsables de la dirección de la empresa informativa vespertina fogoneara el traslado del puerto a través de continuos pronunciamientos desde su diario y las instituciones en las que participaba activamente -como la Bolsa de Comercio- mientras su socio directo, Nahuel Caputto compraba terrenos allí? Peor aún, que habiéndose puesto en conocimiento público esta situación: ¿Era real o ficción el entredicho de Gustavo Víttori con Nahuel Caputto que se plasmó en la solicitada que fuera publicada el 21 de abril de 2007 en el diario El Litoral? En vez de despejar dudas a través de su medio, o de aclarar los errores o incorrecciones del UNO -si así lo entendiera- prefirió ir a la Justicia. El ex presidente de la Bolsa de Comercio tenía un objetivo: disciplinar a todo el periodismo en un tema sensible a sus intereses.

Haz lo que yo digo más no...
Gustavo Víttori, además de ser dueño de diario El Litoral y uno de sus responsables editoriales, al momento de llevar a un periodista local ante los estrados, era presidente de ADEPA, la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas. El dato no es menor. Como titular de un medio de comunicación y más aún, como representante de una institución con vasos comunicantes en todo el país, sabe que querellar a un periodista significa enviar un mensaje a todos los hombres y mujeres que ejercen la profesión en ciudad y a la comunidad toda. Es una manifestación de poder, lacerante y con intenciones inhibitorias para quienes se animen a contrariar sus intenciones. Quería punir penal y económicamente a un cronista de Santa Fe. Otro rostro mostraba en Buenos Aires y para ADEPA. Allí se manifestaba en contra de la judicialización de los medios y periodistas que cumplían con su mandato de informar.

Durante su gestión en ADEPA, refrendó un comunicado donde consideró necesario que “se desista de perseguir penalmente a periodistas y directivos de medios, en la genuina convicción de que con ello se contribuirá a afianzar la más irrestricta vigencia de la libertad de prensa, valor clave de toda sociedad moderna”.

Pero su pluma iba más allá. Fundamentó que era indispensable actualizar el debate para “despenalizar los delitos de calumnias e injurias a través de la prensa” prometiendo que ADEPA iba a “redoblar sus esfuerzos ante el Congreso de la Nación a fin de explicar la conveniencia de su eliminación”. Mientras tanto en Santa Fe, presentaba una acción judicial plagada de descalificaciones con el fin de evitar una revisión de lo actuado por algunos actores en el necesario y vital proceso de traslado del puerto.

Conclusiones
El juez Orlando Pascua entendió en su resolución que en el contenido de las notas publicadas por Diario UNO “evidentemente se ha ventilado un tema de interés público relacionado con un supuesto tráfico de influencias en la relocalización del referido puerto”.

Sumado a ello, las modificaciones que devinieron en el Código Penal para la protección del periodismo cuando éste avanza sobre temas de relevancia social derivadas del caso Kimel, terminó por delinear un pronunciamiento categórico: “Que la nueva ley 26.551 reformó el art. 110 del Código Penal disponiéndose que la acción resulta atípica cuando las expresiones vertidas refieran a asuntos de interés público (...) Por ello entonces, el hecho atribuido a Juan Raúl Monzón no encuadra en la figura penal del delito de injurias, por lo que de conformidad con lo dispuesto en el art. 356 inc. 1 ap. b) del C.P.P, corresponde disponer su sobreseimiento”. RESUELVO: 1) SOBRESEER al Sr. Juan Raúl Santos Monzón, casado, periodista, hijo de Juan Ramón y Dora Cuevas (...) del delito de INJURIAS por el que fue querellado (Art. 110 del Código Penal),(...) Resérvese el original, agréguese copia, hágase saber y oportunamente archívense las actuaciones. FIRMADO: Dr. Orlando Pascua, Juez; Dr. Esteban Morales, Secretario”.

