MEDIOS Y COMUNICACION
España retrocede
Manuel Barrientos informa sobre recientes decisiones del gobierno español que afectan el carácter público de RTVE, considerado hasta ahora un punto de referencia para los sistemas públicos de medios.
Por Manuel Barrientos *
Considerada como punto de referencia para los sistemas de medios públicos de toda Iberoamérica, la Corporación de Radio y Televisión Española (RTVE) está viviendo una de sus crisis más graves desde la consolidación democrática lograda en ese país hace ya tres décadas. Con la asunción de Mariano Rajoy como presidente en diciembre último, el gobierno del Partido Popular (PP) impulsó una reforma del órgano de dirección de la RTVE, que incluyó también un profundo recorte presupuestario. Desde los partidos de la oposición, las organizaciones sociales y los sindicatos se alzaron voces críticas que señalan que estas medidas restringen los niveles de pluralidad y de calidad que había logrado el multimedios estatal en los últimos años.
El viernes 20 de abril, el Consejo de Ministros aprobó un decreto ley que permite que el presidente de RTVE pueda ser elegido por mayoría absoluta del Congreso, y no ya por la mayoría de dos tercios que exigía la normativa implementada por la gestión del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Así, el PP no necesitará del acuerdo con otros bloques para imponer la dirección del sistema público de medios.
Además se redujo de doce a nueve el número de representantes en el Consejo de Dirección de RTVE. Cinco de ellos serán elegidos por el Congreso de los Diputados; los cuatro restantes, por el Senado. Con esta modificación, los trabajadores perderán los dos miembros que tenían en el órgano de gobierno. Los sindicatos afirmaron que se trata de una “radical involución en el proceso de democratización de RTVE”.
Con todo, los voceros oficiales justificaron estas medidas por la “situación de bloqueo institucional” que sufría RTVE. Pero también reconocieron que esa “parálisis”, en realidad, impedía la implementación de un recorte de 204 millones de euros sobre un presupuesto global de 1200 millones. “Ante las serias dificultades para cumplir con el ajuste que presenta la Corporación, debemos proceder a fórmulas de desbloqueo”, explicó la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.
Desde el PSOE acusaron al gobierno de poner fin a la pluralidad que los medios públicos habían conseguido a partir de 2006. Por su parte, Izquierda Unida señaló que, con el “decretazo”, el PP mostró su “incapacidad para llegar a acuerdos con ningún partido político”. Y el actual Consejo de Dirección de RTVE advirtió que el recorte presupuestario afecta “sustancialmente” a la oferta de programación. “El riesgo es que nos encaminemos a una radio-televisión pública de carácter testimonial y apenas relevante”, afirmó la presidenta rotatoria de la Corporación, Teresa Aranguren.
España retrocede
Manuel Barrientos informa sobre recientes decisiones del gobierno español que afectan el carácter público de RTVE, considerado hasta ahora un punto de referencia para los sistemas públicos de medios.
Por Manuel Barrientos *
Considerada como punto de referencia para los sistemas de medios públicos de toda Iberoamérica, la Corporación de Radio y Televisión Española (RTVE) está viviendo una de sus crisis más graves desde la consolidación democrática lograda en ese país hace ya tres décadas. Con la asunción de Mariano Rajoy como presidente en diciembre último, el gobierno del Partido Popular (PP) impulsó una reforma del órgano de dirección de la RTVE, que incluyó también un profundo recorte presupuestario. Desde los partidos de la oposición, las organizaciones sociales y los sindicatos se alzaron voces críticas que señalan que estas medidas restringen los niveles de pluralidad y de calidad que había logrado el multimedios estatal en los últimos años.
El viernes 20 de abril, el Consejo de Ministros aprobó un decreto ley que permite que el presidente de RTVE pueda ser elegido por mayoría absoluta del Congreso, y no ya por la mayoría de dos tercios que exigía la normativa implementada por la gestión del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Así, el PP no necesitará del acuerdo con otros bloques para imponer la dirección del sistema público de medios.
Además se redujo de doce a nueve el número de representantes en el Consejo de Dirección de RTVE. Cinco de ellos serán elegidos por el Congreso de los Diputados; los cuatro restantes, por el Senado. Con esta modificación, los trabajadores perderán los dos miembros que tenían en el órgano de gobierno. Los sindicatos afirmaron que se trata de una “radical involución en el proceso de democratización de RTVE”.
