domingo, 13 de enero de 2013

La educación online, un negocio sólo en el largo plazo

Mientras en Estados Unidos la oferta de cursos universitarios gratuitos en Internet suma usuarios sin cesar, empresas privadas e instituciones se asocian para convertir ese interés en una fuente de ingresos con garantía de calidad académica
Por Tamar Lewin | The New York Times
En agosto, cuatro meses después de que Daphne Koller y Andrew Ng fundaran la compañía educativa online Coursera, sus cursos universitarios gratuitos habían atraído un millón de usuarios, un lanzamiento más veloz que el que tuvieron Facebook y Twitter.
Los cofundadores, profesores de informática en la Universidad de Stanford, vieron con sorpresa cómo se superaban los 2 millones de inscriptos el mes pasado, con 70.000 nuevos estudiantes anotándose para más de 200 cursos cada semana, dictados por profesores de 33 universidades de élite del país asociadas con la compañía.
En menos de un año, Coursera ha atraído 22 millones de dólares en capital de riesgo y ha hecho tanto ruido que algunas universidades suenan un poco a la defensiva al explicar por qué no se suman a la tendencia.
Mientras tanto, están surgiendo otras aproximaciones respecto de la enseñanza online . Universidades de todo el país están aumentando sus ofertas virtuales, con la esperanza de atraer estudiantes de todo el mundo. Nuevos emprendimientos, como Udemy, ayudan a profesores individuales a colocar sus cursos online . Harvard y el Massachusetts Institute of Technology (MIT) han aportado 30 millones de dólares cada uno para crear edX. Otra iniciativa surgida de Stanford, Udacity, ha atraído más de un millón de estudiantes a su menú de cursos online abiertos masivos (COAM), junto con 15 millones de dólares en fondos.
Todo esto podría estar definiendo el futuro de la educación superior..., si alguien pudiera descubrir cómo obtener ganancias.
Coursera creció a la velocidad de la luz, emergió como el actual líder del grupo y se esfuerza por sostener su negocio apelando a fuentes de ingresos como licencias, aranceles y provisión de datos de reclutamiento a empleadores, entre otras iniciativas. Pero no hay garantías de que mantenga su posición en un mercado de educación tecnológica en explosiva expansión.
"Nadie tiene todavía el modelo que va a funcionar", dijo James Grimmelmann, un profesor de derecho de New York que se especializa en derecho computacional y de Internet. "Creo que todos los emprendimientos actuales van a fracasar, porque las expectativas son demasiado altas. La gente cree que algo se va a imponer instantáneamente. Pero lo más probable es que pase una década hasta que alguien descubra cómo hacerlo y obtener ganancias."
Por su parte, Koller y Ng han expresado su deseo de hacer que los cursos sean gratuitos para estudiantes de recursos escasos en todo el mundo. La educación, han dicho repetidamente, debe ser un derecho, no un privilegio. E incluso quienes los respaldan con capital de riesgo dicen que las ganancias pueden esperar.

