Poder político, tecnología y medios de comunicaciónby Ecupress |
Carlos
A. Valle (*)
Buenos
Aires
La
actual crisis mundial que está afectando a millones de personas, muestra una
fuerte erosión del sistema político, social y económico imperante, que como el
ave Fénix está procurando renacer de sus propias cenizas. Una de las claves para
entender el gigantesco avance del capitalismo global es comprender el papel que
han jugado y siguen jugando las nuevas tecnologías como herramientas esenciales
para su desarrollo. La revolución tecnológica se originó y difundió en un
período histórico de reestructuración global del capitalismo. El incesante y
creciente desarrollo de las nuevas tecnologías se ha ido introduciendo en
nuestra infraestructura social de la mano de grandes corporaciones
internacionales.
1.
Basta recordar que la internacionalización del comercio, la concentración de
empresas y capitales que se ha acelerado a partir de la década de 1980, ha
contado con el indispensable aporte del desarrollo de los sistemas de transporte
y de las tecnologías de comunicación. La concentración de los mercados tiene su
fuerte correlato en la concentración de la propiedad de los medios en el ámbito
global. En la actualidad se pueden mencionar no más de diez enormes
conglomerados propietarios de los medios, producto de la fusión de varias
empresas por cifras multimillonarias. De manera que el mercado internacional de
películas, programas de televisión, música, libros, videos, DVD, etc., está
dominado en un 90 por cierto por estas compañías.
2.
Se ha argumentado si los objetos técnicos tienen cualidades políticas. Porque
pareciera ser que lo importante no es tanto la tecnología en sí misma como el
sistema económico y social en el cual la tecnología está inmersa. Los objetos
tecnológicos no carecen de importancia porque la tecnología llega a ser una
forma de construir orden. Es así que, por medio de sus estructuras tecnológicas,
las sociedades determinan, en gran parte, cómo han de trabajar las personas que
integran cada sociedad, cómo se han comunicar y viajar, etcétera.
3.
Lewis Mumford creía que en la historia de Occidente existen dos tradiciones
respecto de la tecnología, una autoritaria y otra democrática. La experiencia
demuestra que cuanto más una sociedad se basa en un sofisticado sistema
tecnológico más tiende a funcionar con un sistema de control altamente
jerárquico. Este control, ¿es necesariamente inherente a la tecnología? La
respuesta más frecuente es que así “tiene que ser” porque no se puede dejar el
control de la tecnología en manos inexpertas. De esta manera se argumenta, por
ejemplo, en el mundo de la economía. Uno está sujeto a “las leyes del mercado”.
Estas “leyes”, que parecen haber caído del cielo, son las que determinan las
acciones sin ninguna consideración sobre su incidencia en la vida de la
gente.
4.
Pero lo cierto es que la economía misma no es una ciencia natural y los grandes
cambios tecnológicos no tienen su origen y desarrollo en una esfera neutral,
porque los basamentos de la sociedad provienen de decisiones políticas. Por eso
Landgon Winner concluye que: “Es característico de sociedades basadas en grandes
sistemas tecnológicos complejos que las razones morales que no sean de necesidad
práctica son consideradas mayormente obsoletas, “idealistas” e irrelevantes.
Cualquier reclamo que uno quisiera hacer en nombre de la libertad, la justicia,
o la igualdad puede ser inmediatamente neutralizada si se lo confronta con
argumentos como: ‘Bien, pero esa no es la manera para hacer funcionar un
ferrocarril’ (o una laminadora de acero, o una aerolínea, o un sistema de
comunicación, y así por el estilo)...
5.
¿Hasta dónde la dignidad del ser humano está en juego en este diabólico juego en
el que las reglas están establecidas de antemano y se han tornado inamovibles?
¿Hasta qué punto nuestras sociedades han sucumbido al deslumbramiento de la
tecnología, se han dejado llevar por un determinismo científico y han permitido
que sus vidas sean decididas en nombre de la cambiante tecnología? Y, al mismo
tiempo ¿hasta qué punto la tecnología ha sido una valiosa excusa para consumar
el dominio y ejercer el poder sobre la gran mayoría?
Por
un lado, la tecnología se democratiza, posibilita el acceso a la comunicación a
millones, provee la creación de un sinnúmero de redes solidarias, permite
compartir la información a grupos de base de las más remotas partes del mundo
permitiendo que la voz de muchos pueda ser oída. Pero, por otro lado, el acceso
a la tecnología está inserto en la creciente brecha entre ricos y pobres.
