lunes, 17 de marzo de 2014

"La TV construyó un imaginario de la clase media que no es real"

"La TV construyó un imaginario de la clase media que no es real"

El director Saniago Loza habló de de "Doce casas, historias de mujeres devotas", la miniserie que estrenará la Televisión Pública el lunes próximo.

Por otra televisión. El director Santiago Loza apuesta a una pantalla chica más literaria y poética.
"Esta ficción combina la fe, la creencia, lo amoroso y la soledad, a través de pequeños y concentrados melodramas o comedias que conforman una suerte de fresco pueblerino", expresó Santiago Loza. El cineasta estrenará el lunes próximo, a las 22.30, por la TV Pública, la ficción "Doce casas, historia de mujeres devotas", a la que definió como "una serie descaradamente emotiva".
Loza destacó que esta miniserie con gran elenco (ver aparte) se trata de "historias de una clase media del interior que no están contadas en lo televisivo, donde hay amores, soledades y donde se narran ciertas pulsiones que en ciudades pequeñas están tapadas", destacó a Télam el cineasta que viene de estrenar en Rosario su filme "La Paz", ganador de la Competencia Nacional del Bafici 2013.
—¿Cómo pensaste este acercamiento a la televisión?
—La ficción en la tele o en el cine cuando retrata el interior lo hace con ciertos clichés. Muestra a la gente del interior buena, amable, pícara o abnegada, y a mí siempre me pareció una mirada peyorativa. Hay algo de la serie que narra un interior con ambigüedades, con complejidades y también lo religioso que a mí me influyó mucho y siempre pensé cómo se podía articular eso para hacer una especie de saga. Se cuentan historias muy simples, es una especie de teleteatro con conflictos muy claros, pequeños pero potentes, donde está lo cotidiano y hay mucho de humor y del melodrama.
—¿Desde qué lugar enfocás lo religioso?
—No hay una mirada crítica, pero hay una reflexión importante sobre la creencia más allá de la fe concreta. Está la Virgen yendo de casa en casa, pero además de la relación directa con el dogma, está la relación de estos seres con la creencia: qué es creer, para qué creer, cómo es creer y una relación con lo amoroso. Lo amoroso y la fe como si fueran pulsiones que van rotando y mutando en los relatos. Además, la tira tiene cierto trabajo en el lenguaje que quizás no es lo que frecuentemente se usa en televisión, con respecto al cómo se dicen las cosas. Hay algo descaradamente literario, pero accesible.
—¿Cómo lo plasmaste?
—Hay algo de folletín literario por entrega y hay anacronismo. Tiene que ver con las palabras que se usan, con la construcción de las frases. Los actores acceden a tener un respeto por lo escrito y esto genera que algo del naturalismo televisivo esté ausente. La serie tiene cierto espesor literario. El habla no es un habla cotidiana y eso le da cierta extrañeza y a la vez lo hace más delicado.
—¿La historia y los personajes pueden lograr una identificación con el espectador?
—Hay algo de los espacios y de las palabras que se usan en "Doce casas..." que pertenecen a una clase media. Creo que la televisión construyó un imaginario sobre la clase media que no es real. Como esas series que siguen insistiendo en el conventillo, y el conventillo ya no existe como se lo conoce, ese que se heredó del sainete. En la televisión está eso o el off de Palermo y entonces uno se pregunta: la gente dónde vive y cómo vive. Entonces, sin querer contar del todo una realidad, esta historia arma algo que se corre de cierto naturalismo televisivo, lo vuelve más particular y más poético.
—Te caracterizás por desarrollar mucho los personajes en tus historias, ¿cómo fue ese proceso en este proyecto con un elenco rotativo y con 40 actores?
—No siento que haya resignado nada por hacer televisión, al contrario, es un proyecto tan importante como hacer cine. En general la ficción tiene una premura por entretener, acá también la idea es entretener, pero hay algo de los tiempos que marca la diferencia. Hay escenas con distintos grados de profundidad, con capas, entonces esto permite a los actores tener un importante desarrollo del personaje.
—¿Cómo son estas 12 mujeres que protagonizan cada historia?
—Hay algo de lo femenino ligado al dolor, menos pudor y cierta manifestación emocional. Contamos la historia de los que no tienen historia, estas mujeres no son asesinas ni heroínas, no hay nada terrible y aún así genera interés. A estos personajes esa vida anodina que tienen les queda chica y ahí se plasma con humor esa necesidad de trascendencia.

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