Al conocimiento le agregan iniciativa e inventiva criolla
En casi todos los equipos de investigación del mundo, hay un argentino trabajando", asegura Águeda Menvielle, directora nacional de Relaciones Internaciones del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
Capo en cronobiología
Montaner y la prevención del vih
Experta en tecnología y educación
Para la nasa, caruso es "excepcional"
La "generación dorada" de la ciencia le pone pasión a proyectos globales
Los consulados argentinos contabilizan a 4800 investigadores nacionales en el mundo. Hay presencia en los principales emprendimientos. Por ejemplo, en la máquina de Dios, el robot a Marte y en simulación computarizada.
En casi todos los equipos de investigación del mundo, hay un argentino trabajando", asegura Águeda Menvielle, directora nacional de Relaciones Internaciones del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
Así, desperdigados en distintos países, los científicos argentinos hacen patria, cuentan orgullosos de dónde vienen, aportan sus conocimientos en los más grandes proyectos internacionales, y muchos otros también cooperan con trabajos nacionales. Algunos tuvieron que abandonar el país expulsados por la coyuntura política, otros partir para perfeccionarse, y en otros casos, la estructura y propuestas de la ciencia y tecnología nacional no eran suficientes, o no existían para desarrollar su potencial, su pasión.
Se estima que hay cerca de 6000 científicos argentinos que trabajan en el exterior, pero son 4800 los que están registrados en los diferentes consulados argentinos en el mundo. Iniciativa, inventiva, creatividad, capacidad, y responsabilidad, son las características que más se les reconocen a los profesionales argentos.
Según los datos del Ministerio de Ciencia y Tecnología, la mayor parte de los científicos argentinos que colaboran con el país se encuentran en Estados Unidos (30%) en segundo lugar, Brasil con el 21%. En Francia, colaboran un 8% de científicos, en España, el 6 por ciento.
Los hombres y mujeres de ciencia no sólo trabajan en grandes proyectos, sino que también son los encargados de formar a jóvenes profesionales.
Este es el caso de Gabriel Wainer, de 46 años, doctor en Ciencias de la Computación recibido de UBA. Su especialidad es el modelado y la simulación computarizada, y es la materia que dicta como jefe de cátedra en la universidad Carleton, en la ciudad canadiense de Ottawa. Allí vive desde el año 2000 con su mujer argentina, también especialista en computación. Su trabajo permite representar el comportamiento de lo que sucede en el mundo real como inundaciones o incendios forestales en una computadora y prever acciones para superarlos. El científico figura en el cuarto lugar del ranking Microsoft Academic Research, un listado que reúne a más de 50 mil investigadores en el área de simulación, y en 2010 recibió el premio inaugural de los Bernard Zeigler DEVS Modeling and Simulation.
DE ALMAGRO A MARTE. Argentina también se hace presente en la NASA. Allí despliegan sus conocimientos los ingenieros Miguel San Martín y Martín Greco, protagonistas del amartizaje de la sonda Curiosity, la última apuesta de la administración norteamericana en búsqueda de señales de vida en Marte. San Martín de 53 años, nació en la ciudad rionegrina de Villa Regina y, al terminar el secundario en Almagro, decidió estudiar en Estados Unidos.
"La Argentina nunca se olvida, ahí aprendí los principios básicos de la ingeniería, y los valores de la amistad y la familia. La ciencia y tecnología argentina están ocupando un lugar cada vez más importante en el mundo. Si bien tuve que dejar el país para perfeccionarme en una ciencia que no estaba madura en la Argentina, hoy la situación ha cambiado muchísimo", contó San Martín en diálogo con Tiempo Argentino.
Otro orgullo argentino es Juan Martín Maldacena, quien se graduó en la UBA y obtuvo la licenciatura en física del Instituto Balseiro. Hoy es investigador del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, y recibió la primera edición del premio Fundamental Physics Prize de la Fundación Yuri Milner. Maldacena estudió la teoría de las cuerdas y los físicos del mundo usan y estudian la conjetura que lleva su nombre y que establece la conexión entre la teoría de la gravedad y la física de las partículas elementales.
En la física también se destaca Matías Zaldarriaga, quien nació en Coghlan, estudió en Exactas de la UBA y, actualmente, es profesor en la Universidad de Harvard. Sus trabajos intentan descifrar los primeros instantes del cosmos. Fue premiado con la "beca de los genios", otorgada por la Fundación norteamericana Mac Arthur.
Los argentinos también forman parte de uno de los trabajos más ambiciosos de la física, "La máquina de Dios". Se trata de un colisionador de hadrones que busca recrear los primeros instantes tras el Big Bang, y está a cargo del Laboratorio Europeo CERN en la frontera franco-suiza, a través del experimento Atlas. Del mismo participan argentinos del Instituto de Física de la Universidad Nacional de La Plata, y del Departamento de Física de la Universidad de Buenos Aires. En los últimos días presentó una gran avance ante la posibilidad de haber descubierto el Bosón de Higgs, que permite explicar cómo la materia adquiere masa.
"Es un orgullo ser argentina y participar de este trabajo, estamos a la par de cualquier científico del mundo, y nuestro trabajo es fundamental e histórico", aseguró a Tiempo Argentino María Teresa Dova titular del equipo de La Plata. «
"Seguridad y motivación"
El programa RAICES (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior) comenzó en 2003 y desde entonces repatrió 938 científicos. En 2008 fue declarado política de Estado. Promueve el vínculo de científicos en el exterior, realizar estancias cortas de investigación en el país y que vuelvan profesionales con ofertas de trabajo. "Que siga nos da seguridad y motivación", dicen los científicos y recordaron que el programa reparó una paradoja: si bien por décadas la política científico-tecnológica argentina tuvo en la formación de recursos humanos a uno de sus pilares más exitosos, también fue uno de los países de América Latina que más talento aportó a los países desarrollados.
