miércoles, 25 de julio de 2012


MEDIOS Y COMUNICACION

FM En Tránsito: 25 años

Alejandro Wassileff conmemora los 25 años de la radio comunitaria FM En Tránsito, subraya la importancia de la condición de cooperativa y reivindica el rol de transformación social de este tipo de emisoras. El estudio de FM En Tránsito lleva el nombre de Nora Cortiñas.

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Por Alejandro Wassileff *

El 9 de julio pasado se cumplieron 25 años del nacimiento de la primera radio cooperativa del país. FM En Tránsito 93.9 (de Castelar, en Morón, provincia de Buenos Aires) es quizá la radio comunitaria más vieja de la Argentina. Tiempo suficiente también para ver cambiar su condición de “clandestina” a ser reconocida por el Estado (nacional, provincial y municipal), de “trucha” a comunitaria y asimilada por sus vecinos y vecinas.

Lo que comenzó a mediados de los años ochenta, esa marea que trajo miles de radios de baja potencia, abrió un debate sobre la propiedad, el contenido y el acceso a los medios de comunicación que fue desvaneciéndose en los noventa. Lo que dejó sin resolver el debate social lo hizo el mercado: aniquiló a las experiencias radiales vinculadas con organizaciones populares, fortaleció a empresarios emergentes y consolidó cadenas de radio.

Fue una época muy dura que atravesamos en estado latente. Hoy, muchos años después, entendemos que la propiedad del medio fue una de las razones para poder sostener el proyecto. FM En Tránsito nació de una cooperativa de periodistas, un grupo de mujeres y hombres que usaban la comunicación como una herramienta de transformación social.

Lo que comenzó con la búsqueda de nuevas tecnologías y estéticas para optimizar el discurso y con una agenda para reflejar las necesidades de nuestros vecinos y vecinas, sobrevivió a los ’90 gracias al marco legal, ideológico y ético que impone una cooperativa y a la tenacidad de quienes la componen, pero todo el proyecto sintió el impacto.

Luego, el recambio generacional reavivó el trabajo para mantener una radio comprometida con su comunidad, generadora de información y debates entre vecinos, con organizaciones sociales, deportivas y culturales.

En estos 25 años hemos aprendido mejor nuestro oficio, hemos construido lazos y establecido convenios con instituciones y colegas que comulgan con este objetivo: difundir, debatir, comunicar, estudiar, proyectar y construir una sociedad más justa, solidaria, y hacerlo cuanto antes, aquí, en el barrio. Por eso es tan necesario construir con otras radios comunitarias una red con miles de medios regionales autosustentables.

Si un medio comunitario de comunicación se ha comprometido a ser una herramienta de transformación social, entonces la producción de contenido, la estética de su discurso y la cobertura y transmisión de las noticias pertinentes deben tener impacto en la comunidad donde está inserto.

Es una responsabilidad profesional (incluso social) la búsqueda de la mayor calidad posible en la comunicación comunitaria. Además, en la cultura hegemónica la palabra comunitario aparece como antónimo de calidad, por eso también resulta muy estimulante una búsqueda estética que optimice nuestro discurso, además de una investigación permanente para aprovechar mejor los recursos técnicos de los medios comunitarios, con ingenio y experimentación.

Sin embargo, a pesar de la ebullición, todavía nos sentimos en deuda. No podemos o sabemos medir el impacto que han logrado 25 años de comunicación comunitaria. Por ahora, y durante todo 2012, celebramos este aniversario con actividades (fotos y agenda en www.fmentransito.org.ar) para celebrar que la radio sigue de pie y manteniendo el espíritu con el que comenzó a caminar desde 1987: trabajar, difundir otro tipo de información y nuevas ideas, pero manteniendo un camino independiente, con fuerte compromiso ético y profesional para brindar accesibilidad a los vecinos a un sistema nacional de comunicación.

Durante estos 25 años recibimos afecto, regalos y reconocimientos, pero lo más emotivo, lo trascendente, fue ponerle nombre a nuestro estudio de radio. Ahora se llama Nora Cortiñas. En FM En Tránsito el estudio es el espacio que sintetiza el trabajo de todos y todas: pasión, compromiso y aportes de operadores, productores, periodistas y vecinos. Nora Cortiñas es sinónimo de todo eso. Es vecina de Morón y como integrante histórica de la Línea Fundadora de las Madres de Plaza de Mayo ha llevado una vida intensa de participación, de solidaridad, de reclamo y lucha frente a las injusticias y ha sabido comunicar su mensaje alrededor del mundo. Su cercanía histórica a FM En Tránsito nos ha llenado de cariño, pero también ha velado para que en todas las generaciones que pasaron por la radio se cumpla con esos principios básicos en un medio de comunicación. Ese es nuestro mayor reconocimiento.

