Apropiación intelectual: Cuevana, Telefe y los derechos de autor
Desde hace unas semanas venimos siguiendo online la novela de Cuevana vs El mundo; ¿de dónde salen los derechos que reclaman los canales?
Pablo Lago (Trátame bien), uno de los representantes de los más de 200 autores de todo el país que se agruparon para comenzar a proteger sus derechos, nos cuenta cómo empieza esta cadena de violación a los derechos de propiedad intelectual diciendo que "los contratos que te presentan las productoras suelen ser leoninos. Exigen ceder derechos sin límite de tiempo (a perpetuidad) ni de territorialidad. Son contratos ilegales que el autor se ve obligado a firmar para poder trabajar". Pasando en limpio, la mayoría de los autores de TV, los que escriben las series que miramos en la tele o en Cuevana, suelen ser obligados por los canales y productoras a renunciar a derechos indeclinables. "La propiedad intelectual es del autor, no de la productora o canal. Exigen la propiedad intelectual que usurpan. Piden cumplir lo que no cumplen", cierra Lago.
"Las productoras quieren tener totalmente libre la "cadena de derechos" para poder negociar y comercializar sin consultar ni darle al autor el porcentaje que le corresponde por ley. Por eso se exige la cesión total de derechos", explica Lago y deja abierto un interrogante: ¿cuántas veces hemos oído hablar orgullosos a productores contando que vendieron el formato de una tira o serie a decenas de países? "Formato" es el eufemismo que utilizan las productoras y distribuidoras para referirse ni más ni menos que al guión.
Sobre este tema, Marta Betoldi (autora de Ciega a citas, basado en el blog de Carolina Aguirre), es dueña de una experiencia muy particular. La historia fue conocida, Rosstoc, la productora que realizaba Ciega a citas, quebró y dejó sin cobrar por su trabajo a Betoldi y el grupo de autores que colaboraban en la tira. Lo increíble sucedió cuando a través de Twitter o de gacetillas de prensa, Betoldi descubrió que Dori Media, la distribuidora de la tira, vendió el "formato" (¡sus guiones!) a 45 países incluidos Estados Unidos, México y España. "En el caso de Ciega a citas yo no recibo ningún dinero por la emisión en el exterior ni por la venta de los libros ni tampoco la empresa intermediaria o extranjera me informa de esas negociaciones. Lo más grave es que aún se me adeuda el dinero de los libros escritos para la Argentina", explica Betoldi. Y sigue: "Al no cumplir la productora con el pago por el trabajo realizado, el contrato se anula por incumplimiento de parte. Aún así, sin poseer los derechos que se obligan a ceder en ese contrato, la obra se vende a cadenas tan importantes como la CBS en USA".
Existe otro caso con la autora Ana Montes como protagonista: ella demandó a Televisión Federal S.A. (Telefe, justamente una de las empresas que reclama la violación de propiedad intelectual) junto a otros autores por el incumplimiento del pago por el derecho territorial por países de Iberoamérica y Estados Unidos de telenovelas de su autoría. "Diez años después, la sentencia fue favorable, no sólo con respecto al derecho territorial sino que el juez reparó en que los contratos eran numerados y firmados bajo presión. Es un juicio testigo ya que todo el sistema se mueve con los mismos métodos coercitivos", responde Montes.
Las palabras "despojo" e "indefensión" se repiten en cada uno de los entrevistados. Los autores de nuestras series favoritas se sienten así de solos. "Las productoras hacen su juego, como es lógico. Pero aún más grave es la inacción de nuestra sociedad de gestión, Argentores, quién lejos de representarnos y defendernos exigiendo condiciones de juego justas para ambas partes, miran para otro lado, nos sueltan la mano", dice Pablo Lago. Argentores es la única vía legal por el cuál los autores pueden hacer valer sus derechos.
Más allá de la legitimidad de los reclamos de cada una de las partes, del vacío legal que exista en el control de Internet, está claro que hay una cadena de derechos que no se respeta en ningún momento: Los autores no se niegan a firmar contratos leoninos perjudicándose a ellos mismos, las productoras los despojan de sus derechos y los canales pretenden hacer valer sus inversiones atacando a sitios que difunden sus productos gratuitamente. El mensaje por parte de los autores, sin embargo, es conciliador, como dice Pablo Lago, "El derecho de Autor, es del Autor. Pero productores y autores, directores, actores y técnicos, debemos entender que nos necesitamos mutuamente; que el mejor negocio se hace en conjunto, y no sojuzgando o avasallando los derechos del otro".
Por Gerardo Barberán Aquino
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