lunes, 12 de mayo de 2014

"Intercambié mi cuerpo con otra persona"

"Intercambié mi cuerpo con otra persona"

¿Qué pasaría si uno pudiera probar cómo es vivir en el cuerpo de otra persona? Algunos lo hicieron y experimentaron profundos cambios emocionales.
 

 
En el experimento una pareja probó cómo es estar en la piel del otro. 
 
La mayoría de nosotros tenemos prejuicios muy arraigados. Hace poco un equipo demostró que una corta estadía en un mundo virtual podría reducirlos, pero ¿eso podría tener un efecto más duradero?
Si pudieras ser otra persona, ¿quién serías? Esto por lo general es sólo una pregunta teórica. Pensar en la idea de adoptar de repente la forma de un vecino, un famoso o incluso su perro es divertido, aunque imposible de realizar.
Sin embargo, gracias a un curioso dispositivo de realidad virtual, algunas personas han experimentado lo que podría ser estar en la piel de otro.
"Los primeros segundos son abrumadores", dice Rikke Frances Wahl, una mujer que temporalmente se convirtió en hombre. "Se siente extraño. Uno comienza a sentirse cada vez más cómodo con la situación y empieza realmente a fantasear de cómo sería si fuera su propio cuerpo".
Wahl, que es actriz, modelo y artista, fue una de las participantes de un experimento de intercambio de cuerpos en Be Another Lab ("laboratorio para ser otro"), un proyecto desarrollado por un grupo de artistas en Barcelona. Ella obtuvo su nuevo cuerpo gracias a una máquina llamada The Machine to be Another (La máquina para ser otro).
El sistema es relativamente simple. Ambos usuarios se ponen unos anteojos de realidad virtual Oculus Rift con una cámara montada en su parte superior. El video de cada cámara es transmitido a la otra persona, así que lo que uno ve es la visión exacta de su pareja. Si mueve el brazo, lo ve. Si uno mueve su brazo, el otro lo ve.
Los estudios han demostrado que la realidad virtual puede ser eficaz en la lucha contra el racismo implícito, el prejuicio inherente que los humanos tienen contra los que no se ven o suenan como ellos.
Para irse acostumbrando a ver el cuerpo de otra persona sin realmente controlarlo, los participantes comienzan moviendo sus brazos y piernas muy lentamente, así el otro puede seguirlo. Con el tiempo, este tipo de movimiento lento y sincronizado se vuelve cómodo, y los participantes realmente comienzan a sentirse como si estuvieran viviendo en el cuerpo de otra persona. "Era muy natural", dice riendo Wahl, "y al mismo tiempo era tan anormal".
Cuando Wahl se intercambió con su pareja, Philippe Bertrand, un artista que trabaja en Be Another Lab, terminaron quitándose la ropa hasta quedar en ropa interior. Esta es la escena que Wahl recuerda cuando ella piensa en la experiencia. "Estábamos allí sin nada más que la ropa interior, miré hacia abajo y vi mi cuerpo entero como el de un hombre, vestido con calzoncillos", dice ella. "Esa es la imagen que más recuerdo".
Curiosamente, el uso de esta tecnología promete alterar el comportamiento de las personas, potencialmente para bien. Los estudios han demostrado que la realidad virtual puede ser eficaz en la lucha contra el racismo implícito, el prejuicio inherente que los humanos tienen contra los que no se ven o suenan como ellos. Investigadores de la Universidad de Barcelona realizaron un cuestionario llamado Test de Asociación Implícita, que mide la fuerza de las asociaciones de las personas, como por ejemplo, entre las personas negras y adjetivos como bueno, malo, atlético o torpe.
Luego, antes de hacer la prueba nuevamente, se les pidió que controlaran el cuerpo de un avatar digital de piel oscura usando lentes de realidad virtual. Esta vez, fueron más bajas las puntuaciones de prejuicios implícitos en los participantes.
La idea es que cuando uno se pone "en los zapatos del otro" tiene una visión más positiva porque su cerebro ha interiorizado el sentimiento de ser esa persona.
Otro estudio mostró que el uso de la llamada "ilusión de la mano de goma", donde un sujeto observa a los investigadores manipular una mano de goma colocada de tal manera que parece que fuera la suya, puede tener el mismo impacto. Cuando esa mano de goma es de un color diferente al de la propia piel, los participantes obtuvieron calificaciones más bajas en las pruebas para el racismo implícito que cuando vieron una mano del mismo color de piel.
La idea es que cuando uno se pone "en los zapatos del otro" tiene una visión más positiva porque su cerebro ha interiorizado el sentimiento de ser esa persona.
Los creadores de la "Máquina para ser otro" esperan lograr un resultado similar. "Al final del intercambio de cuerpos, las personas sienten como si se abrazaran unas con otras", dice Arthur Pointeau, un programador del proyecto. "Es una muy buena manera de tener este tipo de experiencia, y para obligar que haya empatía en el cerebro de una persona".
Probaron los anteojos de realidad virtual con pacientes en sillas de ruedas. Foto: Gentileza The Machine to be Another
 
Aparte de la empatía, el laboratorio Be Another usa la tecnología en otras situaciones en la que el intercambio puede dar resultados positivos. Han permitido a los terapeutas intercambiar cuerpos con sus pacientes, para que entiendan mejor lo que es ser discapacitado, y a usuarios de sillas de ruedas los han intercambiado con bailarines.
Además, les gustaría ofrecer la máquina a los médicos para tratar personas con trastornos alimenticios que podrían tener ideas distorsionadas acerca de su propio cuerpo.
Wahl dice que no desaprovecharía la oportunidad de volver a intercambiar cuerpos con otra persona. "De verdad se lo recomiendo altamente a todos, todo el mundo debería experimentarlo", dice ella.
"Todos tenemos diferentes sentimientos y puntos de vista sobre las cosas", dice Pointeau, "y realmente están muy relacionados con nuestra experiencia corporal. Con este tipo de experiencia, podemos no solo promover la empatía, sino que tal vez también podremos ayudar a las personas a entenderse mejor a sí mismas..

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