lunes, 30 de junio de 2014

Los mejores cuestionarios Proust de Vanity Fair, en un solo volumen

Las ilustraciones estuvieron a cargo del caricaturista Robert Risko

Los mejores cuestionarios Proust de Vanity Fair, en un solo volumen

El libro fue editado por el director de la revista estadounidense, Graydon Carter, que seleccionó 101 entrevistas realizadas a "celebrities" como Yoko Ono, Giorgio Armani, Tom Waits, Allen Ginsberg y Norman Mailer, entre otros.

Ivana Romero
Los mejores cuestionarios Proust de Vanity Fair, en un solo volumen
El cuestionario Proust no fue un invento de Marcel Proust (1871-1922). Se trataba, en realidad, de un juego de salón parisino que servía de divertimento al círculo burgués del célebre novelista y es probable que lo haya popularizado la hija del presidente francés Félix Faure (1841-1899) en el siglo XIX.
El "Álbum de Antoinette Faure" –un cuaderno rojo con tapas de cuero repujado– tenía anotaciones de sus amigos. Ella les preguntaba a todos las mismas cosas ("¿Cuál es su mayor virtud?"; "¿Cuál es su mayor defecto?"; "¿Cuál es su bien más preciado?"). Todos escribían las respuestas a mano en ese cuaderno rojo. 
Proust rellenó el formulario dos veces: a los 14 y a los 20 años. Luego publicaría las respuestas en un artículo titulado "Confidencias de salón escritas por Marcel"; y así, de manera póstuma, su nombre quedaría asociado al cuestionario. 
Y es que si bien Proust falleció en 1922, la lista de Antoinette se popularizó  en Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Con el tiempo, fueron varias las publicaciones que tomaron este modelo porque, en definitiva, era capaz de mostrar cierto perfil íntimo de grandes personalidades. 
Eso mismo consideró la revista estadounidense de cultura, moda y política Vanity Fair, que en 1993 comenzó a publicar una versión propia de esta serie de preguntas en apariencia inocuas pero cuyo resultado puede ser revelador. La editorial Nórdica eligió un centenar de estos cuestionarios y los publicó en 2011. Ahora los acaba de reeditar: Vanity Fair (cuestionarios Proust) promete ser un libro donde "101 personalidades reflexionan sobre el amor, la muerte, la felicidad y el significado de la vida". 
Desde Aretha Franklin a Yoko Ono; desde Allen Ginsberg a Gore Vidal; a lo largo de estas páginas –donde cada cuestionario está acompañado por una ilustración del famoso caricaturista de celebridades Robert Risko– se va construyendo un friso posible de la cultura pop anglosajona. 
Allí conviven músicos, escritores, dramaturgos, diseñadores de moda, actores, humoristas e incluso políticos (como es el caso de Arnold Schwarzenegger, gobernador de California entre 2003 y 2011, que, claro, antes fue conocido como actor). En general, se trata de unas 25 preguntas que fueron enviadas por fax primero y por correo electrónico con el paso de los años "a una lista de personalidades de todos los ámbitos de la vida pública a quienes creímos dispuestas a someterse a semejante escrutinio", se sincera el director de la revista, Graydon Carter, en el prólogo del libro. 
La persona más citada en la categoría de referentes admirables es Nelson Mandela. La virtud más sobrevalorada, la virginidad. Sin embargo, evaluar estos cuestionarios en términos cuantitativos les quita encanto. La idea es ir leyendo como quien detecta pequeños tesoros escondidos en medio de una cantidad abrumadora de "celebrities" más o menos conocidas en estas tierras.
 Lou Reed, por ejemplo, asegura que su rasgo más característico es "la sensibilidad, la modestia y el humor". "Existo en una mónada leibniziana", agregaba el autor de Satellite of love en 1996. Karl Rove (el estratega político del presidente Bush) incluye en su extensa lista de escritores favoritos a Jorge Luis Borges. Frente a la consulta "¿de qué palabras o frases abusa?", Martin Scorsese cuenta una anécdota singular: "Utilizo demasiado la palabra ‘maravilloso’. La heredé del director de fotografía Michael Chapman. Durante el rodaje de Taxi Driver, revisando una toma, le pregunté: ‘¿Crees que está bien, con esto y esto?’ Y respondió: ‘Es maravilloso, no lo toques’. Y pensé que la palabra ‘maravilloso’ era una forma extraña de describir una toma de la miseria de la calle de una ciudad." 
Algunas respuestas, como las de la actriz Doris Day, son brevísimas. Y otras, como las de Tom Waits, de un pragmatismo que se agradece (cuando se le pregunta cuál es su idea de la felicidad perfecta responde "la felicidad nunca es perfecta"). La escritora Joan Didion (que ha trabajado el género autobiográfico a través de textos como Los que sueñan el sueño dorado y Noches azules) utiliza el cuestionario como una manera de tejer un relato que es, a la vez, una forma de comprender mejor su escritura (cuando se le pregunta "si pudiera cambiar una única cosa de su familia ¿qué elegiría?", ella dice: "Me temo que ‘una única cosa’ sólo llevaría a otra cosa, haciendo de esta una pregunta que sólo los verdaderos avaros intentarían contestar"). 
"En Vanity Fair hemos aprendido alguna que otra cosa sobre la naturaleza humana durante todos estos años de recolección de cuestionarios Proust. Si le sorprende la pasmosa sinceridad que en ocasiones honra este volumen sepa que no es usted el único sorprendido", observa Carter. Donald Trump no duda: si muriese y reencarnase sería "un gran edificio de Nueva York". Y Yoko Ono, cuando debió responder sobre sus héroes en la vida real, simplemente contesta "yo". Keith Richards afirma que la cualidad que más admira en una mujer es su amor. 
En 1892, Proust había dicho que su rasgo más característico era el anhelo de ser amado. Mirando a trasluz las respuestas de las celebridades actuales, es posible afirmar que, en ese sentido, los tiempos no han cambiado. O como recomienda la actriz Hedy Lamarr, "no te tomes las cosas demasiado en serio". «

No hay comentarios:

Publicar un comentario