Con todo, los voceros oficiales justificaron estas medidas por la “situación de bloqueo institucional” que sufría RTVE. Pero también reconocieron que esa “parálisis”, en realidad, impedía la implementación de un recorte de 204 millones de euros sobre un presupuesto global de 1200 millones. “Ante las serias dificultades para cumplir con el ajuste que presenta la Corporación, debemos proceder a fórmulas de desbloqueo”, explicó la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.
Desde el PSOE acusaron al gobierno de poner fin a la pluralidad que los medios públicos habían conseguido a partir de 2006. Por su parte, Izquierda Unida señaló que, con el “decretazo”, el PP mostró su “incapacidad para llegar a acuerdos con ningún partido político”. Y el actual Consejo de Dirección de RTVE advirtió que el recorte presupuestario afecta “sustancialmente” a la oferta de programación. “El riesgo es que nos encaminemos a una radio-televisión pública de carácter testimonial y apenas relevante”, afirmó la presidenta rotatoria de la Corporación, Teresa Aranguren.
Creado en 1956, el canal TVE fue, en sus inicios, un órgano de propaganda del franquismo. De hecho, su primer director, Jesús Suevos Fernández, era uno de los fundadores de la Falange en Galicia. Esa estructura recién comenzó a desmontarse con la consolidación democrática en los años ’80. Pero el verdadero cambio llegó en 2006, bajo el gobierno de Rodríguez Zapatero: por primera vez el presidente de la Corporación (el periodista Luis Fernández) fue electo por el Congreso de los Diputados. También se modificaron los servicios informativos y se apostó a la programación propia. Así, TVE volvió a recuperar el liderazgo en el público español.
Luego, en enero de 2010, se suprimió la publicidad. Hoy, el 50 por ciento de la inversión en RTVE es solventado por el presupuesto oficial. El resto proviene de un impuesto extra del 0,9 por ciento a las compañías telefónicas, del 3 por ciento de los ingresos de las televisiones privadas abiertas y del 1,5 por ciento del servicio de cable. Pero el gobierno de Rajoy ya analiza la vuelta de la publicidad y la privatización de los canales de las comunidades autónomas. Ese camino que España parece desandar –el de un sistema de medios estatal concebido como un servicio público, sujeto al control parlamentario, pero no del gobierno– podría dar sus primeros pasos en la Argentina con la implementación plena de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Pese a que mantiene el sesgo gubernamental, el directorio de la Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado debe estar compuesto por directores propuestos por los tres partidos opositores de mayor peso en el Congreso nacional. Sin embargo, estas fuerzas aún no han designado a los representantes.
La experiencia española enseña que, ante las siempre acechantes fuerzas privatizadoras, se requiere de la participación real no sólo de los principales partidos políticos sino, también, de los movimientos y organizaciones sociales que comparten el sentido de la defensa de los espacios públicos.
Luego, en enero de 2010, se suprimió la publicidad. Hoy, el 50 por ciento de la inversión en RTVE es solventado por el presupuesto oficial. El resto proviene de un impuesto extra del 0,9 por ciento a las compañías telefónicas, del 3 por ciento de los ingresos de las televisiones privadas abiertas y del 1,5 por ciento del servicio de cable. Pero el gobierno de Rajoy ya analiza la vuelta de la publicidad y la privatización de los canales de las comunidades autónomas. Ese camino que España parece desandar –el de un sistema de medios estatal concebido como un servicio público, sujeto al control parlamentario, pero no del gobierno– podría dar sus primeros pasos en la Argentina con la implementación plena de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Pese a que mantiene el sesgo gubernamental, el directorio de la Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado debe estar compuesto por directores propuestos por los tres partidos opositores de mayor peso en el Congreso nacional. Sin embargo, estas fuerzas aún no han designado a los representantes.
La experiencia española enseña que, ante las siempre acechantes fuerzas privatizadoras, se requiere de la participación real no sólo de los principales partidos políticos sino, también, de los movimientos y organizaciones sociales que comparten el sentido de la defensa de los espacios públicos.
* Licenciado en Comunicación, UBA.
