La sociedad del riesgo y las plazas ocupadas
Reflexión sobre los movimientos #occupy en relación al texto de 1986 de Ulrich Beck “La Sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad”, por Laia Carbonell.
Estambul se levantó y dijo que no, que no se destruía una de las pocas zonas verdes del centro de la ciudad. Fue la última gota y la que colmó el vaso. Al principio fueron unos pocos los que salieron a la calle y plantaron sus tiendas en el parque Gezi de la plaza Taksim defendiendo con su propio cuerpo el único espacio del centro de la ciudad donde la población podría refugiarse si se produjera un terremoto como el de 1999. La dura represión hacia los manifestantes avivó el fuego de la protesta que se propagó rápidamente por el país. La destrucción del parque Gezi para construir un centro comercial se detuvo, pero los acampados siguieron allí.
En Brasil, el detonante fue el precio del transporte público; miles de jóvenes protestaron, y consiguieron que las tarifas bajaran. Pero siguieron protestando, y a esa insistencia se le atribuye el empujón del gobierno al proyecto de ley contra la corrupción. Brasil y Turquía se suman así a un tipo de protestas que se han extendido por varios lugares del mundo y que encuentran su inspiración en lo que se conoce como Primavera árabe. El listado de países es largo, y los detonantes de las protestas diversos, pero hay un denominador común que hermana los distintos movimientos #occupy: la necesidad de participar en la toma de decisiones.
En este sentido, es pertinente reflexionar alrededor de estos movimientos desde la perspectiva de Ulrich Beck y su concepto de sociedad del riesgo. A pesar de los reclamos concretos y locales que tienen lugar en Brasil o Turquía, existe un tinte común entre las voces alzadas que encuentra parte de su explicación en la teoría de Beck. Vemos una forma de agregación colectiva que no se corresponde tanto a identidades asociadas al mundo del trabajo sino a una noción de ciudadanía que se encuentra en la encrucijada entre la globalización y la individualización.
¿Qué es la llamada ‘sociedad del riesgo’?
Según Beck, el desarrollo técnico y científico no sólo ha permitido a la humanidad dominar y someter a la naturaleza en muchos aspectos, sino que además se ha convertido en fuente de peligros para el planeta. La bomba nuclear, la contaminación y el cambio climático son ejemplos paradigmáticos que, a diferencia de los riesgos empresariales y profesionales del siglo XIX y de la primera mitad del XX, ya no se limitan a un espacio determinado sino que trascienden fronteras y se erigen como amenazas globales.
Así, mientras la riqueza es claramente jerárquica, la contaminación es aparentemente más democrática, pero ¿es casual el emplazamiento de un cementerio o central nuclear? Si bien las situaciones de peligro no pueden pensarse sólo en términos de clase, también es cierto que el cierre o no de una central nuclear y la gestión de sus residuos son decisiones políticas y técnicas. De este modo los riesgos siguen, al igual que las riquezas, el esquema de clases pero con la diferencia de que mientras las riquezas se acumulan arriba, los riesgos lo hacen abajo. De esta forma, se refuerza la desigualdad social y siguen existiendo personas que pueden comprar la seguridad, la sanidad, la educación o la libertad.
La característica que diferencia el riesgo del peligro es que el peligro es fruto del azar mientras que el riesgo es consecuencia de una decisión consciente. Poner una central nuclear en Fukushima era una decisión que no suponía un desastre inmediato, pero que evidentemente ponía en clara situación de riesgo una región sísmica. Tomando este ejemplo, ¿qué libertad de decisión tuvo la población de la prefectura de Fukushima y sus generaciones venideras?
La libertad respecto del riesgo se convierte de repente en un daño irreversible, en este sentido, Beck apunta que recuerda al “destino estamental de la Edad Media”. Es flagrante aquí la asimetría entre la autoridad oficial que toma las decisiones y una sociedad que toma conciencia de todo lo que puede llegar a perder si sigue marginada en el terreno de lo no político.
