Auto-referencia y construcción del acontecer social. Estrategias para desvelar los discursos hegemónicos de los medios
Marta Rizo García (Universidad Autónoma de la Ciudad de México) reseña el libro "Confiar en la prensa o no. Un método para el estudio de la construcción mediática de la realidad" de José Luis Piñuel Raigada, Juan Antonio Gaitán Moya y Carlos Lozano Ascencio (Comunicación Social Ediciones y Publicaciones, Salamanca, 2013).
Seguramente, muchos de nosotros hemos dicho, o al menos escuchado, que “lo que no aparece en televisión, no existe”. Una afirmación tan coloquial como ésta se convierte en el fondo cotidiano de un objeto de estudio académico: el periodismo como práctica social encargada de construir la realidad. Confiar en la prensa o no. Un método para el estudio de la construcción mediática de la realidad parte, precisamente, de la necesidad de desentrañar, o desvelar, como dicen los autores, los procesos por medio de los cuales la actividad periodística es capaz de construir discursos hegemónicos en torno al acontecer público, esto es, acerca de lo que sucede en nuestros entornos. La obra parte de la propuesta planteada por Piñuel y Lozano unos años antes en Ensayo general sobre la comunicación (2006), que de alguna manera sustenta teórica y conceptualmente el estudio empírico que se presenta en este trabajo más reciente.
La frase que abre el párrafo anterior, que caracterizábamos como cotidiana y coloquial, tiene su contraparte académica en una formulación como la siguiente: “Resulta hoy en día comúnmente aceptado que aquello que publican los Medios de Comunicación de Masa (MCM) sobre los aconteceres de actualidad se torna en una realidad que los ciudadanos acaban percibiendo como la más relevante socialmente, y que lo no referido por los MCM carece de percepción colectiva” (p. 92). Sin que ello signifique que la audiencia esté completamente desprovista de mecanismos para posicionarse de manera crítica ante lo que lee, escucha y ve en los medios, sí es cierto que la fuerza con la que se posiciona hegemónicamente el discurso construido por los medios acaba por desvanecer –e incluso anular- cualquier posibilidad de poner en duda que lo que vemos, leemos y oímos es, efectivamente, lo que sucede, la “verdad” de la “realidad”.
Partiendo de lo anterior, los autores de Confiar en la prensa o no plantean como interrogante básica de su ejercicio de reflexión teórica y de su trabajo empírico –al que regresaremos posteriormente- la siguiente cuestión: “¿el acontecer de actualidad del que hablan los Medios es el socialmente relevante o se está produciendo una construcción mediática de la realidad porque los Medios convierten en acontecer aquello de lo que hablan?” (p. 12).De ahí que el objeto de estudio (tanto de la reflexión de corte teórico como de la investigación empírica) sea la auto-referencia de los medios, es decir, lo que los medios, y fundamentalmente la prensa, dicen acerca de su propia actividad periodística.
Confiar en la prensa o no está compuesto por dos partes, cada una conformada por tres capítulos, y unas conclusiones finales de corte general que recuperan lo más sustantivo de lo expuesto en los capítulos y apartados precedentes. La obra propone, como se verá a continuación, una nueva manera de abordar la construcción mediática de la realidad, un tema que ha dado lugar a múltiples debates al interior del campo de la comunicación; debates que, sin embargo, a menudo se han reducido a interpretaciones y especulaciones opinativas y, en menor medida, a propuestas teórico-metodológicas aplicadas a objetos de estudio específicos, como es el caso de lo que nos ofrece esta obra que reseñamos.
