lunes, 16 de junio de 2014

Política y medios, herramientas de construcción social La mediática puberfobia de la Argentina

Política y medios, herramientas de construcción social
La mediática puberfobia de la Argentina

Por Sergio Espinoza
Periodista de Chubut


Los adolescentes argentinos se han convertido nuevamente, gracias a intereses pocos claros y de diferente tinte, en el nuevo peligro de la sociedad moderna.
Su forma de vestir, andar y la música que escuchan. Parados en la esquinas, caminando por la calle o mirando vidrieras en pares o a grupitos, ya son mirados con desconfianza por el resto de la gente.
No nos sorprende que aún sean los adolescentes y niños los que en cualquier comercio sean seguidos por el personal de seguridad. Recuerdo la indignación de un padre al saber que sus hijos fueron discriminados en un museo de acceso libre y gratuito. Los chicos fueron seguidos por personal de seguridad durante toda la visita guiada. Ejemplos como éste, se suceden a montones.
Los adolescentes, estigmatizados a más no poder por los medios y sus formadores de opinión, se han vuelto un sector de la población proclive a ser identificados como los poseedores de todos los males. Los púberes argentinos se han convertido en su conjunto, la representación de la inseguridad que aqueja a la sociedad argentina actual.

Deconstrucción de un Proceso

Desde tiempos atrás, los jóvenes eran aquellos que proponían una rebelión a lo establecido. Eran los iracundos, inadaptados, entre otros epítetos que encuadraban en la figura de lo “antisocial”.
De diferentes maneras, este sector demostraba su inconformismo ante una sociedad apática, que sólo gustaba de la quietud de los estratos sociales que la componían.
Aquellas organizaciones que proponían modificaciones en el riñón mismo de dichas comunidades, solían captar la atención de la juventud de su momento.
La lectura, el estudio y la práctica de diferentes doctrinas ideológicas, eran tomadas por los jóvenes como herramienta de acción para demostrar su disconformidad y la necesidad de cambio.
En Argentina, todos sabemos cómo terminó esta historia.
Exilios, desapariciones y muertes, entre otras aberraciones, sumados a un control férreo del todo social por parte del Estado, fue el mecanismo adoptado por aquellos que vieron amenazados sus particulares intereses.
Lo que dejó éste modo de respuesta, fue una sociedad diezmada, temerosa, sin conciencia crítica y vulnerable. Servida en bandeja a merced de algunos pocos. Aquellos que siempre tuvieron la oportunidad de jactarse de ser los dueños del patrimonio del conjunto. Con una democracia incipiente que buscaba constituirse en el modelo de estado de derecho de toda la ciudadanía.
Ante una sociedad con tan alto grado de indefensión, se sucedieron políticas de Estado que fueron acompañadas con una progresiva influencia mediática dirigida a la construcción de nuevos íconos sociales, cuyo referentes inmediatos eran los “bien pensantes” enquistados en el centro de la escena de la información pública.  
Durante la década de los noventa se fue potenciando este modelo, desmantelando todo un Estado que tenía rezagos de contención ciudadana y con un marcado acento en la fuerza del trabajo, (producto éste, de políticas populares implementadas por gobiernos democráticos de mediados de Siglo XX).
A su vez, se fue constituyendo un mecanismo perverso de manipulación del imaginario social, gracias al avance de la tecnología, más precisamente en las comunicaciones. Direccionando de esta manera y a voluntad, la construcción de nuevos valores con los que se fue edificando la sociedad del nuevo milenio. Logrando de esta manera un ensueño colectivo que despertó un día de diciembre de 2001.

Se busca responsables

Fue así que política y medios, fueron las dos herramientas que desmantelaron toda una estructura de valores sociales que hoy los portadores de la imagen pública, sinónimos de los de ayer y de los de siempre, añoran con total hipocresía. Ya que ellos fueron el eslabón de una cadena de acciones que provocó la caída de una estructura de referencia social que se apuntalaba en tres pilares fundamentales: El esfuerzo del trabajo, la virtud del estudio y el sentimiento de solidaridad hacia el prójimo.
Aquellos que cantaban a coro la letra del armonioso tema de Fito Páez que hablaba sobre dos pibitos que vendían flores en La Paz, una década después y con los pibes ya crecidos, ahora y con los estados emocionales alterados, piden a gritos que termine esa recordada canción, transformada en la más heavy de las melodías.
Hoy se busca identificar a un nuevo fenómeno en donde depositar todas nuestras frustraciones como sociedad. Como electores de un modelo que resultó perverso y que creímos con toda firmeza que era, “el válido”.
Desde nuestra miradas pequeño burguesas, seguimos inmutables buscando al culpable que justifique todos nuestros pesares. Todos nuestros fracasos como pueblo y como Nación. Pidiendo que las pequeñas víctimas de los noventas, nuestros niños y adolescentes, sean ocultas como si fueran una malformación de nuestra penosa construcción social.
Recogerás tu siembra, dice el saber popular. Mientras vivimos recogiendo los desagradables resabios de una fiesta neoliberal, que sirvió para emborrachar las conciencias de una clase media errante y que hoy, como resaca mal curada, no recuerda que fue lo que desencadenó esta triste realidad que les toca vivir.


Pueberfobia: Caprichosa creación, por este periodista, de una palabra compuesta para definir el temor desmedido a los adolescentes o niños que se encuentran en la etapa de la pubertad.

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