Crisis, medios y actores sociales
Publicado el 5 de Febrero de 2012Por
Sociólogo, docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
Mientras los responsables de la crisis se hacen los distraídos, sus efectos caen sobre las espaldas de millones de españoles y el deterioro de las condiciones de vida sigue avanzando.
Recorrer los medios de comunicación españoles y adentrarse en sus debates sobre los efectos de la crisis y las medidas del gobierno de derecha de Mariano Rajoy es una experiencia entre deprimente y surrealista. Distinguir en los debates de Televisión Española a los representantes del Partido Socialista Obrero Español y el Partido Popular termina siendo una tarea de semiólogos. En uno de los tantos paneles del programa periodístico La noche en 24 horas, emitido por la cadena Uno se desarrollan los temas de actualidad de los últimos días con la participación de periodistas de diferentes periódicos del llamado arco parlamentario. El común denominador del moderado panel de colegas es la naturalización de la crisis y el reclamo unívoco de medidas de austeridad.
En ese clima su preocupación central está enfocada en el desarrollo de las negociaciones del flamante presidente Mariano Rajoy ante la todopoderosa mandataria alemana Angela Merkel, vieja conocida de congresos y simposios de la derecha europea y el encumbrado líder del PP español.
Por su parte en Antena 3, la otra señal para América Latina, se destaca la conferencia de prensa del magnate Emilio Botín-Sanz de Sautuola García de los Ríos, propietario de la Banca Santander, quien con el mayor desparpajo definió que la crisis española “se debe principalmente a los errores de gestión de los políticos”, omitiendo los orígenes de dicha crisis, que tuvo sus raíces en la explosión de la burbuja inmobiliaria, en sociedad con la desmedida audacia de la banca. Este tipo de discursos sólo puede tener lugar en un clima social de alta confusión. Sin embargo, es sostenido sistemáticamente por el relato de los medios claramente a favor de los dueños del dinero.
Mientras los responsables de la crisis se hacen los distraídos, sus efectos caen sobre las espaldas de millones de españoles y el deterioro de la condiciones de vida sigue avanzando. Un dato significativo es el informe sobre la situación del déficit en relación al tercer trimestre de 2011, que presentó un saldo desfavorable del 7,1% del Producto Bruto Interno. Datos como el mencionado no hacen más que reforzar paradójicamente el discurso mediático de la necesidad de medidas de mayor austeridad. En consonancia con dicho relato, el gobierno de Rajoy no pierde tiempo y en el real decreto ley aprobado el 30 de diciembre se propone la reducción de 8900 millones de gasto público y el incremento de la recaudación de ingresos por un valor estimado de 8100 millones, básicamente del IRPF. Esto no hará sino añadir factores de contracción de la demanda tanto por la vía del consumo público como por la inversión pública en obra civil. Se avecina un año duro para la gente que vive de su trabajo, que se hará aun más duro con el debilitamiento de los mecanismos que han servido para su defensa en una sociedad que se torna cada vez más injusta y desigual.
El acuerdo salarial entre sindicatos y cámaras empresariales que legaliza la reducción de la capacidad adquisitiva de los salarios golpeando especialmente a los tramos de renta medios y medios-bajos no satisface las aspiraciones y exigencias de los expertos –por ejemplo FEDEA–, de las grandes empresas y de la casi totalidad de los medios de comunicación cada vez más identificados con la derecha en el poder.
En su objetivo de convencer a la opinión pública de la necesidad de una reforma laboral, la prensa proclama que tal reforma es “necesaria pero no suficiente”. La exigencia principal que estos medios hacen a los “agentes sociales”, es decir a los sindicatos y empresarios, se refiere a las figuras de contratación y a los ámbitos de negociación. Claman por la implementación urgente del contrato único que morigere los costos patronales de indemnización por despido lo que habilitaría la posibilidad de descuelgue por malos resultados empresariales. De esta forma, se pretende transformar sustancialmente el “mercado de trabajo”, de manera que el debilitamiento de la capacidad contractual y de negociación de los trabajadores haga posible una disminución de los costos salariales. Así se podrán incrementar los excedentes empresariales para que aumente la competitividad de España por la única vía que se le ocurre a la derecha gobernante y al coro de expertos económicos que la asesoran, la de la deflación salarial ante la caída de la demanda interna (1,3%) al cierre del ejercicio.