La primera parte, titulada “Periodismo y dominio histórico de existencia”plantea las coordenadas teóricas y conceptuales del análisis fenomenológico del acontecer y el dominio de existencia. Se plantea la epistemología y práctica del periodismo como una construcción social del acontecer y, con base en lo anterior, se propone una teoría de la mediación social del periodismo. ¿Por qué es importante considerar nuestras condiciones de existencia? Porque, dicen los autores, nuestra existencia, tanto biológica como social, discurre conforme conocemos el acontecer y actuamos frente a él, en el que estamos implicados. Y sólo nos puede implicar aquel acontecer que somos capaces de reconocer porque nos afecta, a nosotros y a nuestro entorno más próximo.
En otras palabras, el periodismo, como práctica social, informa sobre el acontecer relevante del día a día, de nuestra cotidianeidad, y esta práctica contribuye de forma decisiva a construir nuestros dominios de existencia, nuestro ser aquí y ahora, nuestro momento histórico. Así mismo, y dada esta relevante función, los discursos mediáticos se tienen que disputar su hegemonía de ser los creadores de esquemas de actuación para prever y gestionar los cambios que reconocemos en nuestros entornos. La disputa por la hegemonía se explica de forma clara: los discursos hegemónicos imponen confianza, los que no lo son, imponen incertidumbre.
Los autores definen los acontecimientos como aquellas variaciones del entorno que no han sido previstas, y desde ese lugar, afirman que los discursos de los medios hablan de la actualidad, de ese universo del acontecer.
El discurso generado por los medios, concretamente por la prensa, no es casual ni espontáneo, es decir, no está exento de estructura. Así, los responsables de elaborar los discursos mediáticos deben explorar de manera anticipada la realidad, recoger la información, elaborar las unidades de redacción (por género, por secciones) y deliberar para seleccionar y distribuir peso y espacio a las unidades previamente fabricadas.
Del lado de los lectores –o de las audiencias, si abrimos el debate a todos los medios y no únicamente a la prensa-, requerimos de un esfuerzo extra por articular y comprender lo que leemos. La prensa fragmenta su discurso en unidades independientes, de ahí que sea posible una lectura selectiva, en función de lo que más nos interese, que suele corresponderse con lo que está más cercano a nuestra existencia. Este escenario, a decir de los autores,no se da de manera tan clara en la actualidad, caracterizada por un escenario mediático cada vez más complejo y multidimensional. Hoy ya no existen fronteras claras entre los discursos de la prensa y los de los medios audiovisuales. No sólo aumenta el flujo de información, sino, y sobre todo, los canales y formatos en los que ésta se torna disponible. Esta multidimensionalidad del escenario crossmedia hace aún más apremiante el debate y discusión en torno a cómo los medios construyen “realidades”.
Abordar el discurso periodístico y su construcción del acontecer público implica considerar, antes que cualquier otra cosa, la responsabilidad social de la actividad periodística. En palabras de los autores, “los discursos periodísticos se disputan la hegemonía de su credibilidad para conformar los hábitos de la acción social en cuanto a la representación de los entornos, y que atañen tanto a los establecimientos de agenda (…) como a la representación escénica de entornos sociales y de prescripciones de comportamientos” (p. 75).Es por ello que el periodismo tiene una gran responsabilidad social. Y por ello, los autores se plantean analizar “el discurso que sobre la verdad de la comunicación elaboran los medios aspirando a hacerlo hegemónico y que las audiencias terminan aceptando sin someter a crítica su credibilidad pretendida” (p. 75).
Una vez establecido el piso teórico y conceptual, Piñuel, Gaitán y Lozano se proponen, en la segunda parte del libro, exponer con detalle los resultados del trabajo empírico que permite poner a prueba todo este andamiaje teórico. Esta segunda parte, titulada “Periodismo, auto-referencia y dominio histórico de existencia” aborda la auto-referencia mediática y sus controversias. Los autores parten de que “los medios de comunicación intervienen, sobre todo, en la imposición de discursos hegemónicos que construyen y actualizan continuamente las imágenes de la fragilidad social, y también hacen uso, aunque en menor medida, de discursos canónicos que contribuyen a establecer normas para afrontar los riesgos sociales más previsibles” (p. 90). Y fortalecen una idea expuesta previamente desde el inicio de la obra: “Las audiencias (receptoras de incertidumbres recurrentes) no tienen más criterios de apreciación, orientación y comparación que las informaciones de los diferentes medios de comunicación, y si todos dicen lo mismo, las audiencias están destinadas a admitir ‘esa verdad’” (p. 93).
