domingo, 24 de marzo de 2013

Turismo histórico

Estancias, iglesias y reducciones, el legado jesuita

Con la llegada de Francisco, el primer papa representante de la Compañía de Jesús, se espera un mayor interés por conocer la obra de la orden en la Argentina, como las ruinas misioneras y los establecimientos rurales en Córdoba
Por Andrea Ventura  | LA NACION
El legado de la Compañía de Jesús en la Argentina siempre fue un atractivo turístico, que se espera que crezca con la llegada del papa Francisco al Vaticano, el primer jesuita y argentino en ocupar el trono de Pedro. Los que quieran conocer un poco más de cerca la obra de esta orden religiosa que nació en España con San Ignacio de Loyola en 1540, que realizó una gran tarea evangelizadora en la Argentina y que cautivó hace años a Jorge Bergoglio, tienen un gran circuito por recorrer.
Córdoba y Misiones son los principales destinos donde se puede descubrir el legado jesuita sobretodo en la próxima Semana Santa, aunque hay incontables huellas de construcciones, iglesias y colegios en todo el país.
 
En Alta Gracia, visitas a la estancia jesuítica. 
Entre 1599, año de la llegada a Córdoba de la orden religiosa, y 1767, cuando fue expulsada por el rey Carlos III de España, la Compañía de Jesús se estableció en la provincia con grandes construcciones que hoy se conoce como el Camino de las Estancias Jesuíticas, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco a principios de este siglo. Incluye la Manzana Jesuítica de la ciudad de Córdoba y un grupo de estancias en el interior de la provincia que abastecían las instituciones religiosas y educativas de la Compañía y que reciben visitas turísticas. A pesar de que pasaron 400 años se conservan prácticamente intactos.
La Manzana Jesuítica, en pleno centro de la capital cordobesa, comprende la iglesia de la Compañía, la capilla doméstica y la residencia de los padres; el rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba (antiguo Colegio Máximo de la Compañía de Jesús), claustro, salón de grados, biblioteca mayor y el Colegio Nacional de Monserrat. El papa Francisco vivió un año en la residencia, al lado de la iglesia, aunque ese sector no se visita.
La iglesia de la Compañía de Jesús, construida entre 1640 y 1676, que se conserva en muy buen estado, es la más antigua del país y todavía se celebra misa. Se destaca el retablo de estilo barroco latinoamericano del siglo XVII. Una de sus particularidades es la bóveda, semicircular, con forma de quilla invertida.
Al lado de la iglesia, en la biblioteca, hay libros incunables traídos por los jesuitas, entre los siglos XVI y XVIII. Actualmente conserva 3000 ejemplares de los 10.000.

Expansión rural

Para autoabastecerse, los jesuitas crearon establecimientos agroganaderos que tuvieron una intensa producción. Estaban formadas por un casco, dependencias, talleres, depósitos, viviendas para indios y esclavos, y por supuesto, una capilla, y producían todo lo que necesitaba la Compañía de Jesús. El Camino de las Estancias incluye la de Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia y La Candelaria. La estancia de San Ignacio, en Calamuchita, es la única que no quedó en pie.
La Estancia Caroya fue el primer establecimiento rural organizado por los jesuitas, a 44 km de la ciudad de Córdoba. Actualmente, la Antigua Estancia Jesuita de Caroya es la sede del Museo Histórico Provincial Casa Histórica de Caroya. El gran casco tiene la clásica forma cuadrangular de un claustro, y en sus extremos se destaca el patio de honor, sobreelevado para observación, y la capilla del siglo XVI con paredes de piedra y la imagen, en su interior, de Nuestra Señora de Monserrat. En la Estancia de Alta Gracia (a 36 km al sudoeste de Córdoba) funciona el Museo Nacional Casa del Virrey Liniers. La estancia se preserva fiel a la estructura original. A partir de 1810 fue habitada por el virrey Liniers. El museo cuenta con diecisiete salas de exposición permanente, que fueron ambientadas según los modos de vida de los siglos XVII, XVIII y XIX. Además de los recorridos guiados por sus patios, salones y galerías, siempre se ofrecen conciertos, muestras plásticas y disertaciones.
La Estancia Jesús María, a 48 km al norte de Córdoba, se caracterizó por su producción vitivinícola. Incluye la iglesia (se destaca la cúpula, con relieves en el interior), la residencia y la bodega; restos de antiguos molinos, perchel y tajamar. Funciona un museo que cuenta con más de 30 mil piezas, como documentos, mobiliario y utensilios de los siglos XVII y XVIII, pinturas, cerámicas y una colección arqueológica del lugar.
 
