lunes, 26 de marzo de 2012

A solas con Pepito Cibrián

“La globalización destroza al mundo”

El autor y director protagoniza Marica, una obra inspirada en la vida de Federico García Lorca, que presentó en el Senado cuando se trataba la ley de matrimonio igualitario. Su mirada sobre la Argentina, la cultura, la discriminación y el gobierno. Un artista que no se calla nada.

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Sin despegar la mirada de los ojos de quien lo entrevista, Pepe Cibrián comienza a hablar mucho antes de que el grabador se encienda. Su verborragia es agradable y sabia, digna de un hombre que se siente orgulloso de su obra.
Elige para la charla su camarín del Teatro El Cubo, lugar que lo cobija desde varias horas antes de la función y en el que dice sentirse “relajado”. Pide agua mineral y a oscuras, en pantuflas y sentado en un sofá, Cibrián comienza un viaje emocional por lo que será el repaso de los recuerdos más íntimos de su vida y la de Federico García Lorca. Es que el poeta español es el leitmotiv de Marica, texto que Pepito escribió hace varios años para reflejar la España de la época de sus padres y en el que habla de la homosexualidad un tanto bastardeada del escritor.
“Me gusta la oscuridad, porque acá me relajo. Estoy tranquilo y en silencio antes de poner todo en escena. Es una obra que me demanda mucho esfuerzo”, explica el autor.
A pesar de la cantidad de obras que dirigió y de todos los escenarios por los que pasaron sus creaciones, Cibrián está aun un poco sorprendido de haber desempolvado el actor que lleva dentro. “Yo he tenido cuatro etapas en mi vida de notas: Las primeras que me correspondían por ser ‘el hijo de’ desde que tengo uso de razón, de salir cuando era un bebé o con mis padres (Pepe Cibrián y Ana María Campoy) a los cuatro años anunciando Sidra Real. Luego vino una etapa que fue por mi trayectoria como autor, creador y director; luego una etapa fundamental en mi vida que fue la de ciudadano con la que pude luchar por mis ideales, pelear por ellos y de una manera causal (ver recuadro). ¡Tuve en esos dos meses más notas que en toda mi vida! Ahora es la etapa esta donde se me ve como actor y es gratificante”, detalla.
–¿Qué significa Marica en tu carrera?
–Yo hasta hace muy poco pensaba que había cumplido todos mis sueños de joven. Después dije que venían otros como formar, contemplar mi bosque, mis perros, la vida, mis amigos, mi pareja. La vida me ha dado esa posibilidad que es un privilegio y tengo mucha lucha atrás para haberlo logrado, Mi sueño era ser actor, me moría de ganas. Yo no nací con Drácula, hice grandes cosas en un sótano con dos sillas sobre el escenario y tal vez era hasta mejor que Excalibur. Volver a esas raíces de 22 años de sótano es muy placentero. Esto significa un gran crecimiento.
–¿Y por qué la idea de ponerte vos como único actor de tu obra?
–Tu vocación y ejercerla es lo que te da placer. Ahora, me paro entre patas cada función, me acuerdo de esos sótanos con dos o cuatro personas y soy feliz. Soy honesto, no es que me divertía tener poca gente, pero cuando veo que está lleno el teatro salto de felicidad. Yo no soy un humilde pelotudo, sé que soy alguien en el país. Se supone que alguien va a venir a verme.
–¿Por qué le pusiste Marica a la obra?
–En España no existía la palabra “homosexual”. Otras más fuertes nuestras tampoco existían. Siento que es una palabra que se usaba en España y sobre todo en la época de Federico Garcia Lorca porque la gente decía “fulano es marica” y era como que la boca se le llenaba pronunciado cada letra.
–¿Qué puntos tiene en común la España de Marica con la de hoy?
–Poco. Cuando mis padres se murieron ellos pensaron que se había perdido la guerra, sin embargo hay una democracia ahora. Todos aquellos que desaparecieron, ganaron la guerra a costa de muchas cosas, incluso sus vidas. Hoy no hay nada en común.
–¿Y con la Argentina actual?
–La Argentina es igual. Podemos decir lo que nos dé la gana. No tiene nada que ver esta Argentina con la que yo viví. No soy un revolucionario, pero he peleado con mi gobierno. Toda la vida fue un país muy mágico. Yo puedo pararme en la calle, hacer un piquete y no me llevan preso. Esa es la principal diferencia con aquella época.
–¿Por qué crees, entonces, que la obra de Lorca sigue tan vigente?
–Porque el hombre sigue defendiendo ideales. Sigue siendo arcaico y el circo romano no pasó de moda. Lo que la gente quiere ver en televisión es sangre y ver si fulano y fulana se matan con sangre. Somos muy raros como animales. La globalización destroza al mundo.
–¿Qué quiere decir eso?
–Que lo que se modifican son los temas. Hoy, en la Argentina, no te matan por ser homosexual, pero sí en Arabia. Nuestra cultura no lapida a las mujeres por ser adúlteras y otras culturas sí. Nunca me discriminaron por ser homosexual ni nada, no lo sufrí. Seria falso si lo dijera. Nunca me pasó.
–El año pasado fuiste elegido Ciudadano Ilustre por la Ciudad de Buenos Aires. ¿Qué artistas creés que merecen recibir ese mismo galardón y aún no lo tienen?
–Muchos. Pedí un listado de los que fueron y los que están por venir pero nunca me lo dieron. Supongo que Jorge Luz, Niní Marshall, Sandrini, China Zorrilla. Es toda gente que se lo merece, aunque todos los que vivimos y laburamos acá somos ilustres.
–¿Creés que a la Ciudad le cuesta reconocer a sus artistas ilustres?