Lo importante es que la Justicia escrutó los informes plasmados en las páginas de Diario UNO que mostraron episodios reales y documentados. Notas que tenían que ver con un gravitante e indispensable tema de interés público como lo es el traslado del puerto de Santa Fe. Así se alumbró un fallo judicial que sentará jurisprudencia en la provincia ya que neutraliza la pretensión de hostigar y disciplinar a la prensa a través de un asfixiante asedio en los Tribunales. Un freno para aquellos que , escudándose en la defensa del honor, buscan limitar la libertad de expresión.

Cómo funciona Anonymous, el grupo hacker que amenaza con atacar Facebook

30/10/11
Tiene miles de miembros que dicen luchar contra la corrupción y por la libertad en Internet.


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De vez en cuando se sabe algo de este grupo: cuando a fuerza de un hostigamiento digital colectivo logran poner nocaut al sitio web de alguna corporación. O, como en estos días, cuando circulan versiones (aunque contradictorias) sobre un ataque espectacular: el 5 de noviembre acometerían contra Facebook y la cadena Fox , nada menos. El resto del tiempo, Anonymous permanece en la sombra, y el común de las personas apenas sabe qué son.
Los Anonymous se autodefinen como hacktivistas (acrónimo de hacker y activista) y actúan en favor de determinadas causas y atacan otras. ¿Qué iniciativas defienden?, ¿qué ideales tienen? Parece claro que creen a rajatabla en el anonimato como recurso para su lucha, que quieren combatir la corrupción de gobiernos y empresas, y que la libertad en Internet es para ellos innegociable . Pero ser más específico en la descripción de su ideario es complejo, ya que el grupo se niega a identificarse con cualquier movimiento político, y lo hace con el mismo énfasis con que rechaza cualquier organización jerárquica. De hecho, Anonymous podría no tener adherentes estables. Según le explicó a Clarín un joven de Córdoba que dice sentirse parte del movimiento, cualquier persona puede tomar parte en algunas acciones de Anonymous sin más y abstenerse de otras que no comparta.
Entre las batallas que han abrazado los Anonymous se cuentan una muy prolongada contra el grupo religioso de la Cienciología, que incluye acciones online y offline. También sus activistas se hicieron visibles en defensa del sitio WikiLeaks, hostigado por haber revelado un ingente volumen de documentación secreta del gobierno de los Estados Unidos. Y se asoció a Anonymous con un devastador ataque a la red de juegos online de Sony, que incluyó el acceso a información crítica de decenas de millones de usuarios.
En la Argentina, se conocieron ataques contra las editoriales que llevan adelante un juicio contra el sitio Taringa! por presunta violación de derechos de autor, y, en junio de 2009, contra el sitio del Senado de la Nación para protestar contra el llamado Impuesto Tecnológico.
El modo habitual en que estos hacktivistas golpean sitios es mediante lo que se conoce como ataques de denegación de servicio, que consisten básicamente en generar, mediante un soft especial, un inmenso número de conexiones simultáneas con el servidor blanco hasta hacerlo colapsar.
Los Anonymous se comunican sobre todo mediante una red de chat llamada IRC. Y su falta de estructuras organizativas hace que sea difícil estimar cuántos son. Fuentes relacionadas con la seguridad informática hablan de decenas de miles a nivel global. En la Argentina, serían unos 150 individuos. Aunque Internet hace que las fronteras físicas a veces no sean relevantes a la hora de actuar.
Entrevista con Javier Auyero

"Los sectores populares viven peor que hace 15 o 20 años"

