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JORGE LANATA

"A lo mejor el sexo está sobrevaluado"

El periodista regresa a la televisión por la pantalla de Infinito con 26 personas para salvar al mundo, una miniserie documental de veinte capítulos. Su encuentro con el hombre más feliz.

Por Mario A. Otamendi

23/10/11 - 05:08

VIAJERO. Recorrió los cinco continentes para su nueva miniserie, que se estrenará el 13 de noviembre.

Con la voz un poco “averiada”, Jorge Lanata explica que su afectación no se debe al exceso de cigarrillo sino a una circunstancia profesional: “Estuve grabando un exterior para mi nuevo programa hasta las 4 de la mañana en la laguna de San Miguel del Monte, y me mató”. El periodista se refiere a 26 personas para salvar al mundo, una producción original de veinte capítulos que el canal Infinito estrenará el domingo 13 de noviembre a las 22, y que lo llevó a recorrer los cinco continentes buscando respuestas en filósofos, escritores, científicos y pensadores que discuten sobre la idea de cómo salvar el planeta. Mientras toma su primer café matinal, Lanata adelanta detalles de su nuevo proyecto: “El año pasado hice Bric con la gente de Infinito y obtuvimos muy buenos resultados porque se transmitió en muchos países, y me propusieron hacer una miniserie nueva y surgió ésta. Empieza con una especie de ficción en la iglesia de los Templarios en Londres, que es donde se encuentra el Código da Vinci, y descubro una suerte de código secreto que dice que hay 26 personas que si se juntan, pueden salvar al mundo. Y yo me dedico a buscarlas”.
—¿Y en quiénes hiciste foco?
—En un principio, pensamos en buscar ‘gente buena’, solidaria, pero después nos resultó más interesante ampliar el espectro porque, en realidad, lo que buscamos son ideas nuevas. Y ahí entra todo, porque estuve en Inglaterra con el historiador David Carpentier y el matemático David Salomon. En Los Angeles hablé con Yehuda Berg, el rabino de estrellas de Hollywood como Madonna y Demi Moore, quien revela que 26 es el número de Dios. Viajé a Katmandú. En la ciudad de los templos budistas e hinduistas estuve con el hombre más feliz del mundo, Matthieu Ricard. Este hombre nació en Francia y tras estudiar genética celular y terminar su tesis de doctorado, a los 26 años abandonó su carrera y se fue a vivir al Himalaya, adoptó el celibato, aprendió a leer el tibetano clásico e inició una vida desde cero.
—¿De dónde surge que se lo señale como el hombre más feliz del mundo?
—Los budistas, a instancias del Dalai Lama con la universidad de Wisconsin, realizaron una investigación sobre los efectos biológicos de la meditación en el cerebro. Uno de los estudiados fue Ricard, y si un promedio de la gente tiene 0,3, a él le dio 0,45 y a partir de eso se determinó que es el hombre más feliz del mundo.
—¿Y es feliz practicando el celibato?
—¡A lo mejor el sexo está sobrevaluado! Yo nunca había tenido ningún acercamiento con los budistas, y me pareció muy interesante porque con la ciencia ellos no tienen los prejuicios de las otras religiones y siguen investigando con los norteamericanos. Y otra cosa que sorprendió fue su actitud de despojo y “no necesitar”. A Ricard le pregunté cuáles eran sus pertenencias y me dijo: “Este chal que llevo puesto, un par de zapatos más y una cámara de fotos. Eso es todo lo que tengo en la vida”.
—Con la muerte de Kadafi, ¿tenemos ahora un mundo mejor, peor, o igual?
—A mí no me gusta la muerte de nadie. Lo que se debería hacer con Kadafi, con Hussein o con quien sea, es meterlos presos, pero no matarlos. Como decía Borges: “No hay que comerse al caníbal”.
—¿Estás más tranquilo en el cable o extrañás el aire?
—Son cosas tan distintas... Yo tengo que ver con lo que pasa todos los días y de algún modo ese lugar lo sigo teniendo porque escribo en PERFIL, en Libre y voy a muchos programas políticos. Pero lo otro está más cerca del cine que de la televisión y hacemos diez programas por año en vez de doscientos y todo es más cuidado. Yo soy las dos cosas, y por eso sigo teniendo lazos con la Argentina.
—¿Seguís viviendo en Uruguay?
—No, hago base en Buenos Aires y desde acá viajo a todos lados.