lunes, 14 de octubre de 2013

Neuromitos: creencias difundidas... pero falsas

Sociedad
Aristóteles creía que el cerebro servía para disipar el calor y refrigerar la sangre. Descartes pensaba que la glándula pineal era el puente entre la mente (inmaterial) y el cerebro (material). Para William James, el cerebro era una "máquina de reflejos". Y para Marvin Minsky, uno de los padres de la inteligencia artificial, la mente (inteligente) surge de la interacción de una colección de agentes no inteligentes.
A lo largo de más de 2000 años los científicos intentaron contestar con éstas y otras teorías los interrogantes que nos plantea ese órgano de alrededor de un kilo y medio definido como el objeto más complejo del universo.
Pero cuando esa exquisita maquinaria de miles de millones de neuronas que disparan cientos de impulsos eléctricos por segundo se mira al espejo los hallazgos sobre su funcionamiento pueden resultar tan inesperados que, al popularizarse, dan pie a creencias sin fundamento. ¿Qué sabe la ciencia?
Sólo usamos el 10% del cerebro
La idea de que una gran cantidad de neuronas permanecen inactivas y son un tesoro sin explotar está ampliamente difundida, aunque todo indica que la verdad es diferente. "El cerebro funciona en forma interconectada y tiene gran nivel de actividad, aun cuando creemos que no hacemos nada o estemos durmiendo", dice Mariano Sigman, investigador del Conicet, profesor de la UBA y actualmente profesor visitante en la Universidad Torcuato Di Tella ( @mariuchu ).
Rodrigo Quian Quiroga, director del Centro para Neurociencias de Sistemas de la Universidad de Leicester, en Inglaterra, coincide y agrega: "Mucha gente piensa: «Tengo cien millones de neuronas y uso sólo 10 millones; si usara más sería como Einstein». Esto no es cierto. Usamos todo el cerebro, pero alternando distintas regiones". Y agrega: "Lo que sí sucede es que mientras se activan ciertas áreas, otras quedan latentes, a la espera de actuar en otro momento", aclara.
Después de los 60, ya no se puede aprender
"Las personas no sólo pueden, sino que DEBEN aprender hasta el último día -subraya Facundo Manes, director de la Fundación Ineco y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro y profesor de Psicología Experimental en la Universidad de Carolina del Sur-. Muchísimos trabajos indican que el compromiso permanente con la exigencia intelectual es uno de los caminos más eficaces para mantener el cerebro en forma."
Sigman, por su parte, explica que si bien la plasticidad cerebral (es decir, la capacidad de hacer nuevas sinapsis) disminuye con la edad, el cerebro sigue cambiando y transformándose. "Quizás el factor que más distingue el aprendizaje de un niño del de un adulto no sea la capacidad, sino la motivación", propone. Y completa Quian Quiroga: "Durante una conferencia, James Watson, codescubridor de la estructura del ADN, dijo algo interesante al respecto: «La gente piensa que cuando es mayor ya no goza de la misma memoria. Pero esto probablemente ocurra porque uno deja de activar el cerebro como antes»".
El talento es innato: hay quienes lo tienen y quienes no
"Existe una carga genética que predispone al talento creativo -dice Manes-. Sin embargo, es el factor sociocultural el que juega un rol crucial, pues el acceso a experiencias de distinta naturaleza remodela las conexiones cerebrales necesarias para generar soluciones innovadoras."
Según el especialista, existen básicamente dos maneras de resolver problemas: una lógica (pensamiento lento y repetitivo) y una intuitiva. Antes de que las personas resuelvan un problema en forma intuitiva se registra activación de las áreas de imaginación y de asociación, que "hablan" entre ellas. Durante un acto creativo, el cerebro estaría en un estado oscilatorio, que hace posible la sincronización entre grupos neuronales.