Con sus estudios sobre clientelismo y pobreza, este sociólogo que se ha especializado en el conurbano bonaerense, puso en discusión buena parte de los lugares comunes y los prejuicios del análisis político. Ahora, tras nuevos estudios de campo, relativiza la idea de la paz social y dice que hay mucha violencia contenida
Por Ricardo Carpena | LA NACION
En toda sociedad hay especialistas en crear mitos. Y hay otros que son expertos en derribarlos. Javier Auyero pertenece a esta segunda categoría. Sociólogo radicado desde 1992 en los Estados Unidos, hace diez años, a partir de las investigaciones que dieron origen a sus libros La política de los pobres y Favores por votos, sacudió al mundo intelectual al justificar el clientelismo político como una forma de que, al menos, se resuelvan algunos de los problemas de los sectores más desprotegidos.
Ahora, en otra visita al país, habla durante una entrevista con Enfoques de su nueva investigación sobre las distintas formas de violencia que se dan en el Gran Buenos Aires y que, según sostiene, se analizan y se tratan de resolver por separado, pero que están encadenadas y por eso su solución, dice, debería encararse de una manera integral. Y afirma que existe otro mito en la Argentina: la paz social. "Si lo miro desde los lugares en donde estamos haciendo los trabajos de campo, no hay paz social. Lo que hay es mucha violencia contenida dentro de esos terrenos altamente segregados."
Y así como destruye ese mito, que construye trabajosamente el kirchnerismo, le da un mazazo a otro que tampoco causará alegría en la Casa Rosada: "Se habla mucho del crecimiento económico, de la inclusión social, pero, en términos de infraestructura y de calidad de relaciones interpersonales y de la vida pública, hoy los sectores populares viven peor que hace 15 o 20 años".
Auyero, que viajó a Buenos Aires para brindar dos conferencias, invitado por el Programa Lectura Mundi de la Universidad Nacional de San Martín, tiene 45 años, está casado con Gabriela Polit, una especialista en literatura y en temas de narcotráfico con la que tiene dos hijos, de 8 y de 10 años, y es profesor de sociología en la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos.
Su padre fue Carlos Auyero, el recordado dirigente que fue titular de la Democracia Cristiana y uno de los fundadores del Frepaso, que murió de un infarto en 1997, pocos minutos después de haber discutido en un programa de TV con el entonces funcionario menemista Eduardo Amadeo.
Javier Auyero se ha especializado en etnografía política, un método de investigación que se basa en el trabajo de campo, es decir, en el lugar de los hechos, aunque él aclaró a la revista Iconos : "Hacer etnografía no es sólo un método, una técnica. Es una interacción con la gente, es un proceso de transformación de la propia persona".
A la distancia, aun cuando viaja periódicamente a nuestro país, dirige un equipo de colaboradores que desde hace años estudia y entrevista a los pobladores más humildes del primer cordón del conurbano. De esa forma pudo reconstruir y elaborar conclusiones no sólo sobre el clientelismo, sino también sobre los saqueos que se registraron en la crisis de 2001 o el "sufrimiento ambiental" enVilla Inflamable, muy cerca del Polo Petroquímico de Dock Sur, donde el 50 por ciento de los chicos tiene plomo en sangre.
Este año, el trabajo de Auyero se popularizó cuando Mario Segade, el guionista de la serie televisiva El puntero , que emite El Trece, reveló que había leído sus libros para darle vida a su cruda pintura del poder político en el conurbano.
-Usted está investigando lo que llama "las cadenas de violencia" en el conurbano. ¿Qué significa esto exactamente?
