domingo, 23 de marzo de 2014

Afirman que el ciberacoso es peor que el que se hace cara a cara

A diferencia del hostigamiento en los colegios, que termina a pocas cuadras de ese ámbito, en el mundo digital parece no tener fin. Y se replica con la misma facilidad que se retuitea y se comparte un estado en Facebook.  

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Que los chicos pueden ser muy crueles, no es ninguna novedad. Las bromas y el acoso entre pares nunca distinguieron generaciones. Sin embargo, esa misma crueldad frente a una computadora puede transformarse en millones de bits de ensañamiento y persecución, fortalecerse, masificarse, e incluso reproducirse de forma constante una y otra vez. Se trata del cyberbullying, o ciberacoso, y da nombre al hostigamiento entre pares, sostenido en el tiempo, y a través del uso de la tecnología.
En la Argentina, el fenómeno crece y ya son miles los adolescentes que lo padecen a diario, y según los especialistas, los efectos negativos del acoso en la red son mucho peores que los ocasionados por el bullying escolar. Al respecto, un estudio reciente realizado en Holanda aseguró que puede estar relacionado con la ideación o intento de suicidio. El trabajo encabezado por Mitch Van Geel, profesor de Filosofía en la Universidad de Leiden, fue publicado en la revista JAMA Pediatrics, e indica que "el cyberbullying ocasiona más ideación suicida entre adolescentes que el bullying tradicional".
Los investigadores holandeses, autores del informe que relaciona directamente este tipo de acoso con los intentos de quitarse la vida, repasaron miles de estudios sobre suicidios de los últimos años, e identificaron 34 trabajos que enfocaban la relación entre la intimidación y los pensamientos suicidas, y nueve estudios que enfocaban la relación entre los acosos de los agresores con los intentos de suicidio. Así detectaron que el ciberbullying ejercido a través de las redes sociales está vinculado con más fuerza a este tipo de sentimientos que empujan a la víctima a terminar con su vida o al menos a pensarlo
La peligrosidad del cyberbullying va de la mano con las características inherentes de la tecnología utilizada para ejercerlo. "Internet permite la ubicuidad, esto es, 365 días del año, las 24 horas, en cualquier lugar (smartphone, tablet, computadora), generan un escenario del que parece imposible escapar. El bullying es una situación de hostigamiento entre pares que termina a unas cuadras del colegio, luego el chico llega a su casa y tiene unas horas para "desconectarse", pero en el caso del cyberbullying, el niño vive conectado al problema: está en su casa y recibe un mensaje de texto o chequea su muro en Facebook y lee una amenaza a cualquier hora", explicó Vanesa Aiello Rocha, psicóloga, especialista en Educación y Nuevas Tecnologías (FLACSO) y miembro del Equipo Bullying Cero Argentina, en diálogo con Tiempo Argentino.