Al parecer, la receta para ser innovador o creativo tiene sus bemoles. "Hay que estar preparado, ser un poco obsesivo, un poco loco (no mucho), entender el problema de manera simple, ser valiente, estar dispuesto a equivocarse y estar relajado", dice. Y enseguida aclara que la inspiración no llega sin esfuerzo. "Ninguno de los grandes creadores tuvo una idea genial sin haber destinado muchísimo tiempo a pensamientos profundos y obsesivos sobre ese tema -explica-. De hecho, hay más relación entre obsesión y creatividad que entre coeficiente intelectual y creatividad. En términos de creatividad, la inspiración es para aficionados."
Para Quian Quiroga, lo que parece dado es en realidad una mezcla de lo innato con lo adquirido, porque en general uno tiene más facilidad para algunas tareas y entonces establece estrategias para aprender ciertas cosas y no otras.
Los inteligentes siempre son buenos alumnos
Depende de lo que se entienda por inteligencia. Algunos investigadores aluden con esta palabra a la capacidad para el pensamiento abstracto; otros, a la habilidad para adquirir nuevos conocimientos; otros, a la velocidad con que procesamos información, y otros, a la capacidad de adaptarnos a situaciones nuevas, explica Manes.
Desde este punto de vista, quienes exhiban mayor inteligencia general probablemente sean mejores alumnos. Pero estudios de muchos autores y también de su grupo muestran que si bien ésta influye en el rendimiento en muchas tareas, no lo hace en todas. "La capacidad de inferir sentimientos en otras personas, de inhibir nuestros impulsos y de mantener en mente los objetivos de nuestras acciones para lograr una conducta efectiva son fundamentales para un buen rendimiento escolar. Pero exceden la definición usual de inteligencia y no se explican sólo por un buen funcionamiento intelectual", concluye.
Cada función del cerebro está localizada en un área que trabaja en forma independiente
Falso. Las distintas estructuras del cerebro trabajan en red. Sin embargo, sí hay algunas regiones especializadas; por ejemplo, tenemos una región específica para reconocer las caras. Todavía no se sabe por qué tenemos regiones especializadas para algunas funciones y no para otras.
"El cerebro -dice Sigman- está en una suerte de equilibrio entre la repartición territorial de funciones y cierta promiscuidad para que una misma región no esté inequívocamente asociada con una única función."
"Aunque hay alguna especialización de ciertas áreas -agrega Quian Quiroga-, no es cierto que los distintos comportamientos estén en regiones específicas. Por otra parte, hasta las tareas simples involucran muchas zonas al mismo tiempo."
Nacemos con todas las neuronas que tendremos durante la vida
Hasta no hace mucho se creía que las neuronas no tenían recambio, pero hoy se sabe que el cerebro adulto contiene células madre capaces de generarlas.
"Este mito fue demolido por un argentino, Fernando Nottebohm [que ofreció pruebas definitivas de que hay neurogénesis en el cerebro adulto de los vertebrados] -dice Sigman-. Él y muchos otros después mostraron que hay fuentes de neuronas nuevas (neurogénesis), fundamentalmente en una estructura conocida como hipocampo, que tiene un rol protagónico en la formación de recuerdos, y en el bulbo olfatorio."
Nuestros recuerdos son una reproducción del pasado
Ya en 1932, el psicólogo Frederic Bartlett observó en su libro Recordar (Remembering, Cambridge University Press), que si les contaba historias a diferentes personas y después les pedía que las recordaran éstas no sólo las repetían con datos faltantes sino también con distorsiones. "Hay dos mitos de este tipo muy difundidos -cuenta Quian Quiroga-: uno es que la visión funciona como una cámara fotográfica; es decir, que las imágenes se proyectan como una foto en la parte de atrás del cerebro. No es así. La visión es un proceso creativo; en realidad vemos muy poco y la creencia de que vemos con una enorme riqueza es en realidad una ilusión del cerebro que «rellena» información. Lo mismo ocurre con la memoria. Recordamos muy poco y después fabulamos sobre la base de presunciones. Por eso, cada vez que recordamos, de alguna manera modificamos nuestros recuerdos."