-Estamos estudiando dos formas de exclusión de las cuales no se habla mucho. Se habla de inclusión social en términos de ingreso, de acceso al mercado formal o informal de trabajo o de acceso a programas de ayuda estatal, pero hay dos formas de exclusión social, que tienen que ver con experimentar riesgos ambientales y con estar expuestos a la violencia, que no han sido muy tratadas y sobre las cuales nos estamos focalizando. Las empezamos a detectar en el primer cordón del conurbano bonaerense sur y en tres formas urbanas distintas: una villa, un asentamiento y un barrio obrero consolidado. Lo que vemos es que formas de violencia que tradicionalmente han sido estudiadas y abordadas por separado -la violencia doméstica, la sexual, la criminal, la relacionada con las drogas, las formas de violencia privadas o públicas, individuales o colectivas- y que están, en realidad, encadenadas. Por ejemplo, por una disputa de drogas, le pegan a un transa [N. de la R.: vendedor de droga], pero también amenazan a la mamá con que le van a romper la casa, entonces la mamá se la agarra con el hijo, y el hijo con el hermano, y lo que aparece como una disputa entre miembros del hogar, en realidad, puede ser reconstruido como una disputa entre transas. Lo mismo sucede con casos de linchamientos que pueden ser reconstruidos como originados en una amenaza sexual. Esas formas que aparecen como separadas, están encadenadas.
-Haber alcanzado este diagnóstico del encadenamiento, ¿a qué conclusiones lo llevan?
-No es un interés puramente analítico. Si efectivamente tenemos razón y las formas de violencia urbana están entrelazadas y mutuamente imbricadas, el abordaje de las políticas públicas tiene que ser integral. Esto quiere decir: uno no puede seguir teniendo al asesor de menores, a la comisaría de la mujer, al juez, al policía, todos en distintas oficinas a una hora de distancia de cada una, sino que tiene que poner a todos bajo un mismo techo, centralizar, cosa de que una mamá pueda llevar a su hijo adicto al paco y también tratar su problema de violencia doméstica.
-¿Y cómo aparece hoy el Estado ante este fenómeno de las cadenas de violencia?
-Todos los abordajes sobre la violencia urbana dicen que hay, o debería haber, una relación entre lo que hace el Estado y la calidad de las relaciones interpersonales. Históricamente, a mayor monopolio de la violencia legítima por parte del Estado menor es el nivel de violencia interpersonal. Entonces, si la teoría dice esto, ¿cómo aparece el Estado? Básicamente, en tres formas y de manera intermitente: dos días a la semana aparece la Gendarmería, otros cinco desaparece y aparece la policía, con distintas tácticas y cierta selectividad que también se aplica a los tipos de violencia del Estado-policía. Entonces, el Estado va en contra del pequeño transa, pero no hace nada o mira para otro lado en términos de violencia sexual o doméstica. Hoy, las mujeres no tienen a quién recurrir en los barrios. Entonces, la presencia del Estado es intermitente por un lado, selectiva por el otro y, al mismo tiempo, contradictoria. ¿Por qué contradictoria? Porque cualquiera en el barrio sabe que los propios chicos, por ejemplo, les dicen a la maestra: "Mire el iPhone que tengo", y es uno último modelo, no comprado en la feria de La Salada sino uno auténtico. El chico dice: "Es que mi papá es policía y cuando los pone a los chorros contra la pared les saca cocaína y el iPhone, y este me lo dio él". Uno puede especular sobre las categorías morales de ese chico -y ésta es una anécdota entre muchas-, pero es el Estado el que aparece de manera contradictoria porque tiene que hacer una cosa y hace la otra según su propia normativa.
-Es interesante esta visión de las cadenas de violencia porque deberían llevar a replantear cómo el Estado actúa en forma desintegrada y, en general, cuando ya es tarde para resolver algunos de los problemas.
-Si usted me preguntara qué se necesita, si más Gendarmería o más cascos azules, le respondería que más cascos azules. No son una panacea, pero frente a esta violencia hay que integrar su tratamiento. Seguimos a gente que quiere internar a su hijo adicto al paco porque tiene miedo de que se lo maten. O que recurre a la policía para que le metan preso al hijo. Es una especie de pacto con el diablo porque todo el mundo sabe intuitivamente que la policía es parte del problema. Y sabe que la violencia vinculada a las drogas no tiene tanto que ver con el efecto psicofarmacológico sino con el funcionamiento del mercado ilícito. Que al hijo lo van a matar no porque esté "puesto" sino por las disputas entre transas o entre transas y consumidores, por los productos adulterados o el dinero y la mercadería faltante.