Si bien no es nueva la idea de que, cada vez más, la agenda pública se diluye y es sustituida por la agenda mediática, en Confiar en la prensa o no se nos ofrece con detalle una descripción de este proceso de mediación. Un proceso en el que se impone, afirman los autores, una lógica de simulación que no tiene que ver con la lógica de los hechos, pues sobre éstos se imponen los modelos, hasta el punto de actuar como si la realidad ya no fuese necesaria.
De forma particular, interesa poner énfasis en el discurso de los medios sobre su propia actividad, sobre la comunicación misma: “el discurso auto-referente que los MCM convierten en hegemónico transforma así las condiciones de verdad y de realidad del acontecer frente al cual los agentes sociales se encuentran involucrados” (p. 95).
En esta segunda parte se presentan los objetivos, supuestos de partida, metodología y resultados del proyecto de investigación titulado “El discurso hegemónico a propósito de la ‘verdad’ y la ‘comunicación’: lo que dicen los Medios de Comunicación sobre la Comunicación social”. El objetivo del proyecto fue analizar en la prensa el discurso mediático cuya referencia fuese algún otro discurso que, convertido en tema de agenda, se refiriese a la propia actividad de los medios. La propuesta metodológica se basó en análisis de contenido del discurso auto-referente de la prensa, con el objetivo de desvelar las constricciones lógicas del discurso canónico de esta referencia, y el método Delphi con periodistas y fuentes de medios, para desvelar los ejes sobre los cuales se hace hegemónico su discurso sobre los MCM a propósito de la verdad y la comunicación.
En palabras de Piñuel, Gaitán y Lozano, el objeto de estudio de la investigación fue “el discurso hegemónico a propósito de ‘la verdad’ y ‘la comunicación’ que aparece en los propios Medios de Comunicación de Masas cuando éstos convierten en referencia mediática, o tema destacado de agenda, su propia actividad representada como acontecer de referencia social” (p. 100).Y las hipótesis o supuestos de partida fueron las siguientes: a) El acontecer que atañe a la comunicación social es tema de la agenda de los MCM; b) La práctica social de los MCM elabora un discurso público que se torna hegemónico; c) El discurso que los MCM convierten en hegemónico transforma de las condiciones de verdad y de realidad del acontecer frente al que los agentes sociales se encuentran vinculados.
Si algo hay que destacar de Confiar en la prensa o no es que se exponen los pormenores de la estrategia metodológica utilizada en la investigación empírica ya referida. Muchas veces leemos resultados de investigaciones, pero desconocemos, por falta de explicitación, el cómo de los trabajos. Aquí estamos ante el caso contrario. Los autores ofrecen con todo detalle no sólo las características del corpus analizado, sino, y más importante, las estrategias seguidas para el análisis. En cuanto al corpus, cabe mencionar que se analizaron los discursos de cualquier género en prensa entre diciembre de 2007 y diciembre de 2009, referidos a cualquier aspecto relacionado con la propia actividad de los medios. A este corpus se aplicó un análisis de contenido para poner de manifiesto los rasgos de la referencia de la comunicación social como tema de agenda, por medio de un diseño transversal, a lo largo de varios meses sucesivos, en prensa tanto nacional (ABC, El País, El Mundo y La Razón) como regional (El Correo, La Voz de Galicia y La Vanguardia). La muestra total fue de 4176 artículos.