Horacio de la Iglesia es uno de los biólogos expertos en Cronobiología (estudio del reloj biológico) más reconocidos del mundo. Se graduó en Biología en la Facultad de Exactas de la UBA, y hace nueve años reside en Washington, donde dirige su propio laboratorio.
Uno de sus descubrimientos más importantes fue la causa que produce el conocido jet lag, es decir, los efectos de los largos viajes, al explicar que se debe a una falta de sincronía entre la parte dorsal y ventral de ese reloj biológico frente a los cambios de horario. En la actualidad, estudia la relación entre los desajustes temporales y los problemas de reproducción femenina.
El científico sanjuanino, de 46 años, padre de dos hijos de 14 y 12 años, y esposo de una bióloga argentina que estudia la evolución de las plantas, destacó que aunque hace 20 años se fue del país, “extraño el valor de la amistad y la vida social. Aquí es más difícil afianzar vínculos. Me gustaría jubilarme en la Argentina.”
Para el biólogo, “los fondos destinados a la ciencia argentina se han incrementado en los últimos cinco años y se nota. Además, los argentinos son muy competitivos a nivel internacional y tienen buena reputación por la gran formación de la carrera de grado”.
El infectólogo argentino Julio Montaner demostró que el tratamiento antirretroviral contra el VIH, también es eficaz para prevenir su transmisión. En 2003, realizó un estudio y destacó que el tratamiento actual reduce el nivel de VIH en sangre hasta niveles indetectables, lo que mejora la salud del paciente y, al mismo tiempo, disminuye la probabilidad de transmisión en más del 90 por ciento. En diciembre de 2010, recibió el premio Albert Einstein, del Consejo Cultural Mundial, y en 2011 cuando su hipótesis quedó corroborada, la revista Science la consideró como el descubrimiento científico del año.
En la actualidad, es director del Centro para la Excelencia en VIH/sida de la Columbia Británica en Vancouver, Canadá, donde reside desde 1981. “Vine con la idea de especializarme en la atención de pacientes con neumonías, pero las cosas fueron tomando otro color, justamente era la época en la que surgió la problemática de la 'enfermedad rosa', como se llamó al sida, y terminé envuelto en su investigación”, contó a este diario.
El infectólogo nacido en Caballito fue parte del equipo de trabajo que en 1996 lanzó el tratamiento antirretroviral y que logró prolongar la vida de las personas con VIH.
“Mi descubrimiento no significa que deben dejarse de lado el uso de preservativos”, dijo el experto, y destacó que "en la Argentina debe incrementarse el testeo, para que la gente se medique, salven sus vidas y eviten la propagación del virus". A su vez, señaló que la infectología argentina “se encuentra en una fase muy positiva. Noto que mis colegas están optimistas, construyendo y avanzando”.
Nora Sabelli emigró del país en 1966, tras la Noche de los Bastones Largos. Tiene 70 años y es una de las principales especialistas en tecnologías y aprendizaje de los Estados Unidos. Su formación científica fue como química computacional, es decir, el uso de computadoras para estudiar en detalle la estructura de moléculas y sus reacciones, y estudió en Exactas de la UBA. En la actualidad, es senior en el Centro para la Tecnología en Aprendizaje (CTL) del Stanford Research Institute (SRI Internacional), y colabora con el programa Conectar Igualdad en la Argentina. "En la Argentina hay un resurgimiento del apoyo estratégico a las ciencias y a la tecnología, asociado con un nuevo entender de cómo estos conocimientos tienen que ser parte integral del desarrollo industrial del país", dijo a este diario. "Hay mucho por hacer, pero los pasos que se han dado son prometedores", aseguró la profesional, quien también manifestó que lo que más extraña del país es "caminar por la ciudad, y tomar café en La Biela".
El 10 de junio de 2011 se lanzó al espacio el satélite SAC-D Aquarius desarrollado en la Argentina en conjunto con la NASA y la colaboración de agencias espaciales de Brasil, Canadá, Italia y Francia.
Se trata del cuarto satélite de observación de la Tierra de la CONAE que tiene a la NASA como principal agencia espacial asociada, cuyo objetivo es aportar datos para el estudio de los océanos, el clima y el medioambiente.
El satélite que fue puesto en órbita desde la Base Vandenberg en California, Estados Unidos, permitirá elaborar modelos climáticos a largo plazo, mayor precisión sobre el calentamiento global, obtener datos sobre la humedad del suelo, que contribuirá a la generación de alertas tempranas de inundaciones y aparición y/o dispersión de enfermedades.
“La NASA confió en nosotros, y hemos demostrado que tenemos la madurez suficiente para realizar los procesos que la misión satelital requería”, destacó Daniel Caruso, jefe de Proyecto de la misión, en diálogo con Tiempo Argentino. Caruso fue premiado por la administración norteamericana con la medalla de “servicio público excepcional”. Tanto la selección de componentes y materiales, la fabricación, los ensayos y la integración final de esos equipos, fue realizada en el país.
El equipo argentino estuvo conformado por 12 científicos .“Gracias a las políticas científicas que se tomaron, los profesionales tenemos mucha continuidad, tanto en cuanto a los programas, como a los presupuestos. Sin esa continuidad, es poco probable que los logros sean significativos”, explicó Caruso.
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