movilidad urbana
Los medios alternativos de transporte suman usuarios
Son prácticos y permiten sortear el caos de tránsito. La venta de skates, longboards y bicicletas eléctricas creció hasta el 200%.
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Cómo son, cómo se usan
Desde hace tiempo, las calles porteñas dejaron de ser propiedad exclusiva de autos, taxis y colectivos. Para ahorrar, para cuidar el medio ambiente o para combatir el estrés, los medios de transporte alternativo dejaron de ser una rareza para transformarse en una realidad cotidiana. Skates, longboards, bicis y scooters eléctricos son cada vez más populares y hasta empiezan a competir con las bicicletas tradicionales.
Todos los días, Tomás P. sale de su casa en Martínez con su skate bajo el brazo. Toma el tren hasta Retiro y desde allí patea, zigzagueando entre los autos, hasta su trabajo en Diagonal Norte y Chacabuco. Anda en patineta desde los 14, pero a los 30, su hobby de la adolescencia se convirtió en su medio de transporte: ya no lo usa sólo para hacer piruetas sino también para moverse por la Ciudad. “El tránsito es peligroso, pero es divertido, barato y me sirve para estirar las piernas y relajarme”, dice.
El longboard es el primo hermano del skate: una tabla muy similar pero de mayor tamaño –80 a 140 cm– y ruedas más grandes. Tiene varias ventajas: mayor estabilidad y mejor adaptación a terrenos irregulares. “Lo usa gente de todas las edades; muchos de los adolescentes que en los 70 u 80 practicaban skate, ahora se compraron un longboard para ir a trabajar, y les regalaron uno a sus hijos”, explica Daniel Jejcic, uno de los fundadores de la empresa Good People, que fabrica, importa y comercializa todo tipo de tablas. “El fanático ya lo usaba para moverse, pero ahora empezó a aparecer el longboarder de traje y zapatillas”, describe.
Muchos de los usuarios de este medio de transporte se juntan una vez al año para recorrer la Ciudad. En 2009, participaron cien personas. Al año siguiente, 300. En abril de 2011, ya eran más de mil. Los precios van desde los $ 400 por un skate fabricado en el país a los $ 3 mil, un longboard profesional. Existen más de treinta marcas y según fuentes del sector, de 2010 a 2011, se registró un crecimiento en las ventas de tablas superior al 200%. En todo el país, se compraron unas treinta mil tablas. Para los que prioricen la rapidez y comodidad por sobre el ejercicio, existen algunos modelos a motor, que llegan hasta los cuarenta kilómetros por hora.
Otra opción veloz y amigable con el medio ambiente son las bicicletas y los scooters eléctricos. Los dos permiten tanto pedalear como dejarse llevar por la fuerza del motor. A diferencia de las motocicletas tradicionales, no requieren patente ni licencia de conducir. Se conectan directamente a la red eléctrica, y tienen una autonomía de 40 a 80 kilómetros, según el modelo y el uso. “La usa gente que nunca se había subido a una moto convencional; la mitad son jóvenes que usan el scooter o la bici como su primer vehículo, pero también hay mucha gente de más de 50 que quiere evitar el auto”, describe Dario Defant, de Lucky Lion, uno de los principales fabricantes. Según la empresa, circulan en la Ciudad unos 700 scooters eléctricos, un incremento del 80% en 2011. En el caso de las bicicletas, no es tan fácil mesurar el crecimiento porque los motores pueden ser colocados en bicicleterías, tanto eléctricos como a combustión.
Otra alternativa es el gauswheel: una suerte de monopatín de plástico con una rueda de bicicleta. Requiere más equilibrio y es más difícil de usar, pero sus seguidores sostienen que cansa menos que el skate. Empezó a comercializarse en el país hace un mes, y ya se vendieron más de treinta. Por ahora, se los ve sólo por las calles de Puerto Madero.
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