Posteriormente se aplicó la técnica Delphi para obtener el discurso paradigmático de los directores de gabinetes de información o comunicación y de diferentes tipos de organizaciones (empresas, instituciones y agencias de noticias y periódicos). Y en un tercer momento, se contrastó el discurso canónico de los MCM sobre la comunicación social con el discurso obtenido a partir del método Delphi.
Todo lo anterior sirvió, finalmente, para desvelar los ejes sobre los cuales se hace hegemónico el discurso de los MCM sobre la verdad y la comunicación. Y se llegó a lo siguiente: 1) El interés de los acontecimientos en curso de que informan los MCM sobre la actividad que los propios MCM desarrollan está representado como un hecho que debe tenerse en cuenta, es decir, se concede a sus temas y referencias la condición de ser un acontecimiento; 2) Los objetos, los acontecimientos y los valores de información transformados en referencias sociales adquieren una existencia autónoma, independiente de la naturaleza de los hechos de los que se habla. Dicho en otros términos, lo que importa es lo que se dice sobre lo que sucedió, y no los hechos por sí mismos; 3) El discurso referenciado está, generalmente, desprovisto de episteme, y abundan también los discursos que critican algunas prácticas periodísticas; 4) Por último, los participantes en los intercambios de la técnica Delphi confirman que las relaciones entre las organizaciones y los medios se centran, en mayor medida, en los compromisos personales mantenidos entre los profesionales.
La reflexión final de Piñuel, Gaitán y Lozano es la siguiente: “Las normas de juego para la acción social y las normas del discurso para la expresión (…) señalan una estructura a los acontecimientos en curso, de tal forma que los acontecimientos mismos se vuelven percibidos, están representados y terminan regulados de acuerdo con el dominio de existencia histórica en curso”. (p. 143). De lo anterior se desprende que la prensa –y podríamos generalizar esta idea a otros medios de comunicación- termina por ser un actor que fundamentalmente reproduce el sistema de comunicación del que forma parte. De ahí la importancia de la auto-referencia como tema de la agenda mediática. El resultado general de la investigación, a decir de los autores, ofrece un panorama de gran redundancia que puede resumirse en los siguientes tres elementos: la confusión de la fuente y el medio; la confusión de la referencia que se difunde con el acontecer de referencia que se crea y la hipertrofia de la referencia en los grupos mediáticos.
A modo de conclusión, elexamen empírico del discurso hegemónico que los medios edifican cuando reflexionan sobre la verdad de la comunicación, sobre su propia práctica social, se convierte en el criterio básico por el cual los mismos medios construyen su propia epistemología de la virtud.
Decíamos anteriormente que una de las virtudes de Confiar en la prensa o no es que se presenta con mucho detalle la estrategia metodológica seguida en la investigación empírica. Además de lo ya señalado, otra prueba de ello es que en los anexos de la obra se presentan tanto el libro de códigos y la ficha de análisis de contenido como los cuestionarios de las diferentes rondas del Delphi aplicadas con varios actores. Este material es, por sí mismo, un insumo muy sugerente y útil para todos aquellos investigadores de la comunicación interesados en los procesos de construcción de la actualidad noticiosa por parte de los medios de comunicación.
Podemos concluir afirmando que lo expresado a lo largo de la obra da cuenta de que los medios hablan más de lo que se dice que de lo que se hace o de lo que sucede; y lo anterior constituye una deontología cotidiana que rige la praxis de los profesionales de los medios. En cuanto a la auto-referencia, objeto del estudio empírico reportado en el libro, ésta se concibe como estatuto normativo y como base de la episteme particular que rige la construcción de la “verdad” en los discursos periodísticos.
Quizás sería aventurado decir que, por principio, debemos o no debemos –de forma tajante- confiar en la prensa, o en cualquier otro medio. Eso sí, conocer las maneras como la prensa construye discursos sobre el acontecer público, sobre su propia actividad y sobre los entornos, nos debe permitir, como mínimo, poner en duda la “verdad” de lo que vemos, leemos y oímos en los medios cotidianamente.