La Manzana Jesuítica, en el centro de Córdoba capital. 
La más grande de las estancias es Santa Catalina, fundada en 1622, a 70 km de Córdoba, en Ascochinga. Es la única que actualmente está en manos privadas. Se destaca la iglesia de estilo barroco colonial.
La más alejada de la capital es La Candelaria, a 220 km, en el departamento de Cruz del Eje, en plena sierra. Es una mezcla de fortín con residencia. En la capilla se destaca el altar, que después de un largo trabajo de restauración recuperó el colorido del barroco de la época, y también un mueble de cedro y algarrobo del siglo XVII, que está en la sacristía.
Los horarios de visita y el precio de las entradas a la Manzana Jesuítica y a las estancias se pueden consultar en www.cordobaturismo.gov.ar/CaminoEstancias.aspx En la Manzana Jesuítica durante Semana Santa se realizarán visitas guiadas jueves, viernes y sábado, a las 11. La iglesia de la Compañía de Jesús oficiará misas como de costumbre.

Entre la selva misionera

En la zona de la Mesopotamia argentina, los jesuitas impulsaron una gran obra evangelizadora entre los guaraníes (también en Paraguay y Brasil). Para llevar adelante la misión, la Orden construyó en la región 30 reducciones (en la Argentina fueron 15) que llegaron a estar habitadas por más de 250.000 aborígenes.
Las ruinas de las Misiones Jesuíticas Guaraníes de San Ignacio Miní, Santa Ana, Nuestra Señora de Loreto y Santa María la Mayor en Misiones junto con otras en Paraguay y Brasil fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad.
Las ruinas de San Ignacio, a 59 km de Posadas, son las más turísticas y las de mayor valor histórico-cultural del circuito. De aquella gran obra permanentemente amenazada por la selva -y que fue reconstruida entre 1940 y 1950- quedan hoy paredes, cimientos y, sobre todo, la fachada del templo, como testimonio de lo que fue la misión de San Ignacio Miní en sus tiempos de esplendor.
 
La iglesia barroca de la estancia Santa Catalina, en Ascochinga. 
La reducción tuvo originalmente otro asentamiento, pero debido a los ataques de cazadores de esclavos se trasladaron a su actual ubicación en 1632 hasta que en 1817 fueron destruidas por los paraguayos. Fueron restauradas y ahora se puede apreciar el trazado original de la misión. Se pueden ver pequeñas viviendas donde vivían los guaraníes, con muros de casi un metro de espesor, edificios administrativos, con trabajos de mampostería que alcanzan hasta 9 metros y restos de una gran iglesia que mide 54 m de largo por 23 m de frente. También el cementerio, la escuela y el claustro de los sacerdotes, los talleres y las bodegas. Se visitan durante el día y por la noche. A partir de las 19 se realiza un espectáculo de luz y sonido que cuenta la historia del lugar. El ingreso a las cuatro misiones jesuíticas misioneras cuesta $ 30 para argentinos. El espectáculo de luz y sonido, 40 pesos.
La Reducción Jesuítica de Santa Ana, a 45 kilómetros de Posadas, conserva el casco urbano. El templo tenía paredes íntegras de piedra, con estructuras de madera. Los muros poseen una altura de 6 a 8 metros. Se destacan las paredes exteriores y las escalinatas de acceso.
La Reducción Jesuítica Nuestra Señora de Loreto está en el departamento de Candelaria, 10 km más adelante que la de Santa Ana, por la RN 12. El trazado de la reducción presenta diferencias con San Ignacio, incluso en los materiales y las técnicas utilizadas en la construcción. La fachada del templo se halla totalmente caída sobre el atrio, el cual se compone de varias escalinatas labradas en arenisca. También se destaca el reloj de sol y la capilla de la Virgen de Loreto.
Se distinguió por tener la primera imprenta en América, donde se publicaron diccionarios bilingües guaraní-castellano. Lo que más sobresale son los vestigios del templo.
Más cerca del río Uruguay, a 150 km de Posadas, se pueden visitar las ruinas de Santa María Mayor, que se caracterizan porque están invadidas por la selva

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