están contenidos en una biografía autorizada escrita por josé ignacio lópez
Las declaraciones del abogado Pablo Argibay Molina sobre la forma en que Papel Prensa fue transferida durante la dictadura del Grupo Graiver a un conglomerado empresario liderado por Clarín y La Nación, y la interna entre videlistas y masseristas que desembocó en la coacción, el secuestro y la tortura de Lidia Papaleo y su familia, hallaron corroboración en la fuente menos pensada: una suerte de biografía autorizada de Héctor Magnetto publicada por José Ignacio López, periodista de La Nación y ex vocero del presidente Raúl Alfonsín. Ese libro, titulado El hombre de Clarín, vida privada y pública de Héctor Magnetto, describe la puja en la cima de la dictadura y brinda una versión sobre cómo, quiénes y con qué métodos lograron que Lidia Papaleo firmara el traspaso de la empresa. De su lectura se desprende que Magnetto se reclinó sobre Jorge Rafael Videla y Orlando Ramón Agosti, quienes no tenían proyecto político propio a futuro y sobre Papel Prensa "creían que se trataba de un proyecto industrial que no se podía interrumpir". En la vereda de enfrente, Emilio Eduardo Massera soñaba con suceder a Perón, pero su torpeza y falta de visión le birlaron la provisión de papel para sustentar su proyecto con medios de comunicación. En esa inclinación de la balanza a favor de Magnetto fue fundamental el abogado Miguel Tobías Padilla, cuyo nombre no aparece en el libro del ex portavoz presidencial, y podría ser el eslabón que vincule directamente al CEO de Clarín con la apropiación de la empresa.
El libro narra cómo el empresario César Civita, creador de Editorial Abril, durante la gestión de José Bel Gelbard en el Ministerio de Economía en la última presidencia de Juan Domingo Perón, "no necesitó mensajes demasiado explícitos y decidió que era el momento de correrse del medio y vender a Graiver su participación en Papel Prensa", que ya existía aunque todavía no producía. Según el libro, por ese entonces Magnetto "se metió de lleno en lo que para él era una cuestión fundamental para la autonomía del diario: el abastecimiento de papel". La dictadura todavía no había usurpado el poder.
Magnetto apostó a una segunda empresa productora de papel y pensó en un socio que por entonces asomaba como un promisorio emprendedor. Dice el libro: "recostado en el asesoramiento de algunos expertos del desarrollismo, (Magnetto) definió las líneas directrices del plan, bregó porque se recurriera a una de las consultoras más reconocidas de la época y evaluó la necesidad de un operador con respaldo económico y de ingeniería para la obra civil, hasta que al ver que no podría pagarlo consiguió interesar a Franco Macri como proveedor". La inestabilidad política y el "rodrigazo" pulverizaron el proyecto individual de Magnetto. Entonces, con Bernardo Sofovich, Enrique Drago Mitre, Bartolomé Mitre, Alberto Gainza Paz y Patricio Peralta Ramos fundó Fapel SA, con la intención, ahora sí, de avanzar en el autoabastecimiento de papel.
El golpe de Estado de marzo de 1976, la caída en desgracia del Grupo Graiver y la muerte de David Graiver en México precipitaron los tiempos y las situaciones. José Ignacio López sostiene que la familia Graiver "decidió encarar una salida ordenada de la Argentina", y el abogado Miguel Anchorena "estaba encargado de buscar interesados" para desprenderse de Papel Prensa. El libro reconoce que "las versiones más serias apuntaban a la maniobra de desapoderamiento que ya se estaba orquestando en el seno del directorio de Papel Prensa, con la complicidad de algunos funcionarios. En efecto, los Graiver se habían enterado de que los derechos de la familia sobre las acciones de la empresa corrían peligro de no ser reconocidos por falta de registro legal. El banquero nunca se había ocupado de que el Estado aprobara la transferencia de las acciones a su favor… Bastaría un guiño del ministerio de Economía para que pudieran rechazarse las compraventas anteriores y se erigiera como titulares a quienes ya no lo eran". Dicho de otro modo, Papel Prensa estuvo a un paso (una decisión política) de regresar a Civita.