Por lo dicho anteriormente, queda claro que Confiar en la prensa o no es una obra que no sólo puede convertirse en paradigmática en el campo de estudios conocido como sociología de la producción de las noticias, sino que además, y ello es más importante, sitúa la discusión en torno a la construcción mediática de la realidad mucho más allá de los discursos de sentido común que mucho se han repetido en el campo de la comunicación. La teorización previa, plasmada en el modelo de la Mediación Dialéctica de la Comunicación Social, sirve como plataforma para elevar la discusión y para sostener, ahora sí con datos empíricos, que la labor de los medios en lo que a construcción del acontecer se refiere, es mucho más compleja de lo que podemos imaginar.
La frase que abre el párrafo anterior, que caracterizábamos como cotidiana y coloquial, tiene su contraparte académica en una formulación como la siguiente: “Resulta hoy en día comúnmente aceptado que aquello que publican los Medios de Comunicación de Masa (MCM) sobre los aconteceres de actualidad se torna en una realidad que los ciudadanos acaban percibiendo como la más relevante socialmente, y que lo no referido por los MCM carece de percepción colectiva” (p. 92). Sin que ello signifique que la audiencia esté completamente desprovista de mecanismos para posicionarse de manera crítica ante lo que lee, escucha y ve en los medios, sí es cierto que la fuerza con la que se posiciona hegemónicamente el discurso construido por los medios acaba por desvanecer –e incluso anular- cualquier posibilidad de poner en duda que lo que vemos, leemos y oímos es, efectivamente, lo que sucede, la “verdad” de la “realidad”.
Partiendo de lo anterior, los autores de Confiar en la prensa o no plantean como interrogante básica de su ejercicio de reflexión teórica y de su trabajo empírico –al que regresaremos posteriormente- la siguiente cuestión: “¿el acontecer de actualidad del que hablan los Medios es el socialmente relevante o se está produciendo una construcción mediática de la realidad porque los Medios convierten en acontecer aquello de lo que hablan?” (p. 12).De ahí que el objeto de estudio (tanto de la reflexión de corte teórico como de la investigación empírica) sea la auto-referencia de los medios, es decir, lo que los medios, y fundamentalmente la prensa, dicen acerca de su propia actividad periodística.
Confiar en la prensa o no está compuesto por dos partes, cada una conformada por tres capítulos, y unas conclusiones finales de corte general que recuperan lo más sustantivo de lo expuesto en los capítulos y apartados precedentes. La obra propone, como se verá a continuación, una nueva manera de abordar la construcción mediática de la realidad, un tema que ha dado lugar a múltiples debates al interior del campo de la comunicación; debates que, sin embargo, a menudo se han reducido a interpretaciones y especulaciones opinativas y, en menor medida, a propuestas teórico-metodológicas aplicadas a objetos de estudio específicos, como es el caso de lo que nos ofrece esta obra que reseñamos.
La primera parte, titulada “Periodismo y dominio histórico de existencia”plantea las coordenadas teóricas y conceptuales del análisis fenomenológico del acontecer y el dominio de existencia. Se plantea la epistemología y práctica del periodismo como una construcción social del acontecer y, con base en lo anterior, se propone una teoría de la mediación social del periodismo. ¿Por qué es importante considerar nuestras condiciones de existencia? Porque, dicen los autores, nuestra existencia, tanto biológica como social, discurre conforme conocemos el acontecer y actuamos frente a él, en el que estamos implicados. Y sólo nos puede implicar aquel acontecer que somos capaces de reconocer porque nos afecta, a nosotros y a nuestro entorno más próximo.
En otras palabras, el periodismo, como práctica social, informa sobre el acontecer relevante del día a día, de nuestra cotidianeidad, y esta práctica contribuye de forma decisiva a construir nuestros dominios de existencia, nuestro ser aquí y ahora, nuestro momento histórico. Así mismo, y dada esta relevante función, los discursos mediáticos se tienen que disputar su hegemonía de ser los creadores de esquemas de actuación para prever y gestionar los cambios que reconocemos en nuestros entornos. La disputa por la hegemonía se explica de forma clara: los discursos hegemónicos imponen confianza, los que no lo son, imponen incertidumbre.