Pérdida de consenso cultural
Más allá de la desproporción entre la autoridad oficial y la sociedad, el proceso de especialización, profesionalización e institucionalización de la comunidad científica ha generado, en principio, un abismo creciente entre el científico o técnico y la población lega. Y no sólo esto, sino que el conocimiento experto ya no puede garantizar certidumbres para con los riesgos de los sistemas complejos, o ¿es que a caso no hay tantas posiciones expertas que defienden la idoneidad de la energía nuclear como posiciones igualmente expertas que alertan de su peligrosidad? El día después del accidente de Fukushima quedaba expuesta dicha diversidad de opiniones entre expertos en el noticiero de TVE:
Las dudas y teorías diversas son compartidas con la sociedad en los medios de comunicación de tal forma que escuchamos a voces expertas contradiciéndose entre sí. Son los expertos los que dotan de argumentos a las protestas y el movimiento ecologista es un claro ejemplo; muchas veces son los mismos científicos quienes dotan de argumentos a los movimientos contra-hegemónicos. Surgen formas de ciencia alternativa y de ciencia argumentativa que ofrecen conclusiones opuestas a las hegemónicas en la actual crítica social. La ciencia y la técnica se hacen cada vez más necesarias pero también cada vez más insuficientes para la definición de la verdad socialmente aceptada. Mientras se encuentran soluciones para una determinada situación, se generan riesgos que en determinadas circunstancias pueden ser peores que el peligro inicial.
También la protesta se tecnifica, y los movimientos #occupy son ejemplo de ello no solamente por estar formados por personas que en muchos casos han pasado por aulas universitarias, sino también por el uso que se le da a las nuevas tecnologías a la hora de comunicarse.
Protestas expertas en comunicación
En el campo de la comunicación también se observa cómo las protestas se vuelven expertas y técnicas por su alto conocimiento sobre el funcionamiento de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías. Se conocen las rutinas productivas de los medios y los valores noticia; se sabe que existe una estructura determinada detrás de los medios ligada a intereses económicos; se usan las herramientas 2.0 en determinados momentos para exigir la cobertura de un acontecimiento determinado; se crean webs y redes sociales propias; se utilizan también las redes sociales ya existentes; surgen medios de contra-información; se crean eslóganes, logotipos y vídeos que han aprendido de la mejor publicidad…
Si por un lado, a nivel nacional la cobertura mediática de estas situaciones no acostumbra a ser favorable a las protestas, por otro lado, estos movimientos suelen ganarse la simpatía de los medios internacionales. Conscientes de la espectacularización de la información y de la potencia de una imagen, fotografías de gente ofreciendo flores a antidisturbios, de decenas de standing man leyendo libros en la plaza Taksim o de cientos de personas con las manos alzadas en plena asamblea, han dado la vuelta al mundo.
Son protestas que piensan mediáticamente también a la hora de comunicarse internamente, y que de hecho propician un auge del periodismo ciudadano. No es raro que aparezca este tipo de periodismo de la suma del descrédito en la información nacional, de la precarización de la profesión periodística, de las posibilidades que Internet ofrece para emitir y difundir mensajes… En este sentido, es paradigmático el caso del proyecto turco 140 Journos http://fotoretales.blogspot.com.es/2013/06/140-journos-periodismo-ciudadano-contra.html, una plataforma que contrasta la información ciudadana en Twitter garantizando la fiabilidad de las fuentes ciudadanas.
Desde un punto de vista tecno-optimístico, se pude elogiar la rapidez con que se difunde una convocatoria o se organiza una acción, se puede elogiar la sinergia que se crea entre el espacio físico y el virtual y su potencial. Pero también desde un punto de vista escéptico se puede argüir que las plataformas, los dispositivos, los principales programas que se usan para articular la movilización pertenecen a las más grandes estructuras de poder.
Como si de un pequeño Frankenstein se tratara, el conjunto de manifestaciones son herederas de una sociedad tecnificada y con acceso al conocimiento que, consciente de las consecuencias que pueden llegar a derivarse de una toma de decisiones, exige participar en el proceso activamente y tener más peso en la actividad política desplegando toda la caballería técnica y experta pero en este caso reclamando
justicia social.
Enlaces
140 journos
A caminho de uma ruptura global
Data Analysis 15M
Documental sobre Fukushima
Interacciones virtuales entre usuarios del 15M
Qué hacen los diputados
Documentos
BECK, U., 1998. La Sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad. Barcelona etc.: Paidós.
GARCIA HOM, A., 2005. Negociar el riesgo. Barcelona: Ariel.
GARCÍA HOM, A., MOLES PLAZA, R., FÀBREGUES FEIJÓO, S. and PALMÉN, R., 2009. From precautionary inadequacy to participatory risk management. Futures, 41(5), pp. 260-268.
JURIS, J.S., 2012. Reflections on #Occupy Everywhere: Social media, public space, and emerging logics of aggregation. American Ethnologist, 39(2), pp. 259-279.
LATOUR, B., 2001. La Esperanza de Pandora: ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia. Barcelona: Gedisa.
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