martes, 21 de agosto de 2012

¿Sin Twitter ni Facebook? Usted es un sospechoso

Por Catherine Bennet COLUMNISTA DE “THE GUARDIAN”

         
Para quienes se dedican al estudio de los psicópatas asesinos es frustrante que no haya suficientes de ellos como para poder aislar de forma confiable las características específicas del tipo. Esa dificultad, sin embargo, de ningún modo desalienta la especulación popular sobre posibles signos de advertencia, señales que se van actualizando para estar a tono con la era digital.
Por ejemplo, además de viejos indicios como “reservado”, “no mira a los ojos” o “tiene caninos anormalmente puntiagudos”, ahora se han incorporado cosas como “no está en Facebook”, “no tiene Twitter”. Dada esa línea de sospechas, las personas que no tienen presencia en Facebook ahora se encuentran en la misma situación en que hace tiempo habría quedado un individuo sudoroso que, en voz baja, pidiera en una farmacia cloroformo y cal viva.
Un muy útil artículo publicado en el diario alemán Tagesspiegel acaba de indicar cuáles son los riesgos de oponerse a Mark Zuckerberg para todo el que aspire a la salud mental. Tras destacar que ni James Holmes –que mató a doce personas en un cine de Colorado- ni el noruego Anders Behring Breivik, causante de otra masacre, eran fans de las redes sociales online , el diario cita las declaraciones de un psicólogo de Hannover, Christoph Moller, sobre las implicancias del rechazo a Facebook. “Internet se ha convertido en parte natural de la vida” es la traducción de sus comentarios, palabras que alimentan las especulaciones sobre qué podría significar el apartamiento de esa vida natural.
Para algunos investigadores aficionados, las apreciaciones de Moller no hicieron más que confirmar las sospechas que despertó la masacre, luego de búsquedas en Internet sobre el pasado online de Holmes o, más bien la extraña ausencia de él .
A todo este panorama se suma la multitud de informes que indican que el uso de Facebook ahora se considera hasta tal punto la norma que los empleadores tienden a ver la historia documentada de todas las veces que husmeamos, alardeamos y nos hacemos amigos como una tranquilizadora señal de socialización y profesionalismo.
“Sin duda, es inusual”, declaró a CBS un psicólogo estadounidense sobre la resistencia de Holmes a figurar en Internet, algo parecido al ostracismo que amenaza a los chicos de 12 años que prefieren no estar en Facebook en una escuela donde todos los demás tienen –prematuramente- su cuenta.
Los entusiastas mencionan un estudio en el cual el no uso de Internet se asocia, tanto como el uso excesivo, a la depresión.
Contrariamente a lo que dicen los monótonos lamentos de los opositores a Facebook, que ahora debemos aceptar que figuramos en algún lugar del continuum psicopático, los jóvenes en particular deben prever la reacción de un futuro empleador cuando descubra, con una incredulidad que sólo cederá su lugar a la sospecha y la desconfianza, que un candidato por lo demás notable no ha registrado nada online sobre su acumulación de amigos, su vida social o sus vacaciones en divertidos destinos.
Copyright The Guardian, 2012. Traducción de Elisa Carnelli.

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