* Socio de la Cooperativa de Trabajo para la Comunicación Social.

MEDIOS Y COMUNICACION

ShowMatch: graduados en los noventa

Apelando a las referencias de dos programas televisivos (ShowMatch y Graduados), Pablo Castillo interpela acerca de la necesidad de usar creativamente la televisión para dar la batalla política de los sentidos y de la interpretación.

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Por Pablo Castillo*

Una mirada descarnada –y quizás un poco sesgada– diría que en el interior de la pelea entre Graduados y ShowMatch, por ver cuál de los dos programas acapara mayor audiencia, se exterioriza un juego poblado de sobre y malos entendidos. Hay una irrupción –en el primer plano televisivo– de las huellas de un pasado que, simplificando, podría expresarse como las marcas culturales de una época que va desde el fin de la ilusión de la “primavera radical” hasta el “menemismo”. No es la única lectura, pero sí una posible.

De un lado, tenemos a los simpáticos y algunos hasta queribles personajes de la novela del canal de las pelotas. Como dice la canción de Serrat: “un buen colegio de pago/el mejor de los bocados...”, donde la libertad que hay que defender es la individual, frente a una sociedad que trata de oprimirnos y un Estado que sólo en la ficción puede figurar como ausente. Seguramente ya fueron arrancadas las etiquetas con RA (Raúl Alfonsín/República Argentina) de sus carpetas escolares. Hoy, los imprevistos y los desencantos de la vida cotidiana, combinados con la entrada a los cuarenta de los protagonistas principales, parecen volverse un cóctel explosivo. Equiparando, bastante democráticamente, encontramos que los tonos angustiantes y resbaladizos que transitan estos sujetos nos demuestran fácticamente que aparentemente solo con la plata no alcanza para ser feliz...

Por el otro, nos topamos con un Marcelo Hugo disfrazado simultáneamente de mago y equilibrista junto a los hijos de Claudio Paul Caniggia y Mariana Nannis, dándole visibilidad a esa mezcla de pizza con champagne reactualizada; hablada desde los márgenes de Marbella, de la Europa eterna, nunca en crisis. De la ausencia-presencia de un padre que es más como uno. Porque solo en la vida y en el fútbol nos pueden pelotear todo el partido –como Brasil nos arrinconó, en el Mundial de 1990– y casi milagrosamente hacer aparecer una oportunidad que transforme, de repente, todo el relato. Un descuido, una desatención, una negligencia de los dominadores basta para filtrarte entre líneas y cambiar la Historia (con y sin mayúscula). Sólo se trata de estar ahí y, llegado el momento, navegar en el justo límite que, según lo que uno decida y cómo lo ejecute, nos convierte en héroe o villano, sin mediación simbólica que valga.

Es cierto que en los dos programas pasan otras cosas, gestos tiernos y nuevas complicidades (algunas tan marketineras como efectivas) pero que funcionan en un segundo plano. Las marcas ordenan los discursos y, cuando hay que tomar alguna decisión sobre el futuro de los hijos, las respuestas siempre están allende los mares. Para pasarla bien o estudiar, tanto los Caniggia como la familia de Martín, el hijo de Loly en la ficción de Telefe, miran a Europa o Estados Unidos.

Podríamos concluir con algo así como que los millones de espectadores que miramos en forma permanente o a través del zapping estas emisiones televisivas nocturnas lo hacemos desde otro lugar al acostumbrado. Los que padecimos los noventa hoy podemos entretenernos con sus restos anclados en otro territorio cubiertos por una dignidad, antes no alcanzada. Pero lo cierto es que, como imagen, puede tranquilizar pero es insuficiente.

La lucha por el sentido, por fijar la verdad de una posición, es también una disputa de poder. Y el campo de la masividad de lo mediático es una batalla pendiente que debemos abordar creativamente; en el marco de los cambios que la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual permite, pero entendiendo que la televisión en particular tiene sus propias especificidades. Sin prejuicios elitistas pero tampoco, parafraseando a Néstor Kirchner, “dejando las convicciones en las puertas de un estudio de televisión...”.

La política siempre va a ser el principal bagaje con el que contarán los silenciados por la historia escrita por los vencedores de Caseros, para alcanzar visibilidad y transformar el yo (liberal o fenomenológico) en un nosotros. Por eso mismo, no reflexionar sobre cómo se conforman esos movimientos, las percepciones (muchas de ellas contradictorias) que nuestros televidentes tienen de sus triunfos y fracasos, de sus alegrías y tristezas, de sus formas de entretenerse y pasarla bien, es para la academia un error conceptual grave pero, para los que militamos en la ancha alameda de lo comunicacional, supone asumir una actitud casi suicida.

* Psicólogo UBA. Magister en Planificación y Gestión de Procesos Comunicacionales, UNLP.


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