El procedimiento por el que se hostiga a una persona en el ciberespacio consta de toda clase de artilugios que dejan sin escapatoria a la víctima: ofensas de todo tipo, cambios de contraseñas para irrumpir en sus cuentas, tomar fotografías y publicarlas haciéndoles modificaciones o fotomontajes obscenos. Otra de las prácticas más comunes es la creación de blogs y fotologs donde se escriben insultos, junto con los datos personales del agredido, como así también perfiles falsos de la víctima en redes sociales donde se los humilla públicamente.
"El daño provocado en Internet, no sólo es difícil de controlar, sino que es muy complejo detectar su origen. Los chicos tienen que saber que una vez que publican, pierden el pleno control", opinó Raphael Labaca Castro, uno de los impulsores del sitio Argentina Cybersegura, y especialista de seguridad informática.
En 2012, la compañía de investigación Ipsos dio a conocer un estudio en el que se reveló que en la Argentina, el 12% de los padres confirman que sus hijos fueron víctimas de cyberbullying, el 60% dijo que sus hijos sufrieron ciberacoso a través de redes sociales como Facebook. Además, el 24% asegura conocer a un niño que lo sufre, y el 77% cree que el tema debe ser abordado por los padres y la escuela.
En este sentido, al ser consultado por este diario, Jaime Perczyk, viceministro de Educación de la Nación aseguró que "no existen responsabilidades individuales, todos debemos estar muy atentos porque el ámbito virtual es muy complejo. Las instituciones educativas, los docentes, los padres y los chicos deben estar al tanto de los peligros del bullying y del cyberbullying. Cuando éramos chicos todos recordamos que se bromeaba entre compañeros, pero en estos casos no hablamos de bromas, sino de hostigamiento". El funcionario informó que "la próxima semana se votarán algunas formas de la nueva Guía para la intervención de situaciones de violencia en las escuelas que dan información a docentes y padres sobre los peligros de estas conductas".
Es muy común que los chicos y adolescentes sufran el maltrato en silencio ya sea por miedo a las represalias, pero presentan algunas señales como el negarse a asistir al colegio, el baja rendimiento escolar, el aislamiento, y síntomas de stress, ansiedad, irritabilidad, pesadillas, hasta profundas depresiones, que en algunos casos pueden derivar en la idea de suicidio. Alejandro Ferreira –médico especialista en psiquiatra  y presidente del Capítulo de Suicidologia de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA)– aclara que "el suicidio es el desenlace más trágico, pero que no es una decisión que toma cualquier niño o adolescente. Y que frente a dicha elección, el acoso virtual no es el único factor ni existe una relación directa y unívoca. Por eso es fundamental que los padres y docentes mantengan una buena comunicación con los chicos y estén al tanto de lo que les sucede."
Los expertos coinciden en que la única forma de combatir al cyberbullying es a través de la educación (familiar y escolar), ámbitos capaces de construir un código de respeto entre pares que deje obsoleto el escenario de violencia en el que los que hostigan hacen un show buscando los aplausos traducidos al mundo virtual en retuits, los "compartir" del Facebook, y el reenvío de mensajes, replicas exponenciales a una audiencia infinita y en cuestión de segundos, pero que pueden dañar para toda la vida.  «
 