Los autores definen los acontecimientos como aquellas variaciones del entorno que no han sido previstas, y desde ese lugar, afirman que los discursos de los medios hablan de la actualidad, de ese universo del acontecer.
El discurso generado por los medios, concretamente por la prensa, no es casual ni espontáneo, es decir, no está exento de estructura. Así, los responsables de elaborar los discursos mediáticos deben explorar de manera anticipada la realidad, recoger la información, elaborar las unidades de redacción (por género, por secciones) y deliberar para seleccionar y distribuir peso y espacio a las unidades previamente fabricadas.
Del lado de los lectores –o de las audiencias, si abrimos el debate a todos los medios y no únicamente a la prensa-, requerimos de un esfuerzo extra por articular y comprender lo que leemos. La prensa fragmenta su discurso en unidades independientes, de ahí que sea posible una lectura selectiva, en función de lo que más nos interese, que suele corresponderse con lo que está más cercano a nuestra existencia. Este escenario, a decir de los autores,no se da de manera tan clara en la actualidad, caracterizada por un escenario mediático cada vez más complejo y multidimensional. Hoy ya no existen fronteras claras entre los discursos de la prensa y los de los medios audiovisuales. No sólo aumenta el flujo de información, sino, y sobre todo, los canales y formatos en los que ésta se torna disponible. Esta multidimensionalidad del escenario crossmedia hace aún más apremiante el debate y discusión en torno a cómo los medios construyen “realidades”.
Abordar el discurso periodístico y su construcción del acontecer público implica considerar, antes que cualquier otra cosa, la responsabilidad social de la actividad periodística. En palabras de los autores, “los discursos periodísticos se disputan la hegemonía de su credibilidad para conformar los hábitos de la acción social en cuanto a la representación de los entornos, y que atañen tanto a los establecimientos de agenda (…) como a la representación escénica de entornos sociales y de prescripciones de comportamientos” (p. 75).Es por ello que el periodismo tiene una gran responsabilidad social. Y por ello, los autores se plantean analizar “el discurso que sobre la verdad de la comunicación elaboran los medios aspirando a hacerlo hegemónico y que las audiencias terminan aceptando sin someter a crítica su credibilidad pretendida” (p. 75).
Una vez establecido el piso teórico y conceptual, Piñuel, Gaitán y Lozano se proponen, en la segunda parte del libro, exponer con detalle los resultados del trabajo empírico que permite poner a prueba todo este andamiaje teórico. Esta segunda parte, titulada “Periodismo, auto-referencia y dominio histórico de existencia” aborda la auto-referencia mediática y sus controversias. Los autores parten de que “los medios de comunicación intervienen, sobre todo, en la imposición de discursos hegemónicos que construyen y actualizan continuamente las imágenes de la fragilidad social, y también hacen uso, aunque en menor medida, de discursos canónicos que contribuyen a establecer normas para afrontar los riesgos sociales más previsibles” (p. 90). Y fortalecen una idea expuesta previamente desde el inicio de la obra: “Las audiencias (receptoras de incertidumbres recurrentes) no tienen más criterios de apreciación, orientación y comparación que las informaciones de los diferentes medios de comunicación, y si todos dicen lo mismo, las audiencias están destinadas a admitir ‘esa verdad’” (p. 93).
Si bien no es nueva la idea de que, cada vez más, la agenda pública se diluye y es sustituida por la agenda mediática, en Confiar en la prensa o no se nos ofrece con detalle una descripción de este proceso de mediación. Un proceso en el que se impone, afirman los autores, una lógica de simulación que no tiene que ver con la lógica de los hechos, pues sobre éstos se imponen los modelos, hasta el punto de actuar como si la realidad ya no fuese necesaria.