MEDIOS Y COMUNICACION
Política y comunicación
Luciano Sanguinetti vincula acontecimientos mediáticos con manifestaciones políticas que también expresan mensajes y elabora una hipótesis acerca de los cambios que se están produciendo entre comunicación y política
Por Luciano Sanguinetti *Mirtha deja los almuerzos y graba una serie de ficción que se titula La dueña, en una metáfora elocuente de su despedida del centro de la cultura argentina, al menos de la cultura televisiva. Longobardi llora cuando su patrón vende la radio en donde trabaja y hace catarsis porque el aire de que disfrutó durante los últimos veinte años vendiendo humo se acaba; del otro lado, el 70 por ciento de la gente apoya la recuperación de YPF y un estadio se llena solo, sin aparatos, con fervor genuino. Los jóvenes hacen afiches con consignas que no bajan, improvisan cantos como las hinchadas de fútbol, con nuevas épicas, y las redes sociales estallan con fotos de los compañeros haciendo la “v” de la victoria como si fuera un día domingo. Hay remeras con la frase “nunca menos” que se venden en la calle como la camiseta de la Selección y Ana Laura Mercader, que vivía a la vuelta de mi casa, cuyos dos padres están desaparecidos, escribe la biografía de su familia en Facebook, a partir de su testimonio en los juicios que se desarrollaron en La Plata para el denominado Circuito Camps. Sé que esto no me pasa a mí solo. Indudablemente algo está cambiando. Pero, ¿por qué?
Ahí va una breve hipótesis inspirada en la famosa frase de Gramsci sobre la crisis del bloque histórico. Aquella de “la crisis es cuando lo viejo muere y lo nuevo no alcanza a nacer”.
- La alianza de trabajadores y sectores medios. Como reza el conocido consejo de los viejos militantes, la clave del avance de los sectores populares en la Argentina está en este vínculo estrecho y articulado de intereses comunes. Lo fue con el yrigoyenismo, lo fue con el primer Perón, se repitió con el camporismo de los ’70, y ahora es la esencia del kirchnerismo. Cuando esta alianza se rompió, porque la clase media, a sabiendas o no, jugó con la oligarquía, tuvimos el menemismo, el golpe del ’76, el del ’55, el del ’30.
- La confianza entre jóvenes y viejos en la transmisión de la cultura política. A diferencia de otros momentos históricos, en particular el de los ’70, en el que la ruptura generacional jugó un papel fundamental en aquella frustrada experiencia política, hoy se destaca el fuerte y fluido puente entre generaciones. Las decisiones sobre derechos humanos y la recuperación del empleo transformaron el panorama político en el que el activismo natural de los más jóvenes se articula con las responsabilidades institucionales de las generaciones maduras, generando una sinergia creativa y transversal, como se evidencia en los municipios, en las listas de diputados y en la constante reorganización movimientista del campo popular.
- La apertura de los aparatos partidarios a la resignificación de sus banderas históricas. Contra las tesis de las despolitización de las sociedades y del debilitamiento de los partidos políticos, lo que observamos es que los partidos (más allá de sus estructuras institucionales), y particularmente el justicialismo, se abren a la resignificación de sus banderas históricas, por la inclusión de demandas sociales y culturales reprimidas, que hacen eco hoy en su estructura. En realidad, los partidos y las instituciones que se debilitan son las que responden con viejas recetas a las nuevas demandas y no puede interpelar el cambio estructural que se produce en la base de la sociedad. Cuestiones laborales, ambientales, educativas, de género, de comunicación, son rearticuladas en los significantes doctrinales tradicionales a partir de las cuales muchas (antes) minorías se vuelven a sentir interpeladas por la participación política.
- La ampliación de los derechos de la ciudadanía y la recuperación de la potestad del Estado y la política para decidir los destinos de la Nación. El kirchnerismo ha gestado una ampliación evidente de los derechos a la ciudadanía. Pero esta ampliación de derechos no surgió de la nada, sino a partir de la recuperación de aquellos que se habían conculcado desde el golpe del ’76. Empleo, educación, salud, jubilaciones, condiciones mínimas que hacen posible la participación ciudadana.
- La recuperación de la palabra en política. Hay quienes han dicho que esto empezó con la ley de medios, los hay que señalan la recuperación de las jubilaciones de las fauces del mercado, también se ha argumentado que fue clave el desendeudamiento. Voy a sugerir que quizá fue aquella frase de Néstor Kirchner, tan irreverente, cuando dijo que no iba a “dejar sus convicciones afuera de la Casa Rosada”. ¿O acaso aquello no era lo esperable de cualquier presidente? Y lo menciono como anterior a todo porque para distribuir la palabra, la palabra debe volver a cobrar sentido, si no, de qué bien hablamos.
Y si lo nuevo ya nació y lo viejo... bueno, es viejo.
* Docente-investigador, ex decano de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP.
Por Luciano Sanguinetti *Mirtha deja los almuerzos y graba una serie de ficción que se titula La dueña, en una metáfora elocuente de su despedida del centro de la cultura argentina, al menos de la cultura televisiva. Longobardi llora cuando su patrón vende la radio en donde trabaja y hace catarsis porque el aire de que disfrutó durante los últimos veinte años vendiendo humo se acaba; del otro lado, el 70 por ciento de la gente apoya la recuperación de YPF y un estadio se llena solo, sin aparatos, con fervor genuino. Los jóvenes hacen afiches con consignas que no bajan, improvisan cantos como las hinchadas de fútbol, con nuevas épicas, y las redes sociales estallan con fotos de los compañeros haciendo la “v” de la victoria como si fuera un día domingo. Hay remeras con la frase “nunca menos” que se venden en la calle como la camiseta de la Selección y Ana Laura Mercader, que vivía a la vuelta de mi casa, cuyos dos padres están desaparecidos, escribe la biografía de su familia en Facebook, a partir de su testimonio en los juicios que se desarrollaron en La Plata para el denominado Circuito Camps. Sé que esto no me pasa a mí solo. Indudablemente algo está cambiando. Pero, ¿por qué?
Ahí va una breve hipótesis inspirada en la famosa frase de Gramsci sobre la crisis del bloque histórico. Aquella de “la crisis es cuando lo viejo muere y lo nuevo no alcanza a nacer”.
- La alianza de trabajadores y sectores medios. Como reza el conocido consejo de los viejos militantes, la clave del avance de los sectores populares en la Argentina está en este vínculo estrecho y articulado de intereses comunes. Lo fue con el yrigoyenismo, lo fue con el primer Perón, se repitió con el camporismo de los ’70, y ahora es la esencia del kirchnerismo. Cuando esta alianza se rompió, porque la clase media, a sabiendas o no, jugó con la oligarquía, tuvimos el menemismo, el golpe del ’76, el del ’55, el del ’30.
- La confianza entre jóvenes y viejos en la transmisión de la cultura política. A diferencia de otros momentos históricos, en particular el de los ’70, en el que la ruptura generacional jugó un papel fundamental en aquella frustrada experiencia política, hoy se destaca el fuerte y fluido puente entre generaciones. Las decisiones sobre derechos humanos y la recuperación del empleo transformaron el panorama político en el que el activismo natural de los más jóvenes se articula con las responsabilidades institucionales de las generaciones maduras, generando una sinergia creativa y transversal, como se evidencia en los municipios, en las listas de diputados y en la constante reorganización movimientista del campo popular.
- La apertura de los aparatos partidarios a la resignificación de sus banderas históricas. Contra las tesis de las despolitización de las sociedades y del debilitamiento de los partidos políticos, lo que observamos es que los partidos (más allá de sus estructuras institucionales), y particularmente el justicialismo, se abren a la resignificación de sus banderas históricas, por la inclusión de demandas sociales y culturales reprimidas, que hacen eco hoy en su estructura. En realidad, los partidos y las instituciones que se debilitan son las que responden con viejas recetas a las nuevas demandas y no puede interpelar el cambio estructural que se produce en la base de la sociedad. Cuestiones laborales, ambientales, educativas, de género, de comunicación, son rearticuladas en los significantes doctrinales tradicionales a partir de las cuales muchas (antes) minorías se vuelven a sentir interpeladas por la participación política.
- La ampliación de los derechos de la ciudadanía y la recuperación de la potestad del Estado y la política para decidir los destinos de la Nación. El kirchnerismo ha gestado una ampliación evidente de los derechos a la ciudadanía. Pero esta ampliación de derechos no surgió de la nada, sino a partir de la recuperación de aquellos que se habían conculcado desde el golpe del ’76. Empleo, educación, salud, jubilaciones, condiciones mínimas que hacen posible la participación ciudadana.
- La recuperación de la palabra en política. Hay quienes han dicho que esto empezó con la ley de medios, los hay que señalan la recuperación de las jubilaciones de las fauces del mercado, también se ha argumentado que fue clave el desendeudamiento. Voy a sugerir que quizá fue aquella frase de Néstor Kirchner, tan irreverente, cuando dijo que no iba a “dejar sus convicciones afuera de la Casa Rosada”. ¿O acaso aquello no era lo esperable de cualquier presidente? Y lo menciono como anterior a todo porque para distribuir la palabra, la palabra debe volver a cobrar sentido, si no, de qué bien hablamos.
Y si lo nuevo ya nació y lo viejo... bueno, es viejo.
* Docente-investigador, ex decano de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP.
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