-Más allá de integrar las políticas públicas, ¿no es difícil una solución cuando la violencia se ha convertido en algo cotidiano? En su investigación usted ha incorporado dibujos que hicieron chicos en la escuela en los que hay tiroteos o incluso manchas de sangre.
-Quiero tener mucho cuidado: no tenemos evidencia de que haya tal cosa como la cultura de la violencia. Porque creo que hay una muy fuerte relación entre este tipo de presencia del Estado, y la forma y los conflictos. No es porque la gente está acostumbrada a esto: los chicos hablan casi compulsivamente del tema de la violencia. Si estuviesen acostumbrados, no hablarían. Tarda mucho en sedimentarse el acostumbramiento a la violencia. Lo que sí hay es mucha familiaridad. No están desensibilizados a la violencia. Entre psiquiatras y antropólogos hay mucha discusión sobre este aspecto de la cultura de la violencia. ¿Se desensibiliza uno? Si el indicador de desensibilización es que la gente no habla, diría que no. Sí vemos que hay tensión, mucha y constante. Se habla en la Argentina de un clima de paz social. Si lo miro desde los lugares donde estamos haciendo los trabajos de campo, no hay paz social. Hay mucha violencia, muy contenida dentro de estos terrenos altamente segregados.
-Creo que nadie duda de lo positivo de algunas medidas del Gobierno como la asignación universal por hijo, pero ¿qué más habría que priorizar contra la exclusión social?
-Si uno hace la cuenta, la asignación por hijo cubre una semana y media, o dos, de las necesidades de una familia, y las otras dos hay arreglárselas. Un chico de entre 18 y 25 años tiene un sinnúmero de necesidades y de expectativas. Nadie cree que pueda tener un trabajo formal porque la idea de un trabajo formal desapareció hace rato. Si uno les pregunta a los chicos qué quieren ser, muchos responden "gendarme", "policía", "trabajar en la feria". Esas son las expectativas de un chico pobre, marginado, del Gran Buenos Aires. Y cuando empezás a indagar un poco sobre por qué quieren ser gendarmes y policías, no es por la ley y el orden justamente. Pero no estoy diciendo que se tornan criminales ni mucho menos, sino que estar y crecer expuesto a estos niveles de violencia tiene consecuencias. Todos los estudios que se hacen en Estados Unidos, en Europa, dicen que el mejor predictor de comportamiento violento, de violencia doméstica, de violencia sexual, es haber estado expuesto a ella en la infancia. Es lo que los demógrafos llaman "el largo brazo de la infancia". Claro que esto no le preocupa a un montón de gente. Como esta violencia está contenida -piensan muchos-, podemos invisibilizarla. Hablando mal y pronto: no hagamos nada porque se matan entre ellos, los pobres.
-Tampoco la solución son las redes clientelares. Usted tiene una mirada comprensiva del clientelismo. ¿Siente que lo entendieron?
-Es un tema polémico. Cuando yo empecé la investigación, en 1995, la palabra "clientelismo" no existía en los diarios. Yo estaba escribiendo contra esta asociación estigmatizadora de que los pobres son clientes, son masa manipulable. Tengamos cuidado, decía, porque cada vez que uno larga una categoría que se asocia a los sectores más subordinados puede correr el riesgo de que se transforme en un estigma. De hecho, se transforma en un término acusatorio.
-Pero usado más contra quienes utilizan esas prácticas, como los políticos que regalan electrodomésticos a cambio de votos...
-La idea de que porque va una heladera o un par de zapatillas viene un voto es asumir como cierta una presunción. Hay que indagar. Esas relaciones recíprocas nunca funcionan así. Uno nunca sabe si fue la heladera o la relación afectiva con un puntero. Para saber eso hay que plantarse desde el otro punto de vista, no desde el que da la heladera sino desde el del sujeto. Mucha gente de clase media, media alta, vota a alguien porque le va mejor: ¿Llamamos a eso clientelismo? No.