–No. Yo creo que en general le cuesta mucho reconocer la cultura. Pasa en el mundo entero porque todos se están desculturizando. Antes había más subvenciones, pero a pesar de eso todavía quedan jóvenes que luchan por la cultura. Abrís las páginas de un diario y ves 800 espectáculos en un sotanito de tres personas, pero es arte.
–¿Y porqué crees que esto sucede así?
–Es como los hospitales, los médicos operan sin gasas porque son los mejores. Los que hacen este país es porque laburan, que los gobiernos apoyen la gasa es otra cosa. Lo que hace que funcione la cultura es la gente. Eso es maravilloso. ¿Qué gobierno fomenta la cultura? ¡Solamente salimos a la calle por el corralito, no por la cultura!
–Con la ley de matrimonio igualitario te enojaste mucho. ¿Qué otras cosas te enojan?
–La idiotez. Que alguien sea tonto me pone muy nervioso. No soporto que sean irrespetuosos, no soporto la falta de respeto a quien tiene trayectoria, a quien luchó por cosas. No es porque soy conocido, pero no lo tolero.
–¿Qué cosas te enorgullecen?
–Todo lo que he hecho. Me gratifica esto de haber ido a hablar al Senado sin importarme nada, me enorgullece mi trayectoria, que nunca nadie me señaló con el dedo y que nadie me recomendó. Recomendar no está mal, pero todo me lo gané. Ser coherente. Se trata de tener orgullo y no vergüenza de lo que uno hace, porque todo está bien si lo hacés con dignidad. No importa nada.
–Hablando de coherencia, ¿volverías a votar a Cristina?
–No lo sé. La voté una sola vez. Hoy lo dudaría un poco, porque no me gusta la gente que tiene alrededor. Yo pensé que iba a modificar todo ese entorno, a mi me gusta ella. Ella es una mujer brillante, inteligentísima, que conoce de política. No quiero que ella se encargue de la cultura, pero sí su ministro. No elijo a la gente que la rodea. A ella la amo, me parece una mujer fantástica. Me da ternura y es simpática. <
Su defensa en el Senado
En junio de 2010, Pepe Cibrián Campoy se comprometió públicamente a favor del proyecto que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en la Argentina. El artista intervino durante una sesión especial del Senado para defender su posición a favor de las uniones homosexuales y la adopción por parte de parejas del mismo sexo. En la ocasión, Cibrián Campoy citó fragmentos de su texto homenaje al escritor Federico García Lorca. Luego de recitar el final de su monólogo, recordó una frase de su padre, quien le dijo: “Se es hombre en la vida, no en la cama.”
“Yo no tengo competidores”
Pepe Cibrián Campoy, considerado uno de los mayores representantes de la cultura del musical en la Argentina, protagoniza su propio monólogo sobre la muerte de Federico García Lorca, pero no deja de lado la producción de los musicales que lo vieron nacer como un artista y presenta Excalibur en el teatro Astral.
–Sos pionero en el mundo del musical. ¿Qué diferencias ves en tus competidores?
–¡Yo no tengo competidores! No por falta de talento, sino porque tengo 64 años. Creo que a ellos lo que les falta es “hacer más”. De repente hacen una obra bárbara y después no hacen más nada. Lo digo respecto de los autores y los chicos jóvenes a los que les fue un poquito bien y ya se la creen. Cuando a mí me llegó el éxito, no me asustó. No tuve miedo de lo que venía después de Drácula.
–¿Por qué cuesta tanto montar una producción musical en la Argentina?
–¡Mentiraaaa! Un musical no cuesta nada. Se hace en un sótano, con una guitarra, una vela y me dejan de joder. Yo me pasé años haciendo algo con diez sillas y mallas. Ahora todos los pendejos quieren poner luces robóticas, micrófonos inalámbricos. Para hacer un musical no hace falta más que poner un piano, una guitarra o silbar y listo. Lo que pasa es que todos quieren poner producción y eso se pone mucho después, es como un médico recién recibido que quiera ponerse una clínica al otro día de tener su diploma. Para hacer un musical, hacen falta ganas.
–¿Por qué entonces se traen muchas producciones de afuera?
–Porque siempre en nuestro país se pensó que lo nacional es una cagada. Todavía existe ese prejuicio de que lo de afuera es mejor.
Homenaje a los luchadores
“Marica soy yo, marica sos vos, marica somos todos aquellos que apostamos al amor, a la convivencia y al sentido único de la creación de Dios”, dice en su monólogo final Pepe Cibrián.
De jueves a domingo, el dramaturgo se sube a las tablas del teatro El Cubo para deleitar con una obra de teatro leído en la que fabula un supuesto vínculo entre Federico García Lorca y su asesino en las horas previas a su muerte con el objetivo de reflexionar sobre la grandeza de aquellos que dieron la vida por defender ideas, que cambiaron la historia del hombre y hace referencia a la “muerte en vida” que padecen los que son castigados y apartados por su pensamiento.
–¿Por qué la idea de hacerle un homenaje a Federico García Lorca?
–Primero que nada porque mis abuelos eran amigos de Federico, que fue un hombre que murió por homosexual y por pensar diferente. Desde muy chico, cuando mi padre fue exiliado de España, vivo desde el vientre de mi madre toda la vida de García Lorca.
–¿Hay una identificación con Federico García Lorca, entonces?
–No. Tampoco él vivía la sexualidad con mucha culpa. Hoy veo que los jóvenes van de la mano por la calle. La sociedad ahora acepta.
–¿Vos te sentiste discriminado alguna vez?
–Sinceramente, no. Nunca un medio, en mis muchos años, me preguntó sobre lo que ya sabían. Nadie podía dudar sobre cuál era mi inclinación sexual. Fui yo el que a través de la ley me expuse a poderes como la Iglesia. Me sentí revolucionario.

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