 
Algunas medidas de prevención
Bloquear: ante el acoso, bloquear al hostigador; tener un diario que registre las amenazas (se puede sacar una foto, hacer una captura de pantalla o escribir el mensaje textualmente). Guardar esa evidencia; hablar y denunciar.
Prevención: establecer medidas de seguridad en las redes sociales y software que utilicen los niños: usando contraseñas seguras, estableciendo medidas de seguridad en las configuraciones.
Educación: enseñarles a los chicos a no difundir información personal ni familiar. Educar en valores (con énfasis en la discriminación entre lo público y lo privado) y en e-ciudadanía (ciudadanía digital).
Desconfiar: enseñe a los menores a no confiar en mensajes o archivos recibidos de personas desconocidas o de poca confianza, así como a descartar los correos no deseados. Control: situando la computadora en una zona común de la casa, conseguirá tener controlados a todos aquellos usuarios que la utilicen.
La webcam: el uso de una webcam debe ser controlado, intentando evitar que los menores la utilicen para comunicarse con desconocidos.
Claves: los pilares de la prevención del cyberbullying son la seguridad informática, la capacitación docente, los espacios de tutoría y convivencia en las escuelas y la orientación a padres y talleres donde trabajan las familias. 
 
 
El caso en canadá que terminó en suicidio
En 2012, el mundo entero se estremeció con el caso de Amanda Todd, una chica canadiense de 15 años, víctima del ciberacoso que decidió quitarse la vida. Antes de hacerlo, filmó un video y lo subió a Youtube. Allí, mediante carteles, explicó la tortura constante que padeció durante tres años. Todo comenzó cuando ella tenía 12 años y vía webcam un chico le pidió que le enseñara sus senos. A los pocos días, la imagen había sido difundida en todo el colegio, el barrio, el país y el mundo. Hasta habían creado un perfil de Facebook, y allí le dedicaban todo tipo de insultos.
En la Argentina, si bien no se conocen casos de suicidios relacionados al acoso virtual, sí son muchos los adolescentes que lo padecen. Ariel Quiroga es papá de Agostina de 15 años, quien en 2012 fue agredida y herida en su rostro con una trincheta por dos chicas a la salida del colegio, y luego de recibir varias amenazas por Facebook. "Le decían que le iban a pegar por ‘careta’. No les caía bien, le decían agrandada, quizás les cayó mal que tuviera muchos amigos varones o fue por algún noviecito, o porque es linda y flaca, y todas esas pavadas, ya no sabemos qué pensar", contaba el papá. Otros caso fue el de Natalia, de 13 años, quien luego de ser amenazada en repetidas oportunidades por Facebook y mensajes de texto, fue atacada por varias compañeras dentro de  Escuela Media Nº 7 de Gerli. La brutal agresión fue filmada con un celular y publicada en Internet.
 
 
"Mi hija sufrió mucho"
Evangelina Zudaire es mamá de una adolescente que ahora tiene 15 años. En 2008, la chica estaba en quinto grado y comenzó a recibir cartas anónimas que guardaban en su mochila. "Se trataba de mensajes con letras recortadas, que decían que le iba a pasar algo malo a quien quería mucho. Cuando vi las cartas me asusté, eran muy feas. Decidí llevar las cartas al colegio, los docentes hicieron una reunión, y las alumnas dijeron que era sólo una broma y que no volvería a pasar", contó a Tiempo Argentino.
El caso es uno de los tantos en los que el acoso nace en el colegio y luego se extiende a la Web. "Desde que ella sufrió el primer ataque, siempre me mantuve muy atenta y determinamos juntas ciertas reglas de Internet y de redes sociales en particular como, por ejemplo, que yo conozca su contraseña. En 2012, vi que en Twitter una de sus compañeras publicaba la foto de mi hija con la inscripción 'Sos patética, idiota, asco'. Me desesperé, no podía creerlo. Mi hija estaba vulnerable porque cualquiera podía seguir comentando la publicación. Lo primero que hice fue resguardar las pruebas, y legalizarlas con un escribano. Supe cómo actuar porque mi novio es especialista en estos temas", explica Evangelina.
Después de informar la situación en el colegio y no recibir respuestas, Evangelina no sabía cómo defender a su hija. "Decidí ir a hacer una denuncia en un centro de asistencia a la víctima de San Justo en el partido de La Matanza, pero una abogada me dijo que no exagerara, que eran cosas de adolescentes. Mi hija sufría, al principio no quería ir al colegio, hasta que aprendió a ignorarlas, pero el proceso fue muy doloroso, la información se expande, las burlas también. Al día de hoy, la adolescente y las agresoras siguen en el mismo curso, no se hablan, pero se ven todas las mañanas, y el peligro de que vuelvan a intentarlo está latente."
 
 
El marco legal
Si bien no existe una norma que considere al cyberbullying un delito, hay otras que están relacionadas a la problemática. Dado que, en la mayoría de los casos, el hostigamiento comienza en las escuelas y continúa en Internet, el año pasado se sancionó la ley sobre convivencia escolar y abordaje de la conflictividad en las escuelas que prevé la creación de "instancias de participación donde docentes, padres y alumnos puedan prevenir y solucionar situaciones violentas", la elaboración de una guía para docentes que fije pautas ante casos de maltrato escolar y la creación de un 0800 para realizar denuncias. En 2013 también se aprobó la ley de grooming que incorpora al Código Penal el ciberhostigamiento o acciones deliberadamente emprendidas por un adulto para ganarse la amistad de un menor de edad, disminuirle las inhibiciones y poder abusar sexualmente de él. En este caso, la pena va de los seis meses a los cuatro años de prisión.
 
 
"Es muy difícil de controlar. Las legislaciones modernas intentan incluirlo en las leyes de educación. Debemos lograr que los chicos se respeten y trabajar en la prevención."
Ricardo Sáenz
Fiscal general

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