"Recordar es en gran parte un acto creativo y de imaginación -coincide Manes-; al evocarlos, los recuerdos se hacen inestables y se vuelven permeables a nuestras emociones. La evidencia científica indica que, a diferencia de lo que creemos, cuanto uno más «usa» un recuerdo, más lo cambia. La memoria humana es en realidad el último recuerdo."
Decidir es un acto racional
El sentido común nos lleva a creer que, cuando se trata de tomar decisiones, somos una suerte de Mr. Spock, el personaje de Viaje a las Estrellas. Es una linda idea, pero al parecer no es cierta. "Nos imaginamos a nosotros mismos planificando, evaluando ventajas y desventajas -explica Manes-. Pero cuando tenemos que decidir, son nuestras emociones las que toman cartas en el asunto. Investigaciones recientes demuestran que la toma de decisiones depende fundamentalmente de áreas cerebrales involucradas con el control de las emociones. ¿Qué razonamiento lógico puede hacerse cuando es imposible predecir qué es lo que va a pasar mañana? Esto no significa que hay que dejar de pensar racionalmente para tomar una decisión, pero debería alertarnos de que la mayoría de las veces estamos actuando basados en lo que sentimos."
"El término racional es un poco impreciso -afirma Sigman-; tomamos la mayoría de las decisiones sin ningún registro consciente y sin ningún proceso de deliberación racional. Más aún, para situaciones complejas, la decisión intuitiva es con frecuencia mejor que la racional y deliberada."
La mayor parte de nuestra vida mental es consciente
Por el contrario, según escribe David Eagleman en su libro Incognito. The secret lives of the brain (Pantheon Books, 2011), "la mayoría de lo que hacemos, pensamos y sentimos está más allá de nuestro control consciente".
"Lo consciente es apenas la punta del iceberg mental -dice Sigman-, sólo que es lo único de lo que tenemos registro directo. Con la tecnología actual es posible vislumbrar gran cantidad de procesos inconscientes que con enorme intuición Sigmund Freud adivinó en las tinieblas y en plena oscuridad."
Hace algunas décadas, el científico norteamericano Benjamin Libet mostró por medio de electroencefalogramas que partes del cerebro tomaban decisiones antes de que sujetos de investigación fueran conscientes de que querían hacer un movimiento. Alexander Todorov, investigador búlgaro del Laboratorio de Cognición social y Neurociencias de la Universidad de Princeton que estudia cómo se decide el voto, afirma que hasta se pueden percibir las ideas de un candidato en forma inconsciente.
Comer pasas de uva ayuda a conservar la memoria
Aunque una buena alimentación es importante para mantener la mente en forma, esto no depende de un solo alimento. "De todas maneras -dice Manes-, el cerebro se encuentra afectado por lo que comemos. Ratas alimentadas con comidas altas en grasas muestran menor rendimiento en la memoria y agilidad mental comparada con las que son alimentadas con dietas bajas en grasa. En los últimos años, tres estudios independientes realizados en Nueva York, Chicago y Francia mostraron que la dieta mediterránea, que incluye un alto consumo de frutas, vegetales y granos, además de aceite de oliva, bajo consumo de carne y un vaso de vino tinto con la comida tiene un impacto positivo en el cerebro."
Los médicos, los bomberos y otros servidores públicos son personas particularmente "empáticas"
La empatía es la habilidad natural de compartir y apreciar los sentimientos de otros. Surge muy pronto en la vida: a las 18 horas de nacer, si un bebe llora en la nursery, los demás se ponen a llorar. Es una resonancia emocional innata, pero hay situaciones en que es necesario regularla. "En un estudio con más de 7000 médicos -explica Manes-. el laboratorio de Ezequiel Gleichgerrcht en Fundación Ineco demostró que hay un beneficio asociado con ciertos niveles de empatía que se traduce en una satisfacción por la compasión hacia los pacientes; sin embargo, demasiada empatía era perjudicial: los médicos que no eran capaces de regular sus respuestas emocionales hacia el sufrimiento padecían burnout y otros trastornos."

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