De forma particular, interesa poner énfasis en el discurso de los medios sobre su propia actividad, sobre la comunicación misma: “el discurso auto-referente que los MCM convierten en hegemónico transforma así las condiciones de verdad y de realidad del acontecer frente al cual los agentes sociales se encuentran involucrados” (p. 95).
En esta segunda parte se presentan los objetivos, supuestos de partida, metodología y resultados del proyecto de investigación titulado “El discurso hegemónico a propósito de la ‘verdad’ y la ‘comunicación’: lo que dicen los Medios de Comunicación sobre la Comunicación social”. El objetivo del proyecto fue analizar en la prensa el discurso mediático cuya referencia fuese algún otro discurso que, convertido en tema de agenda, se refiriese a la propia actividad de los medios. La propuesta metodológica se basó en análisis de contenido del discurso auto-referente de la prensa, con el objetivo de desvelar las constricciones lógicas del discurso canónico de esta referencia, y el método Delphi con periodistas y fuentes de medios, para desvelar los ejes sobre los cuales se hace hegemónico su discurso sobre los MCM a propósito de la verdad y la comunicación.
En palabras de Piñuel, Gaitán y Lozano, el objeto de estudio de la investigación fue “el discurso hegemónico a propósito de ‘la verdad’ y ‘la comunicación’ que aparece en los propios Medios de Comunicación de Masas cuando éstos convierten en referencia mediática, o tema destacado de agenda, su propia actividad representada como acontecer de referencia social” (p. 100).Y las hipótesis o supuestos de partida fueron las siguientes: a) El acontecer que atañe a la comunicación social es tema de la agenda de los MCM; b) La práctica social de los MCM elabora un discurso público que se torna hegemónico; c) El discurso que los MCM convierten en hegemónico transforma de las condiciones de verdad y de realidad del acontecer frente al que los agentes sociales se encuentran vinculados.
Si algo hay que destacar de Confiar en la prensa o no es que se exponen los pormenores de la estrategia metodológica utilizada en la investigación empírica ya referida. Muchas veces leemos resultados de investigaciones, pero desconocemos, por falta de explicitación, el cómo de los trabajos. Aquí estamos ante el caso contrario. Los autores ofrecen con todo detalle no sólo las características del corpus analizado, sino, y más importante, las estrategias seguidas para el análisis. En cuanto al corpus, cabe mencionar que se analizaron los discursos de cualquier género en prensa entre diciembre de 2007 y diciembre de 2009, referidos a cualquier aspecto relacionado con la propia actividad de los medios. A este corpus se aplicó un análisis de contenido para poner de manifiesto los rasgos de la referencia de la comunicación social como tema de agenda, por medio de un diseño transversal, a lo largo de varios meses sucesivos, en prensa tanto nacional (ABC, El País, El Mundo y La Razón) como regional (El Correo, La Voz de Galicia y La Vanguardia). La muestra total fue de 4176 artículos.
Posteriormente se aplicó la técnica Delphi para obtener el discurso paradigmático de los directores de gabinetes de información o comunicación y de diferentes tipos de organizaciones (empresas, instituciones y agencias de noticias y periódicos). Y en un tercer momento, se contrastó el discurso canónico de los MCM sobre la comunicación social con el discurso obtenido a partir del método Delphi.
