sábado, 21 de junio de 2014

el fin de un extorsionador de la pantalla

Decadencia y caída

 

Luis Ventura antes del declive. Foto:Gentileza América TV
Luis Ventura antes del declive. Foto:Gentileza América TV

Roberto Maurer

Los sucesos personales y profesionales experimentados por Luis Ventura en los últimos tiempos, reunidos, ya alcanzaron el rango que autoriza el uso de la expresión “caso Ventura”. Y merecen un lugar en el laboratorio de los especialistas, quienes, dedicando años de trabajo, estarán en condiciones de llegar a conclusiones útiles a la humanidad. Ya no se trata sólo de la reconstrucción de los hechos, en sí mismos banales, sino de acceder a la dimensión y la calificación moral de los mismos.

Luis Ventura era un ser poderoso y temido, y se derrumbó como el Muro de Berlín: rápida e inesperadamente. No se conoce el fundamento de su fortaleza, tal vez se trata de alguien con superpoderes como un personaje de Marvel Comics, o de su amistad con los servicios de inteligencia. Sus carpetas debilitaban a las víctimas, y nadie del “ambiente” podía resistirlas.

DESPEDIDA DE SUS RESTOS

Los últimos clavos del ataúd los puso su amigo y socio Jorge Rial, con un discurso memorable en “Intrusos” que bien mereció ser transmitido en cadena nacional. Las palabras de Rial oscilaron entre el réquiem y el telegrama de despido. Le estaba soltando la mano o, mejor, tirándolo al paso de la locomotora, pero fraternalmente y por el bien de su amigo Luis, que no se encontraba en las condiciones del equilibrio emocional exigido en las trincheras de “Intrusos”. Fue dura la decisión y dolorosa la despedida, “en este momento tengo un agujero en el pecho”, declaró Rial, y habló de la responsabilidad de quien ejerce un liderazgo, el suyo. 

Es que Luis Ventura se había convertido en un soldado que ya no podía lanzarse al ataque. Sus víctimas dejaron de temblar ante él, le habían perdido el miedo y hasta lo cruzaban fuerte, como hizo una de las hijas de Maradona. Envuelto en un lío de su vida privada que incluyó mentiras, arrepentimientos y confesiones, igual a los escándalos vulgares de los cuales vivió, Luis Ventura se quedó sin autoridad para desempeñarse en su oficio, tan inútil como un verdugo con accesos de llanto.

LA ESCALADA

Por si alguien todavía no lo sabe, tuvo un hijo extramatrimonial de una vedette cordobesa, aunque no está claro si fue una relación efímera o sostenida en el tiempo. Lo reconoció luego de solicitar el ADN, pero trascendió que en un momento le pidió un aborto a la madre, comprometiendo al Papa: unos días antes se había sacado la foto con Bergoglio. Y a la vez moría su perro Rocko y lo echaban de casa, aunque luego su esposa Estelita lo perdonó.

Su panelista Marcela Baños renunció cuando se supo la intención de su jefe en cuanto a la interrupción del embarazo y Marcela Tauro lloró y desapareció del programa durante unos días: en “Intrusos” se caminaba sobre un terreno minado. Un medio ambiente tóxico, se dice ahora.

Tras el discurso de Jorge Rial, Luis Ventura fue internado con una descompensación o, según su versión, para realizarse un chequeo y estar en condiciones de grabar su programa “Secretos verdaderos”.

LLEGARON LOS BUITRES

El primer buitre en arrojarse sin suavidad sobre sus despojos fue Beto Casella, que lo comparó con los grupos de tareas de la dictadura militar y mencionó que son incontables “los escrachados durante años por Ventura cuando los señalaba con el dedito”. Beto Casella recordó que “el poder envilece” y que “lo veía derrapar desde hace tiempo hasta terminar medio loco”.

Algunos analistas teorizan, afirmando que Ventura pudo haber evitado la catástrofe conferenciando a puertas cerradas con su esposa Estelita para establecer una estrategia común, y luego salir al mundo con un discurso consistente. Es decir, sustentarse en una hipocresía sólidamente organizada en verdades y mentiras. Pero todo resultó tropezón y caída, escalón por escalón.

El caso Ventura deja material de estudio. ¿La comprensión de sus actos escapa al entendimiento de las personas comunes? ¿El error de Luis Ventura consistió en especular con su propio conflicto personal? ¿La megalomanía y el pecado pueden andar juntos? ¿Ellos sufren como cualquiera y merecen piedad? La vida, cuando pasa ante las cámaras, ¿es igual a la vida real? ¿O ellos son tan ficticios como los justicieros y villanos con superpoderes de la Marvel Comics?

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