6.
La expansión de este sistema económico tiene efectos directos en el desarrollo
de la democracia y en la naturaleza de la comunicación que en ella se ejerce. En
consecuencia, el respeto por la dignidad de las personas se ve crecientemente
afectado.
Es
cada vez mayor el número de decisiones que unos pocos toman en nombre de todos,
bajo la aparente participación de la gente. Las elecciones, por ejemplo, se
están convirtiendo cada vez más en un proceso mediático. Los candidatos venden
su imagen y hay “especialistas” que organizan la promoción y la venta de esa
imagen en cualquier parte del mundo. El mundo asiste a la proliferación de
puestas en escena colmadas de mentiras con las que los candidatos buscan
conquistar a su audiencia. Nada está ausente, ni el peinado, ni la ropa, ni la
sonrisa medida o la promesa esperada.
7.
Los medios comerciales de comunicación están provocando, al menos, tres efectos
principales. En primer lugar, tienden a reforzar la despolitización de la gente.
Como alguna vez lo indicó G. Gerbner, los conglomerados de medios “no tienen
nada para decir, pero mucho para vender”. En segundo lugar, tienden a
desmoralizar a la población convenciéndola de que es vana toda esperanza de
cambio y que sólo resta aceptar la realidad tal cual es. El tercer efecto es la
producción de realidades paradójicas. Por un lado, se verifica un mayor y
creciente acceso a la recepción de medios y, al mismo tiempo, los medios están
cada vez en menos manos. El papel que juegan las corporaciones globales aumenta
en todas las esferas de la vida, mientras que el papel de los estados nacionales
es cada vez más irrelevante. Se exalta la importancia de la libertad de
expresión en la vida de la sociedad –aunque con variadas interpretaciones sobre
su significado– simultáneamente, se acentúan el control y la censura.
8.
Aquí debemos señalar que el papel del Estado ya sea deteniendo, propulsando o
dirigiendo la innovación tecnológica es un factor decisivo en todo esto. Por
eso, en buena medida, la tecnología expresa la capacidad de una sociedad para
propulsar hasta el dominio tecnológico mediante las instituciones de la
sociedad, incluido el Estado. Es importante entender que la revolución
tecnológica fue una herramienta esencial en el capitalismo global Es importante
recordar que la revolución tecnológica fue una herramienta esencial para la
reestructuración global del capitalismo.
9.
El mundo tecnológico está inmerso en las profundas aguas de un complejo mar de
fuerzas económicas, políticas y sociales que determinan muchas de las corrientes
que arrastran su evolución y que afectan las posibilidades del desarrollo de la
vida humana y su dignidad. Por ese motivo, es imposible aislar el significado de
la tecnología del contexto en que se desarrolla. Por el contrario, hay una
cierta retroalimentación entre los procesos económicos, políticos y sociales y
el desarrollo de ciertas áreas de la tecnología.
Dada
la complejidad del mundo tecnológico, es conveniente comenzar por establecer un
encuadre que permitirá poner en evidencia los paradójicos desafíos que se
ciernen sobre el futuro de la humanidad y la preservación de la dignidad de las
personas. Recordaba A. Piscitelli que “La historia del impacto social de la
tecnología muestra la conexión existente entre un tipo determinado de tecnología
y una forma específica de sociedad. Ni toda tecnología sirve a cualquier
sociedad, ni toda sociedad puede absorber cualquier tipo de tecnología. En tanto
el factor tecnológico es la variable instrumental, y dado que las máquinas son
incapaces, aún, de dictar los ideales sociales, cabe exclusivamente al cuerpo
social determinar los modelos de convivencia que se desean alcanzar.” + (PE)
(*)
Teólogo, con estudios en Alemania y Suiza. Pastor (j) de la Iglesia Metodista
Argentina. Director del Departamento de Comunicaciones del Instituto Superior
Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET), Buenos Aires, 1975-1986. Presidente
de Interfilm, 1981-1985. Secretario General de la Asociación Mundial para la
Comunicación Cristiana (WACC), Londres, 1986-2001. Autor de los libros
Comunicación es evento (1988); Comunicación: modelo para armar (1990),
Comunicación y Misión; En el laberinto de la globalización (2002).
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