Allí es donde el relato del libro se distancia de la versión de Lidia Papaleo, sobre todo en cómo fue "apretada" para firmar el traspaso. José Ignacio López describe: "como una novela de suspenso, las negociaciones entre los vendedores y Fapel concluyeron a último momento, el 2 de noviembre en horas de la tarde. En las oficinas de La Nación en la calle Florida los tres diarios firmaron el boleto de compraventa por la totalidad del paquete de los Graiver, el 51% por ciento de Papel Prensa". Lidia Papaleo describió cómo fue presionada para firmar, y los escalofríos y el terror que le causaba la mirada de Magnetto imprecándole la rúbrica de los papeles. Papaleo se sintió coaccionada por Magnetto, quien para ese entonces fungía como aliado del ala "blanda" de la dictadura, cuyas cabezas visibles eran Videla y José Alfredo Martínez de Hoz. Después de que Papel Prensa pasó de los Graiver a los accionistas privados, entró a jugar fuerte el "masserismo", cuya línea más dura la encarnaban Ramón Camps, Ibérico Saint Jean y Carlos Guillermo Suárez Mason. "Hacia el final del verano, vecinos al primer año del llamado Proceso de Reorganización nacional, crecía la tensión política entre los mandos del Ejército. El avance de los sectores más duros estalló en el llamado caso Graiver, que en un primer momento apareció como un putsch contra el presidente Videla… Amparado por el comandante del I Cuerpo de Ejército, Carlos G. Suárez Mason, el entonces jefe de la temida policía bonaerense, Ramón Camps, condujo esas operaciones y participó de interrogatorios y torturas. La viuda y otros miembros de la familia Graiver estaban entre los detenidos y Papel Prensa entre las empresas acusadas. Era parte de su cruzada", afirma la biografía de Magnetto.
Massera quería Papel Prensa para su proyecto personal, pero lo habían "madrugado". Ante la ofensiva del almirante, el libro biográfico narra que "Magnetto logró una reunión en el Edificio Libertador con un nutrido grupo de oficiales del Ejército y durante dos horas reseñó la iniciativa y respondió, una por una, las objeciones que se le hacían. Casi sobreactuó para tocar la fibra nacionalista de los uniformados, pero siempre creyó que ese encuentro sirvió para apuntalar a los sectores del gobierno militar que defendían a Papel Prensa."
Massera intentó hasta último momento quedarse con la empresa. "Una última maniobra amenazó complicar el tramo final del proyecto. El almirante logró hacer aprobar una resolución que establecía plazos mínimos –de factibilidad nula– para la inauguración y puesta en marcha de la planta… la construcción nunca se detuvo y logró sobreponerse a inconvenientes de todo tipo", hasta que el 27 de setiembre de 1978 fue inaugurada. A esa jornada pertenece la foto de Videla brindando con Ernestina Herrera de Noble.
Los hechos que revelan el rol de Magnetto en la interna de la dictadura
Tal como lo advirtió el abogado Pablo Argibay Molina, el CEO de Clarín fue el artífice de la operación que le permitió al Ejército quitarle Papel Prensa a los Graiver y anular el proyecto de Massera.
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Tiempo Argentino
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El libro narra cómo el empresario César Civita, creador de Editorial Abril, durante la gestión de José Bel Gelbard en el Ministerio de Economía en la última presidencia de Juan Domingo Perón, "no necesitó mensajes demasiado explícitos y decidió que era el momento de correrse del medio y vender a Graiver su participación en Papel Prensa", que ya existía aunque todavía no producía. Según el libro, por ese entonces Magnetto "se metió de lleno en lo que para él era una cuestión fundamental para la autonomía del diario: el abastecimiento de papel". La dictadura todavía no había usurpado el poder.
Magnetto apostó a una segunda empresa productora de papel y pensó en un socio que por entonces asomaba como un promisorio emprendedor. Dice el libro: "recostado en el asesoramiento de algunos expertos del desarrollismo, (Magnetto) definió las líneas directrices del plan, bregó porque se recurriera a una de las consultoras más reconocidas de la época y evaluó la necesidad de un operador con respaldo económico y de ingeniería para la obra civil, hasta que al ver que no podría pagarlo consiguió interesar a Franco Macri como proveedor". La inestabilidad política y el "rodrigazo" pulverizaron el proyecto individual de Magnetto. Entonces, con Bernardo Sofovich, Enrique Drago Mitre, Bartolomé Mitre, Alberto Gainza Paz y Patricio Peralta Ramos fundó Fapel SA, con la intención, ahora sí, de avanzar en el autoabastecimiento de papel.
