viernes, 11 de abril de 2014

“En la actualidad, estamos viviendo bajo el dominio integral de las máquinas”

“En la actualidad, estamos viviendo bajo el dominio integral de las máquinas”

POR SUSANA REINOSO

Ojo con la tecnología. González Rodríguez ayer, en Buenos Aires. “Somos prótesis de las máquinas”./CARLOS SARRAF

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11/04/14
Invitado para participar del Encuentro Federal de la Palabra, que tiene lugar en Tecnópolis, el ensayista y periodista mexicano Sergio González Rodríguez habla con la seguridad de quien mete las manos en el barro de la realidad. En Campo de guerra, con el que acaba de ganar el Premio Anagrama de Ensayo, se mete con “la tecnofilia ” actual que tiñe la vida individual y colectiva. Y propone, a partir de documentos y material investigado, una hipótesis preocupante: vamos camino hacia “segurocracias”, fundadas en la idea de control y vigilancia, militarizadas, que buscan imponer un modelo global por encima del concepto de Estado-Nación. Borrados los límites entre lo privado y lo público, nuestra hoja de vida, con datos, gustos, hábitos, preferencias está expuesta y sometida a un arbitrio ajeno al nuestro. Sergio González Rodríguez era un periodista tan reconocido como amenazado cuando en 2003 presentó, en la Feria del Libro de Guadalajara, su escalofriante libro Huesos en el desierto, donde se sumergía en el abyecto entramado de los feminicidios de Ciudad Juárez. Es tanto una persona respetada por sus reflexiones sobre los flagelos que acechan a la región como un personaje literario. Javier Marías y Roberto Bolaño, interesados en sus investigaciones, lo convirtieron en un investigador de crímenes terribles en sus librosNegra espalda del tiempo y 2666 respectivamente. En diálogo conClarín, esta tarde de otoño soleado en una Buenos Aires desierta por el paro general, dice: “Establecí una relación con Bolaño a partir de su interés en mis investigaciones sobre el narcotráfico. Lo visité en Blanes, donde vivía, luego de dos años de relación por correo electrónico. Cuando leí la novela ya no me hizo gracia. Una cosa es vivir cosas horrendas y otra es leerlas. ” –¿Por qué escribir sobre la “tecnofilia” y la geopolítica trazada por Estados Unidos en el mundo?

–No se ha reflexionado en forma profunda sobre las incidencias de la tecnología en la vida cotidiana. Las sociedades se han militarizado, detrás de la revolución tecnológica hay plataformas militares, se ha perdido el sentido de lo público y lo privado por el espionaje integral, están surgiendo “segurocracias”, sociedades fundadas en la idea de control y vigilancia y tampoco sirven estas democracias formales.
-¿Cómo nace ese sistema de control y vigilancia global?

–Esta cosmovisión integral nació con la globalización, con la sociedad de la información, con la imposición de democracias formales sin una relación sustancial con la gente y con la apertura de los mercados. Como reverso, emergió el crimen organizado.
–Atribuirle a Estados Unidos la fundación de ese nuevo modelo de control le quita responsabilidad a los gobiernos latinoamericanos.

–El problema es de fondo. La implantación de un modelo global busca un gobierno global y la idea es pasar por encima del Estado-nación, fortaleciendo el poder norteamericano a través de grandes corporaciones. El Estado-nación empieza a ser prescindible.
-En Latinoamérica también hay democracias formales. Los populismos de la región no están más cerca de los problemas de la gente.
–Tenemos que dejar de pensar en esta forma tan convencional. Liberalismo versus populismo, eso es muy ideológico. Hay que prestarle atención a la modificación de estatutos sobre el espacio de lo público y lo privado. Hay espionaje sobre las comunicaciones de los ciudadanos, de sus hábitos de consumo, de cruzamiento de información sobre su propia vida que ya dejó de ser privada en los términos que la conocíamos. Todos los cambios alcanzan al ciudadano de a pie. No tenemos conciencia clara de lo que está pasando. Este cambio tecnológico empezó hace unos 20 años.
-¿Con qué otra época podría compararse?

–La tecnofilia de hoy es comparable al mito del progreso del siglo XIX. Creemos que la tecnología nos va a salvar, que la tecnología derrama valores como libertad, democracia, igualdad. Eso es falso. Consideramos que todos los dispositivos son maravillosos, pero cuando lo vemos en detalle, ya no se respeta la sociabilidad de las personas, ni el estatuto de lo público y lo privado, y el propio sistema pone a la máquina como el centro de los procesos civilizatorios, mientras que el hombre es desplazado. Las redes y las máquinas son más importantes que la persona. Ya no son una prótesis de las personas; nosotros somos una prótesis de las máquinas, como usuarios y consumidores. Podríamos calificar el capitalismo actual como el dominio integral de las máquinas. Los jóvenes que han nacido con estos nuevos sistemas corren el riesgo de perder su estatuto humano.

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