Primeros recursos

"La monetización no es el objetivo más importante para este negocio en este momento", dijo Scott Sandell, un financista de Coursera que es socio general de New Enterprise Associates. "Lo importante es que Coursera está acumulando rápidamente un cuerpo de contenidos de alta calidad que podría ser muy atractivo para universidades que quieran pagar una licencia para usarlo. Invertimos pensando en el muy largo plazo, y el período de gestación de las mejores compañías es de al menos 10 años."
Pero, dado que empiezan a obtener los primeros mínimos ingresos, los socios universitarios de Coursera ya esperan obtener ganancias a plazo más corto. "Ganaremos dinero cuando Coursera lo haga", dijo Peter Lange, el rector de Duke University, una de las socias de Coursera. "No creo que lleve mucho tiempo. No queremos cometer el error que cometió el sector de los diarios, de dar nuestro producto online gratuitamente demasiado tiempo."
En este momento, la fuente más prometedora de ingresos para Coursera es el pago de licencias por parte de otras instituciones educativas que quieren usar sus clases, ya sea como "cursos enlatados" o como clases en video que los estudiantes pueden ver antes de ir a clase para trabajar con un profesor.
Koller, la cofundadora de Coursera, tiene muchas otras ideas. Piensa cobrar entre 20 y 50 dólares por certificados de grado. Y su compañía, igual que Udacity, ha comenzado a cobrar a empleadores corporativos, incluyendo Facebook y Twitter, por acceso a estudiantes de alto desempeño, empezando por los que estudian ingeniería de sistemas.
Hace algunos meses, Koller anunció que el campus de Los Ángeles de la Universidad de Antioch había acordado ofrecer a sus estudiantes créditos académicos por completar dos cursos de Coursera, Poesía estadounidense moderna y contemporánea y Mitología griega y romana, ambos dictados por profesores de la Universidad de Pennsylvania. Antioch sería el primer college en pagar la licencia -Koller no dijo cuánto- para ofrecer los cursos a los estudiantes con una matrícula más baja que cualquier campus estatal del estado con carreras de cuatro años.
¿Por qué pagarían las instituciones licencias por material disponible en forma gratuita en la Red? Koller explicó que los términos de uso de Coursera requieren que cualquiera que utilice los cursos comercialmente tiene que contar con una licencia, lo que habilita a los colleges a tener un sitio propio para el curso, incluyendo acceso a las calificaciones.
Sólo tres días antes del anuncio, Koller descubrió que el acuerdo tendría un comienzo muy modesto. Para el curso piloto, Antioch pensaba tener sólo un estudiante y un "facilitador" del cuerpo de profesores en cada curso. Koller no se amilanó, y pasó directamente a recibir una delegación de la Universidad de Melbourne que la esperaba en la sala de conferencias.
Coursera anunció recientemente otra ruta para ayudar a los estudiantes a obtener créditos académicos por sus cursos y al mismo tiempo producir ingresos. La compañía ha logrado que el Consejo de Educación de Estados Unidos, que agrupa a los centros de estudios superiores, nombre expertos en distintos temas para evaluar si varios cursos ameritan dar créditos académicos para carreras universitarias. Si los expertos dicen que es así, los estudiantes que aprueben estos cursos podrían dar un examen en el que se verificaría su identidad y, pagando un arancel, obtener una transcripción de un crédito ACE, una certificación que 2000 universidades ya aceptan.
Bajo los contratos de Coursera, la compañía recibe la mayor parte del ingreso; las universidades se quedan con entre el 6 y el 15 por ciento del ingreso y 20 por ciento de las ganancias brutas. Los contratos describen varias posibilidades de monetización, incluyendo cobrar por extras como orientación. Sigue estando en duda cómo compartirán las universidades los ingresos con los profesores que crean los cursos online ; algunos docentes dicen que la tarea es análoga a escribir un libro de texto y debiera generar una remuneración similar.
En tanto, ha comenzado un pequeño flujo de ingresos hacia el edificio de oficinas de Silicon Valley, donde los 35 empleados de Coursera trabajan para responder a la demanda de sus cursos. La compañía está afiliada a Amazon y recibe un pequeño porcentaje del dinero cada vez que estudiantes de Coursera hacen clic en el sitio para comprar libros de texto recomendados o cualquier otro producto de Amazon. "Son sólo un par de miles, pero es nuestro primer ingreso", dijo Koller.
Otras posibilidades marginales incluyen cobrar una suscripción cuando se termina una clase, para continuar en un foro de discusión como comunidad en la Red u ofrecer cursos que continúan el tema. Y es posible conseguir patrocinadores publicitarios.