-Ahora se habla del "voto plasma" para explicar el apoyo a la Presidenta.
-Sí, pero ésas son categorías de la política que me resultan más anecdóticas. El clientelismo nunca garantizó resultados electorales ni los va a garantizar. Pero sí el funcionamiento de una red resuelve un problema organizacional a cualquier partido político moderno que es: ¿qué hago entre las elecciones? Una empresa no tiene ese problema, tiene que generar ganancias todo el año. Lo que hace un partido exitoso es generar imágenes y transformarse en una máquina que resuelve problemas con recursos del Estado.
-El peronismo gobernó 20 de los últimos 28 años en el país, pero la matriz de la pobreza sigue intacta. Y no puedo evitar pensar en una frase de Víctor De Gennaro: "El hambre es el mayor disciplinador social". ¿No se puede pensar en que se trata de algo adrede, en una decisión política de tener como rehenes a un montón de personas para seguir sosteniendo esta maquinaria política?
-Sí, pero también es cierto que algunos problemas, no todos, efectivamente se resuelven.
-Los cotidianos, pero los de fondo, no.
-No, claro, pero ¿cuál es el fondo? En sociología es muy difícil explicar la causa de un efecto por las consecuencias que produce. Porque las consecuencias vienen después de las causas. Decir "esto pasa porque los quieren mantener rehenes" es una lectura política que puedo compartir. No sé si a los políticos les interesa tanto la vida de los más desprotegidos. Pero me quiero quedar en mi lugar muy seguro de sociólogo, digamos, porque en el campo de la política hay muchas otras intencionalidades.
-Estaba esperando más una definición política que tan científica? (risas)
-Tengo mi lectura política del asunto. Se habla mucho del crecimiento económico, de la inclusión social, pero la realidad es ésta... Tenemos la asignación universal por hijo, que son programas de los que se habla como un plan progresista. Estos programas, iguales unos a otros en América latina, fueron diseñados en el Banco Mundial. En el gobierno de Bachelet, en Brasil, en Centroamérica, todos tienen una versión de lo que se llaman Programas de Transferencia Condicionada de Ingresos. ¿Por qué condicionada? Porque hay una asunción de que el problema de la pobreza son los propios pobres porque hay que decirles "manden a sus hijos a la escuela, vacúnenlos, cambien su comportamiento y van a ser beneficiarios de algo por parte del Estado". La asignación universal por hijo, en eso, se parece a todos los planes que se dieron en los últimos 20 años. Discursos y crecimiento económico al margen, empecé a trabajar hace 15 años en este campo y lo que puedo decir es que, en términos de infraestructura y de calidad de relaciones interpersonales y de la vida pública, hoy los sectores populares viven peor que hace 15 o 20 años. Después podemos hacer la política y la lectura que quieran hacer, pero esto es así.

mano a mano

Terminé la entrevista con Javier Auyero con cierto grado de conmoción. Uno puede vivir en la Argentina, e incluso ser ciudadano bonaerense, pero es inquietante la sensación de que estamos sentados sobre un polvorín social jugando a que no pasa nada. Es desmoralizante la idea de que ponemos la mira en trivialidades sin importar el explosivo resultado de sumar pobreza, violencia y complicidades o desidia por parte del Estado. Me pareció extraño, además, que estos temas dejen de ser invisibles durante una charla con un argentino lúcido y comprometido, pero que los investiga casi desde el exterior. ¿O no es tan extraño? Si Auyero y su equipo tienen razón, habría que cambiar casi toda la forma en que se atiende la mayoría de los problemas de violencia en la Argentina. Que hoy se encaran, según este sociólogo, de manera intermitente, contradictoria y selectiva. Sé que muchas de sus conclusiones, sobre todo las vinculadas con el clientelismo, generan mucha polémica. Pero me apasionó escucharlo y ponerme del "otro" lado, ese donde la paz social es sólo un slogan y la marginación, algo que debe salir a la luz para que por fin nos avergüence y nos haga reaccionar