El golpe de Estado de marzo de 1976, la caída en desgracia del Grupo Graiver y la muerte de David Graiver en México precipitaron los tiempos y las situaciones. José Ignacio López sostiene que la familia Graiver "decidió encarar una salida ordenada de la Argentina", y el abogado Miguel Anchorena "estaba encargado de buscar interesados" para desprenderse de Papel Prensa. El libro reconoce que "las versiones más serias apuntaban a la maniobra de desapoderamiento que ya se estaba orquestando en el seno del directorio de Papel Prensa, con la complicidad de algunos funcionarios. En efecto, los Graiver se habían enterado de que los derechos de la familia sobre las acciones de la empresa corrían peligro de no ser reconocidos por falta de registro legal. El banquero nunca se había ocupado de que el Estado aprobara la transferencia de las acciones a su favor… Bastaría un guiño del ministerio de Economía para que pudieran rechazarse las compraventas anteriores y se erigiera como titulares a quienes ya no lo eran". Dicho de otro modo, Papel Prensa estuvo a un paso (una decisión política) de regresar a Civita.
Allí es donde el relato del libro se distancia de la versión de Lidia Papaleo, sobre todo en cómo fue "apretada" para firmar el traspaso. José Ignacio López describe: "como una novela de suspenso, las negociaciones entre los vendedores y Fapel concluyeron a último momento, el 2 de noviembre en horas de la tarde. En las oficinas de La Nación en la calle Florida los tres diarios firmaron el boleto de compraventa por la totalidad del paquete de los Graiver, el 51% por ciento de Papel Prensa". Lidia Papaleo describió cómo fue presionada para firmar, y los escalofríos y el terror que le causaba la mirada de Magnetto imprecándole la rúbrica de los papeles. Papaleo se sintió coaccionada por Magnetto, quien para ese entonces fungía como aliado del ala "blanda" de la dictadura, cuyas cabezas visibles eran Videla y José Alfredo Martínez de Hoz. Después de que Papel Prensa pasó de los Graiver a los accionistas privados, entró a jugar fuerte el "masserismo", cuya línea más dura la encarnaban Ramón Camps, Ibérico Saint Jean y Carlos Guillermo Suárez Mason. "Hacia el final del verano, vecinos al primer año del llamado Proceso de Reorganización nacional, crecía la tensión política entre los mandos del Ejército. El avance de los sectores más duros estalló en el llamado caso Graiver, que en un primer momento apareció como un putsch contra el presidente Videla… Amparado por el comandante del I Cuerpo de Ejército, Carlos G. Suárez Mason, el entonces jefe de la temida policía bonaerense, Ramón Camps, condujo esas operaciones y participó de interrogatorios y torturas. La viuda y otros miembros de la familia Graiver estaban entre los detenidos y Papel Prensa entre las empresas acusadas. Era parte de su cruzada", afirma la biografía de Magnetto.
Massera quería Papel Prensa para su proyecto personal, pero lo habían "madrugado". Ante la ofensiva del almirante, el libro biográfico narra que "Magnetto logró una reunión en el Edificio Libertador con un nutrido grupo de oficiales del Ejército y durante dos horas reseñó la iniciativa y respondió, una por una, las objeciones que se le hacían. Casi sobreactuó para tocar la fibra nacionalista de los uniformados, pero siempre creyó que ese encuentro sirvió para apuntalar a los sectores del gobierno militar que defendían a Papel Prensa."
Massera intentó hasta último momento quedarse con la empresa. "Una última maniobra amenazó complicar el tramo final del proyecto. El almirante logró hacer aprobar una resolución que establecía plazos mínimos –de factibilidad nula– para la inauguración y puesta en marcha de la planta… la construcción nunca se detuvo y logró sobreponerse a inconvenientes de todo tipo", hasta que el 27 de setiembre de 1978 fue inaugurada. A esa jornada pertenece la foto de Videla brindando con Ernestina Herrera de Noble.
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