Una base de usuarios

Al igual que en el acuerdo con Antioch, algunos intentos iniciales tienen un comienzo lento. Por ejemplo, la Universidad de Washington ya ha ofrecido créditos académicos a cambio de un arancel en unos pocos cursos de Coursera. Pero mientras miles de estudiantes se inscribieron en la versión gratuita, sólo un puñado eligió la opción paga que da créditos académicos. David P. Szatmary, el vicerrector, dijo que parte del problema es que la opción de créditos académicos se anunció sólo un corto tiempo antes de que comenzara el curso, cuando la mayoría de los estudiantes ya se había inscrito gratuitamente. "Pensamos que si los estudiantes saben de la posibilidad de hacerlo por créditos académicos, pueden estar dispuestos a pagar un arancel y tener su propio grupo de discusión, un instructor que los guíe y algunas lecturas y proyectos adicionales."
"Parte de lo que Coursera ha hecho bien es comprender que tiene más sentido crear primero la base de usuarios y luego pensar cómo monetizarla, en vez de preocuparse desde el comienzo por eso", dijo Edward Rock, profesor de derecho que actúa como el jefe de asesores de la Universidad de Pennsylvania en cursos abiertos.
Los cofundadores de Coursera se han convertido en oráculos de la educación superior, y han llevado su prédica de cursos online abiertos masivos al Foro Económico Mundial de Abu Dhabi, la cumbre de la Red en Dublín y el Festival de Ideas de Aspen. Describen cómo los cursos online gratuitos pueden abrir el acceso a la educación superior a cualquier con una conexión de Internet, evitar a los profesores tener que repetir las mismas clases en cada cuatrimestre y generar datos, porque las computadoras registran todas las respuestas acertadas o equivocadas, lo que puede ayudar a entender cómo aprenden mejor los estudiantes.
Muchos educadores predicen que el grueso de los ingresos por COAM provendrá de cobrar licencias por cursos de recuperación y cursos introductorios de temas como economia o estadística, dos categorías de clases en las que se inscriben cientos de miles de estudiantes cada año. Si bien menos del 10 por ciento de los estudiantes de cursos abiertos online terminan los cursos en los que se inscriben por su cuenta, muchos expertos creen que combinar materiales virtuales con apoyo de un profesor podría aumentar el porcentaje de los que completan los cursos.
La Universidad de Pennsylvania tiene grandes esperanzas de comercializar masivamente el curso de cálculo de Robert Ghrist, que comienza este mes y cuenta con animaciones dibujadas por el profesor.
"Lo que Rob ha hecho es descubrir cómo hacer bailar el Power Point", dijo Rock. "Creo que va a revolucionar la enseñanza del cálculo permitiendo a los chicos hacer el curso en Coursera como volviendo obsoletos los libros de texto tradicionales. Puede ser la manera en que más escuelas secundarias ofrezcan cálculo de nivel universitario y en que los colleges que no tengan buenas clases de cálculo pueden pagar la licencia y usarlo en un formato mixto, con el profesor no dando clases sino respondiendo preguntas y explorando conceptos con detalle."
Rock, cuya universidad ha producido 16 cursos Coursera, dijo que la creación de cada uno cuesta unos 50.000 dólares, y que el mayor gasto es la producción del video y el pago a los ayudantes que siguen el foro de discusión.
El doctor Ezekiel Emanuel, especialista en bioética de Pennsylvania, que ha sido asesor de salud de la administración Obama, está dando dos cursos Coursera: uno sobre la ley de salud de Obama y otro sobre el racionamiento de recursos médicos escasos. Dijo que no está tratando de producir un curso que pueda ofrecerse una y otra vez, sin costos adicionales, sino que simplemente espera poder diseminar la comprensión de importantes cuestiones de salud. Y en vez de usar los materiales del curso del verano pasado sobre la nueva ley, Emanuel reformó el curso usando dos especialistas en video para filmar sus clases en vivo en Pennsylvania.
Pero el docente no es inmune a las posibilidades comerciales; está considerando desarrollar un curso que podría comercializarse vendiéndolo a los que buscan una certificación en ética de salud.
Ni siquiera Koller está segura del futuro de los cursos online abiertos y de su compañía. "Hace un año no me hubiera imaginado que podíamos estar donde estamos ahora", dijo. "¿Quién sabe dónde estaremos en cinco años más?".

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