Todo lo anterior sirvió, finalmente, para desvelar los ejes sobre los cuales se hace hegemónico el discurso de los MCM sobre la verdad y la comunicación. Y se llegó a lo siguiente: 1) El interés de los acontecimientos en curso de que informan los MCM sobre la actividad que los propios MCM desarrollan está representado como un hecho que debe tenerse en cuenta, es decir, se concede a sus temas y referencias la condición de ser un acontecimiento; 2) Los objetos, los acontecimientos y los valores de información transformados en referencias sociales adquieren una existencia autónoma, independiente de la naturaleza de los hechos de los que se habla. Dicho en otros términos, lo que importa es lo que se dice sobre lo que sucedió, y no los hechos por sí mismos; 3) El discurso referenciado está, generalmente, desprovisto de episteme, y abundan también los discursos que critican algunas prácticas periodísticas; 4) Por último, los participantes en los intercambios de la técnica Delphi confirman que las relaciones entre las organizaciones y los medios se centran, en mayor medida, en los compromisos personales mantenidos entre los profesionales.
La reflexión final de Piñuel, Gaitán y Lozano es la siguiente: “Las normas de juego para la acción social y las normas del discurso para la expresión (…) señalan una estructura a los acontecimientos en curso, de tal forma que los acontecimientos mismos se vuelven percibidos, están representados y terminan regulados de acuerdo con el dominio de existencia histórica en curso”. (p. 143). De lo anterior se desprende que la prensa –y podríamos generalizar esta idea a otros medios de comunicación- termina por ser un actor que fundamentalmente reproduce el sistema de comunicación del que forma parte. De ahí la importancia de la auto-referencia como tema de la agenda mediática. El resultado general de la investigación, a decir de los autores, ofrece un panorama de gran redundancia que puede resumirse en los siguientes tres elementos: la confusión de la fuente y el medio; la confusión de la referencia que se difunde con el acontecer de referencia que se crea y la hipertrofia de la referencia en los grupos mediáticos.
A modo de conclusión, elexamen empírico del discurso hegemónico que los medios edifican cuando reflexionan sobre la verdad de la comunicación, sobre su propia práctica social, se convierte en el criterio básico por el cual los mismos medios construyen su propia epistemología de la virtud.
Decíamos anteriormente que una de las virtudes de Confiar en la prensa o no es que se presenta con mucho detalle la estrategia metodológica seguida en la investigación empírica. Además de lo ya señalado, otra prueba de ello es que en los anexos de la obra se presentan tanto el libro de códigos y la ficha de análisis de contenido como los cuestionarios de las diferentes rondas del Delphi aplicadas con varios actores. Este material es, por sí mismo, un insumo muy sugerente y útil para todos aquellos investigadores de la comunicación interesados en los procesos de construcción de la actualidad noticiosa por parte de los medios de comunicación.
Podemos concluir afirmando que lo expresado a lo largo de la obra da cuenta de que los medios hablan más de lo que se dice que de lo que se hace o de lo que sucede; y lo anterior constituye una deontología cotidiana que rige la praxis de los profesionales de los medios. En cuanto a la auto-referencia, objeto del estudio empírico reportado en el libro, ésta se concibe como estatuto normativo y como base de la episteme particular que rige la construcción de la “verdad” en los discursos periodísticos.
Quizás sería aventurado decir que, por principio, debemos o no debemos –de forma tajante- confiar en la prensa, o en cualquier otro medio. Eso sí, conocer las maneras como la prensa construye discursos sobre el acontecer público, sobre su propia actividad y sobre los entornos, nos debe permitir, como mínimo, poner en duda la “verdad” de lo que vemos, leemos y oímos en los medios cotidianamente.
Por lo dicho anteriormente, queda claro que Confiar en la prensa o no es una obra que no sólo puede convertirse en paradigmática en el campo de estudios conocido como sociología de la producción de las noticias, sino que además, y ello es más importante, sitúa la discusión en torno a la construcción mediática de la realidad mucho más allá de los discursos de sentido común que mucho se han repetido en el campo de la comunicación. La teorización previa, plasmada en el modelo de la Mediación Dialéctica de la Comunicación Social, sirve como plataforma para elevar la discusión y para sostener, ahora sí con datos empíricos, que la labor de los medios en lo que a construcción del acontecer se refiere, es mucho más compleja de lo que podemos imaginar.
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