Un monopolio que en Europa no existe
Publicado el 22 de Diciembre de 2011Por
Una resolución de la causa Papel Prensa SA favorable a la continuidad monopólica nos alejaría del mundo “civilizado”, tal y como gustan decir en sus ediciones dos de los ilegítimos dueños de la papelera.
Cepiprint es el acrónimo en inglés de la Asociación de Productores Europeos de Papel para Prensa. Representa a la industria del papel para diarios, periódicos y revistas de Europa, integrante de la Confederación Europea de Industrias del Papel. Cepiprint involucra a 50 compañías de 16 grupos independientes distribuidos en 12 países europeos. En junio de 2001, Cepiprint se afilió al Consejo de Productos de Papel y Pulpa (PPPC), organización internacional con sede en Montreal, Canadá. En la actualidad, PPPC explica el 60% del mercado global de pulpa y más del 50% de la capacidad comunicacional mundial en papel. A propósito y como primera muestra del engendro monopólico que implica Papel Prensa SA, es clave destacar que es justamente esta empresa y no un grupo de empresas como en el caso europeo, la única representante de nuestro país en el PPPC. Pero ahora retornemos a Europa. Con la única excepción de Holanda, no hay un solo país de los 12 principales productores europeos y miembros de Cepiprint que tengan una única empresa con posición dominante al estilo de nuestra querida Papel Prensa SA. ¿Y por qué no y por qué la excepción de Holanda? Porque hay once países (de los 12) con más de un gran productor. Y Holanda, si bien cuenta con un solo productor, no significa que por ello tenga posición dominante como sí tiene Papel Prensa SA. Como se verá, todo lo contrario. Entonces, ¿cómo se rige la industria para este tipo de papel en Europa? ¿Hay controles antimonopólicos? Este autor intentó entrevistar a las máximas autoridades de Cepiprint para consultarles sobre las políticas de producción, distribución, fijación de precios, cartelización, etcétera vinculadas al papel de diario en el Viejo Continente. Las tres personas contactadas declinaron su participación, no sin antes responderme que la legislación europea rige, regula y controla la no cartelización de productores de papel de todo tipo, inhibiendo así la posibilidad de prácticas monopólicas en materia de producción, distribución, fusión, concentración y cartelización. Ahí fue entonces cuando decidí avanzar un poco más, profundizando mi savia de periodista racinguista (no independiente), no sin antes aclararles que ante cualquier información adicional prometía no acompañar el nombre y apellido de quien me la proveyera. Los racinguistas prometemos lo que cumplimos y no tergiversamos ni atropellamos: dos miembros del directorio ejecutivo de Cepiprint me confirmaron, según su propia opinión y creencia, que no existe ningún miembro de Cepiprint que además de producir papel para diarios y revistas sea simultáneamente dueño parcial o total de algún medio de prensa gráfico en toda Europa. En suma y como puede apreciarse, una resolución de la causa Papel Prensa SA favorable a la continuidad monopólica nos alejaría del mundo “civilizado”, tal y como gustan decir en sus ediciones dos de los ilegítimos dueños de la papelera. Inversamente, una resolución de la causa Papel Prensa SA favorable a la desmonopolización del sector implicaría, más que acercarnos a la “civilización” (no por el acercamiento en sí sino por el sustantivo), una causa justa y efectivamente más civilizada, en defensa de la democracia real y la justicia comunicacional. Todo esto, claro, al decir del pueblo argentino. ¿Qué podrán argumentar luego quienes se oponen a la desmonopolización del papel para diarios en la República Argentina? Va un anticipo: cuando después de aprobada la ley en cuestión se sumen nuevos actores al sector, y cuando estos actores decidan representarnos en el máximo órgano sectorial a nivel mundial (PPPC), ese mismo PPPC se habrá degradado y degenerado por obra y gracia de Cristina Fernández de Kirchner en una suerte de CCCP. Perfecto la tienen; servidito en bandeja.<
Una resolución de la causa Papel Prensa SA favorable a la continuidad monopólica nos alejaría del mundo “civilizado”, tal y como gustan decir en sus ediciones dos de los ilegítimos dueños de la papelera.