La imposición de soluciones tecnobonapartistas como las de Italia y Grecia podría ser un indicador claro de que los sectores dominantes estarían abandonando sus veleidades “democráticas”, desmantelando las bases del Estado de Bienestar y haciéndose acompañar en su camino por una buena parte de las clases subalternas atemorizadas por el rumbo y las incertidumbres de la crisis capitalista. La proliferación de candidaturas xenófobas en el reciente ciclo electoral en España junto con la confirmación del alto apoyo recibido por el PP entre los trabajadores podría ser la confirmación de tan inquietante tendencia.
Mientras tanto, una nueva señal de lo que vendrá es la quiebra de la empresa Spanair, que en su caída deja a más de 2000 trabajadores en la calle sin garantizar sus indemnizaciones. Poco dicen los medios hegemónicos y los profesionales de la comunicación que dominan el discurso de los mass media de las reales razones del quebranto empresarial. Para disimular el desaguisado financiero que llevó al colapso de la aerolínea esgrimen la falta de flexibilidad sindical y la necesidad de implementar la tan mentada Reforma Laboral en ciernes. Según palabras de Mariano Rajoy en sus charlas de pasillo entre mandatarios registradas por un micrófono indiscreto durante el último encuentro de mandatarios europeos en la Cumbre de Bruselas, “lo peor es lo que viene” ya que su gobierno deberá enfrentar una segura huelga general de los sindicatos que resisten las necesarias reformas.
Ante tamaño escenario de ajuste recesivo lo peor que podrían hacer las organizaciones políticas y sindicales que defienden a la clases subalternas sería asumir el discurso de la austeridad y los llamamientos realizados desde la mayoría de los medios de comunicación a sumar todos los esfuerzos para salir de la crisis por la vía recesiva. Si lo hicieran, desde luego que ayudarían al capital financiero y las grandes empresas a salir de su crisis. Pero la gente de abajo, los trabajadores, los desocupados, los jóvenes que tienen que buscar empleo lejos de su casa y de su país, los inmigrantes, los jubilados y los asalariados en general, saldrían de la crisis más aislados y desunidos, con menos derechos, con organizaciones más debilitadas y desprestigiadas para enfrentar los continuos ataque del capital y sus partidos. Mientras tanto, en paralelo, distintos movimientos de Indignados han salido a la calle en la última semana a oponerse al incremento de más del 50% del valor del pasaje en los subterráneos metropolitanos. Los despedidos de Spanair, por su parte, manifiestan su descontento ocupando los aeropuertos y cortando calles para no ser invisibilizados por los trazos gruesos de la crisis y la agenda mediática. <
Sociólogo, docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
Mientras los responsables de la crisis se hacen los distraídos, sus efectos caen sobre las espaldas de millones de españoles y el deterioro de las condiciones de vida sigue avanzando.
Recorrer los medios de comunicación españoles y adentrarse en sus debates sobre los efectos de la crisis y las medidas del gobierno de derecha de Mariano Rajoy es una experiencia entre deprimente y surrealista. Distinguir en los debates de Televisión Española a los representantes del Partido Socialista Obrero Español y el Partido Popular termina siendo una tarea de semiólogos. En uno de los tantos paneles del programa periodístico La noche en 24 horas, emitido por la cadena Uno se desarrollan los temas de actualidad de los últimos días con la participación de periodistas de diferentes periódicos del llamado arco parlamentario. El común denominador del moderado panel de colegas es la naturalización de la crisis y el reclamo unívoco de medidas de austeridad.
En ese clima su preocupación central está enfocada en el desarrollo de las negociaciones del flamante presidente Mariano Rajoy ante la todopoderosa mandataria alemana Angela Merkel, vieja conocida de congresos y simposios de la derecha europea y el encumbrado líder del PP español.
Por su parte en Antena 3, la otra señal para América Latina, se destaca la conferencia de prensa del magnate Emilio Botín-Sanz de Sautuola García de los Ríos, propietario de la Banca Santander, quien con el mayor desparpajo definió que la crisis española “se debe principalmente a los errores de gestión de los políticos”, omitiendo los orígenes de dicha crisis, que tuvo sus raíces en la explosión de la burbuja inmobiliaria, en sociedad con la desmedida audacia de la banca. Este tipo de discursos sólo puede tener lugar en un clima social de alta confusión. Sin embargo, es sostenido sistemáticamente por el relato de los medios claramente a favor de los dueños del dinero.
