jueves, 27 de febrero de 2014

La revista que reflejó las ideas y los debates del desarrollismo

 El primer número apareció en 1946. Sus fundadores fueron Vicente Jaramillo y Rogelio Frigerio. A través de su cuatro estapas de vida reunió nombres como los de Jauretche, Scalabrini Ortiz, Verbitksy, Seoane y Lizaso.

1 2 3 4 5
Info News
Info News
Info News
Por: 
 
Ivana Romero
La Biblioteca Nacional viene realizando un trabajo meticuloso en torno a la adquisición, tratamiento y puesta en valor de materiales documentales que abarcan desde fines del siglo XIX a comienzos del XXI. Además, se encarga de algo inusual cuando se trata de piezas tan únicas y frágiles como recortes periodísticos, fotografías o notas: ponerlas al alcance del público para su consulta. Así que la idea original era dar a conocer el archivo periodístico de la revista, que si bien ya era parte del acervo de la Biblioteca, requería tareas de recuperación. Sin embargo, la idea creció. Y se transformó en Laboratorio de ideas. La revista Qué sucedió en siete días y su archivo de redacción. Esta muestra permite reconstruir la historia del país a través de una publicación que atravesó el siglo pasado con sus cuatro etapas –aunque la más destacada es la del período 1955-1958- y que entre sus columnistas tuvo a figuras destacadas del pensamiento nacional como Raúl Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche. 
La muestra se inauguró el martes por la tarde. Allí estuvo el director de la biblioteca, Horacio González, junto a Matilde Scalabrini Ortiz, hija de quien fuera columnista de Qué e incluso director de la revista durante 1958 (aunque renunciaría públicamente al cargo tras explicitar sus reparos respecto a la política petrolera del gobierno frondizista). También participó Jorge Landaburu, que integró la publicación en 1984, la cuarta época, cuando la revista pasó a llamarse Qué pasó aquí y en el mundo (en ese momento  se incorporaron periodistas como Horacio Verbitksy, María Seoane y Carlos Lizaso). Además estuvieron los integrantes del equipo curatorial, Cecilia Larsen, Emiliano Ruiz Díaz y Nicolás Del Zotto. 
El primer número de Qué se publicó el 8 de agosto de 1946. Sus fundadores fueron Vicente Jaramillo y Rogelio Frigerio, que ocupó el cargo de subdirector. Al año siguiente, la revista asumió un definido carácter antiperonista que determinaría el alejamiento de Frigerio y de otros colaboradores. Su publicación se interrumpió en 1951, tras el suicidio de Jaramillo. Reapareció en noviembre de 1955 y así dio comienzo a la considerada “época dorada”.  
Los curadores indicaron: “Durante este período el proyecto político-editorial de Qué se propuso conjugar la idea de una revista de actualidad que expresara un nuevo criterio periodístico con un carácter militante y una toma de posición política a favor de Arturo Frondizi”. Esta búsqueda puede observarse, agregaron, en los diferentes posicionamientos políticos que fue asumiendo “desde su reaparición en los inicios de la avanzada impulsada por la autodenominada Revolución Libertadora hasta su consolidación como usina ideológica del proyecto desarrollista que sustentó el arribo de Frondizi a la presidencia de la Nación”. 
Con el triunfo de Frondizi en  1958  se cerraba una etapa para la revista. Y el aporte de Qué fue fundamental. De hecho, muchos integrantes del grupo impulsor –empezando por Frigerio, que se había hecho cargo de la dirección de la revista– se fueron para formar parte del programa de gobierno. El último número de esta segunda época se publicó en abril de 1959. Tras el derrocamiento de Frondizi, la revista reapareció. Este tercer período se caracterizó por la fuerte oposición al gobierno radical de Arturo Illia y por el intento por parte de Frondizi y Frigerio de recuperar el espacio perdido.
"La revista Qué fue la última gran publicación masiva originada en un grupo político partidario, que en su momento ocuparía el poder gubernamental, y que pudo hacerse cargo de las lógicas de lectura de un vasto público, portador de intereses culturales y políticos pertenecientes al sector más dinámico de los estratos medios del país", escribe González en uno de los textos del catálogo. Y agrega: "Quizás fue el último semanario político de ideas que poseía el molde expresivo de la política que brotaba de su terreno específico" formado por "periodistas e intelectuales que escribían como periodistas" antes de que el periodismo se transformara en un oficio supuestamente más ligado a la objetividad que a la pasión. 
Las tensiones ideológicas y políticas constituyen un capítulo apasionante en sí mismo, teniendo en cuenta que a las columnas permanentes de Scalabrini Ortiz y de Jauretche se sumaban las plumas de Juan José Hernández Arregui, Jorge Abelardo Ramos y Rodolfo Puiggrós, entre otras. 
La hija de Scalabrini Ortiz, Matilde, graficó esto durante la inauguración: "Tengo que aclarar alguna cosas con respecto a la figura de mi padre. Es cierto que apoyó a Frondizi en ese momento porque veníamos de la Libertadora y el peronismo proscripto, veníamos de un país entregado al capital extranjero. Era, entonces, la posibilidad de una salida política. Pero en cuanto Frondizi subió e hizo otra política petrolera que la que había propuesto en la campaña, papá se renuncia y se aleja de ahí. Para Scalabrini Ortiz fue un momento importante para dar un paso político posible pero no era la solución política que esperaba porque él creía en las fuerzas populares y en una capacidad espiritual del pueblo argentino."
En ese sentido, González se refirió a la complejidad de las ideas que se ponían en evidencia a través de una revista "de un filón marxista interno vinculado al desarrollo de las fuerzas productivas que decían tomar del último Lenin". Pero debajo de esa capa, estaba lo que González calificó de "relación dramática" con Perón a través de las tensiones con el frondizismo. Y es que la revista se proponía como un órgano de un "frente nacional" que pivotea sobre Frondizi "pero tomando a su cargo las masas peronistas en los términos del Pacto que por entonces él firmaría con Perón". Esa discusión fue “como una brasa ardiente entre las manos, que la revista "no pudo descifrar hasta sus últimas consecuencias". «


La muestra
Se puede visitar en la Biblioteca Nacional, Sala Leopoldo Marechal, Agüero 2502, CABA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario