MEDIOS Y COMUNICACION
¡Hasta la madre!
Según Matías Casas, los medios de
comunicación hegemónicos en la Argentina pretenden reconquistar el rol
directivo que tuvieron otrora utilizando la estrategia de presentar una
“realidad” cada vez más desoladora.
La sociedad argentina se encuentra
atravesada por los debates en torno de la inseguridad. Numerosos opinólogos,
especialistas y políticos esbozan sus teorías y profetizan soluciones a una
problemática estructural que afecta no sólo a nuestro país, sino a toda la
región, con variada intensidad. Mientras tanto, los medios de comunicación
juegan su propio partido. Alzando la bandera de “voceros populares”, se
encargan de transmitir sensaciones apocalípticas y pretenden extender una
atmósfera de agitación social desde la cual legitiman, soslayadamente,
acontecimientos que transgreden las normativas constitucionales.
Los intereses
políticos y económicos que determinan el funcionamiento de muchos medios en la
Argentina trascienden ampliamente la tensión que genera la competencia del
mercado. Llegado este nivel de abandono de la información y de simbiosis entre
actividad periodística y proselitismo político, la romántica ley de oferta y
demanda en pos de rentabilidades económicas resulta una quimera. El objeto de disputa
es el poder. Como lo demuestra la historia reciente, las corporaciones
mediáticas adoptan una supuesta postura de “trasparencia y objetividad”
insostenible en la actualidad.
El discurso
mediático, que se reproduce con la lógica monopólica de quienes ostentan la
potestad de diversas estaciones de radio, canales de televisión, periódicos y
revistas, revela subrepticiamente otra problemática. Los medios hegemónicos
pretenden discutir la tutela de los consumidores/ciudadanos impregnando la
sensación de “orfandad” ante la “ausencia estatal”. En 1991, la disolución de
la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas confirmaba lo que en algunos de
sus países satélites se iba evidenciando en años anteriores. Las superpotencias
occidentales se lanzaron a la caza, a través de sus tentáculos económicos, de
los pequeños Estados que veían derrumbarse a su núcleo tutelar.
El agotamiento del
“socialismo real” se evidenciaba desde hacía tiempo con signos bien concretos.
Ahí radica la diferencia con la coyuntura argentina, “la ausencia del gobierno”
es una de esas “verdades” que, con lógica goebbeliana, se pretende construir
siempre que se encuentre un resquicio facilitador. “¿Qué les diría a los
funcionarios que hablan de ‘sensación de inseguridad’?” interpelan a quien sea
que haya sufrido la pérdida de un familiar en algún hecho delictivo. Allí
subyace la disputa. Cuanto más desoladora se plantea la “realidad”, mejores son
las posibilidades para reconquistar el rol directivo que pretenden conservar ad
eternum los medios hegemónicos en todos los sectores de la sociedad.
El sociólogo Zigmunt
Bauman advierte sobre las potencialidades del mercado de la inseguridad. La
industria que moviliza su maquinaria productiva usufructúa el humus de miedo y
paralización que tanto fomenta el poder mediático. En efecto, si hay una
certeza sobre los años transcurridos de este siglo XXI, en los cuales los
tópicos sobre la indefensión individual, la inseguridad global, el terrorismo y
demás amenazas proliferaron con una marcada intensidad luego de septiembre de
2001, es la ineficacia para construir una sociedad “más segura”. Como el relato
de aquella señora que se mudó a un barrio privado para relajarse en la
tranquilidad de las fronteras cerradas, pero la noche que, por problemas
técnicos, no lograron trabar las rejas circundantes, la encontró desvelada,
previniendo desde su ventana alguna “invasión” de los de “afuera”. Cuanto más
se fomenta el tópico de la inseguridad mayor es la certidumbre sobre el peligro
que “acecha”.
El poeta Javier
Sicilia encabezó en México el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad
tras el asesinato de su hijo a manos del narcotráfico, en 2011. Las
movilizaciones que cuestionaban el accionar de Felipe Calderón en sus políticas
contra el crimen organizado siguen reclamando acciones concretas al actual
presidente Enrique Peña Nieto. El lema que caracteriza sus manifestaciones es
“¡Estamos hasta la madre!”. La semántica de la expresión indica más que
hartazgo, motiva la sensación de estar en el fondo, de no poder caer más bajo.
Al mismo tiempo, representa el llamado a un cambio y evidencia la idea de que
“así no se puede seguir”. Seguramente, el poder mediático de la Argentina
omitió la posibilidad de establecer una vinculación explícita entre la cruzada
de Sicilia y la coyuntura social argentina. Empero, aun desconociendo el clamor
mexicano, trabajan perseverantemente por desgastar el ánimo de sus consumidores
para que se aúnen a sus intereses con un grito al unísono: ¡Estamos hasta la
madre!
* Profesor. Magíster
en Historia, UNTreF-Conicet.
MEDIOS Y COMUNICACION
Los sospechosos de siempre
Alejandro Aymú y Luciana Mignoli,
autores de Prensa en conflicto, un libro sobre los recortes periodísticos de
algunos de los trances sociales más trascendentes de la historia argentina,
presentan la obra y las razones por las que, a su juicio, fue necesaria su
reedición.
Por Alejandro Aymú y
Luciana Mignoli *
El conflicto con el sector agrario en
2008 por la resolución 125 y las discusiones previas y posteriores a la sanción
de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual permitieron instalar
abiertamente en la opinión pública el cuestionamiento sobre la “independencia”
y “credibilidad” de los medios de comunicación.
El debate sobre el ya
obsoleto paradigma de la “objetividad periodística” se clavó como una estaca en
la agenda pública, pero comparte terreno con una pretendida imparcialidad de
quienes producen noticias, un resguardo aparentemente necesario para que su
discurso sea verosímil y para que sigan presentándose como sello de
“independencia”.
Y aunque todo medio
proponga a sus destinatarios un contrato de lectura de acuerdo con las
expectativas, motivaciones e intereses de su público, ese pacto ya no es tan
“sagrado” como otrora, ya que el nivel de análisis crítico va en aumento.
La discusión sobre
los medios, que antes era patrimonio exclusivo de una clase letrada, se ha
transformado en una “propiedad colectiva” que incluye a cualquier ciudadano/a
de a pie que hoy sí se permite desconfiar de los relatos periodísticos. “¿Por
qué dice eso?”, “mirá la música que pusieron de fondo”, “¿viste la foto que
eligieron?”; preguntas y apuntes sobre la construcción del relato periodístico
que ya no sólo circulan por pasillos de universidad.
Que los medios no son
objetivos, ni imparciales, ni neutrales, ya lo sabemos. ¿Pero siempre fue así?
¿Qué pasa con el lugar de un medio ante un conflicto social de envergadura?
¿Quién es el “otro” en el conflicto? ¿Qué sujetos construyen los medios? ¿Qué
nos aporta hoy mirar los diarios de distintas épocas?
Con esas preguntas
como guía, hace un año lanzábamos –de la mano y con el prólogo del maestro
Osvaldo Bayer– Prensa en conflicto. De la Guerra contra el Paraguay a la
Masacre de Puente Pueyrredón en la Feria Internacional del Libro de Buenos
Aires, un trabajo que pone la lupa sobre los recortes periodísticos de algunos
de los conflictos sociales más trascendentes de la historia argentina: Guerra
contra el Paraguay, Campaña del Desierto, huelga de inquilinos, Semana Trágica,
bombardeo a Plaza de Mayo, Cordobazo, huelga de la CGT en la última dictadura y
masacre del Puente Pueyrredón.
En ese mismo lugar,
este año –junto a otros libros de Ediciones del CCC y la presencia de la
periodista Stella Calloni– presentamos la segunda edición de esta obra
colectiva, realizada por catorce investigadores/as del Departamento de
Comunicación del Centro Cultural de la Cooperación.
La repercusión de
Prensa en conflicto –que integra once entrevistados, ocho de los sucesos más
importantes de nuestra historia y más de tres años de trabajo– excedió
ampliamente nuestras expectativas: en pocos meses nos quedamos sin ejemplares.
Entrevistas, notas,
charlas, debates, invitaciones; y sobre todo, la posibilidad de tener voz
pública, de decir lo que pensamos sobre la construcción histórica (y aún vigente)
que producen los medios de comunicación sobre los sujetos que protagonizan
conflictos sociales.
Este libro nos
permitió conocer personas, colectivos, organizaciones e instituciones de
distintos lugares que, desde muy diferentes espacios, se esfuerzan por fomentar
una mirada crítica del rol de los medios y de la propia historia.
Ahora bien, ¿qué es
lo que hace que un libro sobre periodismo e historia se agote?, ¿qué es lo que
mueve a que se sigan sucediendo propuestas de charlas, debates, presentaciones?
Sin lugar a dudas, hay una sociedad que hizo suyo el debate sobre el rol
histórico de los medios de comunicación y que participa en la consolidación de
la “crisis de credibilidad” como un tema de agenda pública.
Por eso queremos
agradecer a los y las colegas que se sumaron a difundir la obra. A las
universidades, ferias del libro, cooperativas, organizaciones, instituciones y
colectivos que nos invitan a presentarlo en distintos puntos del país. Y a
quienes nos leyeron, prestaron el libro, interactuaron en redes sociales
(facebook.com/PrensaEnConflicto twitter.com/PrensaConflicto) y corrieron la
voz. Sin esa enorme ciudadanía movilizada, crítica e inquieta, esta reedición
no hubiera sido necesaria.
* Autores del libro
Prensa en conflicto.
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