Cepiprint es el acrónimo en inglés de la Asociación de Productores Europeos de Papel para Prensa. Representa a la industria del papel para diarios, periódicos y revistas de Europa, integrante de la Confederación Europea de Industrias del Papel. Cepiprint involucra a 50 compañías de 16 grupos independientes distribuidos en 12 países europeos. En junio de 2001, Cepiprint se afilió al Consejo de Productos de Papel y Pulpa (PPPC), organización internacional con sede en Montreal, Canadá. En la actualidad, PPPC explica el 60% del mercado global de pulpa y más del 50% de la capacidad comunicacional mundial en papel. A propósito y como primera muestra del engendro monopólico que implica Papel Prensa SA, es clave destacar que es justamente esta empresa y no un grupo de empresas como en el caso europeo, la única representante de nuestro país en el PPPC. Pero ahora retornemos a Europa. Con la única excepción de Holanda, no hay un solo país de los 12 principales productores europeos y miembros de Cepiprint que tengan una única empresa con posición dominante al estilo de nuestra querida Papel Prensa SA. ¿Y por qué no y por qué la excepción de Holanda? Porque hay once países (de los 12) con más de un gran productor. Y Holanda, si bien cuenta con un solo productor, no significa que por ello tenga posición dominante como sí tiene Papel Prensa SA. Como se verá, todo lo contrario. Entonces, ¿cómo se rige la industria para este tipo de papel en Europa? ¿Hay controles antimonopólicos? Este autor intentó entrevistar a las máximas autoridades de Cepiprint para consultarles sobre las políticas de producción, distribución, fijación de precios, cartelización, etcétera vinculadas al papel de diario en el Viejo Continente. Las tres personas contactadas declinaron su participación, no sin antes responderme que la legislación europea rige, regula y controla la no cartelización de productores de papel de todo tipo, inhibiendo así la posibilidad de prácticas monopólicas en materia de producción, distribución, fusión, concentración y cartelización. Ahí fue entonces cuando decidí avanzar un poco más, profundizando mi savia de periodista racinguista (no independiente), no sin antes aclararles que ante cualquier información adicional prometía no acompañar el nombre y apellido de quien me la proveyera. Los racinguistas prometemos lo que cumplimos y no tergiversamos ni atropellamos: dos miembros del directorio ejecutivo de Cepiprint me confirmaron, según su propia opinión y creencia, que no existe ningún miembro de Cepiprint que además de producir papel para diarios y revistas sea simultáneamente dueño parcial o total de algún medio de prensa gráfico en toda Europa. En suma y como puede apreciarse, una resolución de la causa Papel Prensa SA favorable a la continuidad monopólica nos alejaría del mundo “civilizado”, tal y como gustan decir en sus ediciones dos de los ilegítimos dueños de la papelera. Inversamente, una resolución de la causa Papel Prensa SA favorable a la desmonopolización del sector implicaría, más que acercarnos a la “civilización” (no por el acercamiento en sí sino por el sustantivo), una causa justa y efectivamente más civilizada, en defensa de la democracia real y la justicia comunicacional. Todo esto, claro, al decir del pueblo argentino. ¿Qué podrán argumentar luego quienes se oponen a la desmonopolización del papel para diarios en la República Argentina? Va un anticipo: cuando después de aprobada la ley en cuestión se sumen nuevos actores al sector, y cuando estos actores decidan representarnos en el máximo órgano sectorial a nivel mundial (PPPC), ese mismo PPPC se habrá degradado y degenerado por obra y gracia de Cristina Fernández de Kirchner en una suerte de CCCP. Perfecto la tienen; servidito en bandeja.<
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