Mientras los responsables de la crisis se hacen los distraídos, sus efectos caen sobre las espaldas de millones de españoles y el deterioro de la condiciones de vida sigue avanzando. Un dato significativo es el informe sobre la situación del déficit en relación al tercer trimestre de 2011, que presentó un saldo desfavorable del 7,1% del Producto Bruto Interno. Datos como el mencionado no hacen más que reforzar paradójicamente el discurso mediático de la necesidad de medidas de mayor austeridad. En consonancia con dicho relato, el gobierno de Rajoy no pierde tiempo y en el real decreto ley aprobado el 30 de diciembre se propone la reducción de 8900 millones de gasto público y el incremento de la recaudación de ingresos por un valor estimado de 8100 millones, básicamente del IRPF. Esto no hará sino añadir factores de contracción de la demanda tanto por la vía del consumo público como por la inversión pública en obra civil. Se avecina un año duro para la gente que vive de su trabajo, que se hará aun más duro con el debilitamiento de los mecanismos que han servido para su defensa en una sociedad que se torna cada vez más injusta y desigual.
El acuerdo salarial entre sindicatos y cámaras empresariales que legaliza la reducción de la capacidad adquisitiva de los salarios golpeando especialmente a los tramos de renta medios y medios-bajos no satisface las aspiraciones y exigencias de los expertos –por ejemplo FEDEA–, de las grandes empresas y de la casi totalidad de los medios de comunicación cada vez más identificados con la derecha en el poder.
En su objetivo de convencer a la opinión pública de la necesidad de una reforma laboral, la prensa proclama que tal reforma es “necesaria pero no suficiente”. La exigencia principal que estos medios hacen a los “agentes sociales”, es decir a los sindicatos y empresarios, se refiere a las figuras de contratación y a los ámbitos de negociación. Claman por la implementación urgente del contrato único que morigere los costos patronales de indemnización por despido lo que habilitaría la posibilidad de descuelgue por malos resultados empresariales. De esta forma, se pretende transformar sustancialmente el “mercado de trabajo”, de manera que el debilitamiento de la capacidad contractual y de negociación de los trabajadores haga posible una disminución de los costos salariales. Así se podrán incrementar los excedentes empresariales para que aumente la competitividad de España por la única vía que se le ocurre a la derecha gobernante y al coro de expertos económicos que la asesoran, la de la deflación salarial ante la caída de la demanda interna (1,3%) al cierre del ejercicio.
La imposición de soluciones tecnobonapartistas como las de Italia y Grecia podría ser un indicador claro de que los sectores dominantes estarían abandonando sus veleidades “democráticas”, desmantelando las bases del Estado de Bienestar y haciéndose acompañar en su camino por una buena parte de las clases subalternas atemorizadas por el rumbo y las incertidumbres de la crisis capitalista. La proliferación de candidaturas xenófobas en el reciente ciclo electoral en España junto con la confirmación del alto apoyo recibido por el PP entre los trabajadores podría ser la confirmación de tan inquietante tendencia.
Mientras tanto, una nueva señal de lo que vendrá es la quiebra de la empresa Spanair, que en su caída deja a más de 2000 trabajadores en la calle sin garantizar sus indemnizaciones. Poco dicen los medios hegemónicos y los profesionales de la comunicación que dominan el discurso de los mass media de las reales razones del quebranto empresarial. Para disimular el desaguisado financiero que llevó al colapso de la aerolínea esgrimen la falta de flexibilidad sindical y la necesidad de implementar la tan mentada Reforma Laboral en ciernes. Según palabras de Mariano Rajoy en sus charlas de pasillo entre mandatarios registradas por un micrófono indiscreto durante el último encuentro de mandatarios europeos en la Cumbre de Bruselas, “lo peor es lo que viene” ya que su gobierno deberá enfrentar una segura huelga general de los sindicatos que resisten las necesarias reformas.
Ante tamaño escenario de ajuste recesivo lo peor que podrían hacer las organizaciones políticas y sindicales que defienden a la clases subalternas sería asumir el discurso de la austeridad y los llamamientos realizados desde la mayoría de los medios de comunicación a sumar todos los esfuerzos para salir de la crisis por la vía recesiva. Si lo hicieran, desde luego que ayudarían al capital financiero y las grandes empresas a salir de su crisis. Pero la gente de abajo, los trabajadores, los desocupados, los jóvenes que tienen que buscar empleo lejos de su casa y de su país, los inmigrantes, los jubilados y los asalariados en general, saldrían de la crisis más aislados y desunidos, con menos derechos, con organizaciones más debilitadas y desprestigiadas para enfrentar los continuos ataque del capital y sus partidos. Mientras tanto, en paralelo, distintos movimientos de Indignados han salido a la calle en la última semana a oponerse al incremento de más del 50% del valor del pasaje en los subterráneos metropolitanos. Los despedidos de Spanair, por su parte, manifiestan su descontento ocupando los aeropuertos y cortando calles para no ser invisibilizados por los trazos gruesos de la crisis y la agenda mediática. <
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